tarde. Jugaba, saltaba, corra, pateaba hasta que llegaba mam al caer el da y me
recoga. Nos despedamos de todos y retornbamos a casa al atardecer.
***
Es una imagen corta pero convincente inici Malalei.
Una vez en la poca escolar mam falt a su rutina. As, por primera vez, no
mam sino pap cumpli el rol de llevarme a casa de la abuela para que sta me llevara
al colegio como siempre .
El alba estaba velada por los nubarrones; un paisaje comn para esos das de la
capital. Pap tena varicela ese da. Por eso, sent admiracin por l desde el principio:
enfermo y se atrevi a llevarme a casa de la abuela. Era vulnerable ese da y estaba a mi
lado. Pienso que en ese instante fui ms fuerte que pap as tan sola y tan pequea .
Pap se quebrantaba hasta por un simple resfriado. Vea a ese hombre derrumbado por
una simple gripe: gema, se acongojaba y buscaba el consuelo materno. Fue un tcnico
de gasodomsticos pero tambin un notable actor porque persuada a su nica
espectadora: mam quien lo complaca no con una corona de flores sino con cuidados,
remedios y compasin.
Tuvimos que haber pasado la primera avenida y tomar el callejn donde pap
alguna vez encontr un celular gigantesco para llegar a la segunda avenida. Todo esto lo
imagino pero, ya en la segunda avenida, parados en la banqueta s que s pas porque
all inicia mi recuerdo:
Estaba al lado izquierdo junto a pap. Esperbamos el pase en una avenida
vaca. Vi la cadencia de su mano curtida por el tiempo y el trabajo, y, claro, por sus
vejigas. l baj su mano para aferrarla a la ma y cruzar como un buen padre lo hara. Tal
vez l no haya entendido lo significativo de este precario momento pero yo tom su mano
como si fuera la primera vez que l me ofreca algo aparte de su dinero, tiempo y
palabras; era su calor, su contacto y su seguridad lo que atesor. l estaba all de pie
como una antigua columnata griega que desvencijada por el tiempo an yace inmvil
cumpliendo su objetivo.
Qu rpido pasa lo ms importante Medit Malalei Despus de ese instante
de unicidad, de vnculo verdadero con mi padre no import si llegu donde mi abuela, si
tuve un buen da en clase o si el sol ilumin aquella fra e inmortal avenida; despus de
ese instante he aferrado la imagen de mi padre toda mi vida.
***
Malalei ahora solo piensa si este corto recuerdo de su padre dur los largos y cotidianos
cuarenta y cinco minutos que le toma su trayecto de casa al Centro de Estudios.
Qu rpido pasa lo ms importante