1 EL FINAL DUL SALVA.
implica reconocer —sin pasar por ulto ef contenido cultural de Ia
ciencia y la tecnologia— que:
(2) La produccion de teorfa universal, totalizante, es un error
mayéisculo que no capta a mayor parte de la realidad,
posiblemente siempre, pero no cicrtamente ghora; (2) asumil
responsabilidad de las relaciones sociales de la ciencia y Ia
tecnolog(a significa recbavzar una metafisica anti-cientifica, una
domonologia de la tecnologia y de esta forma signitica abarear la
diestra tarea de reconstruir las fronteras de la vida diavia, en
conexin parcial con ortos, en comunicacidn con todas nuestras
partes. (Haraway, 1985: 100).
Como hemos visto, la planiticacisn ha sido uno de aquellos universales
totalizantes. Mientras el cambio social ha sido probablemente siempre parte
de ia experiencia humana, fue solamente dentro déla modernidad europea
que la “sociedad”, es decit toda la manera de vivir de un pueblo, fue abierta
andlisis empirico y fue hecka objeto del cambio planeado. Y mientras
{as comunidades del Tereer Mundo pueden encontrar que hay una necesidad
de alguna clase de cambio social organizado o dirigido —en parte para
revertir los dafios causados por el desarrollo— esto indudablemente no
tomar la forma de “diseio de la vida” o de ingenierfa social. En el largo
plazo, esto significa que categorias y significados tienen que ser redefinidos,
Mediante su prictica politica innovadora, los nuevos movimientos sociales
de varias clases estiin ya embarcados en este proceso de redefinir lo social
yel conocimiento mismo.
Tas préicticas yue atin subieviven en ef Tercer Mundo a pesar del
desarrollo, entonces, seifalan el camino para moverse més allé del cambio
social y, en el largo plazo, entrar en una era posteconémica de
postdesarrollo. Bn el proceso, Ia pluralidad de significados y préeticas que
constituyen Ia historia humana se hars auevamente visible, mientras que la
planificacién misma iré perdiendo inte
4, EL DESARROLLO SOSTENIBLE?
DIALOGO DE DISCURSOS!
Del problema al discurso
El concepto de “desarrollo sostenible”, o “sustentable”, aparece
en condiciones hist6ricas muy espeefficas. Es parte de un proceso mas,
amplio, que podrfamos llamar problematizacién de la relacién entre
naturaleza y sociedad, motivada por el earacter destructive del
desarrollo y 1a degradacién ambiental a escala mundial. Esta
problematizacién ha sido influenciada por la aparicién de los
‘movimientos ambientalistas, tanto en el Norte como en el Sur, todo lo
cual ha resultado en un complejo proceso de internacionalizacion del
ambiente (Buttel, Hackins y Power, 1990). Como en toda proble-
matizacién, han aparecido una serie de discursos que buscan dar forn
ala realidada la que se refieren.? Estos discursos no son necesariamente.
descripciores “objetivas” de la realidad —como en general se
pretende—, sino reflejo de la lucha por definir la realidad en cierta forma
y no en otra, Estas luchas siempre estin ligadas al poder, asf sea s6lo
1. Trabajo presentado en el seminario “La formacidn del futuro: necesidad de un
‘compromise ecn el desarrollo sostenible",organizado pos la Universidad Complutense
de Madrid y el rograma Iberoamericano de Ciencia y Tecnologia para el Desarrollo, en
Escorial, agost> 23.27 de 1995,
2. El estucio de las “problematizaciones de 1a verdad” como historia de los
iscursos a que ellas dan lugar ha sido propuesto por F%6 EL FINAL DEL SALVAIE
por el hecho de que de unas percepciones y definiciones dadas saldran
politicas e intervenciones que no son neutras en relacién a sus efectos
sobre lo social.*
A principios de los setenta, especialmente con Ia conferencia de
Estocolmo (1972) y los informes del Club de Roma sobre “Ios limites del
crecimiento”, apareci6 una categoria de andlisis inusitada: “los problemas
globales”, Dentro de esta perspectiva, el mundo es concebido como un
sistema global cuyas partes estin interrelacionadas, requiriendo por tanto
formas de gestién igualmente globalizadas y globalizantes.
En cl presente capitulo, analizaremos tres de estas respuestas a Ia
problematizacién de la relacién entre naturaleza.y sociedad desde 1a
perspectiva de la globalizacién del ambiente. Para facilitar el argumento,
denominaremos estas respuestas con los epitetos de “liberal”, “culturatista’
¥y “ecosocialista” respectivamente. Las tres primeras partes del texto estardn
dedicadas al recuento critico de los tres discursos. En a cuarta y tltima
parte, se presenta un breve anélisis de la reinvencién de la naturaleza que
esti siendo producida por ciencias tales como la biologfa molecular y 1a
genética y por tecnologfas biolégicas e informéticas,
Se arguye que estamos pasando de un régimen de naturaleza orgénica (de
origen premodemo, hoy minoritario) y ce naturaleza capitalizada (moderno,
hoy dominante), a un régimen de naturaleza construida (postmoderno: y
ascendente), La pregunta general es entonces: ;qué esta ocurriendo con la
naturaleza en el umbral del siglo xx12, ,qué forma esti tomando la lucha por la
naturaleza, y emo esta lucha se refleja en los discursos y en las précticas?
“Nuestry futuro comin: el discurso liberal del desarrolto sostenible
Es innegable que el esfuerzo por articular la relacién entre naturaleza y
sociedad mas difundido en los tltimos afios lo representa el famoso Informe
Bruntland, publicado en 1987 bajo la direccién de Gro Harlem Noruega. E
as distintas per
tradueido en difere
iciones ideol6gicas de la problemitica ambiental se-han
s formaciones discursivas (sobre las eausas de Ja crisis de
ecursos, sobre las desiguakdades del desazrollo econémico. sobre la iisttibuei6a social
‘de Jos costos ecoldgicas, sobre los benoficios y desventajas de la dependencia
tecnolégica y cultural, y ha establecido ls condiciones de apropiacion y de milizactén,
Politica de un discutso, dle eiestos conceptos amnbientales.” (Laff, 1986480)
EL DESARROLLO SOSTEMIBLE: DIALOGO DE DISCURSOS a
informe, publicado en varios idiomas bajo el titulo de Nuesire Futuro
Comin, 1anz6 af mundo la nocién de “desarrollo sostenible”. Su pérrafo
introductorioreza ast
} En lamitad del siglo xx, vimos nuestro planeta desde el espacio
por primera vez. Tarde 0 temprano los historiadores encontrarsin que
esta visién tayo un impacto mayor sobre el pensamiento que la
revolucién de Céperico del siglo xvi, la cual cambis por completo
laimagen de nosotros mismos al revelar que la tierra no ers el centro
del universo, Desde el espacio, vimos una pequefia y frigil esfera
dominada no por Ia actividad humana, sino por un patrén de nubes,
océanos, areas verdes y suelos. La incapacidad de Ja humanidad,
para encuadrar sus actividades dentro de este patrén est cambiando
Jos sisternas planetarios en formas fundamentales. Muchos de estos
cambios vienen acom-paiiados de amenazas letales. Esta nueva
realidad, de la cual no hay escapatoria, debe ser reconocida y
‘gerenciadta, (World Commision, 1987; énfasis agregado).
El discurso del Informe Bruntland parte del coraz6n mismo de ta
modernidad occidental. Bs por esta razén que To Hamamos liberal, no en
un sentido moral o politico, sino en un sentido fundamentalmente
antropolégico y filosofico. El mundo de Bruntland, en efecto, da por
sentadas una serie de realizaciones de la modernidad liberal de Occidente:
la creencia en la posibilidad de un conocimiento cientifico objetivo, cuya
veracidad esté asegurada por el ejercicio instrumentado de la vista —la
visién desde ef espacio es la misma visién a través det microscopio del
hidloge, es decir, la visidn cientifier—j nna aetitnd frente al mundo que
exige que éste sea considerado como algo extemo al observador, pudiendo
entonces ser aprehendido como tal, conocido y manipulado —Ia famosa
divisi6n entre sujeto y objeto del cartesianismo—; la insistencia en que ta
realidad social puede ser “gestionada”, que el cambio social puede ser
“planificado”, y que lo social puede ser mejorado paulatinamente, ya que
Jos nuevos conocimientos pueden ser retroalimentacos en Tos esquemas
Vigentes de fa realidad para asf modificar y afinar las intervenciones.
Pero tal vez el rasgo de Ja modernidad que el discurso liberal det
arrollo sustentable asume con mayor claridad es el de la existencia de
scansa no
des
una cultura econ6mica dada. Es sabido que la modernidadEe HL BINAL DEL SALVAIE
sélo en una estructura epistemoligica particular, sino en una serie de
concepciones y priicticas llamadas “econémicas", también inusitadas destle
el punto de vista antropolégico ¢ hist6rico. EI desarrollo de la cultura
econdmica de Occidente, y su consolidacién hacia finales del siglo xvut,
tequirié de procesos sociales muy complejos, que sélo pueden sex
mencionados brevemente en este trabajo. La expansién del mercado, la
mercantilizacién de la tierra y el trabajo, las nuevas formas de disciplina
cn las fabricas, escuelas, hospitales, etc., las doctrinas filosoficas basadas
en el individualismo y utilitarismo y, finalmente, la constitucién de la
economia como una esfera “real”, auténoma, con sus propias leyes ¢
independiente de “Io politico”, “Io social”, “lo cultural”, etc., som tal vez
los elementos mas sobresalientes de la construcci6n histérica de fa cultura
econdmica occidental.
Para el ser modemo, el hecho de que exista algo llamado economia no
uede ser puesto en duda. Hacerfo significa dudar de la modernidad misma,
Desde el punto de vista antropolégico, sin embargo, eso que hoy se nos
aparece como una realidad indudable —Ia existencia de los mereados, los
Precios, las mercancas, ete.— es una concrecién relativamente reciente. Si
'miramos al Occidente desde una de las mal Ilamadas sociedades “primitivas”,
‘desde una sociedad campesina del Tercer Mundo actual, pereibitiamos sin
standes dificultades que e! comportamiento econémico de los moderos es
bastante peculiar. La misma distincién entre lo econémico, lo politico, lo
religioso, ete. —distinciones esenciales para la modernidad-~ no existen en
estas sociedades. Esto tiene consectiencias serias para la relacién naturaleza.
sociedad, como veremos,
La cultura econémica occidental cuenta muchas historias de
Importaneia para los ecologistas. Nos habla, por ejemplo, de que la
naturaleza estd compuesta de “recursos”, de que estos son “limitados”™
¥ Por tanto, con valor “monetario” y sujetos a ser “poseidos”. Nos
habla también de que los deseos del “hombre” son “ilimitados” y que,
dada la escasez de los recursos, sus necesidades sélo pueden ser
satisfechas a través de un sistema de mercado regulado por precios: de
ue el bien social se asegura si cada individuo persigue su propio fin
de la forma mis eficiente posible; nos instiga a pensar, finalmente,
que la bondad de la vida, su “calidad”, se mide en términos de
Productos materiales, de tal forma que los otros elementos de la cultura
EL DESARKOLLO SOSTENIBLE: BIALOGO DE DISCURSOS
se desvanecen en los intersticios de esa estructura ya sélida y estable
que es la civilizacién econémica de Oceidente.
Estas premisas culturales estén implicitas en el discurso dominante del
desturollo sostenible; se repiten en todos Ios espacios donde circula el discurso
liberal, desde el Banco Mundial hasta muchas Ong’s que actéan a nivel local
Quien fuera presidemte del Banco Mundial en el momento de la publicacién,
del Informe Bruntland resumic en forma sucinta el enfoque economicista del
discurso al decir que “una ecologia sana es buena economia” (Conable, 1987:6)
Y agrega: “La planificacién ambiental pude maximizar los recursos naturales,
de tal forms que la creatividad humana pueda maximizar el futuro”. La
‘evonomizaci6n de la naturaleza que supone esta situacién hist6rica puede ser
Ievada a sus conclusiones légicas, como la propuesta cada vez ms audible
de que se privaticen todos los recursos naturales. Segiin estos economistas,
esto involucraria una simple operacin: la asignacién de precios generalizada,
La soluci6n no serfa otra que la de aceptar que “todos los recurso deben tener
titulos, ytodeel mundo debe tener derecho aesos recursos”, como loexpresaba
tun economista recientemente (Panayotou, 1991:362), Se tratarfa de extender
el sistema de precios a todos los aspectos de la naturaleza que sea posible,
ineluyendo el aire, el agua, los genes, etc.
Es necesario mencionar que Ia tendencia privatizante de los recursos
se esta convirtiendo en realidad en muchos paises del Tercer Mundo,
particularmente en América Latina, en el marco de las politicas de ajuste
econdmico y de “apertura” de corte neoliberal —y postneoliberal—. Sin
embargo, la teorizacién latinoamericana del desarrollo sostenible difiere
en forma significativa del discurso de Bruntland, asf no constituya una
propuesta radical. La porspectiva latinoamericana del desarrollo sostenible
comienza por afirmar la necesidad de diferenciar los problemas ecolégicos
por regiones, sin caer en una peligeosa homogeneizacién del ambientalismo
global. Se leda importancia a aspectos no tocados por Bruntland en forma
adecuada, tales como ta deuda externa, Ia caducidad de los modelos de
desarrollo convencionales, las desigualdades mundiales, la deuda ambiental
hist6rica de los paises del Norte, la equidad, la importancia de respetar el
pluralismo cultural, ¥ la proteccién del patrimonio natural y genético de la
regién, Més elaramente que sus contrapartidas en el Norte, y a pesar de
tuna persistencia del enfoque tecnocritico de la planificaci6n, los tebric
latinoamericanos del desarrollo sostenible se ven abocados @ una0 EL FINAL DEL SALVAIE
conceptualizacidn de Ia ecologia como sujeto politico (Cepal, 1990a,
1990b; Gligo, 1991).*
Hasta aquf lo fundamental del discurso liberal del desarrollo sostenible.
Sugerimos como metodologya que “antropologicemos” nuestra propia cultura
occidental, es decir, que tomemos cierta distancia de lo que hace posible nuestra
practica diaria, para asf ver, desde Ia distancia que nos permite el an‘lisis, las
estructuras hist6ricas de donde surge el discurso del desarrollo sostenible.
Digamos por lo pronto que este discurso, como cualquier otra discurso, no es
ni verdadero ni falso en sf mismo, sino que produce “efectos de verdad”,
como lo explica Foucault. El discurso del desarrollo sostenible, en otras
palabras, entra a participar en la produccidn de la realidad. Veamos qué dicen
los criticos culturalistas de esta propuesta.
El discurso culturalista: la muerte de la naturaleza
yl nacimiento del ambiente
Mis que una propuesta en sf, el discurso culturalista constituye una
critica al discurso liberal qué acabamos de analizar.* Lo lamamos
culturalista simplemente porque pone énfasis en Ia cultura como instancia
fundamental de nuestra relacién con la naturaleza. De hecho, el diseurso
culturalista comienza por someter a juicio aquello que el liberal da por
sentado: la cultura economicista y cientifica de Occidente. En efecto, es
en esta cultura donde tos culturalistas encuentran el origen de Ia ctisis
ambiental actual, Segtin Ia critica culturalista, 1a objetivacién de la
4. Véase los trabajos de Ia Cepaly de la Unidad Conjunta Cepal/Pauma, rales como
Copal (1990a, 1990b, 1991a, 1991b). Véase también Dourojeanni (1991). Una itil
recopilacién de resefias sobre el tema ha sido editada por Cepal (1992),
5. Aunque el grupo de culturalisias no es homogéaeo, la mayorfa comparten ciertas
Dosiciones, tales como su oposicién radical al desarrollo, su postura critica frente a la
ciencia, y su defensa de los movimicntos altemativos de base. Nos referimos a autores
tales como Wolfgang Sachs, Ivan Mlich, Barbara Duden (Alemania); Fean Robert y
Gustavo Esteva (México); Ashis Nandy, Vandana Shiva, Shiv Visvanathan y Claude
‘ares (India); Frédorique y Stove Mazglin (Estados Unidos). Las revistas The Ecologist
(ondites), Alteatives (Dethi(New York), ¢ffa Dossier (Suiza) ineluyen con frecuencia
contfibuciones de este grupo de autores y oitos similares. El autor del presente libro bit
prticipago en algunas reuniones con miembros de este grupo. Una obra colectiva del
‘Brupo es The Development Dictionary (Sachs, (992a)
FL, DESARROLLO SOSTENIBLE: DIALOGO DE DISCURSOS a
naturaleza por la ciencia moderna reduccionista, su explotacién como
recurso por las economias de mercado, el deseo ilimitado de consumo
instigado por el postulado de la escase7, la subordinaci6n de la mujer por
el hombre ~Sque algunos analistas ven como la otra cara de la moneda del
control de Ia naturaleza por el humano—, y la explotacién de los no
occidentales por los occidentales, son los mecanismos culturales que han
Hevado al murdo modemo a la destruccién sistemética de sus entornos,
biofisicos. Analicemos en detalle algunos de estos aspectos.
Uno de los puntos claves a que se refieren los culturalistas es el tratamiento
de Ta naturalezacomo mercancia. El presupuesto de la escase7, por otro lado,
contribuye a cimentar la opinién de que lo que cuenta es encontrar formas mis
cficientes de usar los recursos, no sacar a la naturaleza del cireaito del mercado,
‘Como lo anota claramente el Informe Bruntland, el objetivo de ka gestion
ambiental debe ser “producit mis a partir de menos” (Word Commission,
1987:15). La Comisién no esté sola en afirmar este punto. Afio tras aio, esta
conviccidn es tenovada por los reportes anuales del World Watch Institute
(State of the World Reports), otrade las grandes fuentes de los ecodesarrolistas,
La ecologia, como lo afirma perceptivamente Wolfgang Sachs (1988), se re=
duce en estos reportes 2 una forma de mayor eficiencia. Mas grave atin, la
cconomizacion de la naturaleza permite que hasta las comunidades mas remotas,
del Tercer Murdo sean arrancadas de su contexto local y redefinidas como
recursos a ser gerenciados. Comienzan asi estas comunidades su largo y
peligroso viaje hacia la economfa mundial
En general, los culturalistas ponen de relieve las consecuencias de la
cultura economicista dominante sobre 1a forma como nos relacionamos
‘con la naturaleza, Mas atin, se rehusan a aceptar propuestas tales come ta
del “reverdecimiento de Ia economia” (Marglin, 1992) y los intentos por
subordinar Ia economia a los intereses sociales y ecolégicos. Para estos es
simplemente imposible racionatizar la defensa de la naturaleza en términos,
econémicos. Aquellos ecologisias ¥ economistas ambientales que asi lo
hagan sélo estarian contribuyendo con sus bien intencionados argumentos,
‘extender la sombra que la econom(a tiene sobre la vida y la historia,
Una denuncia hecha tanto por culturalistas como por ecosocialistas
sobre el discurso liberal del desarrollo sostenible es la imposibilidad de
reconciliar el crecimiento econémico y ambiente. Al adoptat el concepto
de desarrollo sostenible, en efecto, se intenta reconciliar a estos dos viejos. FL PINAL. DEL SALVARE
enemigos (Martinez Alier, 1992; Redelift, 1987; Escobar, 1995). Esta
articulaci6n de ecologia y economia esté encaminada a crear la impresién de
«ue s6lo se necesitan pequefis ajustes en el sistema de mercados para inaugurat
tuna época de desarrollo ecolégicamente respettoso, encubriendo el hecho de
que el marco de la economia —tanto por su individualismo metodolégico
‘como por st estrecho marco dsciplinatio y su cortoplacismo—no puede legar
.acomodar las demandas ambientalistas sin una modificacién sustancial a su
«estructura, como arguyen los culturalisas (Norgaard, 1991; Gligo, 1991).
En el discurso liberal del ecodesarrollo, no hay duda que el crecimiento
econsmico es necesario para erradicar la pobreza. Como se piensa que la
pobreza es tanto causa como efecto de los problemas ambientales, el
crecimiento econdmico se hace necesario para eliminar la pobreza, con el
objetivo, a su ver, de proteger el ambiente, Este freulo vicioso se presenta
dado el empirismo del discurso liberal, el cual ha llevado a los analistas de
ecosistemas a concentrarse en las actividades “depredadoras” de los pobres,
sin discutir satisfactoriamente la dinémica social que genera la actividad eco.
destructiva de los pobres. La razén no es otra que los mismos procesos de
desarrollo econémico han desplazado a las comunidades indigenas y
campesinos de sus entomos habituales, empujéndolas a sitios y ocupaciones
donde necesariamente tienen que afectar negativamente el ambiente, As
economia de visibilidades efectuada por el discurso liberal del desarrollo
Sostenible tiende a colocar la culpa de Ia crisis ecolégica en los pobres del
‘Tercer Mundo, mids que en las grandes fuentes de contaminacién en el Norte
¥ los estilos de vida antiecolégicos propagacos desde el Norte a través del
‘colonialismo y el desarrollo.
Como lo
Alier,
laidea de que el crecimiento econsmico es “bueno” parael ambiente
no puede ser aceptada [..] Un crecimiento econsmico generalizado
puede agravar en ver. ce disminuit, la degradacién ambiental, aunque
la misma riqueza permita destinar més recursos.a proteger el ambiente
Contra los efectos causados por ella misma. (1992:11)
ianifiesta enféticamente el ecosocialista eatalin Juan Martincz
Ms aiin, la ilusi6n del crecimiento econémico continuado es
alimentada por los ricos del mundo para tener a los pobres en paz. Por
elcontrario, la idea correcta es que el crecimiento econémico Hleva al
agotamiento de recursos —y la confaminacién— y eso perjudica a los
|B. DESARROLLO SOSTENIRLE: DIALOGO DE DISCURSOS 5
jpobres. Existe un conflicto entre la destruccién de la naturaleza para ganar
dinero y Ia conservaci6n de Ta naturaleza para poder sobrevivir... La
supervivencia de estos grupos —indigenas y campesinos— no queda
{garantizada por la expansidn del sistema de mercado sino que es amenazado
por éste (Martinez, Alier, 1992:17) :
En restimen, la redefinici6n del crecimiento econémico que el discurso
del desarrollo sostenible intent realizar no logra pasar por los filtros
conceptuales de los culturalistas y ecosocialistas. Un conocido eritico del