CAPÍTULO 3
Frente a la antigua idea de que el libro fue escrito por Samuel, una serie de indicios
sugieren un complejo y largo proceso de formación. Podemos agruparlos en dos
apartados: problemas narrativos y tradiciones diferentes.
La primera frase nos sitúa “después que murió Josué” (1,1), y las tribus aparecen
sin jefe que las guíe en sus empresas. Sin embargo, en 2,6: “Josué despidió al pueblo...”
Por otra parte, 2,6-9 reproduce casi a la letra lo dicho en Jos 24,28-31. Esto justifica que
hablemos de dos introducciones. En la exégesis veremos que, incluso dentro de cada
una de ellas, hay tradiciones opuestas y distintos puntos de vista.
El versículo que se le dedica rompe la relación estrecha entre 3,30 y 4,1; este
último desconoce a Sangar.
El primero (cc.17-18), sobre los orígenes del santuario de Dan, plantea algunos
interrogantes:
Unidad. Estas tradiciones tan distintas ofrecen ahora mismo bastante sentido de
unidad, gracias al número doce y al marco teológico.
El número de doce. En cierta época se pensó que el número originario era seis, y
que los menores se añadieron para completar este número simbólico. Existe un
problema: si Abimélec forma parte de los jueces, serían trece. El motivo para incluirlo
sería 10,1, donde Tolá lo sucede al frente de Israel. El argumento en contra, que no se le
aplica la función de juzgar ni la de salvar; aparece como jefe (moshel: 9,2) y como rey
(melek: 9,6.8.10.12.14.1516.18). Algunos piensan que, para excluir a Abimélec y
mantener el número de doce se añadió a Sangar en 3,1.
Marco teológico. Todos los llamados “jueces mayores” están encuadrados en un
marco teológico que sigue el esquema de la segunda introducción (pecado-castigo-
conversión-salvación), aunque con variantes de interés. Dada su importancia,
volveremos sobre él más tarde.
Los datos anteriores demuestran que el libro debió tener un complejo proceso de
formación. ¿Es posible reconstruir los pasos por los que fue atravesando? Son muy
distintas las hipótesis propuestas, aunque en el fondo existe más acuerdo del que puede
parecer a primera vista. No proporcionen la verdad absoluta, pero ayudan a entender
mejor este libro.
3.1. La explicación de la teoría documentaria
Ya a mediados del siglo pasado, Schrader interpretó el libro de los Jueces como
fusión de las tradiciones J y E del Pentateuco. Aunque algunos autores pusieron reparos,
ésta es la concepción habitual desde entonces hasta las primeras décadas del siglo
pasado. Lo cual no significa que exista unanimidad en la distribución de los textos entre
las diversas fuentes. Puede echarse un vistazo a la excelente sinopsis que ofrece
Nowack en 1902, recogiendo las opiniones de Wellhausen, Meyer, Budde, Moore,
Kittel, Holzinger, Stade, Kuenen, Böhme, Winckler, y la suya propia3. La investigación
posterior dentro de esta misma línea no facilitará las cosas, sino que la complicará,
distinguiendo una tercera fuente (la L de Eissfeldt).
Para Noth4 no tiene sentido hablar de “libro de los Jueces” como unidad cerrada
desde el principio, ya que su contenido básico lo considera parte de la Historia dtr.
Dentro de ella hay una parte dedicada al período de los jueces, que abarca hasta 1 Sm
12, y que el Dtr dividió en dos secciones: a) los héroes individuales; b) la historia de
Samuel, que prepara la monarquía.
Ahora nos interesa la primera sección. Según Noth, el dtr utilizó dos bloques de
tradiciones: a) uno sobre héroes tribales, de los que se contaban más o menos
extensamente sus hazañas; b) una lista de personajes, de los que se indicaba
escuetamente su lugar de origen, número de años que “juzgó” a Israel, muerte y lugar de
sepultura (los que llamamos “jueces menores”: 10,1-5; 12,8-15).
Pero se daba un hecho curioso: Jefté aparecía en ambos bloques de tradiciones.
Como héroe en la campaña contra los amonitas y formando parte de la lista de “jueces
menores” (12,7)5. Y esto, unido al hecho de que ambos bloques de tradiciones hablaban
de la época anterior a la monarquía, impulsó al autor dtr a unirlos, añadiendo algunos
elementos propios6.
Dentro de la historia dtr, la época de los jueces no incluía la primera
introducción (1,1-2,5), los capítulos sobre Sansón (13-16) ni los apéndices (17-21).
Todos ellos se añadieron más tarde.
Richter es uno de los mayores conocedores del libro de los Jueces, y de los que
más han influido en la investigación. Además de otros escritos, ha dedicado especial
interés al “Libro de los libertadores” y a las dos ediciones a que se vio sometido por
parte de los autores deuteronomistas7. Su explicación es tan compleja y minuciosa que
resulta imposible esbozarla en poco espacio. Basta decir, que el “Libro de los
libertadores” abarcaba las historias de Ehud, Débora-Barac, Gedeón-Abimélec (es decir,
el núcleo básico de los cc. 3, 4 y 6-9). Su autor es del siglo IX (escribe antes de la
muerte de Jehú), y en la obra se advierte el ideal del libertador que interviene en la
guerra santa y una tendencia antimonárquica. Más tarde, los dtr enriquecieron este
“Libro de los libertadores” añadiéndole el c.5 (canto de Débora) y algunos versos en la
historia de Gedeón (6,19ab.20.36-40; 6,35; 7,2-8); este conjunto tuvo dos ediciones
deuteronomistas distintas8.
Este gran conocedor de la época de los jueces ha escrito, entre otras obras, una
introducción al libro en la que distingue siete etapas en su proceso de formación:
1. Etapa de relatos tribales sobre héroes: Ehud, Yael, Débora, Barac, Gedeón,
Sansón, etc.
2. Se lleva a cabo una colección, que contiene las historias de Ehud,
Débora-Barac y Gedeón-Abimelek. Esta colección introduce la perspectiva de “todo
7 W. Richter, Traditionsgeschichtliche Untersuchungen zum Richterbuch. BBB 18 (Bonn 1963,
2
1966); Id., Die Bearbeitung des "Retterbuches" in der deuteronomistischen Epoche. BBB 21 (Bonn
1964).
8 A la primera (Rdt1) pertenece el añadido del marco: 3,12aba.14 ()sin el número?).15aa.30;
4,1a.2.3a.23s; 5,31b (sin número); 6,1 (sin número).2a; 8,28 (sin número) (9,16b-19a.22.55). La segunda
edición (Rdt2) se caracteriza por el añadido de un pasaje ejemplar, el de Otniel (3,7-11aa; sin el número
en 3,8.11 y sin otros pormenores en los versos 10 y 11.
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Israel” y presenta los acontecimientos en los que participan los libertadores como guerra
santa en la que Yahvé salva a su pueblo. Según Mayes, esta colección surge en círculos
proféticos del Norte.
3. Se provee a la colección anterior de un marco teológico, que habla de pecado
- castigo - salvación. Esto ocurrió después de la caída del Reino Norte (722 a.C.).
4. Cuando la obra anterior llega a Judá, se la completa, añadiendo al principio la
historia de Otniel (calebita y, por tanto, judío) y elaborando más detenidamente el
marco teológico.
5. Los dtr añaden más tarde la historia de Jefté, enmarcada por la lista de los
“jueces menores”, y la de Sansón. Al mismo tiempo proporcionan al conjunto una
introducción (2,11.12a.13b.14-16. 18-19) y el importante pasaje que abre la historia de
Jefté (10,6ss).
6. También los dtr añaden en una etapa posterior lo referente a la alianza en
2,11ss.
7. Por último, se añaden la primera introducción (1,1-2,5) y los dos apéndices
(cc.17-21). Ambas secciones subrayan la degeneración moral y espiritual de los
israelitas y dejan claro, por contraste, la necesidad de la monarquía. Al mismo tiempo,
con estos nuevos añadidos se rompe la unidad de la Historia dtr y nos encontramos ya
ante un libro autónomo, centrado en la época de los Jueces.
Abimélec (c.9). Quiere establecer un fuerte contraste entre él y Gedeón (que rechazó el
reino) y para ello lo convierte en hijo suyo.
e-f-g) Diversos autores añaden las negociaciones de Jefté con los amonitas
(11,12-28), los conflictos con Efraín (7,23-8,3; 12,1-6) y el efod de Gedeón (8,24-27).
2. Los relatos de Sansón (13-16), recopilados por un autor posexílico, que en
10,7 introduce una referencia al ataque simultaneo de amonitas y filisteos, relacionando
las tradiciones de Jefté (amonitas) con las de Sansón (filisteos). Con ello, la visión del
período de los jueces adquiere un tinte aún más oscuro.
3. Los discursos del ángel del Señor (2,1-5) y de un profeta anónimo (6,7-
10). El primero establece una relación con el ángel de Ex 23,20-25 y crea un horizonte
literario para Ex‒Jos.
4. El marco (cc. 1 + 17-21). El último autor posexílico importante añade estos
capítulos para reforzar la imagen negativa del pueblo: carece de poderío militar (c.1),
acepta un culto ilegítimo (17-18) y sólo sabe responder a la injusticia con una conducta
destructora (19-21). Pero también introduce una perspectiva optimista: la monarquía
davídica, nacida de Judá, podrá cambiar la situación a mejor.
En definitiva, los antiguos relatos de héroes han sido retocados a partir de la
experiencia del fracaso del Reino Norte, luego de la del Reino Sur, y. finalmente, de las
angustiosas e insatisfactorias condiciones de la época posexílica.
juez de Israel. El dtr, que condena tajantemente la fabricación de un efod por parte de
Gedeón (8,27), no habría dejado de condenar la conducta de Micá (c.17). Por otra parte,
quien ha introducido estos capítulos tiene una visión muy optimista de la monarquía.
Los desmanes que describe (religiosos, morales, políticos) se deben a que "por entonces
no había rey en Israel". Pero es muy dudoso que los dtr tuviesen una visión tan positiva
de la monarquía.
Dos datos hacen pensar que estos capítulos se añadieron al mismo tiempo que la
primera introducción (1,1-2,5). 1) Comparten con ella la visión optimista de la
monarquía; lo que las tribus no consiguen ―apropiarse del territorio― lo logrará
David. “A buen entendedor, pocas palabras”. 2) La consulta realizada antes de luchar
contra Benjamín (20,18) coincide con la que abre el libro (1,1-2): en ambas se concede
el protagonismo a la tribu de Judá.
La antigua idea de que el libro de los Jueces fue escrito por un solo autor no ha
desaparecido por completo. Autores recientes, como Wong, la siguen defendiendo9.
Según él: 1) El libro de los Jueces es la creación artística de un solo autor. 2) A pesar de
ello, se advierten sutiles diferencias de estilo e interés entre las diversas partes; mientras
el prólogo y el epílogo pueden ser considerados composiciones originales del autor, su
papel en la sección central es más parecido al de un redactor creativo.
Para una exposición más detallada de su teoría y de las posibles críticas me
remito a la recensión que hice para “Biblica”.
La idea de una lectura global y unitaria del libro de los Jueces la defienden
también:
J. P. U. Lilley, «A Literary Appreciation of the Book of Judges»: TynB 18
(1967) 94-102.
R. M. Polzin, Moses and the Deuteronomist: A Literary Study of the
Deuteronomic History. Part I: Deuteronomy, Joshua, Judges. Nueva York 1980.
D. W. Gooding, «The Composition of the Book of Judges»: EI 16 (1982) 70-79.
B. G. Webb, The Book of Judges. An Integrated Reading, JSOT Supp Ser 46,
Sheffield 1987.
Robert H. O’Connell, The Rhetoric of the Book of Judges. SVT LXIII (Leiden
1996).
P. D. Guest, «Can Judges Survive without Sources?: Challenging the
Consensus»: JSOT 78 (1998) 43-61.
Yairah Amit, The Book of Judges. The Art of Editing. Biblical Interpretation
Series 38. Leiden 1999.
G. Andersson, The Book and Its Narratives: A Critical Examination of Some
Synchronic Studies of the Book of Judges (Örebro 2000).G. T. K. Wong, Compositional
Strategy of the Book of Judges. An Inductive, Rhetorical Study. SVT 111. Leiden 2006.
9 G. T. K. Wong, Compositional Strategy in the Book of Judges. An Inductive, Rhetorical Study. VTS
111 (Leiden – Boston, 2006).
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