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A modo de resea
Pero ese derecho, tal como lo afirman los autores, no es ms que una
referencia, aqul discurso a que el mercado y la organizacin apelan.
Ese discurso anfibolgico que para unos es legitimacin y para otros
promesa.
Pues bien, tal pretendida legitimidad y tal promesa no son, y as lo
afirman los autores, ms que el discurso que, en la realidad, se halla
inverso. Invertido en desigualdad, explotacin y dominacin. A l se apela
(y as funciona eficazmente) como referencia, como referencia que
encubre su inversin efectiva. Un derecho que oculta el hecho que lo
niega.
No otra cosa es, epistemolgicamente, la ideologa. Qu otra cosa es
sino un prejuicio arraigado como una creencia? Sostengo que el derecho
no es otra cosa que una ideologa orgnica, en la expresin de Gramsci:
precisamente, una ideologa que otorga cohesin al sistema. La cuestin
no es, me parece, slo terminolgica. El asunto es que evitar el aspecto
epistemolgico tiene su riesgo.
Es verdad que la cuestin cognitiva de la ideologa cay en cierto
descrdito debido al abusivo recurso a la falsa conciencia, o por el
automatismo otorgado a las superestructuras ideolgicas. Sin embargo,
creo que si no se reducen las ideologas a ese aspecto, es decir,
entendindolas como un tipo de relacin social efectiva, conducente
(como lo es la referencia al prejuicio), es posible rescatar su problemtica
con buen provecho. Por el contrario, no hacerlo, significa un riesgo no slo
terico, sino fundamentalmente poltico. Sobre todo si, como lo plantean
nuestros autores, el acento de las luchas debe ponerse en la cuestin de
la hegemona (que entienden como asentimiento) y el manifiesto que
enuncian se presenta como un texto de combate, es decir poltico,
inductor de conductas colectivas.
Explotacin, salario, Estado y su naturalizacin
El riesgo consiste, en mi opinin, en la naturalizacin de los aspectos
encubridores, ocultadores, que se manifiestan lo vimos en esa
denunciada anfibologa que, por un lado alude a la realidad de la situacin
de los dominantes (para ellos la igualdad, la libertad y la racionalidad han
sido realizadas ya en el mercado) y, por otro, elude la realidad inversa de
los explotados.
Precisamente, conforme a los autores, los dos casos de cuadrismo (el
pretendido socialismo real, como el compromiso social-demcrata)