significado que el término “profanar” tenía para los juristas romanos: todo aquello
relativo o perteneciente al culto de los dioses era sagrado o religioso1, y su libre uso o
comercio estaba prohibido, por lo que cualquier acto que violase la indisponibilidad de
aquello que había sido consagrado (y por tanto, retirado de la esfera del derecho
desvinculación de lo divino.2 Así, Agamben concluye que: “Pura, profana, libre de los
1
Estos objetos eran considerados “sagrados” si se utilizaban para la adoración de los dioses celestes, y
“religiosos” si se utilizaban para adorar a deidades menores.
2
Cfr. Giorgio Agamben, Profanaciones, Barcelona, Anagrama, 2005.
3
Ibid., pág 96.
1
pregunta que podríamos hacernos es: ¿no es justamente esto lo que ha sucedido con el
lenguaje?
está imposibilitado de relacionarse con el lenguaje como con un objeto cualquiera, pues
éste habita en el lenguaje y no puede tenerlo o poseerlo, por lo que no debe considerarse
donde se da la apertura del ser humano a la verdad y a lo otro (las cosas y los otros)
como medio universal en el que se realiza la comprensión; pues es una realidad que lo
debemos hacerlo pasar por el lenguaje.”4 Así, el pensador alemán, retomando el sentido
principales influencias: “El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre” 5;
sostiene que el lenguaje no es una de las facultades del ser humano en su forma de
aparecer en el mundo, sino que en el lenguaje se basa y posibilita que el ser humano
lingüísticidad. Para Gadamer, “el lenguaje no afirma a su vez una existencia autónoma
frente al mundo que habla a través de él. No sólo el mundo es mundo en cuanto que
histórico que hace del ser humano lo que es, que lo constituye. Recurramos aquí
2
Un ser que ha de dar testimonio de lo que es.
Testimoniar significa por una parte, declarar; y, por otra, mantener las
declaraciones. El Hombre es el que es, precisamente al dar y por dar testimonio
de su propia realidad de verdad [ser-ahí]. Y este testimonio no resulta apéndice o
glosa marginal al ser del hombre, sino que constituye su íntegra y propia
realidad de Hombre.7
En este mismo sentido, al afirmar Gadamer que el lenguaje no es sólo una de las
formas del ser-en-el-mundo del ser humano, sino que en él se realiza la posibilidad de
otro ente. El conocimiento de nosotros mismos y del mundo (del Ser) proviene siempre
lingüisticidad de nuestra experiencia del mundo precede a todo cuanto puede ser
Wilhelm von Humboldt, que reconoció la esencia del lenguaje en la realización viva del
hablar (en la energeia lingüística) y que considera que las lenguas son formas de
7
Martin Heidegger, Hölderlin y la esencia de la poesía, Barcelona, Anthropos, 2000, págs. 22-23.
8
Martin Heidegger, El camino al habla, 25.12.09, http://www.heideggeriana.com.ar/textos/rilke.htm.
3
comprender el mundo, distintas (en su forma) pero en las que se encuentra realizado el
mismo nexo entre lenguaje y pensamiento. De hecho, para Humboldt: “El habla debe
considerarse no como un producto (ein Erzeugtes) muerto sino como una producción
(eine Erzeugung); debe ser abstraída de lo que efectúa en tanto que designación de
objetos y mediación, en cambio, debe volverse con mayor cuidado a su origen, que está
recíproca.”9 Por lo que “tener mundo” es al mismo tiempo poseer “libertad frente al
mundo le ofrece al ser humano, a diferencia de todos los otros seres vivos, la capacidad
de ser libre frente a lo que nos sale al encuentro. No obstante, el ser humano tampoco
propio Gadamer: “la elevación o el estar elevado por encima de las coerciones del
mundo es algo que se da siempre allí donde hay lenguaje y allí donde hay hombres; esta
libertad frente al entorno es también libertad frente a los nombres que damos a las cosas
(...)”.10
lenguaje y mundo de ninguna manera implica que aquello que es enunciado se haga
objeto del lenguaje (objetivación del mundo), sino que lo que es objeto de conocimiento
y del enunciado, se encuentra ya siempre abarcado por el “horizonte del mundo del
lenguaje”; es decir, no podemos afirmar que hablamos un lenguaje, sino que el lenguaje
nos habla a nosotros, pues el conocimiento de nosotros mismos y del mundo implica
siempre el lenguaje. Por lo que el lenguaje no es lenguaje del ser humano, sino el
lenguaje del Ser (“lenguaje de las cosas”) en el que se expresa la apertura del ser
9
Citado en: M. Heidegger, El camino al habla, 25.12.09.,
http://www.heideggeriana.com.ar/textos/rilke.htm.
10
H.G. Gadamer, Verdad y Método I, pág. 532.
4
humano, en el sentido de que es el Ser al que (y el que) se accede a través del lenguaje.
De ahí que para Gadamer lo fundamental de la experiencia hermenéutica sea que: “el
habrá Mundo, esto es: un ámbito, con radio variable, de decisiones y realizaciones, de
Solamente donde haya mundo, habrá historia.”12 Así, Heidegger sostiene que lo que
llamamos “mundo” no existe antes del ser humano, pero no porque la realidad concreta
no exista, sino porque el mundo se realiza con un “sentido” y únicamente el ser humano
es capaz de percibir este sentido a través del lenguaje. Así, el “nombrar”, en un primer
momento, es casi una comunión, la forma de revelar un vínculo intrínseco con el Ser y
dado, sino que se deja hablar a lo que es tal como se muestra a los hombres, como ente y
como significante.”13 Hablar, entonces, significa conocer el mundo tal como sale a
11
Ibid., pág. 467.
12
M. Heidegger, Hölderlin y la esencia de la poesía, pág. 25.
13
H.G. Gadamer., Verdad y Método I, pág. 546.
5
Admitamos que no exista el significado indeterminado del ser, y que
tampoco entendamos lo que esa significación menta. ¿Qué ocurriría entonces?
¿Sólo habría un nombre y un verbo de menos en nuestra lengua? No. En ese
caso no habría en general lengua alguna. No existiría nada de lo que se
manifiesta en la palabra ente como tal; nadie a quien se pudiese hablar y nada de
qué hablar. En efecto, decir ente como tal implica entender de antemano al ente
en cuanto ente, es decir, a su ser. Supuesto que no entendiésemos al ser;
supuesto que la palabra “ser” no tuviese aquel significado flotante, no existiría
entonces ninguna palabra singular. Nosotros mismos no podríamos ser, en
general, los que decimos. No podríamos ser lo que somos, pues hombre significa
ser un hablante. El hombre sólo es, por tanto, el que dice sí y no, porque en el
fondo de su esencia es un dicente: es el dicente. Esto constituye un signo y, al
mismo tiempo, su miseria. Ese carácter lo diferencia de la piedra, la planta, el
animal, pero también de los dioses. Aunque tuviésemos mil ojos y mil oídos, mil
manos y muchos otros sentidos y órganos, si nuestra esencia no consistiese en el
poder del lenguaje, todo ente permanecería cerrado para nosotros, tanto el que
somos nosotros mismos como el que no somos.14
II
comunión esencial, ¿no podemos afirmar que el lenguaje posee de por sí cierta
La tierra estaba desierta, sin nada, y las tinieblas, el vacío, cubrían los abismos.
Únicamente desde el momento en que Dios “dice”, desde que nombra las cosas, son
14
Martin Heidegger, Introducción a la metafísica, Buenos Aires, Nova, 1980, pág. 120.
6
tales, tienen existencia: Dios dijo “haya luz” y fue la luz, y llamó “día” a la luz y
“noche” a las tinieblas, y “cielo” al firmamento y “tierra” al suelo seco, etc. Entonces, es
absoluta la centralidad del lenguaje en la creación, pues es por la palabra que todas las
Logos15 encarnado: “En el principio era el Verbo, y frente a Dios era el Verbo, y el
Verbo era Dios: Él estaba frente a Dios al principio. Por Él se hizo todo y nada llegó a
ser sin Él.” (Juan 1, 1-3) Ésta identificación con el logos, sin duda, proviene del influjo
de la filosofía griega sobre los primeros teólogos cristianos, pues, ya Heráclito había
humano sin que la entienda, por lo que el logos implica el encuentro del ser humano con
el Ser, que siendo esencial a tal encuentro, es al mismo tiempo Ser y logos.
Posteriormente los estoicos consideraron el “logos universal” como uno de los nombres
del principio racional activo del universo. En tanto que para el neoplatonismo el logos
era el ser inteligible intermediario entre el Uno-Dios y el mundo, a la vez fuerza cósmica
y palabra divina. Así, en los primeros siglos del cristianismo –y aún más en la filosofía y
Sabiduría”, aquella voluntad o razón divina que actúa como principio y confiere orden al
llega a ser sí mismo sino hasta el momento en que “nombra” a las demás criaturas:
“Yavé entonces formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del
15
El significado de logos es sumamente amplio: palabra, discurso, concepto, razonamiento, razón,
relación, sentido; sin embargo, se lo entiende comúnmente como discurso que da razón de las cosas.
7
cielo, y los llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y cada ser viviente había
de llamarse como el hombre lo había llamado.” (Gen 2, 19) Es decir, el ser humano
necesita del “nombrar”, de la “palabra”, del lenguaje, para llegar a ser sí mismo.
caracteriza a la experiencia humana, que ésta “es también libertad frente a los nombres
que damos a las cosas, como expresa también esa profunda narración del Génesis según
la cual Adán recibió de Dios la potestad de poner nombres.”16 ¡Pero para el ser humano
es ineludible nombrar! Adán es él mismo tan sólo a través del lenguaje, a través de la
dice a sí mismo existente frente a lo otro. De hecho, la propia relación de Dios con el ser
humano es lingüística, pues la divinidad se comunica con el ser humano a través del
Lo humano es, entonces, un “comprender” que es posible tan sólo a través del
lenguaje, el cuál le permite al ser humano tener conciencia de sí mismo en relación con
lo otro (el mundo, la tradición) y así acceder a la totalidad del Ser a través de la infinitud
16
H.G. Gadamer, Verdad y Método I, pág. 532.
8
interpretación no es el tomar conocimiento de lo comprendido, sino el desarrollo
de las posibilidades proyectadas en el comprender.17
humano habita auténticamente como existente, ya que tan sólo a través del lenguaje le es
de que la naturaleza del ser humano en tanto “hablante” aparece condicionada por su
calidad de “escuchante” del Ser a través del lenguaje. En palabras de Heidegger: “Lo
propio del habla se oculta, por tanto, en este camino que es el Decir [del Ser], que, en
tanto que este camino, deja alcanzar el habla a los que escuchan el Decir. Sólo podemos
Así Adán, el primer hombre, tan sólo es capaz de ocupar su lugar privilegiado en
la creación tras nombrar con su “nombre propio” a los demás seres que habitan el
Paraíso, es decir, tan sólo tras haber discernido que su voz, su hablar, su posibilidad de
nombrar, no es más que un eco de aquella “Voz”, de aquel “decir” que es la propia
principio de los tiempos. Sin embargo, recordemos que para Heidegger el logos es
que estaba encubierto, y que el ser humano es el único ente que posee de suya,
17
Martin Heidegger, El Ser y el Tiempo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003, pág. 166.
18
H.G. Gadamer, Verdad y Método I, pág. 529.
19
M. Heidegger, El camino al habla, 25.12.09, http://www.heideggeriana.com.ar/textos/rilke.htm.
9
constitutivamente, la “posibilidad de ser” del “preguntar” por el Ser (o por lo divino), y,
por lo tanto, ¡la capacidad de develarlo a través de su propio ser! Esto significaría que el
Gadamer nos habla sobre la diferencia entre “el ser” y Dios (o lo divino), haciendo
referencia al giro teológico propuesto por el teólogo alemán Rudolf Otto, que plantea
la formulación de “lo Otro absoluto” como forma de distinguir estos términos, pues lo
divino sería, no lo otro, sino “lo otro de lo Otro”, lo absolutamente diferente que
diferenciación entre “ente”, “ser” (Sein) y “Ser” (Seyn), pues “lo ente en su totalidad”
Sin embargo, en nuestro caso, el interés principal es analizar la relación del ser
20
Cabe señalar que estrictamente en Heidegger “hablar” y “decir” no significan lo mismo, pues se puede
hablar mucho sin decir nada; la característica particular del “decir” es que es un mostrar, un dejar aparecer,
una develar. Sin embargo, en el presente texto los términos se utilizarán como equivalentes.
21
Hans-Georg Gadamer, Hermenéutica y diferencia ontológica, 20.12.09,
http://www.heideggeriana.com.ar/gadamer/hermeneutica_diferencia.htm
22
En este mismo sentido podemos utilizar la definición de Dios que nos ofrece el filósofo francés
Emmanuel Levinas, entendiéndolo como aquello que es “trascendente hasta la ausencia”.
Cfr. Emmanuel Levinas, Dios, la muerte y el tiempo, Madrid, Cátedra, 1998, pág. 263.
10
fundamento de lo humano) a través del lenguaje; es decir, lo humano en tanto
De esta forma, como ya lo hemos dicho, el mundo, la experiencia del Ser, son
siempre lenguaje, aparecen a través de él, lo que hace evidente que el ser humano se
vincula a través del lenguaje (en tanto medium) con la totalidad, por lo que podemos
reproducen a través del lenguaje?, ¿a pesar del “olvido del ser”, pues la propia pregunta
por él ha caído en el olvido y, en palabras de Weber, vivimos “en un tiempo que carece
de profetas y está de espaldas a Dios”24?, ¿a pesar de que, como lo señala Karl Marx,
“La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del
mundo de las cosas.”25? De hecho, el propio Heidegger nos advierte, en su obra ¿Y para
23
M. Heidegger, Hölderlin y la esencia de la poesía, págs. 27-28.
24
Max Weber, El político y el científico, Madrid, Alianza, 1981, pág. 229
25
Karl Marx, Manuscritos de economía y filosofía, Madrid, Alianza Editorial, 2007, pág. 106.
11
«... ¿y para qué poetas en tiempos de penuria?» La palabra ‘tiempos’ se
refiere aquí a la era a la que nosotros mismos pertenecemos todavía. (…)
Atardece. Desde que «aquellos tres», Hércules, Dioniso y Cristo, abandonaron el
mundo, la tarde de esta época del mundo declina hacia su noche. La noche del
mundo extiende sus tinieblas. La era está determinada por la lejanía del dios, por
la «falta de dios». (…) La falta de dios sólo significa que ningún dios sigue
reuniendo visible y manifiestamente a los hombres y las cosas en torno a sí,
estructurando a partir de esa reunión la historia universal y la estancia de los
hombres en ella. Pero en la falta de dios se anuncia algo mucho peor. No sólo
han huido los dioses y el dios, sino que en la historia universal se ha apagado el
esplendor de la divinidad. Esa época de la noche del mundo es el tiempo de
penuria, porque, efectivamente, cada vez se torna más indigente. De hecho es tan
pobre que ya no es capaz de sentir la falta de dios como una falta.26
orbe profano las cosas desacralizadas inunden la realidad, la huella27 perdida de los
constantemente el acto primigenio, sagrado, de aquel autorrepresentarse del Ser del que
solamente el ser humano puede dar testimonio. Así, para Gadamer: “El lenguaje no es la
huella de la finitud porque exista la diversidad de la estructura del lenguaje humano, sino
siempre, al mismo tiempo, revelación y ocultamiento del Ser; la palabra es una presencia
ella se manifiestan las huellas imperceptibles, pero a la vez constituyentes, sagradas, del
26
Martin Heidegger, ¿Y para qué poetas?, 25.12.09, http://www.heideggeriana.com.ar/textos/rilke.htm.
27
Aquí podemos tomar prestada deRicoeur su definición de “huella”: “La huella, en efecto, en cuanto es
dejada por el pasado, vale por él: ejerce respecto a él una función de lugartenencia, de representancia.
Esta función caracteriza la referencia indirecta, propia de un conocimiento por huella (…)”
Paul Ricoeur, Tiempo y narración III, El tiempo narrado, México D.F., Siglo XXI Editores, 1996,
pág.838
28
Hans-Georg Gadamer, El giro hermenéutico, Madrid, Catedra, 1998, pág. 100.
12
Ser, y por lo tanto, el pasado y las posibilidades del presente y el futuro. Pues, como
sostiene Gadamer:
Quien encuentra una huella sabe sin duda también que ahí ha estado algo
y que algo ha quedado ahí, como quien dice. Pero esto no se comprueba sin más.
A partir de ahí uno comienza a buscar, preguntándose adónde puede llevar la
huella. Sólo para quien se pone en marcha y busca el camino adecuado, la huella
guarda relación con el buscar y el rastrear, que se inicia con el descubrimiento de
la huella.29
fundamentalmente hablarle a alguien (al otro), rastreamos las huellas del Ser (de los
representación del sentido mismo del Ser, nos hacemos conscientes de nuestra finitud
(de nuestra historicidad), pues el Ser se manifiesta en el ser humano en la medida en que
“Escuchando, no a mí, sino al logos, entonces es sabio convenir en que todo es uno.”
29
H.G. Gadamer, Verdad y Método I, pág. 548.
30
H.G. Gadamer, Verdad y Método II, pág. 194.
13