Es pertinente pensar en la escritura como una herramienta del pensamiento. Una frase de
Lacan apunta: Una escritura es entonces un hacer que da soporte al pensamiento. El
pensamiento, recordemos, es el lugar donde ocurre el dos-en-uno. No slo se define a la
escritura por su necesaria soledad, sino que, a la inversa, ha de ser un acto que convoque,
reproduzca, y atraviese a la soledad. Si en la mayutica de Scrates, los resultados se
entreven en el propio dilogo, aqu se hace extensivo a la propia escritura. Esta escritura como
condicin de encuentro consigo mismo, en el caso en que se produce un escrito, rebasa el uno
mismo y se sustantiva. Al punto, ya puede complementar la funcin escritora en otros s
mismos (o no hacerlo), conformndose una nueva frmula interactiva: el ciclo de la escritura.
No sera arriesgado intentar integrar ese producto escrito a lo que Arendt prescribe como
precursor de la amistad; ms si se toma en cuenta que la misma lectura es propiciada por la
bsqueda de signos comunes.
Restan otras aristas que atender. La escritura vista -lo que resulta ciertamente paradjicocomo una condensacin de aquello que las lecturas, los eventos y las opiniones ofrecen (lo que
representa en muchos casos la corporizacin de la doxa), y como punto de encuentro entre uno
consigo mismo, relega el anlisis sobre el contenido especfico, el contexto poltico y humano, y
su posible interferencia con lo que la nocin formal de escritura representa para la soledad.
Luego de haber hilvanado, al menos en principio, la interseccin entre la escritura y la soledad,
partiendo de lo que de ella espera Hannah Arendt, se torna interesante pensar en la escritura
como forma recomendable de soledad. Es decir, no simplemente admitir su entretejido
conjunto, sino adems integrar la escritura propositivamente a la tesis de Arendt, como algo
que (aunque sea posible interpretarlo) no existe focalmente sin estar, justamente, escrito.