Cámaras
Actualmente hay dos grupos de cámaras, digitales y químicas. Las primeras son muy di-
versas y cada fabricante tiene sus características, pero normalmente se catalogan por el
número de pixels, esto es, el número total de puntos que va a tener la imagen final.
Contra más puntos, mejor será la resolución y menos cuadriculada se verá la imagen.
Dentro de las químicas, generalmente se definen por el tamaño de la película que usan.
El tipo de película más extendida es la de 35mm (de hecho es 36x24 mm), pero no es el
único, las hay de más pequeñas, como las APS, y también mayores de 6x4.5 cm, 6x6 cm
y formatos todavía más grandes.
A no ser que os vayáis a dedicar profesionalmente a la fotografía (con lo que no estaríais
leyendo éste artículo), o dispongáis de una en herencia, no os liéis con formatos mayo-
res de 35mm.
Compactas:
Probablemente son las más extendidas entre el público en general, en inglés se las lla-
ma point and shot (apunta y dispara). Generalmente vienen con flash incorporado, algu-
nas con un objetivo de zoom, y mil virguerías más…
Las ventajas principales de estas cámaras es que son baratas (generalmente), peque-
ñas, y casi todo el mundo tiene una. Además acostumbran a tener integrado todo lo ne-
cesario para hacer fotos en varias situaciones.
Como inconvenientes básicamente dos: el primero es que es prácticamente imposible
encuadrar una foto a menos de 1 metro debido al error de paralaje entre el objetivo y el
visor. En segundo lugar, olvidaos de hacer ajustes manuales…
Aunque parezca un contrasentido, las mejores cámaras P&S (al menos a nivel óptico)
normalmente son las que no tienen zoom, en éste caso se llaman de focal fija. Esto es
así debido a que una lente con longitud focal variable (zoom) que dé el mismo rendi-
miento que una lente fija acostumbra a ser muuuuuy cara. El problema, es que normal-
mente las focales que acostumbran a tener éstas cámaras fijas suelen ir muy bien para
paisajes pero no para lo que se pretende aquí. Se puede llegar a un compromiso y usar
una cámara con un zoom relativamente corto pero que nos permita cumplir los objeti-
vos, un 35-70 o así está bien.
Telemétricas:
Es un tipo de cámara que a simple vista está a medio camino entre las anteriores y las
reflex. Generalmente están pensadas para operar de forma casi totalmente manual, con
lo que se puede tener mucho más control de exposición que en las P&S, pero siguen te-
niendo en mismo problema de paralaje. Otra de las ventajas de éstas cámaras es que
suelen tener ópticas intercambiables, es decir, que pueden ponerse diferentes objetivos
con distintas focales.
Son mucho más versátiles que las
anteriores pero pueden resultar muy
caras para la mayoría. El clásico ex-
ponente de cámaras telemétricas
(rangefinder en inglés) son las Leica.
Es fácil que se os queden los ojos
como platos al mirar el precio de una
Leica M6 o M7, sobretodo si conside-
ráis que viene sin nada: ni objetivos,
ni flash, ni fotógrafo incorporado.
Cuando os hayáis recuperado, echar
un ojo a los precios de los objetivos.
Reflex:
Es sin duda la mejor opción de las
aquí expuestas. Tienen una ventaja
básica que no cumple ninguna de las otras: desde el visor se refleja lo mismo que en el
objetivo, por lo que no presenta error de paralaje. La ventaja principal es que se puede
disparar desde muy cerca (siempre que el objetivo lo permita), encuadrando perfecta-
mente. También resulta muy intuitivo el uso de filtros pues vemos lo mismo que se im-
primirá en la película.
Otras ventajas son las ópticas intercambiables, la variedad de accesorios (flashes, dispa-
radores, motores, etc.) y la versatilidad: os va a servir para casi cualquier tipo de foto.
El funcionamiento básico de éstas cámaras es el siguiente: la luz entra por el objetivo y,
mientras no se está disparando, se refleja en un espejo móvil. Va a parar a un cristal lla-
mado pentaprisma, que deja la imagen tal cuál se ve (en el objetivo queda invertida) y
de aquí pasa al visor. En el momento de disparar, el espejo se levanta y permite que la
luz pase a través del obturador hacia la película.
Quizá el único problema de éste tipo de cámaras sea precisamente el espejo, al moverse
para disparar genera una vibración que influye en la nitidez de la imagen. Este efecto no
se produce en los tipos anteriormente comentados, pues no disponen de espejo. En con-
trapartida, tampoco vemos exactamente a lo que estamos disparando… De todas for-
mas, no es para asustarse, si las fotos salieran movidas nadie usaría éstas cámaras, en
lo único que influye es que se necesitan velocidades de disparo más rápidas (si la luz lo
permite) o el uso de un trípode.
Una última ventaja, mucha gente las tiene o las ha tenido, y con la aparición de las digi-
tales, hay bastante mercado de segunda mano. Si tenéis intención de haceros con una,
os recomiendo que primero os miréis alguna usada (y mejor si no es de un profesional,
que normalmente las dejan para el arrastre).
Digitales:
Las pongo todas en el mismo pack pero la verdad es que las hay para todos los gustos
(o casi), desde tipo P&S hasta reflex. Lo que ya no es tan cierto es que las haya para to-
dos los bolsillos, por ahora están bastante carillas… al menos teniendo en cuenta sus
prestaciones. El problema no es que las cámaras de alto nivel sean caras (estoy hablan-
do de 10.000 euros), sino que una sencilla cámara doméstica con calidad mínimamente
aceptable (3Mpx) cueste por encima de los 400 euros. En cuanto a la resolución y como
referencia, una foto en papel de 10x15 cm (tamaño estándar) tiene un tamaño equiva-
lente de unos 2 Mpx, mientras que una 20x30 cm (aprox. Un DIN-A3) es de más de 8
Mpx. En cualquier caso, la resolución de la cámara os va a definir la ampliación máxima
de la foto: si sólo vais a ver las fotos en la pantalla del ordenador, olvidaos de todo lo an-
terior y compraros una cámara de 2Mpx.
Otros inconvenientes de las digitales suelen ser la memoria y el consumo de baterías. Si
os vais de viaje y pretendéis echar muchas fotos, os vais a quedar sin capacidad de al-
macenamiento en poco tiempo… y probablemente vais a tener que recargar baterías
diariamente. En cualquier caso, para fotografía de bonsais no tendréis esos problemas,
se hace en casa, con el enchufe cerca y probablemente con un ordenador donde descar-
gar las imágenes.
Por otra parte, éste tipo de cámaras tienen dos ventajas principales: no gastan carretes
y se pueden ver inmediatamente las fotos en un ordenador (o en la tele). Esto es muy
bueno para hacer pruebas, pues no os van a costar nada y permiten comprobarlas rápi-
damente.
Hay otra razón a favor de optar por una cámara digital: muchas permiten realizar lo que
se llama un balance de blancos. Esta operación consiste en decirle a la cámara cuál es
el color blanco de una escena. Pese a que pueda parecer idiota, usar un balance de
blancos es muy útil cuando se usa iluminación artificial: aunque el ojo no lo note la luz
artificial no tiene los mismos componentes de color que la luz solar, generalmente da
unos tonos mucho más anaranjados (el caso de los fluorescentes es distinto) que que-
dan reflejados en la foto. Las cámaras químicas no pueden hacer éste balance de blan-
cos, por lo que en esos casos se usan otros métodos: películas especiales para luz de
tungsteno y filtros correctores.
Estos temas los veremos más adelante cuando hablemos de iluminación.
En resumen, se puede usar cualquier cámara, pero es importante conocer las posibilida-
des y limitaciones de cada una de ellas. En cuanto a marcas, todas tienen de todo, des-
de someras chapuzas hasta las cosas más increíbles (siempre y cuando estéis dispues-
tos a pagar el precio, claro), en todo caso informaros antes de comprar: en internet hay
mucha documentación al respecto, foros y reviews de otros usuarios.
Objetivos
Aunque parezca mentira, lo que más influye en la imagen no es la cámara. Ésta se limita
a dejar pasar la luz y que se imprima sobre la película (en caso de cámaras químicas) o
sobre el CCD (para las digitales). La luz, por su parte, atraviesa una serie de lentes y son
éstas las que pueden perjudicar la foto. Si disponemos de una cámara que no se le pue-
dan cambiar los objetivos, no tenemos muchas opciones pero en caso contrario pode-
mos seleccionar los que mejor nos convengan. Se pueden obtener fotos fantásticas con
cámaras sencillas y buenas ópticas.
Los tipos de objetivos se distinguen según su longitud focal y normalmente se dividen
en:
Normales:
No vamos a entrar en detalles pero, grosso modo hacen que la imagen se vea con las
mismas proporciones que en la realidad. Para el formato de 35 mm un objetivo normal,
se considera que es de unos 43mm. En realidad casi ningún fabricante hace objetivos de
esta focal, con lo que clásicamente se dice que un objetivo normal es uno de 50mm. Ac-
tualmente se considera que el margen está, más o menos entre 35 – 55 mm. Los objeti-
vos de 50 mm, acostumbran a ser bastante baratos y de mucha luminosidad.
Para quien le interese (si es que hay alguien), la fórmula para saber el objetivo normal
de un tamaño de película o CCD es la hipotenusa de los lados, por ejemplo, para un
35mm, sería:
raíz cuadrada de( 36mm2 x 24mm2 ) » 43mm
...y tranquilos, ésta es la única fórmula que vais a ver en estos artículos
Objetivos Angulares:
Son los que están por debajo de lo que se considera un objetivo normal y permiten me-
ter en la imagen mucho margen de visión, son ideales para paisajes o grupos de gente,
pero alteran la perspectiva dando la sensación que el sujeto se aleja. Además, muchos
de éstos objetivos acostumbran a provocar distorsiones sobretodo en los bordes, dejan-
do las líneas rectas como curvas. Para 35mm se consideran angulares los que están por
debajo de 35mm.
Teleobjetivos:
Los teleobjetivos tienen una longitud focal mayor que la normal, y permiten acercar los
objetos lejanos o aumentar el tamaño aparente del sujeto. En contrapartida, una imagen
tirada con un teleobjetivo suele parecer más plana contra mayor es su longitud focal.
Existen unos tipos especiales para fotografía desde muy cerca que normalmente llevan
la coletilla “macro” por algún lado. Pueden estar en toda la gama, tanto angulares como
normales o teleobjetivos y son muy útiles para fotografiar detalles pequeños de un obje-
to.
Con todo esto, ¿cuáles son los mejores para la fotografía de bonsais? Pues probablemen-
te todos, pero los más útiles son los normales y los teles cortos. En 35mm, vendría a ser
entre 50 a 135 mm. Si se usan angulares, la imagen suele quedar demasiado alejada y
distorsionada, mientras que el uso de teles largos, provoca imágenes sin volumen y con
poca profundidad de campo (esto ya lo veremos más adelante). Con todo, la elección de
la focal depende del fotógrafo y no hay normas al respecto, solo un consejo: experimen-
tar.
En cuanto al uso de focales fijas o zooms, a ser posible, es mejor decantarse por los pri-
meros por un motivo básico: suelen tener una calidad mucho mayor. Como se dijo ante-
riormente, un buen zoom puede costar 4 o 5 veces más que una lente fija, eso sí: son
mucho más versátiles pues tenemos un margen amplio, muchas veces de angular a tele
corto. Bueno, tampoco hay que obsesionarse con el tema casi todas las lentes dan una
calidad más que aceptable para ampliaciones pequeñas, sobretodo en las condiciones
en las que dispararemos.
Complementos
Los complementos en fotografía son amplios, flashes, trípodes, disparadores, tubos de
extensión, lentes de aproximación, filtros, fotómetros… de todos ellos los que seguro
que les vamos a sacar partido es a los dos primeros.
Película
Generalmente para fotografía de bonsais es preferible usar color, pero el tipo de película
que utilicéis da igual mientras sea de una calidad más o menos buena. Lo que sí que es
recomendable es no utilizar sensibilidades altas pues provocan menos definición y un
balance de color no tan correcto. Como norma, usar 50 o 100 ASA.
Pero, qué usar, ¿negativo o diapo? Pues va a depender bastante de vosotros, yo normal-
mente uso diapositivas por varios motivos: tienen unos colores excelentes, el revelado
es mucho más barato... y me encanta ver las fotos a tamaño mural. Para condiciones de
luz difíciles y cuando no puedo usar trípode, suelo usar negativos, pues no les influyen
tanto los errores en la medición de la luz (técnicamente se dice que tienen más latitud
de exposición). Si pretendéis experimentar os recomiendo las diapos pues vais a ver mu-
cho mejor si cometéis errores y como solucionarlos, además, una vez acostumbrados a
tirar con diapositivas, usar negativos es muy sencillo, cosa que no pasa en sentido inver-
so.
Velocidad de obturación y apertura de diafragma
Bueno, vamos a ver muy rápidamente éste par de conceptos que se usan constante-
mente en fotografía. Es sencillo pero conviene tenerlos en cuenta.
Velocidad de obturación:
En realidad no es una velocidad pues se mide en segundos. Se trata del tiempo en el
que el obturador de la cámara deja pasar la luz hacia el negativo. Contra más tiempo,
más luz entra (por lo tanto menos luz necesitamos para hacer la foto) pero los movi-
mientos tienden a quedar borrosos.
Apertura de diafragma:
Los objetivos disponen de un diafragma parecido al iris del ojo, que deja pasar más o
menos luz. Contra más abierto esté el diafragma, más luz deja pasar. La apertura del
diafragma se mide en números f que presenta valores como 1.8, 2, 2.8, 3.5, 4.5, 5.6,…
cuanto mayor es el número f, más cerrado está el diafragma y menos luz deja pasar.
Si habéis mirado algunos objetivos, normalmente veréis que en la descripción vienen
uno o dos números, por ejemplo, un objetivo 28-80 f/3.5-4.5 se refiere a un zoom con fo-
cales de 28 a 80mm y con aperturas máximas (número f menor) de 3.5 para 28mm y
4.5 para 80mm.
Cuando un objetivo tiene una f muy baja, se dice que es muy luminoso (a veces también
se dice que es rápido), pues permite abrir mucho el diafragma y necesita poca luz para
hacer la fotografía. ¿Por qué se le llama rápido? Pues porque para las mismas condicio-
nes de luz se puede optar por una velocidad mayor.
En realidad el producto de la velocidad de obturación y la apertura de diafragma ha de
ser constante para unas condiciones de luz determinadas.
Es decir, si fijamos una velocidad, tenemos que escoger forzosamente una apertura de-
terminada y viceversa. Con lo dicho hasta aquí, algunos se preguntarán porqué no tra-
bajar directamente con la velocidad y porqué hay cámaras que permiten fijar la apertu-
ra. La respuesta es que la apertura juega un papel fundamental en otro concepto básico
de la fotografía: la profundidad de campo. Esto hace referencia al margen de distan-
cias que quedan enfocadas en una imagen, a más profundidad de campo, más zonas de
la foto estarán dentro del foco.
Para no extenderme más, a mayor apertura de diafragma (número f menor), menos pro-
fundidad de campo. El otro parámetro que influye es la distancia focal: con un teleobjeti-
vo tenemos menos profundidad de campo que con un angular.
La luz
La "calidad" de la luz es extremadamente importante cuando hacemos fotos, de la mis-
ma forma que no nos parece igual una luz de un día de verano a mediodía que la de una
bombilla, tampoco va a quedar igual una foto.
En general, para fotografiar un bonsái deberíamos evitar luces "duras", es decir, aque-
llas que tienen fuertes sombras y dan un contraste muy alto. El motivo es simple, contra
más dura sea la luz menos vamos a apreciar los detalles del árbol, sobretodo en las par-
tes de sombra, que van a quedar muy oscuras. Además, las sombras de hojas y ramas
se van a confundir con el árbol en sí, lo que alterará el resultado final, máxime si usa-
mos una película contrastada como Fuji Velvia.
Por supuesto esto no es una norma absoluta, puede ser que precisamente nos interese
una foto con fuertes sombras, por ejemplo en el caso de un árbol de hoja caduca duran-
te la estación sin hojas para darle un aspecto más sugerente. En todo caso, vale la pena
tener en cuenta esta regla, pero lo principal, como siempre, es experimentar.
Si vais a hacer las fotos con luz de día, procurar no hacerlas cuando el sol esté alto, y
mejor si está el cielo nublado. En caso de luz artificial se puede tener más control como
veremos más adelante. Para éste último caso si disponemos de una cámara digital, de-
beremos realizar el ajuste de blancos correspondiente, en caso de tener una química
hay 2 opciones: usar película para luz artificial o usar filtros correctores de color. De otra
forma, la foto va a quedar anaranjada (si es luz de tungsteno) o tal vez verdosa (luz de
fluorescente), aunque no os recomiendo los fluorescentes como fuente de iluminación,
pues no emiten luz continua sino que emiten destellos 50 veces por segundo, con lo que
podemos tener problemas en velocidades rápidas.
Color
Otro punto importante en la fotografía es la composición de colores, desde imágenes
uniformes compuestas por diferentes gamas del mismo color, a imágenes con mezclas
fuertes de color.
Este punto quizá es el que va más “a gusto del consumidor” pero, si decidís mezclar co-
lores he aquí un patrón para conseguir imágenes equilibradas: usar colores complemen-
tarios.
En procesado de imágenes, cada color tiene lo que se llama un color complementario
que si se suman resulta en el blanco. Bueno, estos colores complementarios hacen que
las fotos resulten bastante agradables. Esta es una tabla con los colores básicos y sus
complementarios:
Azul – Amarillo
Rojo – Cian
Verde - Magenta
Normalmente resulta muy efectivo dejar el color principal ocupando la mayor parte de la
escena y el complementario en pequeños detalles.
La composición
En este tipo de fotografías, no queda mucho margen para florituras creativas en este as-
pecto, pues básicamente queremos que se aprecie el bonsai tal y como es. De todas for-
mas, siempre podemos hacer excepciones: fotografiar un detalle del árbol, un conjunto
de árboles… o sea que vamos a ver un par de conceptos básicos de composición.
Se ha escrito largo y tendido sobre composición, pero simplificando vamos a decir que
una foto:
1) Debería evitar simetrías muy evidentes.
2) Es bueno colocar el sujeto de interés en uno de los puntos fuertes de la imagen.
Para ver el primer punto pensemos en algunas fotos comunes, por ejemplo un paisaje.
Por inercia, se acostumbra a centrar el horizonte en la mitad de la imagen… pero esto
queda muy monótono, no hay puntos de interés y la foto parece muy sosa. Es mejor
descentrar el horizonte, dejando más suelo o más cielo, dependiendo de lo queramos
destacar.
Un buen ejemplo para el segundo caso es un retrato, centrando la cara de la persona en
el centro de la imagen no conseguimos precisamente una sensación de foto vívida. Pen-
sar repasamos una imagen de la misma forma que leemos, de izquierda a derecha y de
arriba abajo, pero hay “puntos fuertes” que llaman la atención y coinciden con dividir la
imagen en tercios:
Intentar hacer una foto colocando el punto de interés en uno de los puntos fuertes de la
imagen y veréis como gana mucho.