Los políticos han logrado que el ciudadano común y corriente aborrezca la idea
de la participación en política. Por eso están felices, porque eso les da margen
para administrar sus feudos electorales, repartiendo a su antojo tamales,
lechonas, aguardiente y plata, entre un pueblo hambriento e ignorante de esa
realidad. Los políticos han sabido hacer negocios turbios a costa de las
necesidades de los ciudadanos, por eso no les conviene solucionar nada, para
mantener esa dependencia esclavizante entre el pueblo colombiano. ¡Y a qué
costo!
Los tres tenores, se han convertido en un proyecto político que con la fuerza
sumatoria de Fajardo les alcanza para que en los próximos 16 años, le cambien el
rostro a Colombia ante el mundo. Por fin tendríamos la posibilidad de ser un país
desarrollado, metido en el club de los poderosos, con uno de los más altos
estándares de calidad de vida y desarrollo humano.
Los ciudadanos tenemos los votos para elegir a un candidato que no cuenta con
el apoyo de la clase política. En esta oportunidad, el voto en blanco no es una
opción si queremos transformar al país de verdad. La política que necesitamos es
la de los ciudadanos. Nuestro programa de gobierno es la Constitución del 91. El
Estado es nuestro y somos nosotros quienes escogemos a nuestros gobernantes
para que administren bien nuestras riquezas, nos ayuden en el crecimiento y
desarrollo del país y para que protejan la vida, honra, bienes y derechos
fundamentales de todos, la mayoría de los colombianos que no formamos parte de