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CARISMA E IDOLATRÍA EN TORNO A DIEGO ARMANDO

MARADONA: EL MITO MEDIÁTICO

Ana Guerra Martín

INTRODUCCIÓN
La llamada Aldea Global trasciende las barreras de lo económico, lo político o lo
cultural. Ligado a estos campos encontramos el deporte entendido como un espectáculo de
masas que eleva a los altares a las figuras que son capaces de marcar estilos y tendencias, de
reunir en torno a su figura a unas multitudes que los idolatran.
El fútbol en nuestros días es considerado como el fenómeno encargado de moldear con
un mayor éxito el proceso globalizador, pues en todos los rincones del mundo, si das una
pelota a 22 chavales, serán capaces de entenderse y practicar este deporte. Y no sólo eso, sino
que en un pequeño pueblo campestre chino, seguramente cualquiera sepa darte el nombre de
un gran número de jugadores del Real Madrid, por ejemplo. Es pues el fútbol, una actividad
planetaria que es capaz de abandonar las diferencias raciales, generacionales y regionales para
dotarse de una homogeneidad mundial que se encarga de encarnar el papel de catalizador de
las emociones de quienes viven este deporte como una pasión dotada de tintes claramente
religiosos, donde sus protagonistas parecen ser dioses bajados del mismo monte Olimpo. Se
ha convertido en el moderno Pan y circo de los romanos: en medio de la arena, los titanes
balompédicos libran una batalla y serán encumbrados o echados a los leones, según su
actuación ante la mirada de miles de espectadores.
Buena parte de la responsabilidad de esta fenomenología sociocultural la tienen los
medios de comunicación, que son capaces de crear con sus imágenes y palabras auténticos
mitos. Los medios históricamente hegemónicos en este sentido han sido la radio y la
televisión. No obstante, también el cine –tanto de ficción como documental- ha podido


Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, y estudiante de Doctorado en el
Departamento de Historia de la Comunicación Social de la misma Universidad. Este artículo se enmarca como
trabajo de investigación en el Programa de Doctorado “Comunicación de Masas: Información y Propaganda”, de
la Facultad de Ciencias de la información, y ha sido coordinado por el profesor José Carlos Rueda Laffond.

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alimentar sentimientos hiperemocionales, hasta llegar incluso a proponer lógicas de
representación que han bordeado los límites del fanatismo más exacerbado.
Dios y diablo, Diego Armando Maradona es el deportista que mejor dibuja este
fenómeno por el aura dorada con el que se le ha rodeado. Un fenómeno que, como veremos,
no le es propio únicamente al deportista, sino que se halla en multitud de campos en los que
las figuras artísticas o intelectuales pasan de seres anónimos a seres públicos o, si se quiere,
como el propio Maradona dice, populares. Para Pablo Alabarces1 “los medios de
comunicación son el vehículo ideal de las sociedades de masas para escenificar las epopeyas
de los héroes deportivos como una reafirmación de la creencia de igualdad”. Visto desde otra
perspectiva, estos héroes deportivos se encarnarían, sobre todo, en “los ganadores en las
olimpiadas y en otras competencias y torneos, sobre todo en contextos internacionales”2.
El objeto de este trabajo se centra en un análisis de contenido de corte cualitativo
sobre tres documentales cinematográficos, centrados en la figura de Diego Armando
Maradona. Abordaremos la representación de su figura a partir de un doble prisma. Por un
lado, como referente identitario de corte cultural nacional. Por otro, como expresión de
carácter transnacional y “cosmopolita”3, como figura de eco internacional ligada al sentido
globalizador de la representación mediática del deporte. Los documentales estudiados han
sido la coproducción argentino-neozelandesa Amando a Maradona (2005)4, la producción
serbia Maradona by Kusturica (2008), y la francesa Un gamin en or (2006)5. Mientras que los
dos primeros ensalzan de un modo innegable la figura del futbolista argentino, intercalando
entrevistau personales, la última se distancia de esta postura enseñando una cara más crítica.
Esto se explica desde la perspectiva de que en Argentina es un intocable y el director serbio,
Emir Kusturica, tiene una gran amistad con Diego. Por su parte los franceses aparentemente
pueden ocupar un lugar más neutral a la hora de representar la realidad y la influencia social
de Maradona como referente mundial. Podríamos decir en otros términos, que el trabajo de

1
ALABARCES, P. (2002). P. 78.
2
RODRÍGUEZ, M. ; VILLANEDA, A. (2003). P. 170
3
Sobre el sentido del “cosmpolitismo” como categoría analítica –cultural, histórica e incluso comercial-
vinculada a la realización documental y a su producción textual, pueden verse los trabajos de D. Levy y N.
Sznaider. “The Holocaust and the Formation of Cosmopolitan Memory.” European Journal of Social Theory. 5,
1: (2002), 87-106, y de T. Ashuri “Television tension: national versus cosmopolitan memory in a co-produced
television documentary.” Media, Culture & Society, 29, 1: (2006), 31-51.
4
Dirigida por Javier M. Vázquez.
5
Dirigida por Jean-Cristophe Rosé.

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Rosé se sitúa en un plano más cercano a la observación, entendido en forma de propuesta que
apela a la objetividad.
Los tres materiales constituyen una herramienta biográfica básica de la personalidad a
analizar. El empleo de imágenes de archivo se repite en todos los documentales, y además son
prácticamente las mismas6. De este modo las narraciones siguen un orden racional
cronológico en lo que respecta a su carrera futbolística, aunque asimismo incorporen saltos en
el tiempo cuando los temas a tratar trascienden lo deportivo. Son justamente estas imágenes
de archivo las que muestran la locura colectiva que se origina en el pueblo no sólo cuando
Maradona acierta a introducir la pelota en la portería, sino, sobre todo, cuando pueden verlo y
tocarlo. El acercamiento del “mesías con las masas” que da lugar a una fusión, es lo que
produce, en mayor grado, la hiperemotividad que genera la figura de Diego Armando
Maradona y que se intenta recrear desde estas miradas documentales.
Hay que tener en cuenta que la figura del futbolista argentino no constituye un caso
único de deportista sobre el que se ha querido realizar un análisis histórico-deportivo
mediante el documental. La trayectoria boxística de Muhammad Ali, contraponiendo su
figura a la de otro arquetipo deportivo –más silencioso y con menos aura mediática- como era
Foreman, quedó plasmada en Cuando éramos reyes7. Como en el caso de Maradona, lo
meramente deportivo va a quedar entremezclado con aspectos de otro tipo, como puede ser la
reflexión sobre las estrategias de propaganda política en Zaire tomando como referencia el
combate entre los dos púgiles arriba nombrados. Dirigido por Leon Gast y estrenado en 1996,
consiguió el Óscar al mejor documental de largometraje8. Dentro del mundo del fútbol, y
aunque en este caso sea más una película de ficción que relata la vida de tres jugadores,
encontraríamos Con los mismos colores, de Torres Ríos (1953). En ella se retrata la vida de
tres jugadores argentinos, Alfredo Di Stefano, Mario Boyé y Tucho Méndez, de tal manera
que se narra su ascenso al estrellato y la importancia que para el argentino tiene el jugar en la
Selección nacional (el primer gran sueño de Maradona).
Es de relieve que en el primero de los citados materiales que nos han servido como
base para el estudio, Amando a Maradona, se emplea un juego de fondos de tal manera que,
cuando habla de las penurias alimenticias de la familia o de su coqueteo con el mundo de las

6
El uso de imágenes de archivo suele dar un cariz más de realidad al documental.
7
Título original, When We Were Kings.
8
Dentro del género documental la academia de Hollywood establece dos categorías: producciones de menos de
40 minutos de duración y las que superan ese tiempo (incluidos los créditos).

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drogas, él aparezca en primer plano sobre el negro del fondo (aunque no siempre es así, sí
ocurre en la mayoría de las escenas). Está rodeado pues por una luminosidad facial que le
dota de un aspecto místico. Si se está refiriendo a lo meramente profesional, el fondo tendrá
un mayor colorido: el fútbol es lo que le da la vida y por lo que dio su vida.
Dando un paso más, podemos realizar una clasificación según la forma del montaje y
según la modalidad de presencia y visibilidad del realizador en la estructura narrativa, pues el
texto audivisual varía según la tipología ante la que nos encontremos. Para ello nos basaremos
en la clasificación propuesta por Bill Nichols9. Así, mientras Amando a Maradona y Un
gamin en or entrarían dentro de la lógica del documental expositivo, Maradona by Kusturica
constituiría un híbrido, cuyos ingredientes principales estarían tomados de las modalidades
interactiva y reflexiva. En el primero de los casos existe un narrador omnisciente que se
dedica a explicar lo que vemos (amén de que en Amando a Maradona el propio Diego tenga
su protagonismo en forma de testimonio), haciendo hincapié en la impresión de objetividad y
de juicio bien establecido. Además, en el montaje se rompe la continuidad espacio-temporal
para dar supremacía a una continuación retórica que sirva de esqueleto al texto audiovisual.
Por su parte, Kusturica realiza un documental en el que no se limita a ser el ojo
cinematográfico, sino que se convierte en actor, se deja ver en lo que llamaríamos una
participación abierta. Y se deja oír en términos reflexivos ya que el texto narrado se establece
dentro de unos parámetros. retóricos y metafóricos fruto de pasar la información por el filtro
de su manera de sentir y ver, de la captación individual del mundo que le rodea. La misión del
montaje de este tipo de documental en el que el productor se convierte en interventor, es la de
mantener una continuidad lógica entre los puntos de vista individuales.
Todo lo anteriormente expuesto queda reflejado con fidelidad en las ideas
desarrolladas en la obra de Alabarces10:

“Estos productos audiovisuales de ficción11 exponían las esperanzas de un sector para


el cual el deporte (en especial el fútbol, ya profesionalizado) se convertía en una
posible ruta hacia el éxito económico y la fama. Los héroes deportivos, en cuanto
iconos del concepto de igualitarismo propio de las sociedades modernas, interpelan a

9
NICHOLS, B. (1997). Pp. 65-114.
10
ALABARCES, P. (2002). P. 78.
11
La idea de que el documental es parcialmente una obra de ficción está inserta a lo largo del texto de
NICHOLS, B. (1997).

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los ciudadanos, en su condición de simples mortales, a reconocerse en la idea de
meritocracia que supone la igualdad formal de oportunidades y de acceso a los
recursos”.

CONSTRUCCIÓN MEDIÁTICA DE LA REALIDAD


Cada vez es más frecuente que los medios de comunicación se pongan al servicio de la
creación de imaginarios colectivos y rodeen con sus focos a las figuras que más interés
despiertan en el conjunto de la opinión pública. La popularidad que pueda alcanzar un genio
de la pintura, de la música, del cine o del mismo deporte, que es tema central de este trabajo,
depende en gran medida de cuándo y de qué manera se canalicen los contenidos a través de
los Mass Media, que ejercen como dioses supremos de una serie de personajes que podríamos
considerar como “subdioses” sometidos a los designios de estos instrumentos comunicativos.
La posibilidad de acercarnos a las informaciones desde diferentes puntos de vista
enriquece la construcción de los llamados mitos que se elevan por sus virtudes sobre el resto
de los mortales. Es cierto que muchos de los documentos a los que tenemos acceso, sobre
todo desde la entrada en este cosmos de la Red de redes, son tendenciosos. Pero no es menos
cierto que, desde que el sujeto se apropia del derecho de plasmar una realidad, esta deja de ser
objetiva para pasar a ser subjetiva, en tanto en cuanto la objetividad en términos absolutos es
una auténtica entelequia.
La figura central en la que nos apoyamos es, como ya se ha comentado, el futbolista
Diego Armando Maradona. Pero la configuración de mundos en torno a figuras populares van
más allá del terreno deportivo. Podemos citar dos ejemplos muy cercanos a la construcción de
estos semidioses. Por un lado tenemos a Elvis Presley, conocido como El rey. El fanatismo de
las masas lleva a muchos hombres a casarse en Las Vegas no sin antes haberse enfundado en
un atuendo al más puro estilo rocanrolero. Cada año, conmemorando la fecha de su muerte
(16 de agosto de 1977) miles de seguidores recorren kilómetros a pie, encendiendo velas en su
camino, hasta la tumba de su ídolo en Memphis. El otro ejemplo sería Marilyn Monroe. En el
cuadragésimo primer aniversario de su muerte, 5 de agosto de 2003, multitudes de seguidores
se reunieron para celebrar una misa en la capilla del cementerio Westwood Village Memorial
Park, en la ciudad de Los Angeles, donde descansan sus restos desde 1962.

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Las celebraciones que se establecen suelen tener un cierto carácter religioso, como
también veremos más tarde con nuestro tema de estudio. Lo característico de Maradona es la
capacidad para elevarse como mito y leyenda en vida, y no en muerte como los dos ejemplos
a los que hemos recurrido.
Pero lo que une a estos tres personajes es el carisma que fueron capaces de desarrollar
a partir de sus quehaceres profesionales. O lo que Charles Lindholm12 define como “liderazgo
carismático”, que suscita el interés de sus congéneres y da lugar a un culto en términos
religiosos. Advierte además que, en tanto en cuanto los liderazgos suelen ser masculinos, es
bastante menos frecuente que la figura de una mujer sea el centro de las veneraciones. Pero
como hemos visto en el caso de Marilyn, las hay.
El carisma en el caso de Maradona es entendido como una fuerza magnética que le
convierte en líder dentro del campo (los jugadores le buscan en la cancha para darle la pelota
y que sea él quien tome la decisión y resuelva), y fuera (multitudes de fanáticos, seguidores
que son capaces de pagar incluso para verle durante en periodo de tiempo cortísimo). De este
modo, podríamos entender este carisma como la capacidad que tiene un ser humano para
dotarse de una serie de seguidores que desean emular las hazañas del modelo, del ejemplo, de
ese espejo en el que se miran, todo ello a base de su trabajo, de su forma de vida y de los
modos de actuar y hacer que le caracterizan.

IDOLATRÍA EN TORNO UNA FIGURA CONTROVERTIDA


Dice José Ignacio González Faus13 que “el ser humano necesita ídolos reconocidos o
no, porque necesita dar un sentido, una fundamentación y un carácter unificador a su
existencia que experimenta tantas veces como arbitraria, carente de objetivos y dispersa”.
Desde este punto de vista, la imagen de Maradona como ídolo en tanto en cuanto se erige en
la bandera de las clases bajas argentinas que ven en su figura la posibilidad de ir ascendiendo
desde los barrios más pobres hasta erigirse en el centro de la humanidad, teniendo como
referencia básica que el fútbol es considerado como una suerte de “Imperio de Carlos V”, en
el que nunca se ponía el sol. Ello permite constatar una cierta necesidad de crear ídolos a
nuestra imagen y semejanza que nos hagan soñar con que nosotros mismos podemos ser los
elegidos, ya que el hombre es idólatra desde el planteamiento inicial de que es ególatra.

12
LINDHOLM, C. (1997).
13
VV.AA. (2004). P. 13.

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Consiste en una humanización de las deidades que alimenten el sueño de poder divinizarnos
nosotros mismos a base de trabajo.
Se da una cierta controversia entra la magnificencia de Diego Maradona y la cantidad
de actividades a las que se ha dedicado en el pasado que puedan revestir una duda moral a la
hora de elevarlo a los altares que cada cual pueda tener en su casa. Para poder considerar a
este jugador como un semidios bajado del Olimpo, hay que trazar una línea muy clara entre lo
que él mismo denomina Diego-hombre y Diego-futbolista, es decir, entre lo personal y lo
profesional.
Considerado por muchos el futbolista más popular de todos los tiempos, es capaz de
reunir a una multitud en torno a su figura. Es un hecho más que evidente que por su carisma y
por la manera de desenvolverse con la pelota, y tal como se estableció por votación
internáutica organizada por la FIFA14 en el año 2000 en el que las personas con acceso a esta
herramienta decidieron, con el 53,6% de los votos15, que Maradona era el mejor jugador del
siglo XX. Estamos hablando de una votación con jurado popular. El premiado en su discurso
no se olvidó de todas esas personas que con un clic de ratón habían apostado por él, pues
advirtió a todos los presentes que “los jugadores no somos nada sin la gente”. Este recuerdo
continuo a la necesidad de seguidores para poder seguir siendo el centro mediático de la
realidad es una retroalimentación: digo que te necesito para que tú me necesites en el centro
de tu vida.
Los principios morales de los que hablábamos antes fueron a los que acudió la FIFA,
(pudieran buscar una persona referente para los más jóvenes, alejado de drogas y escándalos)
para justificar la repetición de la votación, esta vez con miembros de la propia asociación y
dar como vencedor a Pelé, una figura que parecía encarnar unos valores mucho más acordes
con los que una asociación deportiva como la FIFA pretende querer inculcar.
Es aquí donde enlazamos con el punto más controvertido del astro argentino: su
drogodependencia. Esto pudiera ser motivo suficiente para que cayera del altar mesiánico en
el que se le había instalado. Pero lejos de ello, y como veremos un poco más adelante, el
pueblo se echa a la calle cada vez que tiene una crisis y necesita asistencia médica.
El hallazgo de Diego consiste en mantener la admiración de la gente aun cuando toma
caminos poco acertados. En una de las múltiples canciones, La mano de Dios, se alude a “si

14
Diario Clarín (2000).
15
El segundo puesto lo ocupó Pelé con algo más del 18%.

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Jesús tropezó, ¿por qué no lo iba a hacer él?”. Cuando es suspendido durante el Mundial de
EE.UU. (1994), los argentinos se echan a la calle en un llanto colectivo. No comprenden
cómo, por un componente al cambiar de marca comercial de unas vitaminas, pueden
arrebatarles a su capitán. La prensa de su país y la gente en general querían no que ganara
Argentina el Mundial, sino que lo hiciera Diego, porque era un héroe que había trabajado muy
duro para llegar a tiempo a la cita.
Quizás es su arrepentimiento, el dar la cara y reconocer que se ha drogado, lo que le
concede una credibilidad enorme ante la opinión pública. De hecho, en una de las
conversaciones con Emir Kusturica se atreve a decir que: “¿Sabés el jugador que hubiese sido
si no hubiese tomado cocaína? ¡Qué jugador nos perdimos!”.
Y de la misma manera que la cocaína supuso su droga, él se convierte en la droga de
muchos seguidores que confiesan sufrir una “diegodependencia”16. Queda de manifiesto en la
cantidad de tatuajes que se han realizado a lo largo y ancho del mundo, no sólo con la cara, un
dibujo de su ídolo celebrando una victoria o la propia firma del futbolista, sino también con el
rostro del Ché Guevara o de Fidel Castro en los mismos lugares que los lleva su figura a
emular. Los hay que se besan el tatuaje a la vez que lloran. Otros se dan golpes de pecho
aludiendo a que “El Diego” es lo más grande de su vida junto a su familia. E incluso están los
que se dejan la totalidad de su primer sueldo en plasmarse en la piel ese recuerdo indeleble
que les permita llevar consigo siempre a su dios.
Pero nos son las drogas lo único que pudiera establecer una controversia moral a la
hora de rendirle culto como un héroe de la hinchada argentina. Durante su estancia en
Nápoles se le acusa de mantener relaciones con la Camorra. El jugador se apresura a salir en
el canal de televisión RAI desmintiéndolo. Ahí quedará una sombra gris de lo que fue o
pudiera haber sido.
Siempre más que un futbolista, hay que aludir a sus posicionamientos políticos, que no
ha ocultado en ningún momento. Íntimo amigo de Fidel Castro, al que entrevistó en el
programa que condujo en una televisión argentina, La noche del 10, ha sido crítico y
contundente con las acciones militares y políticas emprendidas durante la era Bush en EE.UU.
Ha llegado a llamarle basura y a participar en un mitin en Buenos Aires al lado de líderes
latinos bastante controvertidos como Hugo Chávez o Evo Morales, pidiendo el desmarque de
los pueblos de la América Latina de las posturas emanadas del norte de América.
16
VILLORO, J. (2006).

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Y de esta situación de conjunción de fútbol y política se han aprovechado
constantemente los dirigentes del país que se han ido sucediendo. Si Mario Kempes fue el
estandarte en el que se apoyó el General Videla, Diego Armando Maradona supuso la
herramienta propagandística de Menem. Los políticos suelen ir a “hacerse la foto” con el
deportista de turno para ganarse el cariño del pueblo y, en ocasiones, intentar arrancar de esta
manera un puñado de votos en las urnas. Obviamente ésta es una estrategia que no se ha
inventado en Argentina. Basta ver las recepciones oficiales que se realizan en España en La
Zarzuela o en La Moncloa, cuando un equipo, ya sea una selección nacional o un club
deportivo, consigue un hito importante. Por recordar una anécdota, en una de las visitas del
Real Madrid a la residencia de los monarcas, el Rey Juan Carlos I se acercó al defensa
Roberto Carlos para bromear sobre su aparición en un anuncio comercial de unos conocidos
postres.
Las palabras de Patrick Mignon17 pueden ilustrar de un modo más exacto la
importancia que las hinchadas tienen en el mundo de la política:

“A lo largo de tres decenios en Italia o en España, dos en Francia y aún más en


Argentina, se ha ido consolidando una fuerte y enérgica hinchada, que debido a su
número de miembros y fidelidad resulta difícilmente soslayable por parte de los
presidentes de los clubs que intentan movilizar al público o por quines, a través del
fútbol, tratan de obtener influencia social y política (...) En Argentina, este fenómeno
se ve potenciado por el hecho de que los hinchas son a la vez clientes de los
propietarios de los clubs que respaldan durante sus campañas políticas, o en ocasión de
los conflictos que les enfrentan a algunos jugadores y entrenadores”.

Lo cierto es que, como narra Jean-Cristophe Rosé, en Argentina se van sucediendo los
presidentes, pero el verdadero representante del pueblo permanece en su poltrona, porque a
“El Diego” no le mueve nadie como número uno de los argentinos ilustres. En esta línea,
Kusturica llega a la conclusión de que, en un mundo copado por líderes corruptos que hacen y
deshacen a su antojo, la encarnación sociocultural del verdadero liderazgo popular se concita
en figuras como Maradona. Y esto, como explica H.F. Moorhouse 18 hace que “el fútbol pueda

17
BONIFACE, P. y otros (2006). Pp. 43-44.
18
BONIFACE, P. y otros (2006). P. 52.

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convertirse en un cómodo sustituto simbólico de una identidad real en términos nacionales o
regionales”. En este sentido, constituye una anécdota curiosa la representación audiovisual de
la ideología política del jugador argentino empleada por Kusturica en su producción. Recrea
“el gol del siglo” mediante una serie de elementos de postproducción, en los que unas
caricaturas de la Reina Madre, Carlos de Inglaterra19, Toni Blair y George W. Bush son
regateados por un hábil Maradona. Sirva la metáfora para dejar aún más claros los principios
políticos por las que se rige un futbolista, para el que la alineación ideológica de una figura
popular, carismática es esencial para intentar virar el rumbo, en este caso, de todo un
continente. Esto puede ser entendido en términos de compromiso social con sus congéneres.
En este sentido también, podríamos recordar cómo el partido de cuartos de final de
Copa del Mundo, celebrado en el estadio Azteca de México en el Mundial de 1986, es
reivindicado como una revancha por todos los muertos de las Malvinas. Representa la victoria
de un país económicamente más débil sobre la que fue su metrópolis colonial, con todas las
connotaciones políticas que quieran adherírsele.
Por encima de estas cuestiones del ámbito político, existe un culto laico a su figura.
Dos chicos argentinos, desde que estudiaban en los niveles más básicos del instituto, daban
vueltas sobre la manera en que humildemente podían rendirle un homenaje a su ídolo.
Encontraron un pequeño arroyo que carecía de nombre y le dotaron de la identidad de Arroyo
Maradona, proporcionando su cauce agua “maradoniana”. Siguiendo la lógica populista antes
considerada, y habiendo tantas calles con nombres de políticos que han robado y que están
corruptos, ¿cómo no crear un símbolo con el nombre de alguien que tantas alegrías, desde el
terreno futbolístico, ha dado no sólo a los argentinos sino a la población mundial? Esta es la
pregunta en la que fundamentan su acto, y el acto en sí es la respuesta a la cuestión.

CONSTITUCIÓN DE UNA RELIGIÓN


Hablemos ahora de un hombre religioso al que no le gusta que le comparen con Dios
porque, como dice en Amando a Maradona, “Dios es lo más grande”.Y sin en embargo le es
imposible frenar una doctrina en la que el centro de las plegarias es él: la llamada Iglesia
Maradoniana. Una religión de refuerzo mitificador, que está dotada, como toda creencia, de
un supuesto ser superior, de multitud de símbolos y dogmas de fe. Rituales que giran en torno

19
Sobre éste Maradona dijo que se negó a conocerle a pesar de los deseos del príncipe por hacerlo, porque jamás
dará una mano que tiene tanta sangre.

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a la vida futbolística y, en algunos privada, del 10 de Argentina. Este fenómeno parece
expresar con nitidez contundente lo considerado por Xavier Batalla en referencia a la
dimensión catártica del fútbol, al estimar que puede estimarse que “en América Latina, donde
la principal esperanza sigue estando en los estadios, (el fútbol) también es una religión”20.
Todo comienza como una broma entre dos amigos que, el 30 de octubre de 1998,
deciden celebrar la “navidad maradoniana”, coincidiendo con el 38 cumpleaños de su ídolo,
estableciendo 1961 como el año 1 D.D. (después de Diego). A partir de ahí se desataca la
locura colectiva por adorar al nuevo mesías. Hablamos de figura mesiánica en tanto en cuanto
la vida de Diego Maradona está marcada por una serie de circunstancias que le confieren ese
tratamiento. Sus constantes relaciones con la cocaína se han llegado a comparar con el
Calvario de Jesucristo, sólo que “El Diego” no fue condenado por sus pecados, sino que la
gente lo absolvió una y otra vez librándole de la crucifixión.
Hablo de la última vez que pisó el campo de juego de La Bombonera21, un templo con
una capacidad para 49.000 espectadores22. Las gradas enloquecieron cuando su ídolo, desde el
centro del campo, pronuncia las palabras mágicas que serán la base del primer mandamiento
del decálogo por el que se rige esta curiosa Iglesia: “El fútbol es el deporte más lindo del
mundo. Porque uno se equivoque, la pelota no se mancha. Yo me equivoqué y pagué”.
Iluminado por los focos del estadio, la silueta de Maradona en medio del gentío se identifica
con un ídolo al que las multitudes aplauden y vitorean coreando su nombre. Es en este
momento cuando el dios se hace humano y llora. Es un mesías con el que la gente puede
identificarse, porque tiene sentimientos parecidos a los que ellos puedan experimentar. Y este
detalle sirve para la identificación de las masas que se ven reflejadas en un Cristo moderno de
carne y hueso.
Podemos establecer otro paralelismo religioso cristiano con las apariciones públicas
del futbolista desde un balcón en Nápoles saludando a la gente que enloquece porque asoma
la mano y les saluda. ¿No es acaso similar a las apariciones que cualquier Papa haya hecho
ofreciéndose a los congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano? Y una vez se ha
dirigido a sus adeptos, emprende un recorrido en coche en el que se abre paso a duras penas,
echándose los fanáticos a un lado y otro del camino como si se abrieran las aguas del Mar
Rojo obrándose el milagro de poder atravesar las calles de Nápoles.
20
BONIFACE, P. y otros (2006). P. 3.
21
Esto se produjo el 10 de noviembre de 2001.
22
El dato ha sido extraído de la página web oficial de Boca Juniors: www.bocajuniors.com.ar/la-bombonera

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Volviendo a la redención de sus pecados, tras esa aparición en el templo sagrado de
Boca Juniors, volverá a coquetear con las drogas (esta vez fue la ingesta de alcohol lo que le
llevará a la hospitalización23) y, de nuevo, su pueblo no sólo le perdona sino que además le
rinde culto elevando altares y plegarias para su recuperación, para que no muera la llama que
azuza el fuego de las esperanzas de millones de seguidores de todo el mundo. Se le hacen
ofrendas florales en la misma puerta de la clínica, se encienden velas, se colocan fotos o
dibujos con su imagen... Es la máxima expresión de la fuerza magnética que es capaz de
irradiar alguien con carisma. A su vez, cuando el Nápoles estaba a punto de ganar su primera
Liga italiana en 60 años de historia, las calles de la ciudad se llenaron de pequeños altares,
como los de los pasos de un vía crucis, en los que se colocaban fotografías de su ídolo a modo
de estampa y flores rodeándolo.
En cuanto a los rituales y símbolos de la Iglesia Mardoniana son muchos y siempre
han tomado como referencia y paralelismo las ritualidades de ascendente cristiano. Si la
Biblia es la “palabra de Dios”, “la Palabra de Diego” queda plasmada en la obra que él mismo
escribió con ayuda de dos periodistas, Daniel Arcucci24 y Ernesto Cherquis Bialo25, y que
sirve de libro sagrado a los congregados en las celebraciones en el pub Cocodrilo Buenos
Aires, lo que sería el templo donde se reúnen los que practican esta religión laica: hablamos
del texto de Yo soy El Diego.
Cuentan con un Padre Nuestro y con canciones sacras versionadas, como puede ser el
Ave María. Su cáliz es una pelota que representa el amor de Maradona por el fútbol, que a su
vez está rodeada con una corona de espinas, símbolo de los límites del terreno de juego. Los
supuestos sacerdotes visten sotana con el 10 a la espalda, y los feligreses cuidan mucho llevar
alguna camiseta de su ídolo. A su vez, fuera de lo que sería la celebración de la Misa, hay otra
serie de rituales iniciáticos. Por un lado, para entrar a formar parte de esta comunidad, es
necesario emular el gol de La mano de Dios. Una vez encarada la portería y habiendo
rematado con la mano izquierda la pelota a la red, se hace entrega de una camiseta que lleva la
leyenda “D10S”. También existen ceremonias de boda para lo que es necesario que ambos
contrayentes sean miembros de la Iglesia y que acepten como segundo nombre el de Diego.

23
Ingresa en el hospital el 16 de mayo de 2007.
24
Es colaborador de la revista El Gráfico (la más antigua de las publicaciones deportivas vivas en
Latinoamérica, cuyo primer número vio la luz el 30 de mayo de 1919) y jefe de la redacción de deportes del
diario generalista La nación.
25
Actualmente director de medios y comunicaciones de la Asociación de Fútbol Argentina (AFA).

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La unión queda plasmada con un remate a gol del novio que enloquece dando vueltas al
estadio.
Maradona significa la deidad máxima que es capaz de que los hombres (entendidos
estos como género masculino) aparten una de las pasiones más básicas como es el deseo
sexual por las bailarinas de la discoteca a las que no sienta demasiado bien que, en vez de
atender a su ligereza de ropa, los asistentes al templo se recreen con las imágenes de El Diego.
Constantemente están pasando por las pantallas de Cocodrilo Buenos Aires jugadas y goles
del ídolo que hacen que los hombres desvíen la atención hacia los televisores. Esto es algo
que se refleja en el film de Kusturica, pues él mismo asiste a una comida en el pub y se olvida
de las strippers para centrar su mirada en el visionado de algunas de las jugadas de Maradona.
Atendiendo a la definición que hace Rocher de cultura26, podremos establecer rasgos
distintivos de tipo cultural en este conjunto de personas que se reúnen dado una serie de lazos
que les une. De este modo, la cultura podría entenderse como:

“un conjunto trabado de maneras de pensar, de sentir y de obrar más o menos


formalizadas, que, aprendidas y compartidas por una pluralidad de personas, sirven, de
un modo objetivo y simbólico a la vez, para constituir a esas personas en una
colectividad particular y distinta”.

No hay lugar a la duda de que el modo de actuar de este grupo de seguidores esta
movido por una serie de formas de pensar, de obrar y, sobre todo, de sentir, puesto que
hablamos de experiencias de hiperemotividad que exaltan las pasiones del ser humano. De la
misma forma, son una colectividad particular y, por encima de todo, que ensalza señas de
identidad y reconocimiento basadas en la distintividad. En estos términos podemos señalar un
arraigo cultural en torno a la figura carismática de Maradona. Se dan unas condiciones de
identificación y de deseo de pertenencia a un grupo que les desvíe del arrinconamiento social.
Dicha identificación vendría dada por una doble vía. En un primer lugar, hablaríamos
de que Diego no es argentino, sino la Argentina misma. De pequeño soñaba jugar con la
camiseta de la selección nacional porque “es el equipo de todos los argentinos”. Con estas
palabras es capaz de hacerse con el apoyo de la gente de la calle que comprueban cómo la

26
ROCHER, G. (2006). P. 111.

208 Ana Guerra Martín


humildad reside en el deseo de jugar por y para su país. Pero por otro lado es la identidad del
argentino criollo, que crece en una familia en la que no todos los días se come decentemente,
anda con la ropa justa y forja su fútbol en un potrero. El milagro de contar con una “zurda
inmortal”27 dedicada al gambeteo que le permita retirar del trabajo a su padre y sacar a su
familia de Villa Fiorito hacia un lugar con una serie de comodidades que la Tota 28 considera
auténticos lujos. En esta línea, en su familia no sólo se sienten como auténticos privilegiados,
sino que además valoran el juego de Diego. Uno de sus hermanos, el Turco, declara que “mi
hermano es un marciano y eso es algo que nadie puede negar”, cuando es preguntado si él
aspira a llegar tan alto. Y el propio Maradona advierte que el mayor “maradoniano” es su
propio padre, Don Diego.
Es, pues, el argentino que escala posiciones sociales desde lo más bajo, y cuyo ascenso
puede irse viendo según sube las categorías futbolísticas: desde la 9ª, con Argentinos Juniors,
hasta jugar en 1ª con Boca Juniors. En el fichaje de Diego por este equipo reside otra de las
señas de identidad del argentino: la fidelidad hacia unos colores. River Plate, el máximo rival
de Boca Juniors, le hace una oferta mucho más cuantiosa. Su raza y la promesa que de niño le
había hecho a Don Diego, que jugaría algún día en Boca, le hacen rechazar a River para jugar
en La Bombonera.
Bien es cierto que tiene la gran suerte de nacer en Argentina. Esto hace buena la idea
genérica de que el carácter latino es mucho más cálido y más dado a encumbrar a sus
pequeños salvadores. La pasión con la que se vive el fútbol en América del Sur no es
comparable a cómo pueda hacerse en ningún otro lugar del mundo. Recordemos, por ejemplo,
como un partido entre selecciones nacionales, la de Honduras y la de El Salvador, da lugar en
1969 a un conflicto armado entre estos dos países29.
Probablemente, si Maradona hubiese nacido, por ejemplo, en alguna ciudad europea
no habría sido objeto de alabanzas, ni los medios de comunicación le hubiesen prestado ni una
tercera parte de interés del bombo que se le ha dado. Esto lo explica de una manera
contundente Raffale Poli en su artículo “Identidades nacionales y globalización”30:

27
Así la denomina Rodrigo en la canción de La mano de Dios.
28
Madre de Diego Armando Maradona.
29
KAPUCINSKY, R. (1992).
30
BONIFACE, P. y otros (2006). P. 48.

209 Ana Guerra Martín


“Al subrayar la existencia de un estilo nacional, el fútbol se convierte asimismo en un
laboratorio para la construcción de una identidad. Es sobre todo el caso de Brasil y
Argentina. En dificultades económicas, estos dos países encuentran en el fútbol una
seña de identidad de la mayor importancia... Como bien dijo el antropólogo Eduardo
Archetti, en el estilo de juego argentino se dan cita cualidades consideradas inherentes
a la población argentina: la elegancia, la habilidad, el descaro y la agudeza”.

REPERCUSIÓN MUNDIAL
En su libro, Maradona recuerda el momento en el que se dio cuenta de la repercusión
mundial que tenía como ídolo de masas. Fue en Costa de Marfil cuando “se me acercaron
unos veinte, y uno de ellos me saludó y me dijo: Pelusa... ¡Pelusa, me dijo! ¡Un negrito de
Costa de Marfil”.
Es evidente que los medios de comunicación han jugado un papel esencial en el ritual
de convertirle en mito fuera y dentro de su patria. El que en África se conociera el apodo con
el que le llamaban en Fiorito, no sólo emociona a Diego, sino que nos da ejemplo de la
tremenda repercusión mediática del futbolista. Allá donde vaya hay un séquito de cámaras y
micrófonos que se pelean por tomar una declaración o una imagen de una estrella que
ejemplifica a la perfección el fenómeno del star system. Que en una sociedad como la de
nuestros días, en la que las telecomunicaciones están al servicio de un amplio porcentaje de la
población, seamos capaces de identificar figuras con tanto detalle, puede que no sea algo
asombroso. Pero hay que tener en cuenta que la anécdota de Costa de Marfil sucedió en el año
1981.
El día de su presentación en el estadio napolitano de San Paolo, 80.000 personas31
pagaron su entrada para verle únicamente “haciendo jueguito” durante unos diez minutos en
el medio del terreno de juego. Pero es que en los días previos a su contratación, ante las dudas
de que el club italiano, que acababa de salvarse del descenso, pudiera desembolsar la suma
que pedía el Fútbol Club Barcelona, muchos seguidores realizaron huelgas de hambre e
incluso se encadenaron al estadio pidiendo al presidente del club que hiciese los esfuerzos
económicos que fuesen necesarios. Lo mismo sucedió cuando estaba a punto de ser
traspasado al Sevilla.

31
Esta cifra varía según las fuentes consultadas, entre 60.000 y 80.000 espectadores. Pero en cualquier caso, se
considera que la cifra es lo suficientemente abultada tanto en un caso como en otro.

210 Ana Guerra Martín


Antes hemos comentado que las gentes pudieran verse reflejadas en un tipo que sale
de los barrios más pobres de Buenos Aires para encumbrarse en los altares. Es este carácter de
haber crecido con muy poco lo que lleva al pueblo napolitano a establecer una identificación
con su nuevo ídolo. Nápoles es una ciudad del sur de Italia que, hasta la llegada de
Maradona32, estaba ligada a una representación mediática muy negativa, asociada con la
violencia, la corrupción o la conflictividad. Los seguidores agradecen al argentino que, a
partir de su llegada, el nombre de una ciudad que es acosada por un racismo populista y
neofascista desde una cierta cultura política del norte del país, pueda también ser conocido en
el mundo a través de los medios interesados por seguir la peripecia de un chaval que hace
maravillas con la pelota en los pies.
Es tanto el amor de esta gente por su ídolo que, en el Mundial de 1990 celebrado en
Italia, el seleccionado argentino elimina en la tanda de penaltis a la anfitriona en el mismo
estadio de San Paolo. El encargado de ejecutar el último disparo es Diego. La gente, lejos de
silbarle, abuchearle o tratarle como un traidor que les ha dejado fuera de la final para la que
eran favoritos, ovaciona a su dios, a su héroe. En la obra Dios es redondo, el periodista
mexicano Juan Villoro relata cómo después de este encuentro marchan a cenar a un
restaurante chino y un camarero de esta nacionalidad, envuelto en una bandera albiceleste,
grita: “¡Viva Maradona!”. Su internacionalidad queda de manifiesto de esta manera.
Tampoco el mundo de la música ha querido obviar a un ser que da mucho juego a la
hora de componer letras. Podemos nombrar a artistas de su patria como Rodrigo o Charly
García. Pero también podemos acordarnos de Manu Chao o de un grupo de cantantes cubanas
que elaboran un son puesto que para ellas Maradona es medio cubano por los largos periodos
que ha pasado en la isla y la propaganda que hace de ella.
A propósito de esto, podemos establecer un paralelismo entre Diego y su gran ídolo,
Ché Guevara. Ambos son considerados argentino-cubanos y revolucionarios. La decisión con
la que afronta las vicisitudes de la vida es lo que convierte al discípulo Maradona en un ser
lleno de carisma que inunda con su presencia los lugares que visita. Lo cierto es que, desde
que fichara por Boca Juniors, el propio ídolo dice que no puede visitar ninguna parte del
mundo sin que a su lado se agolpen las multitudes para pedirle un autógrafo o simplemente
tocarle. Por otro lado, parece una impresión estereotipada estimar que para la comunidad
argentina el mejor jugador de todos los tiempos es su compatriota. En Brasil hay división de
32
La presentación oficial tiene lugar el 17 de julio de 1984.

211 Ana Guerra Martín


opiniones: están los que se decantan por Pelé, pero también hay un buen número de
seguidores de Maradona. Sería impensable que en Argentina encontrásemos una corriente pro
Pelé tan grande como la brasileña a favor del argentino. Y esto a pesar de las sabidas
diferencias entre ambos futbolistas.

CONCLUSIONES
El carisma es el ingrediente fundamental que debe impregnar a aquel que ha sido
llamado a ser el centro de las miradas y de las cámaras, tanto por la controversia que pudiera
levantar con sus actuaciones, como con los piropos que se desprendan del buen hacer
profesional de lo que denominaríamos como ídolos laicos.
La búsqueda de un yo externo al que podamos compararnos en tanto en cuanto estén a
nuestro alcance sus logros, por ser un héroe de carne y hueso que ha ascendido a base de
trabajo, es una práctica cada vez más extendida en las sociedades contemporáneas. La
identificación con el artista de turno, que se ha hecho grande por su esfuerzo, es un deseo
incontrolable por parte de las pasiones inconscientes del ser humano. Pues esa grandeza reside
en gran medida en la cantidad de personas que sea capaz de aglutinar en torno suyo para
encumbrarle.
Hay que tener en cuenta que, a la hora de elevar plegarias por y para un ídolo que se
convierte en símbolo indeleble, concurren una serie de circunstancias emocionales inherentes
al hombre y que quizás hayan estado dormidas durante años para despertar a la llamada sacra
de una fuerza que les invita a rendir culto a un semejante con el que se sienten identificados.
Puede que estemos hablando de que, en un mundo que se presupone cada vez menos
ligado a la práctica de religiones, estén surgiendo nuevas doctrinas que llenen un vacío con el
que el ser humano no puede vivir: existe la necesidad real de creer en un alguien superior,
llámese Cristo o Maradona.
No estamos, pues, ante un mundo que aparque por completo las creencias religiosas,
sino ante un cambio de los valores por los que nos regimos para alcanzar una simbiosis con el
susodicho ídolo. Los tiempos cambian y con ellos cambian también las gentes, lo que da lugar
a una mutación de los principios por los que pueda regirse una comunidad de personas.
Por otra parte, el fútbol, lejos de ser un mero deporte que llama a la violencia de los
que se aburren en sus casas y van al estadio a descargar tensiones, es un marco de excepción

212 Ana Guerra Martín


para favorecer el intercambio cultural y servir de vía para una globalización que cada vez
penetre en más rincones de la realidad que se crea. Quizás haya muy pocos trabajos en los que
compartan actividad seres humanos de tan variada nacionalidad. Es pues un escenario
perfecto para potenciar la tolerancia ante la inmigración. Para todo esto, el canal idóneo de
transmisión de idearios y de imágenes son los medios de comunicación, que actúan como
potenciadores de algo que de por sí ya es suficientemente fuerte. Un mundo movido cada vez
menos por la razón, y más por el corazón que actúa como droga ante los problemas sociales
desprendidos de la política y el poder de la economía globalizada y homogeneizadora.
Cada domingo, miles de estadios en todo el mundo inoculan una dosis de somnífero al
parado, al divorciado o al que tiene problemas de cualquier tipo, para dotarle durante 90
minutos de una felicidad que se debe únicamente al culto sagrado al balón y a los que corren
detrás de ese esférico. Y, como no puede ser de otra manera, es Maradona la punta de un
iceberg del que no nos hacemos ni una mínima parte de idea de la resonancia que pueda tener,
pues da lugar a un efecto homogeneizador del pensamiento en torno a las figuras mediáticas.

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