Los ministros que participan en los debates de la RIPC han estudiado las
formas en que la diversidad cultural contribuye a la cohesión social, la vitalidad
de la democracia y la identidad de los pueblos, todos ellos componentes
esenciales del desarrollo social y económico.
Por consiguiente, los gobiernos deben fomentar que haya una amplia
disponibilidad de contenido cultural variado. Un marco internacional eficaz
aseguraría que sus obligaciones y derechos en virtud de acuerdos
internacionales den cabida y apoyo a su capacidad para materializar en el
ámbito nacional los beneficios de la diversidad cultural.