XIV
1.- Introducción
A lo largo del siglo XIV se desarrolla un movimiento científico en Europa, sobre todo en las
universidades de París y Oxford, que constituye el antecedente medieval de la ciencia moderna. En esta
corriente científica del s. XIV aparecen ya los rasgos básicos que definirán la «nueva» ciencia que nace en los
siglos XVI y XVII, culminando en el XVIII en los Principia Mathematica Philosophia Naturalis de Newton. Entre
estos rasgos encontramos el intento de ofrecer una explicación de los fenómenos naturales desde coordenadas
estrictamente racionales, la preeminencia de la experiencia empírica, la crítica de las nociones metafísicas de
corte aristotélico y cierta tendencia a aplicar las matemáticas al estudio de la naturaleza.
El objeto de este tema es mostrar la influencia del pensamiento nominalista –o «terminista», como
algunos prefieren denominarlo –en el desarrollo de este movimiento científico. La influencia del nominalismo
en el desarrollo científico del siglo XIV no es, sin embargo, determinante del mismo. En efecto, muchos de los
científicos, cono Juan Buridan, eran críticos con las posturas nominalistas de autores cono Nicolás de
Autrecourt.
La influencia el nominalismo consiste en haber favorecido un clima intelectual crítico con la
tradición metafísica. El nominalismo permite desvincular a la filosofía de la teología y, a su vez, desvincula a
la filosofía de la filosofía aristotélica. En efecto, durante los siglos XII y XIII se reciben en Europa las obras más
o menos completas de Aristóteles. Para el pensamiento cristiano Aristóteles aparece como un sistema
filosófico completo, basado en la razón natural e independiente, tanto histórica como conceptualmente, de la
revelación. En principio esto representa un peligro para la fe. Por eso, durante el siglo XIII proliferan las
síntesis, entre las que destacan los sistemas de San Buenaventura, Duns Escoto y Santo Tomás de Aquino.
Pero estas síntesis sólo consiguieron una precaria armonía que iba a romperse en el siglo XIV con el
nominalismo.
Para mostrar cómo el nominalismo seculariza y des-aristoteliza la filosofía atenderemos, en primer
lugar, al principal de sus representantes en el siglo XIV: Guillermo de Ockham 1. Haremos una breve
introducción a los aspectos de su pensamiento más relevantes para nuestro tema: su lógica y su empirismo. A
continuación veremos cómo los conceptos de Ockham se desarrollan en el llamado movimiento nominalista,
exponiendo la crítica de su representante más radical: Nicolás de Autrecourt2.
Para terminar, expondremos los principales rasgos y autores representantes del movimiento científico
del XIV, poniendo de relieve no sólo la influencia del nominalismo, sino también su continuidad con la
ciencia del siglo XIII.
1
Respecto a la palabra ‘Ockham’, la he visto escrita también de otras maneras, como ‘Occam’ y ‘Ockam’. He
optado por ‘Ockham’ porque es la que más fastidia de las tres.
2
‘Autrecourt’ también lo he visto escrito, por ejemplo en el libro de Gilson que cito en la bibliografía, como
‘Ultricuria’. Me decanto por ‘Autrecourt’, que es como aparece en la Historia de la filosofía de Copleston por
tres motivos: para el primero véase nota 1. El segundo es que ‘Ultricuria’ suena a ‘urticaria’. El tercero es que
no veo la necesidad de traducir lo que no deja de ser un topónimo.
3
Es interesante ver cómo en el siglo XX Quine ha utilizado este mismo principio metodológico con
consecuencias, en mi opinión, realistas. Para ello, véase QUINE, W. O. v.: ‘Acerca de lo que hay’, en Desde
un punto de vista lógico, Orbis, Barcelona, 1984.
Palabra y concepto
Por otra parte, se distingue entre la palabra, ya sea hablada o escrita, y el concepto (terminus
conceptus o intentio animae). La palabra es el signo del concepto, y tiene un carácter convencional. El
concepto, sin embargo, es el signo natural de la cosa. Esto es, palabras distintas, ‘hombre’ y ‘man’ se refieren
al mismo concepto, que es algo que produce la mente de forma natural.
Teoría de la suppositio
Los términos (terminus conceptus) son capaces de referirse a cosas, de representarlas. Sin embargo,
un término sólo adquiere referencia en el seno de una proposición 4. Existen distintas maneras como un
término puede referirse a las cosas. La teoría acerca de estas maneras de representar es la teoría de la
suppositio. Según esta teoría, la suppositio puede ser de tres tipos:
(i) Suppositio personalis: el término representa a un individuo determinado: ‘el hombre corre’
(ii) Suppositio simplex: el término representa a un conjunto de individuos (el hombre es una especie)
(iii) Suppositio materialis: el término se representa a sí mismo (Hombre es una especie)5
4
Aquí Ockham se adelanta a la teoría de la referencia de Frege.
5
En la lógica moderna la diferencia entre suppositio formalis y suppositio materialis es la diferencia entre uso
y mención
6
Obsérvese la ruptura respecto de la lógica aristotélica de las Categorías, en la que no hay una distinción
nítida entre lógica y ontología. Aquí la lógica es un estudio de las palabras y sus relaciones que no hace
referencia alguna a la estructura ontológica del mundo, avanzando ya la concepción de la lógica moderna.
7
¡Cuidado! Ockham no lo llama así, ‘principio de inferencia existencial’ es un nombre que yo he puesto a la
doctrina ockhamista para referirme a ella con facilidad.
8
De nuevo bautizo una doctrina ockhamista por motivos de claridad y eficacia expositiva.
9
¿O tal vez es el genio maligno de Descartes?
mero acto psicológico, la cual sí puede ser creada en nosotros directamente por Dios, pues no implica la
presencia del objeto conocido.
2.3.2.- La causalidad
Aunque Ockham acepta la doctrina aristotélica de las cuatro causas, su análisis de la causalidad es
netamente empirista. Ockham aplica su principio de no inferencia existencial, de manera que, aunque se
puede saber que una cosa dada tiene una causa, el mero examen de esa cosa determinada no nos permitirá
saber cuál es esa causa. Para averiguarlo sólo podemos recurrir a la prueba experimental y a los métodos de
presencia, ausencia y exclusión11. La relación causal será sólo una determinada secuencia regular
completamente contingente y, por lo tanto, sólo cognoscible mediante la observación directa de la realidad.
10
En relación con la potentia dei absoluta, se llegaron a discutir asuntos tan peregrinos como si Dios podía
hacer que lo que ha pasado ya no haya pasado.
11
Estos métodos consisten en determinar a partir de una serie de posibles causas de un fenómeno cuál es la
que efectivamente lo ha causado, y esto se consigue poniendo y quitando las diferentes presuntas causas,
barajándolas según todas combinaciones posibles, y observar en qué casos el efecto se da y en qué otros no se
da.
El concepto de substancia es criticado como un caso particular de inferencia causal. Así, a partir de
los fenómenos o de las cualidades observables, inferimos la existencia de una substancia que sea el sujeto que
soporte dichos fenómenos y cualidades. En efecto, recordemos cómo Aristóteles explicaba el cambio
observable suponiendo una substancia que fuera el sujeto de dicho cambio. Pero esta inferencia, no es cierta,
pues no es reducible al principio de no-contradicción. Si los fenómenos y la substancia son cosas diferentes,
entonces su relación es contingente, no necesaria (recordemos el principio de independencia). Por lo tanto
pueden encontrarse relacionadas o pueden no estarlo. Nuestro conocimiento de dicha relación nunca gozará de
una certeza absoluta.
En la medida en que la metafísica de la causalidad y de la substancia-accidente eran el eje principal
de los argumentos tradicionales, éstos serán criticados apelando a la contingencia de estos principios. La
metafísica tradicional en general, y Aristóteles en particular, no son absolutamente ciertos. Se introduce,
además, una distinción tajante entre filosofía y teología que rompe el puente que entre las dos estableció
Santo Tomás de Aquino. El autor que llevó a cabo críticas hasta sus últimas consecuencias con más ferocidad
fue Nicolás de Autrecourt, que ha sido considerado como el precedente medieval de David Hume.
cuando ocurre A, a continuación ocurre B, estamos justificados para afirmar que el acontecimiento A es causa
de B. Nicolás afirma que ese nexo causal no puede alcanzarse desde la lógica. Como luego hará Hume,
Nicolás afirma que la experiencia repetida de una secuencia regular sólo aumenta nuestra probabilidad
subjetiva de que dicha secuencia se de invariablemente en el futuro, pero nada se añade a la evidencia
objetiva.
Desde esta perspectiva se critica también el concepto de substancia. No podemos observar
substancias, y tampoco podemos inferir su existencia a partir de los fenómenos, pues violaríamos el principio
de no-inferencia existencial, luego no tenemos evidencia objetiva alguna a favor de la existencia de las
substancias.
Las consecuencias teológicas de estas críticas son evidentes. Desautorizados los argumentos causales
y el recurso a la metafísica de la substancia-accidente quedan invalidadas las cinco vías de Santo Tomás de
Aquino para la demostración de la existencia de Dios. La teología y todo lo que vaya más allá del principio de
no-contradicción y la experiencia inmediata, se sitúa en el reino de lo conjetural, de lo probable, y hasta de lo
verdadero desde el punto de vista de la fe, pero nunca dentro del ámbito de la ciencia racional estricta.
Vemos que ya en el siglo XIII tenemos algunos de los rasgos que posteriormente caracterizarán a la
ciencia moderna, que son la aplicación tecnológica del conocimiento, el uso de instrumentos artificiales para
el estudio de la naturaleza, la utilización de las matemáticas aplicadas a la realidad y el método experimental.
Juan Buridan aplica la teoría del impetus a los movimientos celestes: una teoría física global
Es sabido que la física aristotélica establecía una distinción cualitativa entre el mundo terrestre y el
mundo supralunar que impedía una explicación científica unitaria del mundo. Uno de los mayores avances de
la ciencia moderna es la homogeneización del espacio y el tiempo, que se convierten en un mero sistema de
coordenadas en el que cada punto no guarda más que una relación accidental con los cuerpos en él contenidos.
Esta concepción permite el tratamiento puramente geométrico del movimiento.
En el siglo XIV Juan Buridan avanza esta concepción del universo aplicando la teoría del impetus
tanto a los movimientos terrestres como a los celestes. Buridan explica el movimiento estableciendo una
relación entre la cantidad de materia de un cuerpo, su velocidad, su impetus y su rozamiento. A mayor materia
y velocidad, mayor es el impetus; y a mayor resistencia menor impetus. Se puede explicar así el movimiento
de la piedra y su caída, causada por la resistencia del aire que, lejos de empujarla (como creía Aristóteles), la
frena. Para los movimientos celestes se aplica el mismo principio, pero como el rozamiento en el cielo es
nulo, el movimiento no cesa. ¿Pero quién ha impulsado a los astros? La respuesta de Buridan es ‘Dios’.
Avanzando el mecanicismo cartesiano, Buridan afirma que Dios comunica a los cuerpos celestes un ímpetu
originario esencialmente idéntico al ímpetu que mueve a los cuerpos terrestres. Con esto, se hace innecesario
por una parte el recurso a un elemento especial del que estén hechos los cuerpos celestes (quintaesencia o
quinto elemento), y por otra, el recurso a las inteligencias de las esferas que den cuenta del movimiento de
éstas. Así, el principio de economía intelectual propio del nominalismo nos obliga a rechazar estas entidades
superfluas para nuestras investigaciones, pues con la teoría del impetus es posible una explicación unitaria de
todos los movimientos.
Si el triángulo representa una cualidad uniformemente disforme y el rectángulo una cualidad uniforme,
podemos establecer que la intensidad de la cualidad uniforme es igual a la intensidad de la cualidad disforme
en el instante medio del período de tiempo considerado. Concretando esta regla en el caso del movimiento, se
descubre que cuando un cuerpo se mueve con una velocidad uniformemente acelerada, la distancia que recorre
es igual a la distancia recorrida en el mismo tiempo por un cuerpo que se mueve con una velocidad uniforme
13
Bueno, bueno, más o menos, eh...
igual a al alcanzada por el primer cuerpo en el instante medio de su carrera. De esta manera Oresme anticipa
V 0 +Vt
la proposición del movimiento uniformemente variado de Galileo: E = ×t .
2
La hipótesis del movimiento de la tierra
Al igual que la explicación del movimiento y la incipiente aplicación de las matemáticas a la
naturaleza, la astronomía era un frente de batalla en el que se encontraban distintas concepciones rivales, en
particular el geocentrismo y el heliocentrismo. Esta disputa es en buena medida el vehículo a través del cual
se expresará el espíritu científico moderno, que buscará en la
razón y la experiencia el apoyo para sus hipótesis. Así, Galileo
escribirá un Diálogo de los dos máximos sistemas, en el que se
discuten los sistemas geocéntrico y heliocéntrico, con todas sus
implicaciones.
Esta disputa ya está presente en el siglo XIV, como
vamos a ver. Nicolás de Oresme, en su Traité du Ciel et du
Monde presenta una defensa de la hipótesis del movimiento de la
tierra. Este libro no es un hecho aislado, sino el tema era
ampliamente debatido en la época. A continuación presentaré los
argumentos de Oresme en tres bloques. Estos argumentos están
tomados literalmente de (MÍNGUEZ PÉREZ , 61 – 63)14, la razón es que
NICOLÁS DE ORESME
me han parecido suficientemente claros para tener que
1320 - 1290
parafrasearlos (aunque en ocasiones lo haré) y, por otra parte,
merece la pena presentarlos completamente para que la idea general que resulte de su lectura sea más sólida.
14
Ver bibliografía
(i) No se puede probar por la experiencia que el cielo se mueva y la Tierra esté quieta
15
El texto de la Biblia en el que se apoyaban las críticas al heliocentrismo es el siguiente: ‘[...] Entonces Josué
se dirigió a Yavé en el día en que Yavé puso a los amorreos en manos de los hijos de Israel y dijo: «Sol, detente
sobre Gabaón, y tú, luna, sobre el valle de Ayalón. Y se detuvo el sol y se paró la luna hasta que el pueblo se
vengó de sus enemigos». ¿No está escrito esto en el Libro del justo? Se detuvo el sol en medio del cielo y no se
apresuró a ponerse en un día entero.’ (Josué, 10, 12-14). Si el Sol se detiene, es porque está en movimiento.
16
Son argumentos persuasivos, entiéndase, no absolutamente ciertos y demostrativos.
ARGUMENTOS DE ORESME
Todo lo que necesita algo, se mueve para conseguirlo. La Tierra necesita del calor y de la influencia del cielo.
Luego se mueve.
Aparece como más razonable y más sencillo que todos los cuerpos giren en el interior del cielo inmóvil, en la
misma dirección (de occidente a oriente), lo que sucede si la Tierra se mueve. Además con una velocidad
angular decreciente: la Tierra en un día, la Luna en un mes, el Sol en un año, Marte en dos, etc.
Así el Polo Artico es la parte superior del mundo y el occidente la derecha del mismo, tanto con respecto a los
Cielos como con respecto a la Tierra.
Aristóteles dice que lo más noble alcanza su perfección sin moverse; el reposo es el fin del movimiento y a
Dios rogamos por los muertos: Requiem aeternam... Luego es razonable que la Tierra, el elemento más vil, se
mueva con más velocidad, mientras que las estrellas fijas no se mueven o lo hacen muy lentamente: un giro en
treinta y seis mil años.
De este modo la constelación Osa Mayor no va hacia atrás: el carro delante de los bueyes, sino en el orden
correcto
Todos los filósofos dicen que nada se hace con muchos medios si puede hacerse con pocos, y Aristóteles que
la naturaleza no hace nada en vano. Si la Tierra gira se simplifican los movimientos de los cuerpos celestes y
disminuye considerablemente la velocidad de sus órbitas.
La novena esfera, invisible y sin estrellas, es ahora innecesaria. Dios no tiene por qué crear una esfera más,
cuando con las existentes basta para explicar las cosas.
Cuando Dios hace un milagro, se debe suponer que modifica la mínima parte posible de la naturaleza. En el
milagro de Josué, detener la Tierra implica un esfuerzo extraordinariamente menor y más razonable que
detener al conjunto de los inmensos cielos.17
Sin embargo, a pesar de la audacia de algunos de sus argumentos, Nicolás de Oresme termina por rechazar la
hipótesis del movimiento de la tierra basándose en que los argumentos a favor tampoco son concluyentes, y
en ese caso, no merece la pena oponerse a la opinión común.
Este argumento y los dos anteriores están claramente influidos por el principio de economía intelectual de
17
Ockham.
empírica depende de la medida en que pueda verificarse, es decir, de su capacidad para explicar o dar
cuenta de los datos empíricos.
• La ontología de individuos absolutos conectados contingentemente que se desprende del nominalismo
favorece la investigación empírica por la imposibilidad de determinar a priori el orden del mundo.
• La restricción de la certeza demostrativa al principio de no-contradicción y la percepción inmediata,
aunque exagerada, ofrece un punto sobre el que apoyar concepciones acientíficas del mundo.
• La conclusión nominalista de que no es posible probar las verdades de la fe mediante la filosofía, hace de
la actividad racional un fin en sí mismo no subordinado a intereses teológicos, propiciando la autonomía
de la ciencia.
• Al relegar la teología al ámbito de la fe, se hace posible aceptar los resultados científicos sin renunciar,
por ello, a la revelación.
• El principio de economía nominalista es un elemento esencial de la ciencia, que busca la explicación más
eficiente y simple de los fenómenos, sin olvidar su potencial crítico.
• La importancia del análisis lógico favorece el uso de un lenguaje riguroso y potencia la creación de
lenguajes formales y de la utilización de las matemáticas en la ciencia.
BIBLIOGRAFÍA
MÍNGUEZ PÉREZ, C.: De Ockham a Newton: la formación de la ciencia moderna, Ediciones pedagógicas, Madrid
(1994)
• De este libro he utilizado su primer capítulo. Es claro, sintético completo. Desde luego, no es
exhaustivo, pero trata los temas más importantes. Está centrado en los aspectos más científicos
del tema, ofreciendo gráficos y fórmulas. Los argumentos de Oresme han sido tomados de este
libro, así como el esquema de la representación gráfica de las variaciones en la intensidad de una
cualidad.
COPLESTON, F.: Historia de la Filosofía, vol. 3: De Ockham a Suárez, Ariel, Barcelona (2001)
• De nuevo Copleston es uno de los mejores aliados del opositor filosófico. En los capítulos III –
VIII Copleston ofrece una perfecta exposición de la filosofía de Ockham. En el capítulo IX se
ocupa del movimiento nominalista, centrándose en las figuras de Juan de Mirecourt y Nicolás
de Autrecourt. Por fin, en el capítulo X, trata de forma inmejorable el movimiento científico del
siglo XIV centrándose en los aspectos más filosóficos del mismo, completando así la visión
ofrecida por Mínguez. En este tema he seguido principalmente la exposición de Copleston, cuya
lectura sustituye, sin lugar a dudas, a este pobre tema.
http://www.gap-system.org/~history/Mathematicians/Bacon.html
• En esta página web he encontrado información acerca de la actividad científica de Roger Bacon
con la que he completado el apartado sobre la continuidad de la ciencia del XIV con respecto a la
ciencia del XIII.
2.1.5 Verdades necesarias y demostración: el principio de no-inferencia existencial: es aquella inferencia que,
a partir de la existencia de un individuo, concluye la existencia de otro. No se basa en ningún principio
evidente, por ello no es válida desde el punto de vista científico.
2.2 El empirismo de Ockham
2.2.1 El conocimiento intuitivo:
2.2.2 El principio de ‘independencia existencial’: Según este principio Ockham afirma que si algo existe,
existe de forma independiente. Cuando dos cosas son distintas, no hay entre ellas una conexión absolutamente
necesaria. Este principio se funda en la omnipotencia divina: Dios puede producir y conservar cualquiera de
las cosas que normalmente produce por causas intermedias, simple que no implique contradicción. Si
normalmente el calor es causado por el fuego, Dios puede, no obstante, causar calor directamente, sin el
concurso del fuego. Del mismo modo, si la formación de un concepto está causado por una aprehensión de la
cosa, Dios puede crear ese concepto en nuestra mente directamente, causando en nosotros las condiciones
fisiológicas y psicológicas que nos llevarían a su formación. Sin embargo, Dios no puede causar en nosotros
un conocimiento evidente, pues el mismo concepto de evidencia implica la presencia del objeto conocido.
Distinción entre evidencia –conocimiento objetivo- y certeza –sentimiento subjetivo-, que sí puede ser
originada por el concurso divino, pq no implica la presencia del objeto conocido.
2.2.3 Necesidad de recurrir al conocimiento intuitivo: En cuanto que Dios ha creado el mundo sin regirse por
un orden racional anterior a la creación, el mundo es contingente y necesitamos del conocimiento intuitivo
para conocer el orden del mundo. No tiene que ajustarse necesariamente a un esquema racional porque han
sido creadas por un acto de absoluta libertad.
2.3 Consecuencias críticas del nominalismo y el empirismo de Ockham
2.3.1 Análisis de las relaciones: Para el realismo metafísico, una relación es algo distinto de los elementos que
se relacionan. Para Ockham esto es absurdo y para demostrarlo utiliza el ‘principio de independencia
existencial’, según el cual, si algo existe, puede hacerlo de forma independiente de cualquier otro individuo.
Si la relación de paternidad fuera algo distinto del padre y del hijo, entonces aquélla podría existir sin el padre
y el hijo, lo cual no puede hacer Dios por ser contradictorio.
2.3.2 La causalidad: Si bien Ockham acepta la doctrina de las cuatro causas, en su análisis de la causalidad
aplica el ‘principio de no inferencia existencial’, de manera que, aunque se puede saber que una cosa tiene
una causa, el mero examen de la cosa no permite descubrir su causa. Podemos recurrir a la prueba
experimental y a los métodos de ‘presencia’, ‘ausencia’ y ‘exclusión’.
2.4 Consecuencias para el desarrollo científico
El principio de economía, el primado de la intuición en el conocimiento y sus corolarios (principio de
independencia y no inferencia existencial) constituyen el eje de la crítica a la metafísica tradicional. Restringe
el ámbito de la demostración a la evidencia. Con ello supera el aristotelismo dogmático, pues todo
conocimiento natural ha de apoyarse en la evidencia empírica y ha de ‘recortarse’ con el principio de
economía intelectual. Liberar a la razón de la teología y del aristotelismo antiguo tiene consecuencias
positivas para el desarrollo científico, pq estimula investigación natural con medios empíricos de valor
autónomo, no derivados de fines teológicos, al mismo tiempo que ensalza la omnipotencia y libertad divinas.
III El movimiento nominalista u okhamista
3.1 Doctrinas principales: Las tesis de Ockham conformaron una nueva alternativa a la vía antigua
representada por Santo Tomás, San Buenaventura, Duns Escoto, Gil de Roma… Dos doctrinas principales que
constituyen el contenido mínimo del nominalismo: i) La teoría de la suppositio o análisis de los modos en que
los términos de una proposición representan cosas. Esta teoría presupone que un término representa multitud
de cosas particulares en una proposición. El valor de esta teoría es proporcionar un análisis del lenguaje que
no recurra a entidades superfluas como los universales en sentido objetivo (esencias, ideas, formas). La
universalidad es una función lógica, ni siquiera es el resultado de un proceso de abstracción., como ocurre con
Santo Tomás, lo cual implica recurrir al entendimiento agente, otra superflua; ii) el criterio de certeza; sólo
son absolutamente ciertas las proposiciones reducibles al principio de contradicción. A partir de ahí se irán
definiendo diversos grados de probabilidad o certeza natural.
3.2 Crítica de los conceptos básicos de la metafísica tradicional:A partir de estas dos doctrinas se lleva a cabo
una crítica contra los argumentos metafísicos. Tiene un carácter lógico. Lo que se critica es la posibilidad de
que la razón proceda demostrativa y científicamente en el ámbito de la teología y la metafísica, no se dudaba
de la verdad de los contenidos de la fe. Los contenidos de la fe son verdaderos, pero no son demostrables por
la razón. La fe queda liberada de la filosofía y ésta de la teología, que ahora se desarrolla autónomamente
como investigación lógica y empírica. La crítica a la metafísica tradicional se centra en la crítica del concepto
de causalidad y del concepto de substancia. Respecto a la causalidad, ninguna proposición que enuncie una
relación causal puede ser reducida al principio de no-contradicción. Dada la proposición causal ‘el fuego es
causa del calor’, su negación no es contradictoria, luego podría ocurrir cualquiera de las dos cosas, que el
fuego fuera o no fuera causa del calor. El que sea causa del calor no se deriva de una forma o energía del
fuego, como se diría en el pensamiento aristotélico, de forma que necesariamente el fuego produzca calor,
sino de una relación contingente, que podría ser de otra manera. El mundo podría haber existido de forma que
el calor causara el fuego, pq no hay nada que se lo impida. El concepto de substancia es criticado como un
caso particular de inferencia causal. A partir de los fenómenos observables, inferimos la existencia de una
substancia que es el sujeto de dichas cualidades. Aristóteles explica el cambio a partir de una substancia que
no cambia, que es el sujeto del cambio. Pero no hay una relación necesaria entre accidentes y substancia, de
forma que pueden encontrarse relacionados o no estarlo. Nicolás de Autrecourt, precedente de David Hume,
lleva a cabo las más feroces críticas siguiendo esta línea.
3.3 Nicolás de Autrecourt: La crítica de Nicolás de Autrecourt a la metafísica, según el espíritu nominalista,
se basa en un estricto criterio de certeza: sólo es absolutamente cierto el principio de no-contradicción y toda
proposición que se siga, se apoye o se derive de él. A partir de este principio, abre otro tipo de certeza: el
conocimiento empírico o factual. Es contradictorio negar la certeza de la percepción, sea externa o interna, y,
por tanto, la percepción es cierta. Percibir algo significa ser consciente de que se está percibiendo. Si alguien
fuera consciente de estar percibiendo, pero no estuviera percibiendo en realidad, se daría una situación
contradictoria. Sólo serán ciertas y evidentes las proposiciones analíticas y las percepciones. Su crítica al
concepto tradicional de causalidad lo apoya en el principio de no-inferencia existencial. El principio de
causalidad nos permite inferir las causas a partir de los efectos. Como luego dirá Hume, el hecho de observar
repetidamente la conjunción de dos sucesos (por costumbre), hace que nos formemos la creencia de que existe
una conexión entre ellos, un lazo causal, aunque no lleguemos a conocer ese lazo causal. En función de la
superioridad de veces con que acontece una posibilidad sobre otras, aumenta la probabilidad de que ocurra ese
suceso, y, consecuentemente, el grado de certeza de que ocurra dicha posibilidad. Por tanto, no tenemos una
evidencia de la substancia o de la causación, como entidades objetivas. Desautorizados los argumentos
causales y el recurso a la metafísica de la substancia-accidente quedan invalidadas las cinco vías de Santo
Tomás. La teología se sitúa en el reino de lo conjetural, de lo verdadero desde el pto de vista de la fe, pero
nunca desde el ámbito de la ciencia racional estricta.
IV El movimiento científico del s. XIV
4.1 Influencias del nominalismo:
El nominalismo critica el movimiento anterior basándose en criterios lógicos y epistemológicos. No
encontramos teoría del método científico como en Bacon o Descartes. El nominalismo crea un clima
conceptual propicio para la investigación científica. Importancia del principio de economía intelectual y del
valor concedido a la intuición directa de la realidad.
4.2 Continuidad con la ciencia del siglo XIII:
La idea de que con el renacimiento surge la investigación científica revolucionaria no es verdadera. Es
paradigmático el proceder cartesiano de suspender los conocimientos adquiridos y fundar la ciencia de nuevo
sobre bases seguras. Esto no es así. Continuidad entre la ciencia medieval del siglo XIII y la ciencia moderna
de los siglos XVI-XVII-XVIII. La ciencia del siglo XIV es el nexo que une ambos períodos. Entre los
científicos del siglo XIII hay que destacar a Roberto de Grosseteste (1175-1253) y a su alumno Roger Bacon
(1214-1294) Ambos se preocuparon de óptica, perfeccionando la teoría de la refracción de las obras griegas y
árabes. Bacon llega a concebir la idea de un telescopio que ‘haría bajar la luna y el sol como si estuvieran aquí
mismo’ a través de la manipulación de los rayos de luz mediante lentes. Ambos están de acuerdo con la
doctrina aristotélica de que la ciencia consiste en el conocimiento de las causas, pero pensaron que sólo la
deducción matemática permite mostrar cómo los efectos se siguen de las causas. Importancia a la aplicación
de las matemáticas sobre la naturaleza. La ciencia no consiste en un proceso de abstracción de lo universal a
partir de lo particular observado. Una vez alcanzada una hipótesis a partir del examen de la realidad, ésta ha
de ser sometida a experimentos que la verifiquen o refuten. Esta experimentación consiste en deducir los
acontecimientos que se producirían en la realidad de ser correcta la hipótesis, y comprobar que se dan. En el
siglo XIII tenemos ya algunos rasgos que caracterizarán la ciencia moderna: la aplicación tecnológica del
conocimiento, el uso de instrumentos artificiales para el estudio de la naturaleza, el uso de las matemáticas
aplicadas a la realidad y el método experimental
4.3 Juan Buridan y la teoría del impetus:
Problemas con la explicación aristotélica del movimiento: el caso de los proyectiles
Aristóteles y su concepción del movimiento, como paso del ser en potencia al ser en acto. Distinción entre el
movimiento natural y el movimiento violento: en el primero es la tendencia esencial de cada cuerpo a ocupar
el lugar que le pertenece por naturaleza. La causa o principio estaba en el propio cuerpo. El movimiento
violento consiste en cualquier desviación de un cuerpo respecto de su tendencia natural. Exige un motor
distinto del móvil, que haga que cambie de trayectoria. El motor ejerce una fuerza sobre el móvil que lo
desvía de su lugar natural mientras dura el contacto. En cuanto el motor deja de mover al móvil, éste reanuda
su movimiento natural hasta ocupar el lugar que le es propio. La explicación aristotélica del movimiento exige
el contacto del motor con el móvil. Caso del lanzamiento de una piedra. Cuando la piedra se separa de la
mano, debería reanudar su movimiento hacia el lugar natural. Aristóteles se defiende diciendo que es el aire el
que empuja la piedra hacia arriba. Hay casos que no puede explicar: el movimiento de una peonza, como
muestra Buridan.
La teoría del impetus
El ímpetus es una cualidad o energía en virtud de la cual un proyectil continúa moviéndose después de la
salida de la mano del que lo arroja hasta que es superada por la resistencia del aire. La mano comunica a la
piedra un poder que permite que ésta se mueva. Los físicos del siglo XIV adoptan esta teoría pq explica mejor
los fenómenos y da cuenta de otros que la teoría aristotélica no explica. Aunque este espíritu de investigación
es propiciado por el nominalismo de Ockham, éste rechaza esta teoría. Si el ‘ímpetus’ es distinto de la piedra,
por el principio de independencia, podría existir separadamente, pero esto es absurdo. Ockham: concepción
relativista del movimiento, interpretado como la relación de un cuerpo con ciertos lugares. Contra la física
aristótelica, que considera que hay una distinción entre el mundo terrestre y el supralunar, la ciencia moderna
da una visión unitaria del universo al homogeneizar el espacio y el tiempo, que se convierte en un sistema de
coordenadas. Tratamiento geométrico del movimiento. En el siglo XIV Juan Buridan avanza una concepción
del universo aplicando la teoría del ‘ímpetus’ tanto a los movimientos terrestres como a los celestes. Explica
el movimiento estableciendo una relación entre la cantidad de materia del cuerpo, de su velocidad, su impetys
y su rozamiento. A mayor materia y velocidad, mayor ímpetus; a mayor rozamiento, menos ímpetus. El aire,
lejos de empujar a la piedra, la frena al oponerle una resistencia. Para los movimientos celestes ocurre igual,
pero como el rozamiento es nulo, el movimiento no cesa. ¿Quién ha impulsado a los astros? Dios, que
comunica a los cuerpos celestes un ímpetu idéntico al ímpetu que mueve a los cuerpos terrestres. Se hace
innecesario recurrir al quinto elemento, así como a las inteligencias de las esferas que den cuenta del
movimiento de éstas. Por el principio de economía intelectual, el nominalismo nos obliga a rechazar estas
entidades superfluas para nuestras investigaciones, pq la teoría del impetus permite dar una explicación
unitaria de todos los movimientos.
4.4 Nicolás de Oresme: matemática aplicada y la hipótesis de la rotación de la tierra
En la edad media existe pretensión de cuantificar las cualidades. Nicolás de Oresme desarrolla un método de
representación gráfica para las variaciones en la intensidad de una cualidad. Este método adelanta la
geometría analítica de Descartes. El método de Oresme consiste en representar el espacio o el tiempo de una
cualidad mediante una línea horizontal (longitudo), y su intensidad mediante una línea vertical (latitudo).
Uniendo los extremos superiores obtenemos una figura geométrica que Oresme llama quantitas qualitatis
(cantidad de la cualidad) De la aplicación de este método se llega a esta conclusión: cuando un cuerpo se
mueve con una velocidad uniformemente acelerada, la distancia que recorre es igual a la distancia recorrida en
el mismo tiempo por un cuerpo que se mueve con una velocidad uniforme igual a la alcanzada por el primer
cuerpo en el instante medio de su carrera. Oresme anticipa Galileo.
Argumentos a favor del movimiento de la Tierra: (Ver hojas)
V Conclusión: implicaciones científicas del nominalismo
1) Las teorías físicas son hipótesis empíricas más o menos probables, que no pueden ser demostradas con
certeza.
2) La probabilidad de una hipótesis depende de la medida en que pueda verificarse.
3) Autonomía de la ciencia, la actividad racional no subordinada a intereses teológicos.
4) Por el principio de economía nominalista se busca la explicación más simple y eficiente.
5) La importancia del análisis lógico favorece el uso de un lenguaje riguroso y potencia la creación de
lenguajes formales y de la utilización de las matemáticas en la ciencia.