Carlos Yusti
Alejandro Rossi asegur que escribir sobre Borges era resignarse a ser el eco
de algn comentarista escandinavo o el de un profesor estadunidense, sesudo y
tesonero. Lo cierto es que Borges da para mucho (y para todos).
Al respecto de sus poemas dijo que muchos de sus amigos le decan que era un
intruso en la poesa y que deba dejar de escribir versos. En su defensa aleg
que a l le gustaban los versos que escriba. Apreciar la poesa de Borges en su
justa dimensin pasa por un pequeo libro escrito por Guillermo Sucre titulado
Borges el poeta. Slo un buen ensayista e inobjetable poeta como Sucre, aparte
de traductor de Saint-John Perse, poda encarar el reto de una poesa escrita
desde el raciocinio de ese lector inverosmil que en suma fue Borges. Sucre
destaca: El Borges que reflexiona en sus relatos y en sus ensayos es el mismo
que medita ensimismado o fervorosamente en sus poemas. Incluso hay pginas
de su prosa que se imponen ms por cierto arrebato, cierto juego libre del
pensamiento y de la sensibilidad; hay en ellas tanta pasin como en su poesa.
La poesa de Borges no pierde, sino rara vez, su contencin, su secreto rumor;
su simplicidad puede a veces desorientar: hay en ella ms profundidad de la que
se cree.
Ms vil que un lupanar/la carnicera rubrica como una afrenta la calle./ Sobre el
dintel/una cabeza ciega de vaca preside el aquelarre/de carne charra y
mrmoles finales/ con la confusa majestad de un dolo.
El libro de Sucre sobre el poeta que hay en Borges es una leccin de lectura por
encima de cualquier prejuicio, y entre algunas de las conclusiones del libro esta
me parece la ms acertada: El destino de Borges se identifica, en ltima
instancia, con el destino de la palabra, del poema, de la poesa misma. De ah
su valor ejemplar.