El género de la educación
Por Daniel Alvarez Gorozpe
En La insoportable levedad del ser, Milán Kundera habla, entre otras cosas, de la dualidad que
circunscribe al hombre:
Desde que sabemos denominar todas sus partes, el cuerpo desasosiega menos al hombre. (…) La
dualidad entre el cuerpo y el alma ha quedado velada por los términos científicos y podemos reírnos
alegremente de ella como de un prejuicio pasado de moda.
Pero basta que el hombre se enamore como un loco y tenga que oír al mismo tiempo el sonido de sus
tripas. La unidad del cuerpo y el alma, esa ilusión lírica de la era científica, se disipa repentinamente.
(Kundera; 1984, p. 48)
Me lleva a pensar que el sosiego pudiera ser una forma de enfatizar nuestra dualidad inevitable:
cuerpo y alma, razón y emoción, sexo y amor; misma que proyectamos hacia nuestra realidad:
libertad y esclavitud, premio y castigo, civilidad y barbarie. Tratamos inútilmente de separar lo
público de lo privado, el arte de la ciencia, el instinto del intelecto, la guerra de la paz. Todo para
unir los opuestos: nos especializamos para explicar generalidades, emigramos para aprehender
nuestro origen, repetimos preguntas. De aquí tal vez, surja este ensayo desasosiego.
falta de nobleza es una verdadera estupidez. Por eso quizá lo que más admiro de los animales es
que no nos envidian, ellos simplemente hacen y olvidan. En todo caso ¿Qué envidiarán ellos de
nosotros? Afortunadamente nunca lo sabremos, o por lo menos no en el futuro cercano.
Circunstancia que sólo nos deja múltiples interpretaciones de los hechos: nuestra consciencia
sobre las cosas.
Es motivo de otro ensayo indagar en el origen de la conciencia, sin embargo, es motivo de éste
esbozar algunos de sus alcances. Vuelvo a La insoportable levedad del ser, donde Sabina, amiga y
amante de Tomás, protagonista, experimentan la dualidad entre lo erótico y lo ridículo:
Aquella vez, al mirarse al espejo, no vio en los primeros instantes más que una situación graciosa. Pero
inmediatamente lo cómico quedó oculto tras lo excitante: el sombrero hongo no representaba una
broma sino una violencia (…) Se veía con las piernas desnudas, con las bragas de tela fina, a través de
la cual se trasparentaba el pubis. La ropa interior resaltaba sus encantos femeninos y el duro sombrero
masculino negaba, violaba, ridiculizaba aquella feminidad. (Kundera; 1984, p.92-93)
Una frase viene a mi cabeza después de este pasaje: la pasión enaltece la conciencia. Le da este
halo de inspiración libre y humana capaz de unir a dos personas (en este caso a Sabina y Tomás)
en un mismo sentimiento. ¿Pero es que la pasión cabe en un sombrero, en un espejo, en un cama,
en una pareja? La pasión no cabe en ningún lado, es el deseo el que lanza algún brazo de pasión a
la cama, el que despeina un sombrero o empaña la ventana, la primera es consecuencia del
segundo. Todos somos causa del primero.
El deseo es inherente al ser humano, nos llega de pronto sin siquiera buscarlo, aparece ahí entre
los demás, nos necesitamos mutuamente. Pero no basta eso para conseguirlo, es preciso tomar
una decisión, querer y hacer para conseguirlo. Es decir, no basta con sentir un deseo para
buscarlo, hay que razonarlo.
Kohlberg desarrolló una teoría acerca de la evolución del razonamiento moral, donde esquematiza
dicho proceso en seis etapas repartidas en tres niveles que van desde el castigo y la obediencia
(preconvencional), pasando por el intermedio, hasta los principios éticos universales
(postconvencional). A continuación se exponen diversas posibilidades:
Supongamos que Tomás, de quien lo único que sabemos es que le excitó ver a Sabina
semidesnuda con el sombrero hongo de su padre, está ahí para recompensarse a sí
mismo; y supondremos también, que esa imagen es un premio de ella hacia él por haberle
sido infiel a su esposa o pareja. Es decir, ella está ahí para recompensarse también a sí
misma. Entonces el objeto de deseo compartido sería posiblemente el placer de la
trasgresión: el primero traiciona un compromiso para ser recompensado eróticamente; la
segunda exige una traición para compartirse. Ambos razonamientos parecen incapaces de
discernir entre lo justo más allá de satisfacer sus necesidades al mismo tiempo, sin
2
En género de la educación Daniel Alvarez Gorozpe
Así encontramos que hasta los personajes de ficción pueden ser fines. Pero la pregunta
permanece: ¿qué fin puede ser entonces el hombre? Pues a pesar de las similitudes que podemos
hallar en la literatura y demás formas de expresión humana, la realidad, aún siendo posibilidad
entre posibilidades, impacta en nuestras decisiones. De ahí que un escritor sea juzgado por su
trabajo (Milan Kundera fue exiliado de su país natal, la antigua Checoslovaquia. Vive en Francia
desde 1975); un empresario por su capital o un estudiante por sus calificaciones. Libros, recursos,
calificaciones, son metáforas de nuestros propios miedos y anhelos, existen porque nosotros lo
permitimos. Porque paradójicamente desconfiamos de la realidad en su forma más pura: un
escritor que no escribe no es escritor, un estudiante mediocre tiene calificaciones mediocres, y así
sucesivamente. Nada está completo si falta el ser humano, ni siquiera lo desconocido, pues éste
aunque desconoce, está consciente de que desconoce.
Este ensayo lleva por título El género de la educación. De acuerdo con la Real Academia de la
Lengua, género se refiere al: “conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes.
(2010)”; en el aspecto biológico se define como: “taxón que agrupa a especies que comparten
3
En género de la educación Daniel Alvarez Gorozpe
ciertos caracteres.” (2010). Así, es biológicamente evidente que Tomás y Sabina no comparten los
mismos caracteres sexuales, pero están juntos, por lo tanto ¿se complementan entre sí?
4
En género de la educación Daniel Alvarez Gorozpe
incursión laboral. La educación nos libera de nuestra inminente ignorancia para ser productivos,
útiles, para alcanzar nuestro potencial.
Sin embargo, ¿es ésta nuestra única forma de alcanzar nuestro potencial? Innumerables son las
historias de personas excepcionales que sin gozar de los beneficios de una educación formal desde
una edad temprana consiguieron marcar alguna diferencia. Pero innumerables son también
aquéllas que bajo las mismas condiciones, no consiguieron marcar esa diferencia y permanecieron
en el anonimato, en la mala fortuna. ¿Así que la educación representa la posibilidad de marcar
alguna diferencia si se sabe aprovechar? De ser así ¿Cómo contrarrestar dicha mala fortuna? Pues
aquí nuevamente, el éxito educativo implica algún grado de violencia, su distinción requiere de un
punto de equilibrio, de un fracaso educativo.
¿Será posible comparar la taxonomía de género con una taxonomía de educación? Los roles de los
educados frente a los no-educados, ¿qué triunfo vale más, qué fracaso lastima más? Pues una cosa
es evidente, en aras del desarrollo, alguien se tiene que sacrificar, la clave está en esquivar dicho
sacrificio a través del aprovechamiento de las oportunidades. Mientras que la clave de dichas
oportunidades está en preservar la esperanza de que algún día alcanzarán para todos. ¿Cuál es el
fin de la educación?
Entre los cinco ejes temáticos del Plan de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) está el de
Desarrollo Humano de las personas que: “es visto como la condición para que éstas amplíen sus
posibilidades de elegir entre distintos tipos de vida.” (Clark, 2009). Donde la educación, la salud y
las oportunidades de ingresos son determinantes para su gestión.
Por otro lado, el materialismo histórico que propusieron a mediados del siglo XIX Engels y Marx
habla del papel protagónico que juega la percepción de aspectos como la justicia, la libertad, la
moral, la estética, etc. en la ideología de una sociedad. Y la forma en que dicho rol determina su
estructura económica y productiva. Lejos de aludir al comunismo, me interesa destacar esta idea
de causa y consecuencia por su oposición potencial: mientras los nuevos planes de desarrollo
buscan generar los instrumentos para garantizar un desarrollo incluyente y sostenido de una
comunidad, Engels y Marx, hace más de cien años, destacaron el rol determinante de la ideología
en el desarrollo económico, más específicamente, el rol de la percepción de dicha ideología y
cómo se traduce en medios de producción para hacer del hombre su propio instrumento, y
establecer que quien tenga control de los medios de producción tendrá control también de la
ideología que preservará dicho control. ¿Qué diferencia a los organismos internacionales de esta
estructura ideológica más allá de sus objetivos particulares?
Pudiera ser que este título desafiara la concepción de género como una justificación de nuestras
diferencias como individuos, como miembros de un grupo, un país, un mundo. Pero pudiera ser
también que en su afán trasgresor afianzara dichas diferencias sin pretender justificarlas: dos
individuos de distinto género (no necesariamente sexual) no son iguales, por lo tanto, no merecen
lo mismo.
5
En género de la educación Daniel Alvarez Gorozpe
Referencias bibliográficas
Clark, Helen Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo México
http://www.undp.org.mx/spip.php?article19 Consultada el 06-05-2010
Kundera, Milan (1996)La insoportable levedad del ser. México. Tusquets editores (Orig. 1984)