Guadalupe, arte
y liturgia. La sillería del coro de la colegiata. Vol. I y II. Museo de la Basílica de
Guadalupe y El Colegio de Michoacán. México, 2006. En: PROHAL
MONOGRÁFICO, Revista del Programa de Historia de América Latina. Vol. I.
Primera Sección: Vitral Monográfico, Nro. 1. Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, 2008. ISSN
Portada volumen I
“…de gran antigüedad, por ejemplo la iglesia madre de la localidad, las que
atesoraban reliquias de mártires, las que tenían un cabildo numeroso, las
situadas en una famosa y poblada ciudad, o las que tuvieran un templo amplio
y de gran belleza arquitectónica…” 1 .
Cuando se celebra oficialmente, la declaración pontificia de María de
Guadalupe como patrona de la Nueva España -12 de diciembre de 1756-, se
estrena el mueble de la sillería de coro (p.113). La estructura original de la
1
SIGAUT, op.cit., P.43
sillería estaba compuesta por dos niveles con un total de 53 "sitiales" o
"estalos".
La parte alta contaba con 33 asientos destinados al abad, a los
canónigos y racioneros, así como los tableros "Hic est choros" (aquí está el
coro). En la sillería baja, con 20 sillas, se acomodaban los músicos y cantores
complementarios, las autoridades eclesiásticas o civiles, y otros invitados
especiales 2 .
Un recorrido por el primer volumen de esta edición, nos acercará la
historia del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, desde la erección de la
primera ermita, de muy antigua data (se cree que la misma fue levantada entre
los años 1531 y 1533). Recordemos que fue en el año de 1531 cuando la
Virgen se aparece a Juan Diego. La planta del Santuario fue realizada por José
Durán, según la opinión de algunos autores en 1694 3 . Su edificación puede
atribuirse al arquitecto Pedro de Arrieta, quien la concluyó en 1709.
Varios capítulos de ambos volúmenes fueron escritos por los distintos
actores de tan vasta investigación, que acompañaron la tarea directiva de la
Dra. Sigaut. De sus lecturas se puede inferir la importancia institucional y
política que adquiere la construcción de una colegiata en el santuario de
Nuestra Señora de Guadalupe. Sus miembros reunidos en el cabildo colegial,
la conformación de los cargos, las funciones y atribuciones son parte de las
articulaciones y estrategias que confrontan a quienes ostentan el poder civil y
eclesiástico.
El coro ocupa un espacio sagrado dentro del templo, y por su cercanía al
presbiterio, se convierte en eje rector de su funcionamiento. A través del tiempo
la sillería sufrió un desarrollo formal. La decoración de éstas se centra en la
parte del respaldo, compuesta de varios tableros; las sillerías más tempranas
parecen haber tenido ornamentación vegetal 4 .
El programa iconográfico de la sillería del coro de la colegiata de
Guadalupe, no sólo la hace novedosa, sino única en su género. Éste consiste
en un despliegue de las deprecaciones de la letanía lauretana. Estos
programas son muy escasos en sillerías corales, de allí su relevancia, que
2
SIGAUT, op..cit. P.193
3
Ibidem, P.202
4
Ibid, P. 217
reconoce como fuente gráfica uno de los temas más interesantes de la
emblemática mariana, la Elogia Mariana de August Casimir Redel, la edición de
1732, con estampas diseñadas por Thomas Scheffler y grabadas por Martín
Engelbercht. En un ardid de ingenio, el programa fue combinado con la Letanía
Lauretana de Francisco Xavier Dornn, grabado por los hermanos Klauber
(1750) 5 .
Mater Admirabilis
Tablero de la sillería alta
Medidas: 104.2 x 58 cm
Fuente: Elogia Mariana, 1732
5
Ibid, P. 348
Además, se ha podido fijar una tercera fuente, el libro Felicidad de
México, de Luis Becerra Tanco, edición de 1685, que ha servido para que
Matías de Artega y Alfaro, tallara las planchas de la “serie aparicionista”,
episodios en que se presenta la leyenda del Tepeyac.
De la elección del modelo, del espacio dentro del templo, así como su
aspecto, se infiere el compromiso de sus usuarios, los canónigos, y el desafío
que fue para el obrador de la sillería, Francisco Antonio de Anaya 6 , que tuvo
que sortear diagonales y escorzos que pusieron a prueba su pericia.
El estudio en particular de los tableros de la sillería, comprende la
identificación de casi todas las fuentes gráficas y el desglose pormenorizado de
sus inscripciones. Esta tarea titánica, abordada por el equipo de investigadores
que dirigió la Dra. Sigaut, constituye un valioso aporte a la historia del arte
iberoamericano.
6
Ibid, P. 411