2009
Se trata que lo local sea una forma de construir lo regional y nacional desde abajo, que
el territorio no sea por tanto un mundo de parcelas desconectadas sino un sólido
tejido, una dinámica y sinérgica complementariedad de factores. Posibilitarlo supone,
la existencia de una política nacional de desarrollo regional y local, expresión que a su
vez de un proceso de descentralización integral del país.
Es muy importante comenzar por precisar que “lo local” no es sinónimo de “lo
municipal”, sino de la capacidad de organizar la acción de todos los actores sociales
e institucionales, de manera coordinada y complementaria; de identificar las funciones
de las instancias de gobierno central, regionales y locales, en estos escenarios.
Desde una perspectiva teórica, la gestión se ordena hacia los resultados en términos
de desarrollo. Implica definir metas, objetivos y tareas, y presupone un exacto
conocimiento de las condiciones necesarias para que aquellas se cumplan.
Es preciso distinguir entre gobierno, gestión y administración. A cada proceso
corresponde un momento determinado en el funcionamiento sistémico de una
institución. Gobernar es dirigir. Gestionar es programar, organizar, coordinar,
presupuestar y controlar. Administrar es utilizar en forma óptima los medios para
alcanzar los objetivos fijados.
La gestión es, por lo tanto, la fase intermedia entre las acciones de dirección y
ejecución, y se retroalimenta permanentemente de ellas. En consecuencia, el proceso
de gestión es determinante para el sistema de gobierno, sus resultados y su
proyección técnico - política.
El futuro del gobierno municipal depende del progreso que se alcance en materia de
gestión, como eje que articula la dirección y la ejecución de las políticas. Si bien en el
manejo de los negocios públicos locales, la ejecución operativa que procesa el
Consejo es la rutina diaria y absorbe cerca del 70% de la actividad, no es menos cierto
que el otro 30% de dirección y gestión es deter-minante en última instancia. La
dirección consiste en la toma de decisiones; la gestión en el método y en el “saber
cómo”.
Por otra parte, la presencia cada vez mayor de instituciones del Estado; del capital
privado extranjero y nacional; la cooperación internacional; así como de las
organizaciones no gubernamentales, ha multiplicado la cantidad de actores en el
ámbito local. Un escenario en que se superponen variedad de intereses disímiles.
En muchos lugares se han formado mesas de trabajo o de concertación en las que el
gobierno local y las organizaciones de vecinos se han puesto de acuerdo para
planificar el desarrollo de la comunidad; para ubicar en orden de prioridades las obras
que la comunidad demanda y llevarlas a cabo en colaboración.
La planificación con participación aparece como la mejor respuesta a la
necesidad de generar un espacio democrático a nivel local.
La planificación concertada resulta ser instrumento idóneo para lograr un cambio de
actitud en el nivel directivo, asesor, y operativo del Municipio y de sus vecinos,
logrando de esta manera democratizar el proceso de gestión local, delegando poder
de decisión a la comunidad.
La planificación no puede entenderse como un hecho solamente técnico ni puntual
sino, más bien, como un proceso político. No existe planeación efectiva sin decisión,
sin poder político. Planificación y descentralización entrañan una unidad técnico –
política pues, descentralizar es, fundamentalmente, una cuestión política; significa
transferir el poder, democratizar las decisiones, entender que cada comunidad debe
asumir responsabilidades y manejar directamente sus problemas.
Esta caracterización plantea la necesidad de modificar las actitudes en la gestión
municipal, generando un nuevo proceso de cambio. Para ello, se requiere impulsar
un nuevo estilo de Gobierno Municipal Participativo, que genere espacios de
consulta y concertación con sus comunidades; evite el acto simple de recibir y/o
responder a las quejas y demandas; e involucre a los vecinos en forma responsable en
la toma de decisiones que los afectan o benefician.
El proceso de descentralización que está en marcha en nuestro país, con la
conformación de las regiones y la definición de las competencias y funciones de los
tres niveles de Gobierno, permite en el campo de la planificación del desarrollo
local, apresurar un modelo de sistema nacional de planificación, con la finalidad
de poder ubicar, como parte de los roles y funciones de los gobiernos nacional,
regional y local, la función de la planificación participativa, expresada a través de los
procesos de planeamiento estratégico de los planes de desarrollo (integral y
sostenible) concertados y los planes territoriales que se derivan de ellos.
Analizando los mandatos establecidos en la Leyes de Bases de la
Descentralización, los Gobiernos Regionales y de Municipalidades, sobre las
responsabilidades de los tres niveles de gobierno para la elaboración de los planes de
desarrollo, concertados y sus correspondientes planes, se identifica lo siguiente:
Ley de Bases de la Descentralización – Ley N° 27783
En este nivel se establece que el Poder Ejecutivo elabora el Plan Nacional de
Desarrollo, teniendo en cuenta la visión y orientaciones nacionales y los planes de
desarrollo de nivel regional y local, que garanticen la estabilidad macroeconómica.
Asimismo los Gobiernos Regionales formulan el Plan de Desarrollo Regional
Concertado con las municipalidades y la sociedad civil de su región.
Ley de los Gobiernos Regionales –Ley N° 27867
De acuerdo con lo mencionado, la Gestión del Gobierno Regional se rige por el Plan
de Desarrollo Regional Concertado de mediano y largo plazo, así como el Plan
Anual y el Presupuesto Participativo Regional, aprobados de conformidad con Políticas
Nacionales y en cumplimiento del Ordenamiento Jurídico Vigente.
El Ordenamiento Territorial es una política de Estado y un instrumento de planificación
que permite una apropiada organización político-administrativo de la Nación y la
proyección especial de las políticas sociales, económicas, ambientales y culturales de
la sociedad, que sirve para abordar políticas dirigidas a garantizar un nivel de vida
adecuado de la población y la conservación del ambiente.