Ms all del hecho de que en la ltima dcada, por ejemplo, la delincuencia juvenil
femenina haya crecido rpidamente, inclusive comparndola con el ritmo de aumento de
la masculina (Chesney-Lind y Okamoto, 2001), y que adems exista en algunos lugares
una equiparacin entre varones y hembras en conductas como el consumo de alcohol,
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tabaco y drogas ilcitas (Bartolom y otros, 2009), no cabe duda de que la desviacin
grave, en especial aquella que encuadra comportamientos violentos, ha sido un fenmeno
substancialmente masculino. Si existe algn hallazgo que con notable reiteracin se
presenta en las investigaciones empricas, es que los hombres, en trminos de
prevalencia, incidencia y variedad, cometen ms conductas desviadas que las mujeres
(Bartolom y otros, 2009; Fagan y otros, 2007, Rodrguez y Mirn, 2008).
El hallazgo de esta vinculacin entre gnero masculino y delincuencia, ha tenido algunas
consecuencias, por ejemplo, que una gran parte de la produccin cientfica en
Criminologa se haya centrado en el anlisis de muestras de varones/hombres
(Steffensmeier y Allan, 1996). Ello ha generado tambin que la delincuencia femenina
haya sido ignorada, trivializada o negada por muchos investigadores (Chesney-Lind y
Okamoto, 2001). Incluso, que las explicaciones de la delincuencia de las mujeres hayan
sido, en muchas ocasiones, simples extrapolaciones efectuadas a partir de modelos
tericos validados con muestras masculinas (Cecil, 2006; Lanctt y Le Blanc, 2002).
Esta ceguera de gnero ha provocado que en Criminologa, prevalezcan:
a) Bases epistemolgicas y metodologas fundamentalmente androcntricas;
b) Investigaciones empricas donde se hace mayor nfasis en los hombres;
c) Tratamiento de datos sin distincin de gneros;
d) Hallazgos e inferencias parciales, a partir de la realidad masculina, que pretenden
ser generalizables, y
e) Teoras y explicaciones de la delincuencia que se ven afectadas por todo lo anterior,
ofreciendo respuestas etiolgicas que se ajustan sobre todo a la situacin de los
hombres.
INTELIGENCIA EMOCIONAL: