Cuando nac, mis padres pensaron que quiz yo podra llegar a ser
escritor. Sera bueno, entonces, que no todo el mundo notase que
era judo. Por eso me dieron dos nombres ms -poco comunesaparte del propio. No quiero revelarlos. Es suficiente con que los
padres hayan logrado ver tan lejos hace cuarenta aos; lo que
consideraban lejano, ya est aqu. Slo que sus precauciones -con
las que hubieran querido hacer frente al destino- las anul aquel