Pero el veinte de abril pas en vano como todos los dems. Con la diferencia de que al caer
el sol el tiempo se descompuso y comenz a soplar un viento fro.
La abejita haragana vol apresurada hacia su colmena, pensando en lo calentito que estara
all adentro. Pero cuando quiso entrar, las abejas que estaban de guardia se lo impidieron.
No se entra! le dijeron framente.
Yo quiero entrar! Clam la abejita. Esta es mi colmena.
Esta es la colmena de unas pobres abejas trabajadoras le contestaron las otras. No hay
entrada para las haraganas.
Maana sin falta voy a trabajar! insisti la abejita.
No hay maana para las que no trabajan respondieron las abejas, que saben mucha
filosofa.
Y diciendo esto la empujaron afuera.
La abejita, sin saber qu hacer, vol un rato an; pero ya la noche caa y se vea apenas.
Quiso cogerse de una hoja, y cay al suelo. Tena el cuerpo entumecido por el aire fro, y no
poda volar ms.
Arrastrndose entonces por el suelo, trepando y bajando de los palitos y piedritas, que le
parecan montaas, lleg a la puerta de la colmena, a tiempo que comenzaban a caer fras gotas
de lluvia.
Ay, mi Dios! clam la desamparada. Va a llover, y me voy a morir de fro. Y tent
entrar en la colmena.
Pero de nuevo le cerraron el paso.
Perdn! Gimi la abeja. Djenme entrar!
Ya es tarde le respondieron.
Por favor, hermanas! Tengo sueo!
Es ms tarde an.
Compaeras, por piedad! Tengo fro!
Imposible.
Por ltima vez! Me voy a morir! Entonces le dijeron:
No, no morirs. Aprenders en una sola noche lo que es el descanso ganado con el
trabajo. Vete.
Y la echaron.
Entonces, temblando de fro, con las alas mojadas y tropezando, la abeja se arrastr, se
arrastr hasta que de pronto rod por un agujero; cay rodando, mejor dicho, al fondo de una
caverna.
Crey que no iba a concluir nunca de bajar. Al fin lleg al fondo, y se hall bruscamente
ante una vbora, una culebra verde de lomo color ladrillo, que la miraba enroscada y presta a
lanzarse sobre ella.
En verdad, aquella caverna era el hueco de un rbol que haban trasplantado hacia tiempo,
y que la culebra haba elegido de guarida.
Las culebras comen abejas, que les gustan mucho. Por eso la abejita, al encontrarse ante su
Otoo 2007