Anaya, Ricardo
(Trad.). Buenos Aires, Argentina: Emec Editores.
Al estudiar las sociedades arcaicas Eliade enuncia un rasgo caracterstico de ellas su
rebelin contra el tiempo concreto histrico; su nostalgia de un retorno peridico al tiempo
mtico de los orgenes, al Tiempo Magno (p. 5). Es decir la preferencia por una historia
regulada por los arquetipos y su repeticin.
El producto bruto de la Naturaleza, el objeto hecho por la industria del hombre, no hallan su
realidad, su identidad, sino en la medida en que participan en una realidad trascendente (p. 8).
Los hechos humanos pueden ser considerados en tres grandes grupos:
1Los elementos cuya realidad es funcin de la repeticin, de la imitacin de un arquetipo
celeste.
2Los elementos: ciudades, templos, casas, cuya realidad es tributaria del simbolismo del
Centro supraterrestre que los asimila a s mismo y los transforma en centros del mundo.
3Los rituales y los actos profanos significativosplanteados ab origine por dioses,
hroes o antepasados.
Los espacios indmitos requieren de previa dedicacin antes de su ocupacin, es decir se
realizan ritos que repiten simblicamente el acto de la creacin (p. 10). Necesitan de ritos
fundadores que legitimen la transicin del caos al orden.
La importancia de ser el centro del mundo radica a ejecutar un rito de paso, un viaje simblico
o arquetpico, donde el acceso al centro equivale a una consagracin, a una iniciacin; a
una existencia ayer profana e ilusoria, sucede ahora una nueva existencia real, duradera y
eficaz (p. 15).
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toda creacin repite el acto cosmognico por excelencia: la Creacin del Mundo;
en consecuencia, todo lo que es fundado lo es en el Centro del Mundo (puesto que,
como sabemos, la Creacin misma se efectu a partir de un centro) (p. 16).