sin temor ese pecado que no te deja descansar, que hace que te remuerda la
conciencia, y no dudes en tratar de arreglar aquello que pudo haberse roto por
razn de ese pecado que decidiste tragar y ocultar en el abismo de tu corazn.
Arrepintete y confiesa tu pecado, para que el Seor enjuague tus lgrimas,
perdone tu delito, ponga paz en tu alma, y te ayude a no volver a tropezar de nuevo
con la misma piedra.