00:04 am del 2010. Estudiantes y becarios duermen hace rato en las barracas y celdas del
subsuelo.
Sólo algunos que no han saciado el hambre se aventuran a explorar las zonas altas del edificio.
Primero ESE estudió un poco de biología. Tiempo atrás, los científicos habían observado que
cada tanto surgían organismos simples de la nada. La luz hacía crecer polipos sobre las aguas
estancadas, y del calor sobre la carne en descomposición aparecían larvas de moscas.
Muy lindo todo esto, pero ESE no iba a esperar a que la naturaleza jugara otros miles de años
hasta que apareciera una criatura bien adaptada al ambiente hostil de FM. El experimento
acortaría los tiempos, aunque no iba a ser sencillo.
Se dividieron las tareas; algunos estudiarian bioquímica, anatomía y fisiología humanas, mientras
que los más diestros en manipular objetos con las patas delanteras se ocuparían de aprender
cirugía.
Leyeron con gran interés las obras de Galeno, Vesalius, Houssay y Cosme Argerich. Asistieron a
conferencias y cultivaron la amistad de los científicos medici, pero siempre manteniendo su plan
en secreto.
A diferencia de otros estudiantes, ESE aprendía todo en el contexto de un objetivo bien definido.
Así es como progresaron con rapidez aprendiendo todo sobre injertos, transplantes, irrigación
de los huesos, transfusiones y cauterización. Incluso visitaron una exhibición de cuerpos huma-
nos.
Los profes encantados, aunque no alcanzaban a
entender el especial interés que despertaban
ciertos procedimientos considerados ilegales o
poco éticos en la sociedad humana de la época.
Algunas noticias que se filtraron dieron lugar a las
primeras protestas.
EQUIPOS
150309
colectores de energía
mezcladores
perfusores
gaseadores
corte y confección de piezas
horno de pegado por cocción
Para proveerlo de visión estereoscópica insertaron dos ojos en algunos huecos de su cara. ESE se estresó. Sobre-
vino una gran laguna mental justo cuando intentaban conectar el nervio óptico al cerebro. Finalmente cablearon los
ojos a la amígdala, una porción del cerebro que recibe, procesa y envía respuestas a las emociones.
No hubo tiempo de conectar a la corteza visual.
El resultado final fue un tanto extraño, quizás debido a que las distintas partes del cuerpo parecían haber sido
previamente mordidas por algún roedor. Embellecerlo sería imposible, pero tal vez se lo podría emparchar un poco.
La empresa parecía difícil pero se valieron de los progresos de la ciencia terráquea. Hacia el 2008 los científicos ya
eran capaces de producir cualquier tipo de tejido a partir de una célula epitelial, así que revisaron protocolos de
biología molecular. Finalmente Rigor tomó valor y extrajo de su piel unas pocas células.
Comprobaron que la inserción de 4 genes claves lograba que éstas se diferenciaran en casi cualquier tejido que
necesitaran. Todas las pequeñas juntas, las oquedades e imperfecciones del cuerpo de Franstein podían ahora ser
rellenadas con las hermosas células diferenciadas de la donante. Esto no es un detalle menor, se estaba formando
un lazo más que sanguíneo, una unión molecular entre el monstruo y uno de sus creadores.
Ya faltaba poco.
El joven Franstein
Una criatura atormentada por la idea de vagar sola, escondido de la civilización, oculto en los
nichos más aterradores de la facultad, sin lograr ponerse en contacto con nadie.
Si intentó cruzarse con organismos que invadían su habitat, no parece haberse generado
descendencia fértil.
Todo esto apoyaría la idea de una especie medici nueva formada por un único individuo. Solo en
la vida, ansiaba pelear por el respeto de los demás, por la posibilidad de ser aceptado como
era, y poder algun día llegar a ser estudiante, y por vivir en compañia de una hembra de su
especie.
Hábitos alimenticios:
Desde el punto de vista ecológico, Franstein vino al mundo como un organismo que podía vivir donde sea y comer
casi cualquier cosa. Ramas secas, larvas de insectos, arañas y las cucarachas y lombrices que buscaban refugio en
ventanas y hornacinas del recinto.
Pero una etapa de fríos intensos hizo que vegetales e invertebrados empezaran a escasear.
Franstein pasó días sin probar bocado, explorando algunos lugares nuevos donde comenzaban a aparecer todo
tipo de criaturas. En la desesperación, intentó pasar a una dieta carnívora, alimentándose de algun estudiante que
se le cruzara.
Pero el alimento pasaba de la boca al ano sin solución de continuidad; su aparato digestivo parecía rechazar estas
sabrosas piezas de caza. Tardo un tiempo –y mucha investigación- en darse cuenta que los experimentos
pre-natales realizados sobre su cuerpo inerte habían generado algun tipo de falla o desarreglo de su genoma. Lo
cierto es que Franstein no podía sintetizar guardapolvasa, una enzima indispensable para degradar el exoesqueleto
blanco de los estudiantes. Su debilidad iba en aumento asi que revisó los textos de bioquímica.
Allí encontro que las bacterias presentes en el apéndice de los estudiantes tenían altas
concentraciones de la enzima en cuestión. Lógico, pensó Franstein, a medida que crecen los
estudiantes presionan desde adentro con toda su superficie contra el guardapolvo, por lo que
de tanto en tanto necesitan sintetizar uno más grande. Durante la muda, las bacterias
apendicíticas migran por la circulación sanguínea hasta la epidermis e inician allí la degradación
del guardapolvo viejo a medida que uno nuevo se va sintetizando sobre la superficie del
estudiante.
Entusiasmado (aunque con poca evidencia disponible), Franstein dedujo que, si ingiriera las
bacterias, estas colonizarían su estómago, y harían el difícil trabajo de disolver el exoesqueleto
que protegía a los estudiantes, pudiendo acceder asi al nutritivo alimento; los productos degra-
dados serían luego fácilmente absorbidos por su estómago, constituyendo un claro caso de
cooperación mostrobacteriana.
Volvió a los libros, esta vez, de cirugía. Todo estaba claro, debía capturar algunos estudiantes y
extraer sus apéndices. Había observado como los científicos utilizaban éter para dormir todo
tipo de animales de laboratorio. Comenzó por colocar unos hisopos embebidos en éter cerca de
los bebedores.
El intento terminó con Franstein dormido por los vahos etéreos y la mordedura que le
propinaron algunos bichitos juguetones. En el siguiente intento uso guantes de vinilo y barbijo.
No tardaron en caer unos jugosos estudiantes.
Tomó primero algunos que estaban enfermos o desgastados para practicar el procedimiento.
Colectaba apéndices y verificaba por microscopía la presencia de bacterias.
Licuó todos los apéndices hasta obtener un homogenato. Al agregarle una cucharada de azúcar
estimuló el crecimiento bacteriano. La suspensión comenzó a fermentar, desprendiendo un
agradable aroma etanolico (36% v/v). Se mando el trago en un único movimiento. La tempera-
tura corporal empezó a ascender mientras su cuerpo libraba una encarnizada batalla contra
seres unicelulares. Tres días de fiebre y algunas convulsiones se sucedieron.
Y Franstein murió...
No, esperen, se estaba recuperando. Las bacterias, cansadas de batallar con un organismo
fuerte y osado, comenzaron a alojarse en el estómago del gigante. Su deficiencia congénita
parecía haberse superado.
Varios hallazgos apoyan la idea de un cambio de dieta en el monstruo:
Los ecólogos especulan que, para mantener estables a las poblaciones de estudiantes, quienes
tenían ingreso libre a la Facu y se reproducían como conejos, alguien debía cumplir el rol de
depredador. Los estudiantes tenían ingreso libre, pero egreso no asegurado.
Cuestiones existenciales:
Su extraña y fea figura, su increíble y primitiva fuerza, toda su enormidad, contrastaban con su
fino intelecto. Al igual que muchos estudiantes, prefería pasar gran parte del tiempo en las
escaleras donde, ayudado por antorchas, pasaba las noches estudiando varios murales de la
biblioteca medici.
En una de sus frecuentes visitas escuchó que los estudiantes hablaban de un niño que com-
prendía las cuestiones más esenciales de la vida.
¿Podría el también hacerle preguntas, o lo rechazaría por su aspecto?
Durante semanas se había sometido a intensos debates internos hasta decidirse y bajar a
visitarlo. Había oído que el viajar fortalece el corazón, aunque es un placer que no suele
El sólo recuerdo de las inundaciones que habían provocado sus anteriores llantos hicieron que
Franstein se compusiera. Soporto el encierro con dignidad.
Sus movimientos eran pocos y muy calculados para ahorrar al máximo sus energías.
El frío típico de los inviernos medici le ayudaba a mantener su metabolismo bajo y controlado.
Afuera llovía y el agua percolaba por todo el ascensor. No le molestaba. Al contrario, cada tanto
abría la boca para saciar su sed.
Al cuarto día de encierro notó un cosquilleo lento y persistente en la espalda, y recordó que sus
creadores le habían injertado varios quilos de tejido adiposo diseminado por la superficie
Habiendo quemado toda su grasa, el séptimo día lo encontró magro y cansado.
Y ahora, ¿quién podría salvarlo? Volvió a hurgar en la memoria. En sus años mozos había
explorado los laboratorios de farmacología, de donde extrajo una alícuota de LSD que guardó
diligentemente bajo la uña de un pulgar. Pensaba algun día suicidarse con una sobredosis. Por
su propia naturaleza no era sutil ni audaz, pero tomó valor.
Todavía estaba ahí. La tomó toda de un saque y su mente empezó a viajar.
Sus pupilas se dilataron. Todos sus sentidos se agudizaron al extremo. Soñó ser raptado por
seres extraños. Luego había muchos niños observándolo en un parque de juegos.
Nada tenía sentido. El ascensor comenzó a girar como arrebatado por una enorme fuerza
centrífuga que lo presionaba sin asco contra la pared, obligándolo a fundirse con ella. Su
cuerpo empezó a perder profundidad, convirtiéndose en una delgada capa de
bidimensionalidad pura. Por el contrario, sus pensamientos fluían acelerados por el movimiento
de rotación. Árboles de mandarinas y cielos de mermelada, flores de celofán y tartas de
malvadiscos generaban pequeñas chispas en sus circuitos eléctricos.
La expansión sensorial no tuvo límites. Podía oler hasta el sudor de la bestia más alejada del
extremo occidental. Su mente asimiló ahora un mensaje del más allá:
en una hora se
cumplen seis
meses de nuestra nos trajeron
salida. Los que han muerto son distintos,
nos vieron partir hace
mucho.
Los que