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DE HESÍODO A AVATAR:

LA NUEVA PANDORA

FEDERICO GADEA GRIBAUDO

UA

HUMANIDADES 2010

INTRODUCCION

Desde el mito que narró Hesíodo la figura de Pandora, la primera mujer creada
como castigo por el robo del fuego enviada a los hombres, siempre ha tenido
una carga negativa, por representar una carga para el varón, además de jugar
el papel de desencadenante de todos los males del mundo. El personaje ha
atraído siempre la atención de literatos y artistas, siendo representada en
infinidad de ocasiones, y representando y en no pocas ocasiones los límites y
el fracaso de los avances de la humanidad. Una de las revisiones actuales del
mito se hace presente en el último largometraje de Cameron, según algunos
una mirada nostálgica hacia el pasado y el paraíso perdido, y un alegato a
favor del estado primigenio de naturaleza.

Según nuestra lectura, el film tendría un referente clásico claro, constituiría un


ejemplo más de la influencia de la cultura griega, y en particular del poeta
arcaico de Ascra, en la sociedad actual. Esto no es de extrañar, pues los
planteamientos promovidos hace siglos tienen vigencia y en ellos podemos
hallar una posible solución a los males que la humanidad bajo la bandera del
progreso ha ido cometiendo, guerras, atrocidades, destrucción de bienes
comunes como la naturaleza, el más preciado don de los dioses.

REFERENTES CLÁSICOS EN EL FILM

Pandora es una luna del planeta gaseoso gigante Polifemo, (ambas figuras de
la Mitología Griega) que orbita alrededor de Alfa Centauri A. Descubierta en la
primera expedición interestelar hace veinticinco años en 2129, Pandora ha sido
la cosa más interesante que le ha sucedido a la raza humana en siglos. A los

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noticiarios les encanta transmitir imágenes de los salvajes paisajes en Pandora,
y su fauna y flora bizarra. Para las culturas de la Tierra, que han perdido todo
contacto con la naturaleza, Pandora es misteriosa, primitiva y aterradora,
supone un retorno a esa naturaleza “bondadosa” e idílica de la era primigenia.
Es un retorno a la mitología clásica donde las personas conviven con animales
fantásticos y monstruos.
Como los Na' avi de James Cameron en Avatar, los griegos creían que
Pandora representaba un aspecto de su propia naturaleza. Pero a diferencia de
la película, veintiocho siglos antes, Pandora nació con una carga negativa de la
que difícilmente se ha podido desprender por haber destapado la jarra de las
desgracias humanas. Evidenciaba que la cultura fundada en cosas hechas por
el hombre se enfrenta per sé al riesgo de autodestrucción. Cameron le da la
razón a los griegos y a Hesíodo, que escribió y describió la naturaleza de
Pandora. Y por eso crea un entorno en el que toda creación humana está
regulada y en armonía con la naturaleza, con el planeta.
Hesíodo narra además el “mito” de las Cuatro Edades del Mundo o las cinco
razas humanas entorno al siglo VIII a.C.. Se dice que por entonces el poeta
Hesíodo, probablemente influenciado por oscuras leyendas sobre pasados
cataclismos y sobre los tiempos más felices que los precedieron, se habría
desarrollado a partir de la nostalgia de los pueblos primitivos por el retorno a la
vida natural, nostalgia que sumada a consideraciones sobre la recurrencia y
regularidad de las catástrofes que azotan al mundo, habría finalmente
cristalizado en el “mito” de las Cuatro Edades del Hombre la creencia universal
y antiquísima en la “caída” del hombre: tradición ésta que evoca un descenso y
alienación del hombre desde una situación paradisíaca, dorada, hasta una
etapa de degradación total de la humanidad.
Según él, en la Edad de Oro, el hombre vivía en un estado ideal de perfección
y justicia. Reinaba una eterna primavera, no existían el calor y el frío extremos.
Los campos, siempre verdes y floridos, brindaban en forma espontánea
dorados cereales todo el año, y de los árboles, perennemente lozanos,
colgaban frutos deliciosos y maduros, por lo que los hombres desconocían el
trabajo esforzado. No había maldad ni injusticia, no se conocían la envidia y la
codicia, los crímenes y los vicios, la guerra y el odio. La vida era una perenne
fiesta, y los hombres eran perfectamente felices al amparo de sus dioses,
quienes, a cambio de sus bendiciones, recibían veneración y obediencia. Pero
el mal logra infiltrarse en este paraíso:

“Y vivían como dioses con un corazón sin preocupaciones, sin trabajo y sin
miseria, ni siquiera la terrible vejez estaba presente, sino que siempre del
mismo aspecto en pies y manos se regocijaban en los banquetes lejos de todo
mal, y morían encadenados […] ellos tranquilos y contentos compartían sus
trabajos con muchos deleites”

En Avatar sucede lo contrario. Son los terrícolas, en una fase terminal del
capitalismo, los que van a Pandora. Allí encuentran el paraíso y el infierno a la
vez. La Pandora de Cameron es un planeta inspirado en Gaia o Gea, otra
diosa griega de estimulo creador, la diosa madre de la tierra. Con mística

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ecologista Pandora es un planeta en perfecta armonía de hombre y naturaleza,
que no por casualidad se llama Gaia en la lengua Na' avi, sus habitantes.
Los hombres que llegan a Pandora, pueden ser claramente identificados con
los hombres de la última era que nos presenta Hesíodo, los de la edad de
Hierro. Los hombres de esta época fueron los peores que habitaron la Tierra.
Imperan ahora la fuerza, la ambición y la violencia desmedidas.

Aparece un metal más resistente que todos los demás, el hierro, con el que se
forjan las armas y se abre la Tierra para sacar los tesoros escondidos en ella
por los dioses: el oro y la plata, más peligrosos aún que el hierro, y origen de
toda discordia. La ambición de riquezas y de poder no respeta nada. No
existen más el honor, la honestidad, la lealtad: la mentira, la violencia y la
astucia son los únicos medios de que se valen los hombres para alcanzar sus
fines.
La Tierra es dividida y marcada, cada quien quiere su parte, y todos agreden a
todos para aumentar sus posesiones. Cruentas guerras cobran millares de
vidas, el mundo entero se cubre de sangre. El temor se extiende, ya no hay
seguridad para nadie; la angustia impide dormir. La división impera: marido y
mujer se traicionan, la mano del hombre se alza contra su hermano, el hijo
llega a matar al padre... Desde el Olimpo, Zeus, lleno de ira, decide borrar el
sufrimiento eliminando todo cuanto vive y alienta sobre el mundo.
Es la época actual, la del propio poeta, condenada al trabajo para conseguir el
sustento y sometida a luchas fratricidas: una vez aparecidos, la Justicia emigró
de la Tierra. También esta raza está condenada a extinguirse por su propia
injusticia, no sin antes vivir entre penalidades y efímeros gozos.

“El padre no se parecerá a los hijos ni los hijos al padre; el anfitrión no


apreciará a su huésped ni el amigo a su amigo y no se querrá al hermano
como antes. Despreciarán a sus padres apenas se hagan viejos y les
insultarán con duras palabras, cruelmente, sin advertir la vigilancia de los
dioses –no podrían dar el sustento debido a sus padres ancianos aquellos
[cuya justicia es la violencia–...”

En la película, los humanos llegan a Pandora en busca de recursos que


supondrían la solución a los problemas energéticos de la Tierra. Quizás debido
a esa visión de apropiación y arrebatadora de cuanto tenemos a nuestro
alcance y en la naturaleza, agotando recursos, destruyendo parajes,
ecosistemas enteros y hábitats únicos. En una actitud egoísta, autodestructiva,
corrompida por la avaricia y ávidos de riquezas. Que como se intuye en la obra
de Hesíodo un progreso y avance tecnológico no va unido a un progreso moral,
de ahí a que hable de la decadencia progresiva de la humanidad. Tras esta
cuestión nos llegamos a plantear si realmente con la gesta épica de Prometeo
nos ayudó, o mas bien todo lo contrario condenando a la humanidad. La
historia que cuenta, por desgracia, es demasiado parecida a las muchas que
han transcurrido en nuestro planeta, éstas sí reales, y que todavía siguen

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ocurriendo (petróleo en Irak, coltán en el Congo, maderas y tierras en la
Amazonia…). Y la resolución del conflicto, lamentablemente, es también la que
a lo largo de la historia han tenido los diferentes saqueos que los invasores han
perpetrado sobre las tierras y los pueblos originarios.

Si en la Pandora griega, castigo de los dioses, aparecen todos y cada uno de


los conflictos de lo que hacemos, en la de Cameron llama la atención la
ausencia de ideologías. Es tal vez la negación de todo problema ideológico. La
Pandora de Hollywood, pese a sus escenas con colores brillantes, a su fauna
símil prehistoria es perfectamente identificable tanto en pasado como en futuro.
Están en ella los pueblos originarios y el Apocalipsis. Es a la vez el paraíso y el
infierno de una y otra cultura. La ciencia ficción es siempre portadora de viejos
mitos, incesantemente reescritos.

La comunidad de Pandora no tiene que ver con la política y la lucha de clases,


no libra batalla alguna en el seno de su sociedad. Pero plantea el choque de
dos mundos, de dos Pandoras, la del castigo griego y la de la Gaia. En ese
espejo se mira la humanidad capitalista del año 2154, fecha de anclaje de la
película. Evidenciamos como es notable, un sentimiento de añoranza de esa
primera edad de Oro, en la cual se convivía en un estado de naturaleza, donde
imperaban las relaciones bajo los signos de bondad y justicia. Las relaciones
sociales eran más flexibles y se interactuaba en busca del bien común.

Una corriente de pensamiento que se inicia con los primeros textos escritos e n
época arcaica, cuando el hombre en el despertar de su individualidad y en
búsca de sistemas de justicia divina, considera que la etapa más temprana de
la historia humana es la mejor y más feliz; cualquier desarrollo del estado
natural del hombre no ha hecho más que deteriorarlo, pues el hombre primitivo
era más perfecto que el civilizado. La vida en que el hombre no tenía que pasar
trabajos para mantenerse es la que se concibe como la primitiva, perdida pero
que algún día se podrá recuperar: la de las islas paradisíacas, si se ve desde el
punto de vista espacial, o la de la Edad de Oro o el Paraíso Terrenal, si se ve
desde el punto de vista cronológico. Es esta concepción la que dará lugar al
mito de las Edades del Hombre, al buen salvaje, a las utopías, a las teorías
sobre el primitivismo e incluso a la ciencia ficción.

Como vemos la película entronca, precisamente, con este mito prometeico, al


denominar al nuevo mundo con el sugerente nombre de Pandora.
Etimológicamente, se ha conferido a la palabra Pandora diferentes significados.
Entre ellos Pandora significa "el regalo de todos".

Cabe destacar dos aspectos importantes:


1. Pandora es el origen del mal para la humanidad.
2. Su nombre, en cambio, alude a una mujer que lo da todo, o que es
un regalo de todos.

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Estos dos temas aparecen claramente reflejados, tanto por lo paradisíaco del
lugar, muy parecido al Edén, cuanto por los peligros que entraña el mundo de
Pandora para los seres humanos.

Resulta significativo y curioso el tipo de relación que se establece entre los


protagonistas, la indígena es una aspirante a sacerdotisa de Pandora. Este
mundo tiene una doble significación mítica: por un lado, para la consciencia
prometeica, tecnológica y científica, la Diosa es una amenaza y un obstáculo al
progreso. Pero, al tiempo, Pandora constituye el remedio que cura a la
humanidad de su enfermedad, que es ese orgullo que provoca el alejamiento
de lo instintivo. Se nos presenta como una posible solución a todos nuestros
males, supone la liberación de la mente para la salvación del espíritu.

Cuestiones como el por qué de la llegada de los humanos a Pandora, no hace


más que resaltar otro hecho significativo y de vigencia en la actualidad: la crisis
planetaria. La crisis económico-financiera global no es sino un síntoma más, al
igual que la grave crisis ecológica (el incremento vertiginoso del calentamiento
global y el deterioro de la capa de ozono, etc.) Es decir, que esas crisis, son
manifestaciones de un Ocaso de Occidente. De un continuo y progresivo
deterioro de los pilares morales y espirituales sobre los que descansa
Occidente.
Desde el fracaso de la cumbre de Copenhague asistimos a un intento de
revolución y “sabotaje” a estas insanas actividades kamikazes. Se deben
empezar a tomar medidas rigurosas y crear una conciencia colectiva. Incluso
los ecologistas del mundo y los locales creen que Avatar simula el paraíso. El
oasis que debemos preservar de la colonización del desarrollo.

El final de la película marca el regreso a una realidad demasiado cruda y


áspera, la deuda total y enorme en la cual el medio ambiente se consume y los
recursos se están agotando a medida que viajamos locamente hacia la
extinción, bajo la bandera del progreso, de la ciencia y vanagloriándose de la
épica en sus actos. Es una crítica a un sistema capitalista que justifica los
medios con el fin.

Pandora, sin duda este nombre evoca a la mas alta mitología griega. La caja
ha sido abierta, en medio de la naturaleza inmensa y salvaje, conlleva en si un
mensaje, algo que contiene en su interior; esperanza, por una raza, por un
planeta y por el futuro de todas las cosas vivientes.

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