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bre cuantas actividades e instituciones tienen metas y efectos sociales. Por tanto, tambin sobre la
economa. Por consiguiente, la publicidad poltica debe ser ampliada
a una publicidad econmica. Segn
esto, la opinin pblica crtica de la
sociedad tendra que encontrar
eco en ciudadanos econmicos, dispuestos a conceder a los principios
ticos de la res publica la primaca
sistemtica frente a sus intereses
econmicos particulares.
3. La conducta de los empresarios ha de moralizarse en dos
sentidos: a) han de prestar odo a
la opinin pblica crtica y considerar a los ciudadanos adultos
como amigos y no como enemigos de los que hay que defenderse; y b) deben emprender la tarea
de construir ellos mismos una
tica de la economa y de la empresa. Se trata de reflexionar sobre qu principios y valores morales posee la actividad econmica y empresarial como especficos de una tica de la empresa.
4. La especificacin de esos
principios, manifestada a travs de
los cdigos de conducta y/o las declaraciones pblicas, debera satisfacer la aspiracin de autorregulacin expresada a menudo por los
empresarios. Pero debera ser a la
vez una autorregulacin crtica anticorporativista, que huya de cualquier
gremialismo.
Por esto es indispensable una
opinin pblica crtica que, cuando
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