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INTRODUCCION

El tema que a continuación se presenta(“ crónicas de un genocidio olvidado”) se


trata de la matanza mas grande de la historia reciente, nada mas y nada menos
nos referimos a la ejecución de la bomba atómica sobre las ciudades de Hiroshima
y Nagasaki. Dos ciudades que hoy se levantan del escombro para ser dos de las
ciudades mas planificadas del Japón.

Un científico brillante llamado J. Robert Oppenheimer creo la bomba sin pensar en


la tragedia que ocurrió una mañana en agosto de 1945, se le llama el asesino mas
grande d e la historia ( cosa que yo no creo), pues a mi juicio hay dos grandes
factores que afectan a este hecho, primero el gran atrevimiento, la sinicidad y las
ganas de destrozar a una nación por parte de los EUA, el segundo es la falta de
inteligencia de el gobierno de Japón de terminar la guerra antes de que ocurriera
un ataque tan feroz que conmovió a toda la humanidad y termino con la rendición
del Japón.

Quiero dar hincapié en que ahora no solo existen armamentos como el que dio fin
a la Segunda Guerra Mundial si no que existen armas biológicas, como es tal del
ANTRAX, o la suposición de que enfermedades como la Viruela, el Sarampión e
incluso el SIDA fueron creados en un laboratorio y por desgracia se salieron de
control.

Me gustaría que en el futuro esta herida que aun sigue abierta, sane y que se
pueda olvidar el genocidio mas grande de todos los tiempos.

OLVIDAR Y PERDONAR PARA UN FUTURO MEJOR

Padre de la bomba atómica

Brillante físico y talentoso líder de otros científicos, J Robert Oppenheimer


contribuyó a la victoria de EUA en la Segunda Guerra Mundial. Pero su vida
privada le produjo acusaciones de traición y un fin prematuro a su servicio
en el gobierno.
Luego de una racha matinal de sirenas antiaéreas, sonó la señal de que no había
peligro. El Sol iluminó la hora pico de la bulliciosa Hiroshima, resaltando el esbelto
follaje de los famosos sauces de la ciudad. En este día de agosto de 1945, los
hombres de negocios que corrían a sus trabajos, los niños en camino a la escuela
y las amas de casa sabían, después de muchos bombardeos, que dos o tres
bombarderos B29 de EUA no eran peligrosos: si se tratara verdaderamente de un
ataque serio, el cielo estaría lleno de aviones. Un sobreviviente recordaría que, de
pronto, "Un brillo cegador cortó el cielo... la piel de mi cuerpo sintió un calor
quemante... silencio mortal... luego un gran '!bum!', como el estallido de un trueno
distante." A las 8:14, hora local, el bombardero Enola Gay soltó su única carga, el
"Little Boy" y se alejó rápidamente. Minutos después la bomba atómica estalló,
produciendo un intenso brillo que encendió el cielo y provocó fuertes vientos. De
una bola de fuego de 400 m de diámetro surgió una nube en forma de hongo que
se elevó 20 km. El intensísimo calor, de quizá 3.000C°, convirtió instantáneamente
en carbón a miles de seres humanos. Miles más les sobrevivieron unos pocos
segundos, para ser golpeados por escombros o sepultados por edificios caídós.
Empavorecidos, muchos se tiraron a ríos que habían hervido. En la horrenda
vorágine murieron 200.000 almas, la mitad de la población diurna de la ciudad.
Desaparecieron aproximadamente unos 60.000 edificios, fuegos dispersos se
convirtieron en incendios mayores y la contaminación radiactiva inició brutalmente
su inhumana y silenciosa labor de provocar una muerte lenta y dilatada. En ese 6
de agosto de 1945, el azorado mundo supo que el hombre había domeñado la
energía encerrada en el átomo para crear un arma increíblemente destructiva.
Hasta esa fatídica explosión, sólo unos cuantos militares de alto rango y líderes
políticos sabían la verdadera historia: durante afios, un equipo de científicos y
técnicos trabajaron frenéticamente para construir en secreto esta "arma del día del
juicio final". Lo consiguieron, debido en gran parte a la inteligencia e inspiración
del distinguido físico teórico J. Robert Oppenheimer, que en aquel entonces
contaba con apenas 41 afios de edad.

EI prodigio

Nacido en Nueva York de padres pudientes de origen judeoalemán, Oppenheimer


se crió en el seno de una familia que respetaba el arte, la música y la curiosidad
intelectual. Ingresó a la Universidad de Harvard en 1922 y obtuvo su licenciatura
en química, con honores, en tan sólo tres años. En los siguientes años, el precoz
joven viajó por Europa, donde trabajó con varios físicos en la vanguardia de la
investlgaclon de los fenómenos atómicos, a la luz de las nuevas teorías. A sólo un
año de egresar, Oppenheimer publicó un documento científico que mostraba su
total comprensión de los nuevos métodos. Poco después desarrolló, junto con el
afamado Max Born, una parte esencial de la teoría cuántica conocida como el
método Born-Oppenheimer. Su notable disertación doctoral le ganó fama
internacional en 1927.
Física, romance e izquierdismo

En 1929, la naciente autoridad científica aceptó puestos en dos de las muchas


universidades que lo solicitaron: durante la primavera enseñó en el bullicioso
Instituto Tecnológico de California, en Pasadena, y en otoño e invierno en el
campus de Berkeley de la Universidad de California, donde fue el primer profesor
en impartir la novedosa mecánica cuántica. De hechó, el erudito científico tuvo que
ajustar necesaria y gradualmente el nivel de su cátedra a las capacidades de sus
azorados alumnos. En 1936 se enamoró de Tean Tatlock, jovencita difícil y voluble
cuyo apasionado idealismo halló salida en el Partido Cornunista. Su tormentoso
romance coincidió con la inestabilidad del mundo, de la depresión en Estados
Unidos a los desconcertantes actos de dictadores como Hitler, Mussolini y Franco
en Europa occidental. Como muchos otros pensadores de su época, Oppenheimer
investigó las ideas de izquierda como una posible solución, aunque no se unió al
Partido Comunista, como lo hicieron su hermano menor, su cuñada y muchos de
sus amigos. Su interés en la política, al igual que su capacidad para leer el
sánscrito, fueron el resultado natural de su continua investigación en diferentes
áreas del conocimiento. Él mismo admitió que le preocupaba profundamente el
antisemitismo en la Alemania y España fascistas y donó hasta 1 000 dólares al
año de su ingreso anual de 15 000 dólares para causas asociadas con grupos
comunistas. Cuando terminó su relación con Jean Tatlock, luego de conocer a
Kitty Harrison, la mujer que sería su esposa en 1940, también se alejó del círculo
de amigos izquierdistas que aquélla frecuentaba.

La amenaza nazi

Estados Unidos supo en 1939 que la Alemania de Hitler, preparándose para una
guerra total, había descubierto la fisión nuclear. Oppenheimer y otros expertos
supusieron que los experimentadores alemanes tratarían de producir una reacción
en cadena controlada que haría posible una bomba infinitamente más destructiva
que cualquier otro explosivo convencional. Los científicos alertaron al presidente
Roosevelt con una famosa carta, luego de conseguir el apoyo del renombrado
genio científico Albert Einstein, quien era exiliado del régimen nazi. En el mayor de
los secretos, el presidente autorizó el financiamiento de un proyecto destinado a
construir armas nuevas. Irónicamente, muchos connotados científicos, forzados a
huir de sus hogares en Alemania, Italia y Hungría, se unieron a los investigadores
de EUA para trabajar en laboratorios en todo el país. Algunos grupos investigaron
la posibilidad de construir un reactor nuclear, mientras otros se ocuparon de
separar los isótopos de uranio necesarios para una reacción en cadena. A
principios de 1942 se pidió a Oppenheimer, entonces fascinado con los problemas
teóricos, que coordinara los esfuerzos dispersos.

"Lunaticos costosos"
El programa del ejército de EUA para inventar un arma nuclear recibió máxima
prioridad. Su nombre en clave fue Proyecto Manhattan y lo dirigió el coronel Leslie
Groves, de 46 años, áspero y robusto. Groves -quien apodó "costosa colección de
lunáticos" a los científicos que investigaban la energía atómica- reconoció que
Oppenheimer tenía el potencial para dirigir a sus divididos colegas en una
situación de grandes presiones. El físico sugirió que todos los investigadores
fueran reunidos en un solo laboratorio en la pequeña aldea de Los Álamos, en
Nuevo México, una región que conocía bien, pues era dueño de un rancho
cercano. En marzo de 1943, un internado para varones fue transformado en una
vigilada instalación secreta, con Oppenheimer como director científico. Insistiendo
en que toda información fuera intercambiada libremente entre los científicos, cuyos
viajes al exterior estaban severamente restringidos, Oppenheimer estimuló una
atmósfera de confianza y respeto que produjo enormes progresos. Con
meticulosidad, se mantuvo al frente del complejo proyecto, aunque su vida privada
se resintió enormemente. Su esposa, que adiaba las restricciones, comenzó a
beber y a maltratar a sus dos pequeños hijos. Pero la abigarrada mezcla de
científicos -entre los que había una docena de ganadores o postulantes al premio
Nobel, y cuyos egos eran grandes- consideraba a Oppenheimer un lider de gran
devoción y diplomacia. La mayoria le daría casi todo el crédito por el éxito del
proyecto. El 30 de diciembre de 1944, Groves, promovido a general, predijo que
los dos mil millones de dólares invertidos en el proyecto darían por resultado una
bomba terminada el 10 de agosto del año siguiente. Pero cuando Alemania se
rindió en mayo de 1945, muchos de los investigadores de Los Álamos
consideraron innecesario el uso del arma. ¿Acaso no era inminente la rendición de
Japón? ¿Debía ser EUA el primer país en usar tan terrible arma? Harry S.
Truman, sucesor a la presidencia cuando murió Roosevelt, nombró a un comité
que incluyó a Oppenheimer para examinar las posibles consecuencias de una
detonación nuclear. Los expertos decidieron recomendar, con la anuencia de
Oppenheimer, que la primera bomba atómica fuera arrojada casi como cualquier
experimento, sin advertencia previa, sobre un blanco militar iaponés.

Claro que estas preocupaciones serían vanas si la bomba no funcionaba. La muy


esperada prueba de la primera arma atómica del mundo tuvo lugar el 16 de julio
de 1945, a unos 90 km de la base de la fuerza aérea en Alamogordo, Nuevo
México

El artefacto de prueba, Ilamado "Fat Man" ("Gordo") por su forma bulbosa, se


instaló en el desierto sobre una torre de acero. A las 5:30 un control remoto detonó
la bomba. Con un rugido, una bola de fuego verde violáceo y anaranjado se elevó
sobre un área de 1.5 km de ancho. La reacción en cadena hizo temblar la tierra y
la torre de acero se esfumó. Una columna de humo se elevó hacia los cielos,
ensanchándose hasta formar un hongo a 11 km del suelo. La primera explosión
nuclear hecha por el hombre pasmó, y luego alegró, a los observadores militares y
científicos que la presenciaron. Algunos felicitaron a gritos al director, pero
Oppenheimer recordó el Bhagavad Gita, poema épico de la India: "Me volví
Muerte, el destructor de mundos." Por el resto de su vida, su satisfacción por el
logro científico fue moderada debido a un justificado y profundo sentido de
responsabilidad por las consecuencias.

Alacranes en la botella

Tres días después de que "Little Boy" cayó en Hiroshima, una réplica del "Fat
Man" fue arrojada sobre Nagasaki. Japón se rindió incondicionalmente el 15 de
agosto, completamente desalentado por esta nueva arma. La invención de la
bomba atómica fue vista como el clímax de la victoria de EUA sobre sus enemigos
de la Segunda Guerra Mundial, tal vez salvando la vida de un millón de soldados
que pudieron haber muerto de haber invadido a Japón. Pero también los
escépticos se hicieron oir y el mismo Oppenheimer, dos meses después de
Hiroshima, predijo: "La humanidad maldecirá los nombres de Los Alamos e
Hiroshima." Sin embargo, al año siguiente aceptó el cargo de presidente del
consejo científico de la Comisión de Energía Atómica (CEA), convirtiéndose así en
el asesor más influyente del gobierno y el ejército acerca de los primeros y
conflictivos asuntos de energía nuclear. Occidente y la Rusia de Stalin se
enfrascaron en un estancamiento político Ilamado Guerra Fría e iniciaron una
nueva carrera armamentista. El 29 de agosto de 1949, antes de lo predicho, la
URSS detonó su primera bomba nuclear. Aunque muchos cientificos involucrados
en el Proyecto Manhattan no apoyaban la creación de nuevas armas, los
excolaboradores de Oppenheimer, Edward Teller y Ernest Lawrence, opinaron que
la seguridad nacional de EUA requería el rápido desarrollo de la todavia más letal
y destructora bomba de hidrógeno, Oppenheimer estaba asqueado. A su parecer,
las dos potencias nucleares se enfrentaban como "dos alacranes en una botella,
cada uno capaz de matar al otro, pero a costa de su propia vida". De proliferar las
nuevas bombas, las guerras ya no tendrían ganadores o perdedores, sino sólo
víctimas. El Ilamado padre de la bomba atómica anunció públicamente que se
oponía al desarrollo de la superbomba. Siempre incómodo con Oppenheimer y tal
vez envidiando sus logros, Teller hizo una campaña para dirigir el nuevo proyecto,
insinuando que Oppenheimer no necesariamente debía participar en él. Dijo a
investigadores del FBI que la influencia de su rival evitó que se trabajara sobre la
bomba de hidrógeno y reveló que, de joven, Oppenheimer sufría de profundas
depresiones. Cuando el presidente Truman aceptó en 1950 que se desarrollara la
superbomba, Teller quedó satisfecho con su victoria personal. Pero también había
otros, como pronto quedaría claro, que esperaban la oportunidad de atacar a
Oppenheimer.

Histeria y desgracia

¿Acaso la URSS pudo descubrir cómo construir una bomba atómica sin espiar los
trabajos de EUA? ¿Hubo una traición en Los Álamos? En 1954, J. Edgar Hoover,
director del FBI, redactó un informe para la Casa Blanca apoyando la acusación
de que Oppenheimer era un "agente de espionaje" . El presidente Eisenhower
acordó restringir el acceso del científico a información secreta mientras la CEA
discutía la acusación. Las audiencias de la CEA, hechas en secreto para evitar un
escándalo, duraron tres semanas, Ilamaron a 40 testigos y resultaron en 3 000
pág nas de testimonios y evidencias. Aunque Oppenheimer cooperó totalmente,
siendo sujeto a hostiles y agotadores interrogatorios durante tres días, no se
permitió a sus abogados examinar documentos relevantes o testimonios de su
cliente, por razones de seguridad. Desde el podio de los testigos, los físicos
nucleares más respetados y otros pilares de las instituciones, incluyendo al
general retirado Groves, atestiguaron de la absoluta lealtad de Oppenheimer. La
notable excepción fue Teller, quien afirmó que "sería más prudente no otorgar la
rehabilitación [de seguridad]". El 29 de junio el comité de seguridad de la CEA votó
en contra de rehabilitar a Oppenheimer, aunque sin hallarlo culpable de entregar
secretos a naciones extranjeras. Sus amistades de la década de 1930, su amorío
con Jean Tatlock y su oposición a la superbomba pesaron en contra suya.
El horror de Hiroshima y Nagasaki

El 6 de agosto de 1945 amaneció un día de sol radiante en la ciudad de


Hiroshima, Japón. A las 08:10 de la mañana muchos de sus 350.000 habitantes se
preparaban para ir al colegio o al trabajo la vida era normal.

Cinco minutos después todo cambió. A las 8:15 horas un bombardero militar
americano tipo B-29 llamado Enola Gay arrojaba una bomba atómica llamada
Little Boy en el corazón de la ciudad de Hiroshima. La bomba, de uranio
enriquecido, con sus 4 toneladas de peso, fue detonada a 600 metros de altura
sobre la ciudad, estallando con una fuerza equivalente a la de 12.500 toneladas de
explosivo altamente destructivo.

La totalidad de Hiroshima quedó prácticamente reducida a escombros, y desde


ese momento y en los meses posteriores, 140.000 hombres, mujeres, niños y
niñas, murieron con consecuencia del bombardeo.

Como consecuencia de la explosión nuclear, una enorme bola de fuego envolvió


la ciudad de Hiroshima, dejando las sombras de las personas impregnadas en los
muros y calles. Aquellas sombras muertes son re-dibujadas cada año como una
conmemoración, fantasmagórica, a los que así murieron. Aquellos que no se
convirtieron en polvo ardieron por el extremado calor, que superó los 5.000 ºC de
temperatura. Incluso partes de los edificios sencillamente se derritieron. La
mayoría de aquellas personas que sobrevivieron sólo lo hicieron por unos pocos
días más.

Aquellos cuyas familias y casas milagrosamente sobrevivieron a la bola de fuego,


fueron barridos por una fuerte onda de presión que trajo con ella vientos de más
de 1.600 Kilómetros por hora.

Después llegó la nube radiactiva, descendiendo sobre la una vez hermosa


ciudad. La lluvia negra envenenada cayó, contaminando tierras y ríos por todas
partes. Al menos la mitad de los que se encontraban en un radio de un kilómetro y
lograron sobrevivir al fuego y a la onda de presión murieron a causa de la
radiación, cual veneno radiactivo. Víctimas muy distantes recibieron suficiente
radiación como para asegurar una muerte cruel prolongada durante los siguientes
meses y años.

A pesar de las horribles consecuencias de este atroz experimento en tecnología


nuclear, tres días después los Estados Unidos volvieron y arrojaron otra bomba
nuclear sobre Nagasaki, esta vez de plutonio.

Los días 6 y 9 de agosto fueron sólo el principio para los habitantes de Hiroshima
y Nagasaki. Los supervivientes de aquellos días empezaron a ser conocidos como
Hibakusha y viven una vida de diario dolor y sufrimiento.
Las dolorosas cicatrices que cubren las terribles quemaduras que sufrieron, con
la carne hinchada, creciendo anormalmente; leucemia y otros cánceres y tumores
malignos se convirtieron en la norma de los Hibakusha. Hubo y todavía hay un
aumento en el número de abortos, nonatos y nacidos con defectos de nacimiento
tales como microcefalia (enfermedad que se caracteriza por un cráneo
anormalmente pequeño), así como en casos severos de retraso mental.

La historia de la niña de dos años Sadako Saski encierra el horror y la esperanza


de Hiroshima. Diez años después de caer la bomba se le diagnosticó leucemia. Su
mejor amigo le contó la leyenda japonesa que cualquiera que haga un millar de
grullas de papel será premiado con un deseo. La niña empezó a doblar papel
pero murió en ese año, su deseo no se cumplió.

Sus compañeros de colegio finalizaron el millar de grullas de Sadako e,


inspirados por su coraje y fuerza, recolectaron dinero por todo Japón para colocar
una estatua en su honor, una grulla dorada, en el Parque de la Paz de Hiroshima.
Su deseo llegó a ser su esperanza e inscribieron en la estatua: Este es nuestro
llanto, esta es nuestra plegaria, Paz en el mundo”. En este día los niños y niñas de
todo Japón y otros países doblan grullas de papel, un símbolo de paz
internacional, y los envían al monumento de Sadako en Hiroshima, con la
esperanza de que un día el deseo se cumpla.

Cincuenta y seis años después del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, más de


trescientas mil personas, siguen recibiendo tratamiento médico.

El 6 de agosto de 1945 fue la primera vez que un arma nuclear fue usado en
guerra, Nagasaki fue la segunda. Que no haya una tercera es el deseo de los
Hibakusha. Sus devastadas vidas son el testimonio del porqué las armas
nucleares deben prohibirse.

DECLARACION DE PAZ
6 de agosto de 1995

Estamos a medio siglo del día en que Hiroshima fue devastada por la bomba
atómica. Al tiempo que recuerdo aquel fatídico día, ruego por el descanso
de las almas de todos los que murieron y sufro por las dificultades que
afrontan los hibakusha o sobrevivientes de la guerra. No puedo hacer otra
cosa que repetir en los términos mas enérgicos que la posesión y
construcción de armas nucleares constituye un crimen para la humanidad.

A través de estos 50 años, hemos difundido por todo el planeta lo que el poder
devastador de una bomba atómica puede lograr, particularmente el daño de la
radiación, siendo plenamente conscientes que las armas nucleares deben abolirse
por completo. Lamentablemente, el mundo aun esta lleno de incomprensión entre
las naciones y de grandes arsenales nucleares, creando una formidable barrera a
nuestras intenciones. Es profundamente reprochable que algunas personas vean
la posesión de armas nucleares como símbolo del poder de una nación.

El armamento nuclear es claramente inhumano y una violación de la ley


internacional y en tanto y en cuanto estas armas existan es inevitable que el horror
de Hiroshima y Nagasaki se repita, en algún lugar, en algún momento, en
inevitable afrenta contra la humanidad misma.

Si la humanidad quiere mantener la esperanza en el futuro, debemos actuar ahora


con coraje y decisión para alcanzar un mundo libre de armas nucleares. Como
primer paso, reclamamos una inmediata y total prohibición de las pruebas
nucleares y el establecimiento de una nueva zona libre de poderío nuclear en la
zona del Pacífico Asiático. De acuerdo con los ideales pacifistas de nuestra
Constitución y proclamando a la comunidad internacional los tres principios
antinucleares: de la no posesión, no fabricación y no introducción, el gobierno
japonés deberá tomar el liderazgo por lograr la abolición de las armas nucleares.
Asimismo, también reclamamos por los sobrevivientes quiénes siguen ansiosos
esperando ver cuando Japón aprobara la Ley de Indemnización a los
Sobrevivientes para lograr un futuro mejor.

La posesión de armamento nuclear no es garantía para la seguridad de una


nación. Por el contrario, la proliferación de armas nucleares, la transferencia de su
tecnología y el almacenamiento de material radioactivo son todas amenazas a la
supervivencia del genero humano. Asimismo la supresión de los derechos
humanos, la desnutrición y el empobrecimiento, los conflictos regionales y la
destrucción del medio ambiente atentan contra la paz mundial.

Esta es una era en la que debemos pensar en la seguridad del globo terráqueo.
Es tiempo de fomentar la solidaridad humana para que trascienda las fronteras de
las naciones, de unir nuestras fuerzas y de trabajar juntos para establecer un
mundo en paz.

A 50 años del fin de la Segunda Guerra Mundial es importante mirar la severa


realidad de la guerra, tanto de los agredidos como de los agresores, de modo de
conseguir una cabal comprensión de la historia. El sufrimiento de todas las
victimas de la guerra indudablemente hiere nuestros corazones y por lo tanto
queremos disculparnos por el inconmensurable sufrimiento que la dominación
colonial japonesa y la guerra descargaron sobre tanta gente inocente.

La memoria es el punto donde confluyen el pasado y el futuro. Aprendiendo con


respeto las lecciones del pasado, queremos grabar a fuego la miseria de la guerra
y del bombardeo atómico en las generaciones de nuestros jovenes, que serán los
dirigentes del mañana. Del mismo modo también necesitamos enfatizar los
aspectos humanos relacionados con la educación como fundamento para la paz.
Solo cuando la vida y los derechos humanos estén en perfecta armonía, los
jovenes podran disfrutar de su vida con esperanza sin límites.
En esta ceremonia conmemorativa del quincuagésimo aniversario del bombardeo
atómico de Hiroshima, es mi deseo tanto rendir mis sinceros respetos por el
descanso eterno de las victimas así como declarar nuevamente mi determinación
de enfocar las energías de la gente de Hiroshima hacia la edificación de un mundo
en paz.

Historia universal. Segunda guerra mundial. Armamento nuclear. Alcalde de Hiroshima

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