P. Daniel Albarrán
Título Original:
¿Y, sí se sale?
Autor:
P. Daniel Albarrán
Depósito Legal:
Escrita en Barcelona-Venezuela
Febrero, 2010
e-mail: dalbarranu@hotmail.com
Página Web: daniel-albarran.blogspot.com
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Capítulo 1
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lugar, tiempo y espacio. Todos sudaban y transpiraban copiosamente.
La realidad era la misma. Unos porque no. Y otros porque si. Unos a
favor. Otros en contra. Cada uno de los que estaba en el Stadium
había tomado partido, o a favor, o en contra. No había la posibilidad
de permanecer indiferente, por lo menos, en ese justo momento del
penalty. Imposible quedarse sin querer nada. O se quería que hicieran
el gol. O se quería que no se hiciera. A eso se había ido a la cancha
de futbol ese día, o a perder con el equipo, o a ganar. Y, en ese
momento, todo dependía de uno solo, en ambos lados. De un lado,
del que estaba detrás del balón para hacer que tocara la red del
equipo contrario. Pero que tocara la red por la parte de adentro, que
significaría su gozo y su fiesta, además de la algarabía de los que
estaban con él en ese momento. De tocar la red por la parte de afuera,
entonces, la algarabía y la fiesta sería para los que estaban con el
arquero, que se movía como chimpancés, hacia la izquierda y hacia
la derecha de su propio cuerpo a la cadencia del movimiento de sus
brazos, en forma de balanza o del sube y baja.
Todos sudaban.
La estación de la radio se hacía eco de la situación que se
estaba viviendo en ese momento. También los de la radio iban o por
si o por no, y entre ellos también había diferencias. Y así, entre ellos,
a veces presagiaban que sí, y a veces que no, a pesar de que cada uno
tenía su deseo y su aspiración, porque también habían ido a eso al
Stadium.
Los nervios estaban de punta.
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Capítulo 2
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“lástima” de lo que se están perdiendo. Y así era. Una lástima. Por lo
menos, justo en ese momento del penalty.
Algunos de los que estaban siguiendo la transmisión por la
radio añoraban estar en las gradas del campo de juego. No era
suficiente la imaginación y querían verificar lo que imaginaban, por
lo menos, en ese momento en que los resultados dependían de dos
jugadores. De uno que acertara. Y de otro, o de que no acertara el
primero, o de que atajara él mismo. La suerte del segundo dependía
de un 150 por ciento. Mientras que la del primero de un 100.
Y todos sudaban. Transpiraban. También los que estaban
escuchando el encuentro de futbol por la radio. Y quizás más, porque
la imaginación era doble. Por un lado, de lo que imaginaban de lo
que iban diciendo los locutores, y por otro, de lo que ellos mismos
imaginaban de lo que iban imaginando. Y transpiraban, quizás, más
que todos de los que estaban en el Stadium, que no necesitaban de la
imaginación porque estaban viendo las cosas tal como estaban
sucediendo. Aunque también sudaban.
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Capítulo 3
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Se desesperaba solo por imaginar. Y sudaba mucho más. Más que el
que estaba escuchando por la radio, que sí necesitaba la imaginación,
y que también sudaba, pero que era distinto en el espacio, en el
tiempo y en el lugar, a pesar de la misma circunstancia, que era el
penalty.
Sudaba el que estaba frente al balón para chutarlo. Era la
oportunidad del equipo.
Sudaba el jugador que tenía la tarea de no dejar que el balón
pasara por su dominio, porque para eso estaba ahí.
Sudaba el espectador. También los de la radio. También los
oyentes.
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Capítulo 4
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valor equivocados. Pero para eso los habían contratado. Para que
fueran jueces y tomaran las decisiones que se tuviesen que tomar.
En el caso del penalty cabía la posibilidad de no haber sido
justo. Pero tenían esa facultad, de equivocarse. Tal vez no se había
equivocado, o tal vez sí. A los que les favorecía el penalty, el árbitro
no se había equivocado. Pero, para los que no les favorecía, el árbitro
estaba vendido. La rechifla en el Stadium le hacía pensar que se
había equivocado. Pero, los aplausos en ese justo momento le
indicaban que no se había equivocado. El problema era un problema,
porque si pitaba era un problema, y si no, también lo era.
La situación estaba muy complicada.
Muy delicada para el equipo que hasta ese momento iba
ganando. Porque cabía la posibilidad, casi cierta, de emparejarse los
resultados. Y eso complicaba las esperanzas en el campeonato.
Pero la situación se presentaba, justo en ese momento, y a
partir de ahí, como posibilidad, también casi cierta, pero no segura,
para el equipo que iba a chutar el penalty. Porque sería pasar de
menos a iguales. Y las cosas le favorecerían.
Y todo esto podría ser visto como responsabilidad del árbitro,
o porque si; o, porque no.
Situación para sudar. Como todos los estaban en ese
momento.
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Capítulo 5
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Capítulo 6
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Sudaba mucho el jugador que había cometido la falta. Tal vez
más que el arquero; o más que el que iba a chutar la pelota.
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Capítulo 7
El árbitro temblaba.
Estaba asustado por la decisión que había tomado. Miraba al
jugador fauliador y sentía que lo miraba con odio. Tal vez le estaba
diciendo que esa patadita y esa zancadilla, no eran para tanto. Quizás
le estaba diciendo que por su culpa, las cosas estaban como estaban.
El árbitro estaba como a punto de palmotearle el hombro al
jugador que había cometido la falta. Pero no se atrevía. Perdía la
autoridad en el campo. No podía. No debía.
Las cosas son como son. Y esas, como eran.
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Capítulo 8
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Capítulo 10
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Capítulo 11
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Capítulo 12
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Capítulo 13
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Capítulo 14
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auxiliares del principal, estimaban que no era verdadero, y no era
para tan extremada la metida de la pierna del jugador que había
metido la zancadilla.
Complicado.
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Capítulo 16
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Capítulo 17
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Capítulo 18
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Capítulo 19
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Capítulo 21
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Capítulo 22
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Capítulo 23
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Capítulo 24
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Capítulo 25
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Capítulo 26
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Capítulo 27
Le pelota esperaba.
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Capítulo 28
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Capítulo 29
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Capítulo 30
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Capítulo 31
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Capítulo 32
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Capítulo 33
50
Capítulo 34
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Capítulo 35
52
Capítulo 36
53
Capítulo 37
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Capítulo 38
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Capítulo 39
Muy emocionante.
Todos transpiran. Sudan.
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Capítulo 40
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Capítulo 41
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Capítulo 42
59
Capítulo 43
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Capítulo 44
Sonó el pito.
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Capítulo 45
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Capítulo 46
63
Capítulo 47
Ahí va el chuteador.
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Capítulo 48
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Capítulo 49
Silencio.
El penalty se está cobrando. Llegó el momento.
Se sabrá. Hay que esperar lo que resulte.
Muy complicado.
Todos respiran. Transpiran copiosamente.
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Capítulo 50
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Capítulo 51
El penalty.
La patada.
Sale el balón derechito a la arquería.
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Capítulo 52
Ahí va el balón.
Silencio.
Hay que respirar. Transpirar copiosamente.
No se sabe. Ahí va.
Lleva el impulso de la patada.
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Capítulo 53
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Capítulo 54
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Capítulo 55
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Capítulo 56
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Capítulo 57
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Capítulo 58
Suspenso.
Ya todo está hecho.
Hay que esperar.
Todos esperan. Unos porque si; otros porque no.
Complicado. Muy complicado, justo en ese momento que ya
se cobró el penalty.
Hay que esperar la trayectoria.
Silencio.
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Capítulo 59
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Capítulo 60
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Libros del P. Daniel Albarrán
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18. Por culpa de la tripa (o gracias a ella)
19. La Libertad de los Hijos de Dios
20. Debajo de la matica
21. Chévere, cambur pintón
22. Todavía no ha estirado el rabo la puerca
23. Calzón quitao y Cabeza pelá
24. Los zapatos de Job
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