Este es el título del libro que el día jueves 09 de octubre de este año publicó el Centro
de Estudios de Derechos Humanos (CEDH) de la Universidad Central junto al Comité
Iniciativa por una Asamblea Constituyente.
El libro contiene una perspectiva histórica, jurídica y política que recoge las
exposiciones realizadas por Juan Guzmán Tapia, Roberto Garretón, Hernán Bosselin,
Felipe Portales, Eric Palma, Enrique Silva Cimma, Mario Papi, Pablo Ruiz Tagle,
Graciela Álvarez, Luis Valentín Ferrada, Nelson Ávila, Bruno Sommer y Luis Parra, en
el marco del Seminario realizado el 25 de agosto en la Universidad Central. El texto fue
presentado por Juan Guzmán Tapia, Director del CEDH, y el sacerdote Alfonso Baeza.
Al día siguiente, cinco Diputados (Carolina Toha, Alejandro Sule, Tucapel Jiménez,
Ramón Farías y Guido Girardi Briere), y dos dirigentes juveniles de la Concertación
(Carolina Cabrera y Rubén Darío Díaz) firmaron una declaración titulada "Asamblea
Constituyente para el Bicentenario".
Esto, y una carta publicada en el mismo diario el día 7 de octubre, es cuanto informan
los principales diarios del país.
El profesor Francisco Zúñiga Urbina sostiene que "en el plano político institucional la
Constitución Política de 2005 es una "nueva" carta... En cambio, en el plano
económico- social (derechos civiles, orden público económico, Constitución Económica
y Constitución Social), la Constitución vigente es en esencia la "vieja" carta de 1980, en
la que cristalizan, principalmente en su parte dogmática, los componentes ideológicos
(originariamente autoritarios, neoliberales, iusnaturalistas y lejanamente corporativistas)
de una refundación autoritaria del capitalismo".
Es por esto que las ideas que fundan la necesidad de una nueva Constitución no estriban
únicamente en el rechazo al carácter de otorgada de la Constitución de 1980.
La clave, a juicio del profesor Enrique Silva Cimma, radica en el concepto de Estado
Social, "ampliamente reconocido por gran parte de las constituciones europeas"
(Alemania, Francia, Italia, España), que en Chile ha sido "sistemáticamente rechazado
en beneficio del sistema económico neoliberal". En el seminario de la Universidad
Central el profesor Silva Cimma recordó dos instancias en que intentó posicionar el
tema, y que no prosperaron: en la Comisión de Constitución durante la discusión de las
Reformas Constitucionales de 2005, cuando planteó modificar el artículo 4º -que
establece que Chile es una República Democrática- y más recientemente en el Consejo
Asesor Presidencial de Trabajo y Equidad, donde de acuerdo al propio Silva Cimma
-permitiéndose una expresión popular bastante decidora- le hicieron una "tapa
categórica".
El profesor Silva Cimma propuso la siguiente redacción para el artículo 4º: "Chile es un
Estado Social y Democrático de Derecho, se rige por los principios de igualdad, libertad
y solidaridad". La indicación de Silva Cimma franqueó los escollos puestos por los
partidos de oposición en la Comisión de Constitución. Sin embargo, en los momentos
que la indicación era votada en el Senado -comenta Silva Cimma- tres senadores de la
Concertación se retiraron de la sala sin emitir su voto, lo que arrojó un empate a 20
votos, resultado que se mantuvo repetida la votación.
A este respecto, no puedo más que compartir la opinión del profesor Zúñiga quien
propone la ampliación y optimización del catálogo de derechos fundamentales por la vía
del reconocimiento de nuevos derechos económicos sociales y culturales, y de la tercera
generación de derechos, unida a la recepción de la cláusula antidiscriminación,
reconocimiento de pueblos indígenas, e introducción de un Defensor del Ciudadano; y,
la incorporación de la cláusula de primacía del Derecho Internacional común y
convencional, en particular en el campo de los derechos humanos.
Como destaca el profesor Pablo Ruiz Tagle las facultades legislativas que la
Constitución entrega al Presidente, ni siquiera existen en el sistema presidencialista de
los Estados Unidos.
El profesor Ruiz Tagle, considera que las Constituciones decentes no tienen capítulos
especiales relativos a las Fuerzas Armadas y Consejos de Seguridad Nacional, que es
necesario ordenar los sistemas de control que prevé la Carta, y revisar todas las leyes
orgánicas constitucionales, que rompen el principio de mayoría parlamentaria.
En este último sentido, el profesor Zúñiga estima necesaria la reforma al Poder Judicial,
estableciendo un órgano superior de gobierno como un Consejo General de la
Magistratura, de composición colegiada y designado por los poderes públicos, que
sustraiga la Corte Suprema de la administración de recursos materiales y humanos,
concentrando su rol de tribunal de casación y custodio de la cosa juzgada por una parte,
y estableciendo las bases de una carrera judicial profesional y fundada en el mérito por
otra; y la introducción de controles políticos y/o sociales, así como un régimen de
responsabilidad constitucional para instituciones como el Banco Central y el Tribunal
Constitucional.
Si la idea de contar con una nueva constitución genera la oposición de algunos sectores,
la convocatoria a una Asamblea Constituyente es materia de debate entre quienes son
partidarios de la necesidad de una nueva constitución. El profesor Ruiz Tagle (quien
habla de la Constitución "gatopardo" porque mientras más se reforma, más permanece
igual en cuanto a sus principales rasgos autocráticos), por ejemplo, no es partidario de
una Asamblea Constituyente.
Para el profesor Ruiz Tagle, la Asamblea Constituyente es una posibilidad que encierra
grandes riesgos por las mayorías electorales actuales que pueden conformar un órgano
que ejerza el poder constituyente que legitime la autocracia en Chile. Para Ruiz Tagle la
Asamblea Constituyente supone tener la seguridad de encontrar un proyecto
constitucional compartido en Chile, requisito que en su opinión es particularmente
difícil de cumplir, porque en nuestro país "existen todavía fuerzas políticas que ni
siquiera respetan la democracia interna en sus partidos y que responden a poderes
fácticos (por ejemplo, la UDI en los partidos de derecha).
El precedente colombiano sirve de modelo inspirador. Colombia en 1989 vivía bajo una
Constitución -de 1886- caduca y que había forzado un bipartidismo que marginaba a
grandes sectores sociales. (¿Sistema binominal?)
Cabe destacar que en los últimos 30 años, uno de los primeros pasos de los Estados que
han sufrido regímenes dictatoriales o autoritarios para crear mecanismos de
democratización ha sido convocar a una asamblea constituyente; como en España, Perú,
Brasil, Honduras, Nicaragua, Ecuador, Guatemala, Rumania, Colombia, Paraguay,
Bolivia y Venezuela.
Luego, surge la interrogante sobre cómo contabilizar estos votos marcados, la respuesta
está en el artículo 71 Nº 5, inciso segundo, de la Ley Nº 18.700, que señala que "Las
cédulas que la Mesa considere marcadas deberán escrutarse, pero se dejará testimonio
en el acta de los accidentes estimados como marcas y de las preferencias que
contengan".