SALVADOR PLIEGO
1
A David Torres Pliego
Copyright © 2010
COPYRIGHT by Salvador Pliego. All rights reserved.
Houston, Tx. USA
Todos los derechos reservados. Este libro no puede ser parcial o totalmente copiado o
reproducido de cualquier forma sin autorización del autor.
Derechos reservados por el autor y debidamente registrado.
2
La niña que brillaba
3
Vale un sentimiento, tan puro como su alma,
lo que una estrella en la noche alumbrara,
y una niña regalara, con su tacto,
lo que esa cauda azul brillara:
una sonrisa en mi rostro
que la noche reflejara.
La abejita
4
¿Qué pasaría si la abejita
fuesen sonajas las que tuviera
y las usara cuando volara?
¿Te la imaginas en tu ventana
sonando siempre por las mañanas?
Inocencia
5
Así es lo sencillo
Bandera
Bello presente
6
Sirenas
7
y del cielo te alumbraras!
Yo de niño dibujaba:
tres guirnaldas,
tres estrellas,
tres sirenas,
y una luna de mi infancia
que pasó por mi ventana.
El cuento y el abuelo
8
Los dragones eran fieros como el fuego mismo:
sátrapas incendiarios de la noche
que incendiaban la tierra hasta agotarla.
Sus fauces ácidas flameaban hieles
y dejaban doquier ceniza y rabia.
El valle les temía como un corderillo amedrentado.
Con sus garras secaban ríos, lagos, vertederos y pantanos;
carbonizaban cuanto había en sus caminos.
Y el humo de sus bocas dejaba rastro por su paso,
con ese hedor ya rancio y fermentado
que olía a azufre y descompuesto vado…
La dieta
9
Jugaba a la pelota con niños de la esquina,
y uno de ellos, el más chiquito, y que a la bola
al mirarle le temía, fijó su vista en mí mientras corría.
Al percibir su tierna miradita me acerqué a ver su dicha.
Sus ojos, aún de nene, dulces y brillantes,
enriquecieron los míos tan sólo al mirarles.
Y es que un niño es de su alma lo que expresa y lo que habla.
A dos metros, ya cercano, señalándome su mano a la barriga,
con su voz finita y trinitaria, dijo:
“¿Zigüeña, agüelito?
¿E un nenito?”
10
Clorofila
Conocerte
Distorsión
11
La cucharita de plata
Y si de garabatos se trata,
píntame un oso que un oso veía.
Y el oso tenía una cucharita de plata
que en ella comía cuando el sol salía.
Y al sol lo ponía en su cucharita
porque hacía como que se la bebía.
Y un babero de ristra sus manchas tejía,
para que el sol con sus rayos cayera en la silla
y el oso con ella su sopa bebía.
Verde
Yo te busqué en el corazón:
niño de agua, bebé de plata,
Arcángel silabario de cuna alegre,
para besar tu frente,
12
para mirarte enfrente.
Angelito
13
desplegando alas para ver capullos
de cristal y acelgas.
14
Ensueño
Espacio y equilibrio
Exclusivo laberinto
15
Una vez había un barquito
16
-Y el barco izará sus velas avivando las mareas.
-Güeno, mejod deguézame mi te quiedo.
Voy a platicadlo con papi.
Acaramelados
17
y la montaña de mimbre les toca un timbal de ornato.
En el lindero la cuesta su sombra les va buscando.
Cuéntame un cuento
18
que con sus sables los caballeros venzan dragones
y sus corceles siempre galopen.
19
para volarme entre gigantes,
entre los aires, en los castillos de chocolates.
¡Cuéntame un cuento!
Poema blanco
20
Hélice
Juego de figuras
21
Playerita blanca
Lorenzo, Lorenzo,
por ser un conejo la ceja es de acero,
por ser cascanueces la oreja un ropero,
por decir palabras, ¡Dios mío!,
la nariz se encoje y es pala de harriero.
Lorenzo, Lorenzo,
por brincar la cuerdas se doblan tus ancas,
los ojos cerrados se miran horrendos,
por más que te estampes de almohadilla clara
como un esqueleto se mira tu espalda.
Lorenzo, Lorenzo,
al abrir las manos te cuelgan sirenas.
Si fueran bonitas, ¡qué importa!
Mas parecen ranas sin portar alhajas.
Los dedos de nutria,
la barbilla tiznada
y los codos sumidos parecieran que ladran
en el lodazal que encharca.
Lorenzo:
cuando ya despiertes
te quiero enterito.
Nada de conejos,
nada de avestruces,
nada de tapires ni burlones osos.
Sólo tú contento en tu playerita blanca,
para así abrazarte,
22
como el sol que cubre
con su rayo fresco toda la mañana.
A dormir y un cuento
Había un pajarito
chiquito, chiquito, chiquito,
que tenía un ombligo como el de un borrico.
De su ala izquierda le brotaba un pico,
su pata roja rebuznaba rota.
Tenía un sombrero colgando del cuello
para hacerle sombra a su gran pescuezo.
Su nariz de alfombra parecía pelota
y su plumaje esbelto semejaba un cero.
Poseía corbata amarrando el cuello
y el copete largo ventilando el pecho.
En su cola corta un anillo le mordía el dedo
que además soplaba el chupete entero.
¡Y si no te duermes
te sigo contando
otro más horrendo!
23
Flamante, sobre las ramas de un álamo,
cubierto entre olores fragantes y de verdes aromas,
un pájaro azul su plumaje irradiaba en la linda mañana.
En el bosque su canto de flor y de gala
se expandía en la luz y sobre la magnitud de los ecos
su sonata vibraba.
Y como si fuera el adorno mismo del astro y del alma…
-¡Y vino un gato y se lo comió!
-Pero… ¿qué dices?
¿Qué es lo que imaginas en tu linda cabecita?
Déjame continuar…
En ese bosque de encanto había una linda doncella.
Sus ojos hermosos eran cristales de ornato,
su bella figura era de la más bella hechura,
su alegre sonrisa vestía a las gardenias
que posaban altivas cuando sus flores abrían.
Era la princesita más hermosa que el mundo…
-Y le gustaban mucho, mucho, mucho los chocolates.
Entonces tenía cuatro manos para poder agarrar los más que pudiera.
-¡Calla, niño! ¡Qué ocurrencia has dicho!
Vamos, déjame proseguir con el cuento…
Un día, la princesita, estando corriendo en el bosque,
llegó a una laguna que era parecida a un espejo.
En ella la luna, de noche, sus rayos peinaba y en el reflejo
la brillantez de una aureola le coronaba.
La princesita se acercó a la orilla y divisó,
montado en un corcel aperlado y estampado en su forma,
al más bello príncipe que jamás hubiese mirado.
Era bragado y apuesto como el mejor de su clase,
airoso en su porte, resulto en su facha,
gallardo en su nombre y encrestado en su espada.
24
Como a todo noble le gustaba…
-¡Sí! Le gustaba mucho pescar dinosaurios y manta rayas.
Con su gigaaaaante nariz los atrapaba y luego se los llevaba al castillo
donde los metía en la misma jaula en la que tenía gorrioncitos
y unos dos o tres dragones miedosos...
-¡Basta!, he dicho.
¡Mira que haces que pierda el hilo y el cuento se vuelve menuda maraña!
Le sigo, de nuevo…
La princesita se enamoró a primera vista del noble y apuesto patricio.
Su corazón le latía con una inmensa sonrisa
y de su rostro una estrella parecía que nacía.
Era la princesita más linda y feliz que el reino alguna vez hubiera…
-¡Eh!... Entonces se fueron en un platillo volador a Venus
y ahí se encontraron a un amigo venu… ¿Cómo se dice?
-¿Venusino?
-Sí, venu… sino. Después todos juntos se fueron a la tierra
a buscar a su amigo el conejito. El que tenía
cuatro orejas,
cuatro patas,
cuatro ojos,
cuatro dientes
y cuatro rabitos…
(…)
-¡Me rindo! Tú ganas.
Deja que sea yo el que me acueste
y ahora tú vas a contarme ese cuento
de mágico ensueño.
Ahora seré yo el que aprenda a volar…
25
lo que en un adulto se vuelve, tan sólo,
cuentos o dulces palabras.
No es posible a un ave o un ángel querer enseñar
el arte del vuelo glorioso
cuando es de ellos su vida y don magistral.
26
La belleza de tus manos
Lo bello eterno
27
El primer verso
28
se acercó al poeta y le dijo: “!Yo quiero ser poeta!”
Al escucharlo, el poeta bajó su mirada y respondió:
“¡Por supuesto que sí!
Te voy a decir algo: lo primero que tienes que aprender
es a escribir metáforas.”
“¿Metáforas?”, inquirió el niño.
“Sí, eso significa que debes crear figuras con las palabras.
Por ejemplo, tú puedes decir en un lenguaje común
lo siguiente: El mar es azul y bonito.
Pero si lo quieres decir con un lenguaje poético,
dirás entonces: La mar sus ojos abre con el azul y pinta.”
El niño quedó pasmado con las palabras que le expresaron
y, al retirarse, se le escuchó repetir constantemente:
“La mar… La mar… La mar…”
El triciclo
Riiiiiiiiiiiinnnnnnnnnnnnnngggggggggg
-Güenoooooo. ¿Quién e?
(…)
29
-¿Con quié dijo?
(…)
-Pedo, mami ya tiene zeñod, ¿pada que la quiede?
(…)
-Le va a vended un…un… ¿cómo dice?
(…)
-Ahhhhhhhhh…
(…)
-¿Y no tiene ticicos pada que cuando nazca mi hedmanito lo pueda zacad a pazead?
(…)
-¿Toncez no tabaja uste con Santa Cos?
(…)
-Pedo zí me va a taed un ticico Santa Cos, ¿vedad?
(…)
-¿Ya le dije que mami ta cazada con papi y no quiede oto zeñod?
¿Pada qué la quiede?
(…)
-Ahhhhh, zí…
¿Y no puede id a la tienda de Santa Cos, allá en el fio note, y taedme mi ticico?
(…)
-¿No puede? ¿Uste no tabaja con él?
(…)
-¿Y de dónde zaca las cozas que tae?
(…)
-¿Uste también tae a los nenes desde…de… Padiz?
(…)
-¿No?
(…)
-Ya le dije que mami ta ocupada con otro zeñod y no ze la puedo pazad.
(…)
-Güeno… Güeno…
30
(…)
-¿Quién es bebé?
- No zé. Un zeñod que ze quedía cazad contigo y no eda amigo de Santa Cos.
¡Ay, pedo en qué mundo vivimoz!
Picolín
31
Maternidad
Noche encantada
Sensación
32
Duraznero
Mi niñez chiquita:
desperté un día sumergido en otros huesos,
en un espacio de plumas y metales,
con una pared de años constelares,
en la cintura inconfundible de la lucha.
Pero más de una vez escuché a tu voz decirme:
“¡Ven, mi niño!”
¡Y yo era niño!
“¡Ven, mi niño!”
¡Y yo era un niño!
33
mi lágrima de sueños:
otra vez, un día, guardo la esperanza
de un beso como niño.
“¡Ven, mi niño!”
¡Y yo jugaba!
“¡Ven, mi niño!”
Duraznero…
“¡Ven, mi niño!”
Y yo en tu seno, en las hojas embistiendo,
acurrucándome cual nuevo jardinero.
“¡Ven, mi niño!”
A tus brazos caracola y de joven nacimiento.
“¡Ven, mi niño!”
Octubre
34
¡Le pondré a la luna un anillo y el labio garigoleado!
Titiritero: quiero a la luna de octubre jalarle su cabellera.
Plánchale la enagua corta y boléale zapatilla en sombra.
Pedacito de alba
35
¡Niño!, ¿me admites?
Corazoncito de alubia, habichuela plateada,
sonaja arropada en trapitos de avena,
frijolito que mueve su cinta apretada,
lentejita de cuna y en llanto mimado,
garbancito adorado.
36
Tu almohadita sopla colibríes donde anidan calas.
¡Niño!, ¿me atiendes?
Refrescando azaleas, del amor te bañas.
¡Niño!, ¿me quieres?
Travesuras
37
Si ves al mirar
Sucedió
Y llegó el atardecer
38
Contando días
39
Canción de cuna en la mano
A Alina Marie Luna
40
¡Ay niña de polvo de agua!, ¡ay niña color de cala!
¡Bebe, dulce bebita, la gota que es de la mama!
¡Bebe en franela blanca la nube almidonada!
41
¡Firmes todos! ¡Que despierta!
¡Ea! ¡Ea!
¡Que retome el brazo la tarea y le acurruque hasta que duerma!
Toc, toc… ¡No!, dice firme un soldado,
ya en el brazo, a la niña, hay que hablarle con terneza.
Gladiador de estrellas
Gladiador:
mientras tu corazoncito ríe, salta, brinca, escribe, patalea,
una espada blanca, de aserrín y acelgas,
se acomoda de ala
en tu muñeca y vuela.
42
en la espada aquella que del ancla cuelga
por mojarla toda cuando el barco vuela.
Abuelita
43
donde pasan de prisa pasó la abuelita,
donde el aire platica su miel se suaviza.
¡Ay, abuelita!,
tu diente un frutero de guaba y salero,
tu diente un comino color a membrillo;
un diente de grano, maíz o de trigo;
un diente que tiembla al cubrirse de frío.
44
Salvador Pliego. Nacido en la ciudad de México. Con estudios en Antropología Social
y una Maestría en Sistemas de Computación. Como escritor inicia su carrera a finales
de 2005 y desde entonces ha publicado los siguientes libros: “Flores y espinas”, “Claro
de la luna”, “Encuentro con el mar”, “Bonita… Poemas de amor”, “Libertad”, “México” y
los cuentos “Los trinos de la alegría” y “Aquellas cartas de amor”.
Fue premiado como segundo lugar en poesía por la ENSL en México y nominado como
finalista por el II Certamen Internacional de Poesía “San Jordi” en España, 2006.
A la fecha ha realizado lectura de su poética en Estados Unidos, México, Perú, Chile,
Colombia y Argentina.
Publica en revistas de Venezuela, Argentina, Chile, México y en diversos foros y grupos
vía Internet. Su poesía ha sido leída en innumerables ocasiones a través de
radiodifusoras en diferentes países de Latinoamérica.
45