INTRODUCCIÓN
La llamada Aldea Global trasciende las barreras de lo económico, lo político o lo
cultural. Ligado a estos campos encontramos el deporte entendido como un espectáculo de
masas que eleva a los altares a las figuras que son capaces de marcar estilos y tendencias, de
reunir en torno a su figura a unas multitudes que los idolatran.
El fútbol en nuestros días es considerado como el fenómeno encargado de moldear con
un mayor éxito el proceso globalizador, pues en todos los rincones del mundo, si das una
pelota a 22 chavales, serán capaces de entenderse y practicar este deporte. Y no sólo eso, sino
que en un pequeño pueblo campestre chino, seguramente cualquiera sepa darte el nombre de
un gran número de jugadores del Real Madrid, por ejemplo. Es pues el fútbol, una actividad
planetaria que es capaz de abandonar las diferencias raciales, generacionales y regionales para
dotarse de una homogeneidad mundial que se encarga de encarnar el papel de catalizador de
las emociones de quienes viven este deporte como una pasión dotada de tintes claramente
religiosos, donde sus protagonistas parecen ser dioses bajados del mismo monte Olimpo. Se
ha convertido en el moderno Pan y circo de los romanos: en medio de la arena, los titanes
balompédicos libran una batalla y serán encumbrados o echados a los leones, según su
actuación ante la mirada de miles de espectadores.
Buena parte de la responsabilidad de esta fenomenología sociocultural la tienen los
medios de comunicación, que son capaces de crear con sus imágenes y palabras auténticos
mitos. Los medios históricamente hegemónicos en este sentido han sido la radio y la
televisión. No obstante, también el cine –tanto de ficción como documental- ha podido
Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, y estudiante de Doctorado en el
Departamento de Historia de la Comunicación Social de la misma Universidad. Este artículo se enmarca como
trabajo de investigación en el Programa de Doctorado “Comunicación de Masas: Información y Propaganda”, de
la Facultad de Ciencias de la información, y ha sido coordinado por el profesor José Carlos Rueda Laffond.
1
ALABARCES, P. (2002). P. 78.
2
RODRÍGUEZ, M. ; VILLANEDA, A. (2003). P. 170
3
Sobre el sentido del “cosmpolitismo” como categoría analítica –cultural, histórica e incluso comercial-
vinculada a la realización documental y a su producción textual, pueden verse los trabajos de D. Levy y N.
Sznaider. “The Holocaust and the Formation of Cosmopolitan Memory.” European Journal of Social Theory. 5,
1: (2002), 87-106, y de T. Ashuri “Television tension: national versus cosmopolitan memory in a co-produced
television documentary.” Media, Culture & Society, 29, 1: (2006), 31-51.
4
Dirigida por Javier M. Vázquez.
5
Dirigida por Jean-Cristophe Rosé.
6
El uso de imágenes de archivo suele dar un cariz más de realidad al documental.
7
Título original, When We Were Kings.
8
Dentro del género documental la academia de Hollywood establece dos categorías: producciones de menos de
40 minutos de duración y las que superan ese tiempo (incluidos los créditos).
9
NICHOLS, B. (1997). Pp. 65-114.
10
ALABARCES, P. (2002). P. 78.
11
La idea de que el documental es parcialmente una obra de ficción está inserta a lo largo del texto de
NICHOLS, B. (1997).
12
LINDHOLM, C. (1997).
13
VV.AA. (2004). P. 13.
14
Diario Clarín (2000).
15
El segundo puesto lo ocupó Pelé con algo más del 18%.
Lo cierto es que, como narra Jean-Cristophe Rosé, en Argentina se van sucediendo los
presidentes, pero el verdadero representante del pueblo permanece en su poltrona, porque a
“El Diego” no le mueve nadie como número uno de los argentinos ilustres. En esta línea,
Kusturica llega a la conclusión de que, en un mundo copado por líderes corruptos que hacen y
deshacen a su antojo, la encarnación sociocultural del verdadero liderazgo popular se concita
en figuras como Maradona. Y esto, como explica H.F. Moorhouse 18 hace que “el fútbol pueda
17
BONIFACE, P. y otros (2006). Pp. 43-44.
18
BONIFACE, P. y otros (2006). P. 52.
19
Sobre éste Maradona dijo que se negó a conocerle a pesar de los deseos del príncipe por hacerlo, porque jamás
dará una mano que tiene tanta sangre.
23
Ingresa en el hospital el 16 de mayo de 2007.
24
Es colaborador de la revista El Gráfico (la más antigua de las publicaciones deportivas vivas en
Latinoamérica, cuyo primer número vio la luz el 30 de mayo de 1919) y jefe de la redacción de deportes del
diario generalista La nación.
25
Actualmente director de medios y comunicaciones de la Asociación de Fútbol Argentina (AFA).
No hay lugar a la duda de que el modo de actuar de este grupo de seguidores esta
movido por una serie de formas de pensar, de obrar y, sobre todo, de sentir, puesto que
hablamos de experiencias de hiperemotividad que exaltan las pasiones del ser humano. De la
misma forma, son una colectividad particular y, por encima de todo, que ensalza señas de
identidad y reconocimiento basadas en la distintividad. En estos términos podemos señalar un
arraigo cultural en torno a la figura carismática de Maradona. Se dan unas condiciones de
identificación y de deseo de pertenencia a un grupo que les desvíe del arrinconamiento social.
Dicha identificación vendría dada por una doble vía. En un primer lugar, hablaríamos
de que Diego no es argentino, sino la Argentina misma. De pequeño soñaba jugar con la
camiseta de la selección nacional porque “es el equipo de todos los argentinos”. Con estas
palabras es capaz de hacerse con el apoyo de la gente de la calle que comprueban cómo la
26
ROCHER, G. (2006). P. 111.
27
Así la denomina Rodrigo en la canción de La mano de Dios.
28
Madre de Diego Armando Maradona.
29
KAPUCINSKY, R. (1992).
30
BONIFACE, P. y otros (2006). P. 48.
REPERCUSIÓN MUNDIAL
En su libro, Maradona recuerda el momento en el que se dio cuenta de la repercusión
mundial que tenía como ídolo de masas. Fue en Costa de Marfil cuando “se me acercaron
unos veinte, y uno de ellos me saludó y me dijo: Pelusa... ¡Pelusa, me dijo! ¡Un negrito de
Costa de Marfil”.
Es evidente que los medios de comunicación han jugado un papel esencial en el ritual
de convertirle en mito fuera y dentro de su patria. El que en África se conociera el apodo con
el que le llamaban en Fiorito, no sólo emociona a Diego, sino que nos da ejemplo de la
tremenda repercusión mediática del futbolista. Allá donde vaya hay un séquito de cámaras y
micrófonos que se pelean por tomar una declaración o una imagen de una estrella que
ejemplifica a la perfección el fenómeno del star system. Que en una sociedad como la de
nuestros días, en la que las telecomunicaciones están al servicio de un amplio porcentaje de la
población, seamos capaces de identificar figuras con tanto detalle, puede que no sea algo
asombroso. Pero hay que tener en cuenta que la anécdota de Costa de Marfil sucedió en el año
1981.
El día de su presentación en el estadio napolitano de San Paolo, 80.000 personas31
pagaron su entrada para verle únicamente “haciendo jueguito” durante unos diez minutos en
el medio del terreno de juego. Pero es que en los días previos a su contratación, ante las dudas
de que el club italiano, que acababa de salvarse del descenso, pudiera desembolsar la suma
que pedía el Fútbol Club Barcelona, muchos seguidores realizaron huelgas de hambre e
incluso se encadenaron al estadio pidiendo al presidente del club que hiciese los esfuerzos
económicos que fuesen necesarios. Lo mismo sucedió cuando estaba a punto de ser
traspasado al Sevilla.
31
Esta cifra varía según las fuentes consultadas, entre 60.000 y 80.000 espectadores. Pero en cualquier caso, se
considera que la cifra es lo suficientemente abultada tanto en un caso como en otro.
CONCLUSIONES
El carisma es el ingrediente fundamental que debe impregnar a aquel que ha sido
llamado a ser el centro de las miradas y de las cámaras, tanto por la controversia que pudiera
levantar con sus actuaciones, como con los piropos que se desprendan del buen hacer
profesional de lo que denominaríamos como ídolos laicos.
La búsqueda de un yo externo al que podamos compararnos en tanto en cuanto estén a
nuestro alcance sus logros, por ser un héroe de carne y hueso que ha ascendido a base de
trabajo, es una práctica cada vez más extendida en las sociedades contemporáneas. La
identificación con el artista de turno, que se ha hecho grande por su esfuerzo, es un deseo
incontrolable por parte de las pasiones inconscientes del ser humano. Pues esa grandeza reside
en gran medida en la cantidad de personas que sea capaz de aglutinar en torno suyo para
encumbrarle.
Hay que tener en cuenta que, a la hora de elevar plegarias por y para un ídolo que se
convierte en símbolo indeleble, concurren una serie de circunstancias emocionales inherentes
al hombre y que quizás hayan estado dormidas durante años para despertar a la llamada sacra
de una fuerza que les invita a rendir culto a un semejante con el que se sienten identificados.
Puede que estemos hablando de que, en un mundo que se presupone cada vez menos
ligado a la práctica de religiones, estén surgiendo nuevas doctrinas que llenen un vacío con el
que el ser humano no puede vivir: existe la necesidad real de creer en un alguien superior,
llámese Cristo o Maradona.
No estamos, pues, ante un mundo que aparque por completo las creencias religiosas,
sino ante un cambio de los valores por los que nos regimos para alcanzar una simbiosis con el
susodicho ídolo. Los tiempos cambian y con ellos cambian también las gentes, lo que da lugar
a una mutación de los principios por los que pueda regirse una comunidad de personas.
Por otra parte, el fútbol, lejos de ser un mero deporte que llama a la violencia de los
que se aburren en sus casas y van al estadio a descargar tensiones, es un marco de excepción