EL EVANGELIO
SEGÚN
L OS S IMPSON ™
ISBN: 978-607-453-053-7
ISBN: 978-607-453-053-7
Introducción 9
1. Imágenes divinas: “Dientes perfectos. Agradable aroma.
Todo un acto con clase” 24
2. Plegaria personal: “Querido Dios:
¡Dale una oportunidad al calvo!” 42
3. El evangélico de la casa de junto: “Si todo el mundo
fuera como Ned Flanders, el cielo no sería necesario” 57
4. La iglesia y el predicador: “¡No tenemos plegaria!” 83
5. El cielo, el infierno y el diablo: “¡Vendería mi alma
por una rosquilla!” 108
6. Dilemas morales: “Papá, es probable que hayamos
salvado tu alma” 121
7. La Biblia: “Creo que puede estar en alguna parte de atrás” 136
8. Católicos: “Eso es católico, Marge... Vudú” 146
9. Los judíos: “¿Mel Brooks es judío?... ¿Nosotros somos judíos? 164
10. Budismo: Lisa cambia de equipo, o algo así 190
11. Misceláneos: “¡Hindú! ¡Hay 700 millonesde nosotros!” 200
12. Matrimonio homosexual: Fuera del armario,
abandonado en el altar 211
13. Los creadores: “El humor es inversamente proporcional
a las verdaderas creencias de uno” 219
14. Conclusión: ¿Cubrir lo sagrado con lo profano? 237
Epílogo Futurama, King of the Hill, Family Guy,
American Dad y, sí, South Park 249
Notas 325
Bibliografía 329
Reconocimientos 331
24
cielo de la que cantaba Jesús”, con lo cual confunde a Jesús con Led
Zeppelin.
Las referencias más específicas son oblicuas o problemáticas. Mien-
tras lee su Biblia, Homero comenta: “Todo el mundo es pecador, ex-
cepto este sujeto”, sin nombrar a “este sujeto”. De vacaciones en Río de
Janeiro con su familia, Homero contempla la enorme estatua conocida
como Cristo Redentor en el Corcovado y observa: “Parece como si es-
tuviera en el tablero de instrumentos de todo el mundo”. Bart pregunta
por qué tiene que llevar zapatos a la iglesia si Jesús usaba sandalias.
Homero responde que “tal vez, si hubiera tenido un mejor soporte de
arco, no lo hubieran atrapado”. En la escuela dominical, Bart mencio-
na que aprendió que la lepra era curada por un “sujeto con barbas”.
Cuando el chico, quien reacciona a los medicamentos que toma para su
desorden de déficit de atención, se roba un tanque de guerra y dirige
el cañón hacia la iglesia, el reverendo Lovejoy grita: “¡A la iglesia no!
¡Jesús vive allí!”. Afuera del santuario, en el mismo episodio de Pascua
de 1999, el letrero indica: “Cristo pintó huevos por tus pecados”.
En ciertos momentos, incluso Lovejoy es un poco impreciso en el
concepto de Jesús. “Recuerdo a otro gentil visitante de los cielos —ex-
plica—. Vino en son de paz y luego murió, sólo para regresar a la vida.
Su nombre era E.T., el extraterrestre. Adoraba a ese pequeño.” En una
fantasía de Treehouse of Horror, el colega de Homero, Lenny, asegu-
ra que seis duendes “son mejores que Jesús”. Su amigo Carl asiente,
aunque agrega que las hadas irlandesas “son mucho más difíciles de
atrapar”.
Si es posible, Homero es aún más impreciso acerca de la naturaleza
de Jesús y del cristianismo de lo que lo es sobre Dios. Mientras cami-
nan por el aeropuerto de Springfield, él y Bart se encuentran con un
cristiano evangélico que sostiene una Biblia y recita la Regla de Oro:
“Trata a los demás como deseas ser tratado” (Mateo 7:12). Homero
responde con sarcasmo: “Eso va a funcionar”.
Homero tiene el inquietante hábito de compararse a sí mismo con
Jesús, con frecuencia en circunstancias triviales. “Niños, déjenme con-
tarles acerca de otro famoso sujeto perverso”, apunta en su defensa en
“Homero el hereje”. “Tenía el cabello largo y algunas ideas salvajes. No
siempre hacía lo que las otras personas pensaban que era lo correcto.
Y el nombre de ese hombre fue... lo olvidé. Pero el punto es... lo olvidé
con Él”. Incluso eso podría cambiar. Dos veces en un solo episodio de
mayo de 2001, Homero afirma: “Que Cristo esté contigo”, una vez para
expresar gratitud y otra, ironía.
Se han presentado sorpresas relacionadas con Jesús. En el mismo
episodio de 2001, cuando Homero se priva de comer para mantener al
equipo de beisbol de ligas menores en Springfield, Duff Man —la mas-
cota superhéroe de los propietarios del equipo, la Compañía Cervecera
Duff— se halla en el dilema de ayudar a Homero a hacer lo correcto o
acatar las órdenes de su dueño. Dudoso, Duff Man (de quien después
nos enteramos que en realidad es judío), se pregunta: “¿Qué haría Je-
sús?”. En la que se supone que es una versión imprecisa del Jesús bíbli-
co, Duff Man arroja a su jefe fuera del estadio.
La salvación por medio de la gracia nunca se insinúa en Los Simp-
son. La crucifixión y la resurrección, elementos esenciales del cristia-
nismo, tampoco son mencionadas con frecuencia en la serie porque
ninguna de éstas “arranca grandes carcajadas”, de acuerdo con el ex
productor ejecutivo Mike Scully. Los escritores sólo utilizarían esas
imágenes si hubiera algún propósito al hacerlo, comentó, aunque en
un episodio de mayo de 2001 el reverendo Lovejoy aparece en el acto
de servir “Cruci-fixins” como sabores de helados en un evento social de
la iglesia. Conceptos cristianos más particulares, como la Trinidad o
el Espíritu Santo, pueden resultar muy complejos para la comprensión
de los creyentes, de manera que no es sorprendente que Los Simpson
no se esfuerce mucho por integrarlos a la serie. No obstante, hay mucho
más de fondo en esta renuencia de Los Simpson a tratar a Jesús como
divino, así como en la negativa a involucrar otros detalles específicos
del cristianismo en la serie.
En su tesis magistral de 1992 en la Universidad Regent, “The
Gospel According to Bart: Examining the Religious Elements of The
Simpson”, Beth Keller proporcionó un contexto profundo para la pre-
sentación de la religión en la cultura popular. Ella analizó cinco episo-
dios de las primeras temporadas, sin incluir “Homero el hereje”, mismo
que no había sido transmitido aún en la época de su investigación. Beth
concluyó, de modo perceptivo, que la construcción teológica que sus-
tenta a la serie y a los Simpson, quienes asisten a la iglesia, en realidad
es el Antiguo Testamento.
mora en los cielos reirá.”) Con el paso de los años, este tema ha llamado
la atención de numerosos autores quienes han producido obras como
Laughing Out Loud and Other Religious Experiencies, de Tom Mullen;
Humor, God’s Gift, de Tal Bonham; Serve Him with Mirth, de Leslie
Flynn; y The Onthology of Humor, de Robert Parrot.
Un libro sobre este tema, preferido por muchos evangélicos, es
Humor of Christ, del fallecido Elton Trueblood, un esbelto volumen
publicado por primera vez en 1964 y que ahora está descontinuado.9
Al inicio, Trueblood admite que muchos cristianos, tal vez la ma-
yoría, creen que encontrar humor en la persona de Jesús es, cuando
menos, inapropiado y podría ser sacrílego. “La religión, pensamos,
es un asunto serio. Y los asuntos serios no son compatibles con las
bromas.” Él concuerda con la noción de que algunos elementos del
Evangelio, como la crucifixión, son tan trágicos que son “intrínse-
camente no humorísticos”. A pesar de ello, comenta que el humor es
una parte fundamental del mensaje y del método de Jesús. Él escribió
su libro para “ayudar a superar una casi universal incapacidad para
apreciar un elemento en la vida de Cristo, mismo que es tan relevante
que, sin éste, cualquier comprensión sobre Él quedaría inevitable-
mente distorsionada”. Trueblood está decidido a “hacer algo para de-
safiar la imagen convencional de un Cristo que nunca rió... si Cristo
rió mucho, como muestra la evidencia, y si Él era quien decía ser, no
podemos ignorar la conclusión lógica de que hay risa y alegría en el
corazón de Dios”.
El humor de Jesús es irónico, sardónico y, en ocasiones, sarcástico,
de acuerdo con Trueblood. Es por ello que Jesús nombra al inconstante
Pedro su roca, o “Rocky”, como lo expresa Trueblood. Su ingenio es as-
tuto y retorcido, más evidente en las absurdas imágenes de las parábo-
las y las paradojas: la viga y la paja, el mosquito y el camello, el camello
y el ojo de una aguja. Trueblood cree que es probable que incluso la
mayor parte del humor de Jesús se perdiera en la transcripción, si no es
que en las traducciones. Algunos ejemplos de los evangelios, cuando se
analizan de modo adecuado, “son luminosos una vez que nos liberamos
de la concepción gratuita de que Cristo nunca bromeó”. Por ejemplo,
en Mateo 24:28, Jesús explica su habilidad para atraer multitudes al
observar, en aparente autodenigración, que “dondequiera que haya un
cadáver, allí se reunirán los buitres”.