Hay leyendas que no son comparables a nada. Sobrepasan los lmites. Franz Liszt lo
fue, lo es y este ao se le recuerda en el segundo centenario de su nacimiento (el 22 de
octubre de 1811) en Raiding, entonces Hungra, ahora Austria. Los programas de los
recitales de grandes figuras estn plagados de homenajes con sus piezas. Pero no se
esperan reacciones histricas, ni delirios.
Si al resto de compositores les tiraban flores, a l le lanzaban joyas
Algunos cuentan que Beethoven le bes la frente cuando le vio tocar
Lo que s podremos comprobar es la vigencia de una obra que perdura. Aunque quiz no
como a l le hubiese gustado. A la hora de juzgar a Liszt se imponen dos caras. La del
intrprete brillante y revolucionario y la del compositor. Esta ltima responda a las
reglas del ejecutante pero, pese a abrir caminos en el pianismo, no alcanz las cotas
rupturistas y geniales del otro referente absoluto de su poca: Federico Chopin.
El genio pianstico ideal quiz resida en la mezcla de ambos. Si Chopin envidiaba a
Liszt por su destreza enrgica ante el pblico -su delicada salud no le permita lograrlo-,
la obra del polaco est ms vigente -con su invencin de nuevas formas- que la del
hngaro de poderes diablicos.
En lo que s rompi moldes Liszt fue en su interpretacin. Aunque algunos crticos
sostuvieran que pagaba a las mujeres para que pelearan tras sus conciertos, no haba
fortuna capaz de resistir tantos incidentes. Y es que Liszt produca un arrebato
electrizante, cuenta el crtico Harold Shonberg en The great pianists.