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colectivo? ¿Será acaso porque esa apatía de sí implica un reconocerse en el
otro? O ¿será una máscara, un disfraz donde puede existir cómodamente?
Pienso entre otras cosas que el dominicano se esconde y se abandona. Y nos
muestra que no existe como sujeto, o más bien está en el proceso de existir
como tal. El yo parece muy pesado, algo difícil de asumir. Como si se
confundiera con el egoísmo.
V. Al dominicano no le ha
interesado, en sentido general,
formar esa comunidad. Creo que
como consecuencia de que no ha
surgido él como un sujeto o actor
social. Más bien es un ser
folclórico que debe morir. El
dominicano se siente en el
espacio como un ser entre las
hojas, abandonado por España
desde su origen criollo,
abandonado por sí mismo por su
apego a tradiciones e intereses.
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XIX. La modificación constitucional de poco resultará si el dominicano no
retoma su proyecto de comunidad soñada, si sigue disgregado en su propia
individualidad. Si el Estado no asume el papel que le toca y los dominicanos
no emprenden sus actuaciones como ciudadanos, pues la civitas es
fundamental para la realización de un
proyecto colectivo. La historia nos da
variaciones constitucionales de manera
reiterada. Sólo si hay una nueva educación y
una nueva ética; únicamente si ese
dominicano originario se muere y pasa a
constituirse en ciudadano y sujeto, podría,
entonces, una modificación de la Carta de
derechos llegar a ser significativa.
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