CONSULTA INTERNACIONAL
NICARAGUA 2006
PONENCIA:
“Preparando estudiantes para descender al encuentro con
Dios”
AUTOR:
Lic. Sergio Saavedra Belmonte
INDICE
Introducción 1
1. ¿En qué consiste la misión de Dios? 2
2.- Descenso y ascenso en las Escrituras. 3
2.1.- Génesis 1: 1 a 2:4a. 3
2.2.- Los cánticos del siervo de Jehová
(Isaías 42: 1-9;49:1-6;50:4-9;52:13-53:12). 4
2.3.- Las bienaventuranzas (Mateo 5:1-12). 5
2.4.- Cruz y esperanza. 9
2.5.- Una fórmula gráfica. 10
3.- Discernir a Dios en misión obrando en la historia. 10
4.- Visión integral y capacidad hermenéutica.- 11
4.1. ¿Cómo se construye una cosmovisión? 12
4.2. ¿Cómo se articula este paradigma
en la formación académica? 15
4.2.1. La identidad.- 16
4.2.2. Competencias.- 17
4.2.3. Estilo.- 19
Conclusión 21
Bibliografía 22
INTRODUCCIÓN.-
De este modo, los últimos 60 años, tanto del lado protestante como católico (Bosch, Op.Cit)
se ha ido sustituyendo el modelo triunfalista, colonialista y culturalmente occidental de las
misiones, con este nuevo (¿?2) modelo más humilde y teocéntrico que reconoce que “Dios
más que nadie está interesado en la reconciliación con sus criaturas y la redención de las
relaciones entre sus hijos; siendo la Biblia primeramente el testimonio histórico de los
esfuerzos misioneros de Dios para alcanzar a toda la humanidad” (Van Engen, 2004).
“Dios está en misión y su pueblo es invitado a ir junto con Él”. De esta manera se
expresa, entre otras proposiciones, el paradigma misiológico de la missio Dei que tiene la
característica principal de hacer explícito al sujeto de la misión: Dios mismo. Este énfasis
Teocéntrico del concepto de la missio Dei implica:
b) Si bien Dios nos invita a participar, es bajo su Autoridad y por Su Espíritu (Hech.:13
1-3; 16: 6-10).
1
Apareció en un capítulo de Perspectives on the World Christian Movement: A Reader, Ralph Winter and Steven
Hawthorne, eds. (Pasadena, CA: William Carey Library, 1981:10-18).
2
Realmente no es nuevo. Según Bosch, esta perspectiva es más coherente con el punto de vista de los escritores
de los textos bíblicos.
Sin pretender haber arribado a un puerto definitivo, resulta muy iluminador interpretar
nuestro esfuerzo académico y empresarial universitario dentro del paradigma de la missio
Dei o “Dios en misión” -como parece mejor traducir al español este término latino.
Si Dios está en misión y nos invita a unirnos a Él, lo que sea su tarea, será también la
nuestra (Juan 12:26; 13:12-15; 20:21). De aquí resulta muy importante encontrar una
respuesta bíblica a esta pregunta ¿En qué consiste la misión de Dios?
Filipenses 2:5-11 presenta la obra salvífica de Dios, no centrada en el ser humano sino en
Dios mismo y su propósito final. Por ello, describe muy claramente, en mi juicio, en qué
consiste SU misión.
5 Haya en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús:
6 Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a qué
aferrarse;
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante
a los hombres; y hallándose en condición de hombre,
8 se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!
9 Por lo cual también Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que es
sobre todo nombre;
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los
cielos, en la tierra y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese para gloria de Dios Padre que Jesucristo es Señor.
Este pasaje, entre muchas otras valiosas verdades, describe un movimiento de descenso y un
movimiento de ascenso. El movimiento de descenso (vss. 6 al 8) es voluntario y altamente
costoso; es decisión del Hijo y pone en juego su naturaleza misma; el de ascenso es
dependiente y tiene que ver con el cumplimiento de los propósitos eternos del Padre: al
Hijo, porque hace la voluntad del Padre le es otorgado el título de máxima autoridad,
siéndole sujetas todas las cosas, en los cielos y en tierra (Mt. 28:18).
Me voy a permitir señalar otros lugares de la escritura que manifiestan estos caminos. Sólo
mencionaré 3 de los variados ejemplos, que representan muchos otros:
2.1.- Génesis 1: 1 a 2:4a. Los primeros versículos de Génesis pueden ser comprendidos
como un camino de descenso al encuentro de una situación caída para transformarla. El
caos, el vacío y las tinieblas del abismo son la situación que el Espíritu Santo de Dios busca
intencionalmente transformar3. Nadie le obliga a hacerlo, no existe más causa que su
propia voluntad y su carácter. En este descenso el carácter y el poder de Dios (su gloria)
“brillan” y resaltan el contraste total con la situación que enfrentan.
Cuando Dios concluye su obra y comprueba que es perfecta, aparta y bendice el séptimo día
para su descanso. Se puede relacionar este reposo como lo opuesto a la intranquilidad
inicial de Génesis 1:2, es decir el Espíritu de Dios reposa, ya que un orden dinámico y
armonioso ha sustituido al caos; la luz ha puesto límites a las tinieblas, la vida bulle donde
antes había sólo vacío. Todo el trabajo creativo del capítulo 1 de Génesis fue la
progresiva y poderosa manifestación de la gloria de Dios hasta alcanzar su propósito eterno.
El señorío del hijo del hombre e hijo de Dios, varón y mujer sobre toda la creación (Génesis
1:26-31).
El reposo del séptimo día, en este contexto es más que un descanso, es la consecuencia
directa de haber logrado el propósito del descenso. Por lo tanto es un estado
cualitativamente distinto al de antes del descenso, pero al mismo tiempo idéntico al
propósito eterno de Dios.
Esto es exactamente lo que significa el camino de ascenso, como vimos en Filipenses 2:9 al
11: alcanzar un estado cualitativamente distinto al de antes de la intervención, pero
3
La palabra hebrea raw-khaf que se traduce por “mover” significa revolotear, estremecer, palpitar, intranquilizar.
Sólo se utiliza tres veces en la Biblia, en Gn. 1:2; Dt. 32:11 y Jeremías 23:9. Señala que Dios no permanece
tranquilo frente a la tiniebla, el vacío y el caos.
idéntico al propósito eterno de Dios: Que toda rodilla se doble y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor para Gloria de Dios Padre.
2.2.- Los cánticos del siervo de Jehová (Isaías 42: 1-9; 49:1-6; 50:4-9; 52:13-53:12).
A continuación analizaremos los 4 cánticos del siervo de Jehová desde la clave hermenéutica
del camino de descenso y del camino de ascenso. Interesa no sólo corroborar lo que se vio
en Filipenses y en Génesis, sino sobre todo descubrir nuevos elementos de esta clave
hermenéutica.
Isaías 42: 1-9 Isaías 49:1-6 Isaías 50:4-9 Isaías 52:13-53:12
Camino de No descansará Llamado de Despertar el Despreciado y
descenso hasta que Dios desde el oído mañana desechado, llevó
establezca vientre para tras mañana nuestros dolores y
justicia en las hacer volver al para escuchar y fue herido por
naciones por pueblo hacia luego hablar nuestros pecados.
medio de la Dios. sabiduría. Arrancado de la
verdad tierra por nuestra
rebelión.
Situación a Abrir los ojos a Dispersión, Hablar palabras Nuestras
transformar o los ciegos, perdición y al cansado enfermedades,
motivo para destrucción de nuestros dolores,
Sacar de la
descender. su pueblo. nuestras
cárcel a los
rebeliones,
presos y a los
nuestros pecados.
que moran en
tinieblas
Costo No usará de Sentimiento de Dar el cuerpo a Derramó su vida
violencia ni de haber heridores y hasta la muerte
presiones. trabajado en burladores y
vano. agresores.
Camino de Jehová le Luz de las No será Prosperidad,
ascenso sostendrá por naciones y avergonzado engrandecimiento,
medio de su salvación de puesto que exaltación,
Espíritu y le Dios hasta lo Jehová descendencia
pondrá por último de la defiende su eterna,
pacto y luz de tierra. causa. satisfacción, parte
las naciones. con los poderosos
Rescatemos los elementos que ya hemos notado por medio de Filipenses y de Génesis:
C) El Padre anuncia una nueva condición cualitativamente superior para el siervo, que
llega a coincidir con el propósito eterno de Dios que es el gobierno justo del ser
humano sobre todas las cosas.
Cada una de las bienaventuranzas expresa tanto el camino de descenso como el camino de
ascenso:
I PARTE Pobres en Los que lloran Los mansos Los con hambre y
espíritu sed de justicia.
Camino de Aquellos que Aquellos que por Los que no usan Los que desean y
descenso prefieren confiar diversos motivos la violencia buscan cambiar
en Dios antes viven afligidos y para defenderse las relaciones
que en los bienes sufren ni para injustas en la
materiales. conseguir lo que sociedad.
quieren.
Situación a Su espíritu de Situaciones de No quieren Todas las
transformar o pobre los lleva a sufrimiento añadir relaciones de
motivo para no ser ambicioso continuo que no violencia, en injusticia en la
descender. y por lo tanto ser se pueden consecuencia sociedad.
abusados, cambiar por falta sufren violencia
explotados, de poder o de y abuso
aprovechados. conocimiento.
Costo o Cruz Sostenerse en la Sostenerse en la Sostenerse en la No obrar justicia
esperanza de la esperanza de la esperanza de la propia y esperar
manifestación manifestación del manifestación la manifestación
del gobierno gobierno justo de del gobierno del gobierno justo
justo de Jesucristo por justo de de Jesucristo por
Jesucristo por medio de la Jesucristo por medio de la
A.- El orden social construido por los seres humanos, en cualquier sociedad humana, en
cualquier cultura, implica para muchos, por el sólo hecho de haber nacido allí, un
camino de descenso debido a las injusticias que sufren y que les toca observar con
impaciencia.
C.- Otra gran parte de la humanidad, que se irrita e impacienta frente a tanta injusticia,
tampoco debe hacer prácticamente nada para estar en el camino de descenso, puesto
que su reacción natural a favor del cambio de aquella situación de injusticia lo ha
puesto allí.
D.- Otra parte de la humanidad que optó seguir a Jesucristo para entrar en Su Reino de
justicia también se encuentra en el camino de descenso, por el mero hecho de haber
tomado esta opción. Optó por seguir a Jesús en su descenso al encuentro de
situaciones caídas para levantarlas. En este caso, seguir el camino de descenso es
cuestión de obediencia y de identificación.
F.- Existe la posibilidad que el ser humano aplique sus recetas humanas frente a tanta
injusticia, frente a la opresión que sufre, frente a la persecución y humillación y trate
de salvarse a sí mismo. Esta reacción impaciente y equivocada no llevará al camino
de ascenso, no llevará al “reposo de Dios con el ser humano”, no llevará al
cumplimiento del propósito eterno del Padre que es el gobierno justo del Hijo del
Hombre sobre toda la creación.
G.- La única opción de que el camino de descenso lleve al camino de ascenso es la espera
activa en la manifestación del Reino de Dios por parte del enviado de Dios Jesucristo.
De hecho, el contexto histórico del sermón del monte nos proporciona esta última clave. El
escenario es una multitud de gente oprimida, enferma, sufriente; muchos de ellos quizás sin
esperanzas ya, otros a punto de perderla y otros más con la impaciencia de que Dios
intervenga obrando justicia en cumplimiento de sus promesas.
Propongo el siguiente enunciado: “Buen final tendrá quien descienda a tomar su cruz en
obediencia a la voluntad del Padre y espere activamente que Dios le rescate de allí y le
lleve en ascenso hasta su propósito eterno”
2.4.Cruz y esperanza.-
En esta última parte se han introducido dos nuevos conceptos que es necesario aclarar:
Tomar la cruz
Esperanza activa
Tomar la cruz.- Es sinónimo del costo inevitable por tomar el camino de descenso. En
términos concretos, significa:
No usar la violencia ni las presiones para obrar justicia.
Seguir adelante en servicio a Dios, a pesar del sentimiento de haber trabajado en vano.
Dar el cuerpo a heridores y burladores y agresores cuando se está haciendo la voluntad de
Dios.
Derramar la vida hasta la muerte en beneficio de otros, haciendo la voluntad de Dios.
Sostenerse en la esperanza de la manifestación del gobierno justo de Jesucristo (en la iglesia
y en la resurrección).
No obrar justicia propia y esperar la manifestación del gobierno justo de Jesucristo por medio
de la iglesia y en la resurrección.
Arriesgar la propia comodidad, seguridad y aún los bienes para cubrir la necesidad ajena.
Arriesgar la propia seguridad y mostrarse transparentes y vulnerables en todas las relaciones.
Arriesgar la propia seguridad interviniendo en conflictos ajenos como intermediario.
Arriesgar la propia seguridad interviniendo en contra de intereses de poderosos que
mantienen la injusticia.
Dejarlo todo por seguir a Jesucristo y recibir a cambio insultos, persecuciones, acusaciones
falsas.
En términos concretos:
Abrir, por la voluntad de Dios, los ojos, a los ciegos, sacar de la cárcel a los presos y a los
que moran en tinieblas,
Revertir, por la voluntad de Dios, el proceso de dispersión, perdición y destrucción de un
pueblo.
Hablar palabras al cansado, por la voluntad de Dios.
Hacerse cargo de las enfermedades, los dolores, las rebeliones, los pecados de un pueblo
por la voluntad de Dios.
Por la voluntad de Dios no ser ambiciosos, manteniendo un espíritu de pobre y por lo tanto
soportar el abuso, la explotación, el ser aprovechado.
Soportar situaciones de sufrimiento continuo que no se pueden cambiar por falta de poder
o de conocimiento.
No querer añadir violencia y en consecuencia sufrir la violencia y el abuso.
Buscar cambiar todas las relaciones de injusticia en la sociedad, por la voluntad de Dios.
Atender la necesidad ajena, por la voluntad de Dios.
Mantenerse limpio en medio de un mundo corrupto, tenebroso, hipócrita y peligroso lleno
de tentaciones.
Intervenir cesando la violencia en un mundo polarizado, in-equitativo, donde el poderoso
abusa del débil.
Intervenir frenando la opresión injusta por parte de los poderosos.
Seguir fiel a Jesucristo en un sistema espiritual, religioso, cultural y político centrado en el
ser humano, anti Dios, anti-vida, materialista y pro violencia.
Camino de ascenso
Camino de descenso
Esperanza Activa
Situación caída
En este sentido, Jesucristo nos revela un misterio: El camino de descenso lleva a Dios no
sólo a acercarse al caído y sufriente, sino a identificarse plenamente con él. Es decir,
hacerse uno con él, en él. En el anuncio del llamado “juicio de las naciones” (Mateo 25:
31-46) lo describe claramente, tan claramente que la pregunta de algunos lleva a despejar
toda duda: “¿Cuándo te vimos…?”, preguntan desconcertados los que fueron indolentes e
indiferentes frente al dolor ajeno. “Respondiendo el Rey, les dirá: ‘De cierto os digo que
en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. (vs.40).
La historia de la iglesia de Jesucristo, de la iglesia fiel que participa con Dios en Su misión es
la historia que ilustra de modos sorprendentes cómo Dios, en medio de las circunstancias de
esta vida, da herencia al pobre, consuela al que llora, otorga un lugar al manso, sostiene al
que cae, en fin, es la historia del cumplimiento anticipado, no pleno, de las
bienaventuranzas, realizadas por Dios mismo en y desde el obediente: caído, sufriente o
perseguido.
a) Por un lado nos proporciona una clave hermenéutica para discernir el obrar de Dios-
en-misión en nuestra historia.
b) Por otro lado nos proporciona un criterio para evaluar nuestras decisiones y
proyectos como iglesia.
En la siguiente sección voy a exponer cómo articular este paradigma con la formación
universitaria. Para acortar me referiré a él como el “paradigma de la cruz” o “paradigma
de la missio Dei”.
Estamos todos de acuerdo que parte esencial de la tarea docente de la iglesia es formar
discípulos con una visión integral de la vida. Superar lo que se ha llamado la esquizofrenia
cristiana (el cristiano de mente dividida). Se deben formar discípulos que puedan
comprender toda la realidad bajo el señorío de Jesucristo. Ningún área de la existencia,
ajena a su interés y a su voluntad.
Pero aún más allá de esta perspectiva integral, verdaderamente necesaria, se deben formar
discípulos con capacidad hermenéutica de la realidad, y de la historia, que pueda discernir a
Dios obrando en misión, identificado con los grupos humanos sufrientes, postergados,
oprimidos.
El paradigma del trono nos ayuda a discernir el gobierno de Cristo sobre TODA nación, sobre
TODO acontecimiento histórico y sobre TODA esfera de la actividad humana. El paradigma
de la cruz nos permite discernir a Cristo-en-misión hoy en medio del sufrimiento humano.
En los círculos evangélicos y académicos hay, en la actualidad, mucho interés sobre el tema
de la cosmovisión4. David Naugle, en su estupendo estudio sobre la historia del concepto
(Naugle, 2002) nos señala que, en los más de 300 años de uso y pese a la gran variedad de
pensadores, el término tiene prácticamente un solo significado:
“Lo que no está en duda en la presente discusión, aún para la iglesia, es la definición
‘ordinaria’ que da el diccionario para ‘cosmovisión’. De hecho, el significado del
término –lo que realmente denota- es razonablemente directo y relativamente no
controversial para todos los que lo usan. En términos simples, se refiere a la
interpretación que una persona hace de la realidad y a su visión básica de la vida”.
(Naugle 259-260, 2002; subrayado añadido)
4
“…las últimas décadas han sido testigo de una explosión de interés en cosmovisión en algunos círculos de la
iglesia evangélica. Varios escritores, incluídos Carl Henry, Francis Schaeffer, James Sire, Arthur Holmes, Brian
Walsh and Richard Middleton, Albert Wolters, and Charles Colson and Nancy Pearcey han introducido a muchos
creyentes a la idea de cosmovisión y su importancia” (Naugle: xv, 2002).
SU realidad, a partir de sus experiencias diarias y de ciertas certezas creídas a un nivel muy
profundo, casi inconsciente.
Lo que interesa aquí es resaltar que cada sujeto “otorga” significado a lo que vive
diariamente a partir del contexto significativo que le provee su cosmovisión. Es decir, la
cosmovisión es un punto de partida para interpretar su realidad, cuyo producto,
significativo, coherente, ordenado, totalizador se asume intuitivamente –a su vez- como
realidad, o cosmovisión como punto de llegada6.
Lo que resulta interesante comprobar es que algo muy semejante a este principio
pareciera ser utilizado intuitivamente por el individuo –no el observador- como criterio para
aceptar o rechazar lo que se debe creer; aceptar o rechazar como “correcto” lo que se vive
o se escucha. En este mismo momento usted, que lee o escucha esta ponencia, está
acudiendo constantemente a esta suerte de principios (o criterios de verdad), en los que
usted cree de modo profundo, para evaluar lo que acepta o rechaza de lo que le digo.
5
SAAVEDRA, SERGIO, Cosmovisión y educación. Monografía para acreditar el tutorial sobre cosmovisión
desde la epistemología y la antropología, dentro del Programa Doctoral Latinoamericano; Santa Cruz de la Sierra,
agosto 2006.
6
La epistemología constructivista o genética nos ha ayudado a comprender este proceso dialéctico en el que la
cosmovisión es tanto el punto de partida como el punto de llegada del proceso productivo del conocimiento.
Esta epistemología ha popularizado la dialéctica asimilación-acomodación para explicar este proceso llamado de
equilibración de las estructuras cognitivas.
7
En antropología, Etic se denomina al punto de vista del observador de una cultura. Emic al punto de vista del que
vive dentro de dicha cultura.
Estos paradigmas son verdaderas formulas conceptuales lógicas o “teorías”, como definiría
Kuhn. Pueden sintetizar en una oración sencilla, la relación lógica que gobierna toda la
inmensa estructura conceptual que es la cosmovisión.
Por ejemplo, permítanme exponer 2 gráficos y dos conceptos. Sin duda usted podrá
relacionar cada concepto con su gráfico:
EQUILIBRIO
PROGRESO
Tenemos la suficiente distancia cognitiva como para comprender que el paradigma del
progreso movió por casi dos siglos a la civilización nor-occidental en un desenfrenado estilo
de vida asumido como “ascendente”. Lo pasado siempre fue valorado negativamente, en
cambio lo actual o lo futuro, por el mero hecho de serlo, valorado como
incuestionablemente positivo.
Cada uno de estos principios tiene un carácter paradigmático. No todos los principios
tienen este carácter. El progreso sigue siendo un paradigma de vida para muchos, y su
perspectiva de la vida tiene esta forma básica. El equilibrio de los opuestos sigue siendo
un paradigma para la cosmovisión oriental.
No sólo el paradigma del trono, como dije antes, sino también el paradigma de la cruz. No
sólo el paradigma del león, sino también el del cordero. No sólo el paradigma del Señorío,
sino también el del siervo sufriente, a quién le es otorgado el señorío.
Con esto regresamos la missio Dei y a Filipenses 2: 5 al 11. Especialmente el vs. 5 que
dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”.
La palabra griega traducida al español como “sentir” en este pasaje, significa mucho más
que una emoción intensa. Es una convicción de la voluntad que implica la mente y las
emociones. Significa una convicción profunda, personal, de hacer la voluntad de Dios. En
este caso, de asumir la realidad humana como un campo de misión al que se debe descender
para hacer la voluntad de Dios a un alto costo y en la esperanza de la gloria venidera.
Por consiguiente quiero proponer aquí una manera de redactar nuestros perfiles de egresado
de tal manera que den origen a proyectos curriculares en coherencia con el paradigma de la
missio Dei.
Permítaseme ejemplificar de modos muy sencillos esta fórmula para después analizarla en
mayor profundidad.
Esta oración describe una identidad: “La enfermera”; una competencia; “coloca
inyecciones” y un estilo “con precisión y misericordia”.
¿Cómo se forma la identidad profesional? Psicologicamente, Por medio de las relaciones con
otras personas. Trascendentalmente, por medio de un llamado de Dios. Sociológicamente
por medio del seguimiento o discipulado.
Cuando otras personas pueden ver en nosotros aquello que nos identifica y lo que logran ver
les provoca confianza, se puede decir - desde el punto de vista psicológico- que una
identidad profesional se está definiendo en nosotros. Pero si Dios mismo nos “llama” para
un trabajo específico, dicho llamado o misión nos da una identidad mucho más profunda que
la psicológica; se trata de una identidad trascendente.
Pensemos en el caso del doctor, del profesor o del pastor. Todos conocemos el dicho: “el
seminario no hace al pastor”. ¿Qué significa? Reconocemos que por encima del título
académico, del entrenamiento o de los 5 años de estudios, está lo que llamamos “vocación”
o llamado. Cuando un estudiante demuestra que su identidad trasciende el mero plano
académico o incluso el de la práctica, se nota en él “aquello” que lo hace diferente.
Podemos confiar que cada estudiante tiene un llamado de Dios para servir a sus semejantes,
en los términos de su propia cultura y por ello tiene mucho sentido invitarles a buscar en Él,
preguntarle a Él. Esta búsqueda de la identidad profesional en el llamado de Dios debiera
ser el tono dominante de los primeros semestres de toda carrera universitaria. Las
disciplinas espirituales de la oración, las lecturas devocionales individuales, la búsqueda de
la presencia de Dios, están al servicio de esto.
Pedagógicamente, las técnicas de enseñanza deben ser apropiadas para forjar psicológica y
sociológicamente la identidad profesional. Esto es, poniendo al estudiante desde un inicio
de su carrera en situaciones de relación interpersonal y desafío que le empujen a ser, con
plena convicción, aquello que los demás esperan que él sea.
Es en esta dimensión de la identidad que nuestros estudiantes deben decidir si aceptan ser
hijos de Dios o no por medio de la adopción en Jesucristo. La identidad fundamental del
cristiano no es la de un religioso, ni la de un siervo y menos la de algún título ministerial
externo (profeta, evangelista, etc.). Antes que todo ello está el ser hijo. Esto implica ya
mucho en el sentido de ir contracorriente con lo establecido (cf. Lc.2:41-52).
Asumir la identidad de hijo implica ponerse en el camino de descenso. Implica ver la cruz y
la esperanza como parte de su proyecto de vida e implica finalmente orientarse
definitivamente hacia la búsqueda del reino de Dios y su justicia, aguardando con gozo la
manifestación plena del rey en la gloria del Padre.
Un giro positivo importante en los últimos tiempos ha sido, según pienso, el generalizar la
formación por competencias en la educación superior. Pero este cambio paradigmático en
la pedagogía universitaria ha carecido de un elemento central: el producto.
Luego de estudiar este tema, estoy convencido que no se puede desarrollar un currículo por
competencias sin acompañarlas de sus respectivos productos. ¿Cómo demuestra la
enfermera que sabe tomar la presión? (competencia) ¡Tomado la presión! (evento-
producto) Es tan obvio esto, que se ha perdido de vista la importancia de esta indisoluble
relación entre competencia y producto (producto que puede ser un objeto o un evento).
El producto y sus indicadores llegarían a ser el criterio básico de evaluación del proceso
formativo. El proceso de elaboración del producto llegaría a ser la columna vertebral de la
programación didáctica de un módulo o asignatura. Los conceptos, procedimientos,
convicciones y decisiones que se deben tomar para lograr un producto de excelencia, con
plena responsabilidad ambiental y social, llegarían a ser los contenidos de aprendizaje de
dicho módulo o asignatura.
La planificación del producto, si se hace desde el paradigma de la missio Dei, nos obliga a
considerar aspectos normalmente ignorados o descuidados por la lógica del paradigma del
capital o del racionalismo comunitarista: ¿De qué modo el carácter de Dios se expresa por
medio de este producto? ¿Cómo puede ser glorificado el Señor Jesucristo por este medio?
¿Cómo logra, este producto, servir a la protección de la vida, a la promoción de la justicia, a
la expresión de la misericordia?
la justicia del reino, según el camino de descenso, según la cruz y la esperanza activa en la
redención divina.
4.2.3. Estilo.- Para concluir abordaré, el tercer elemento de la fórmula del perfil de
egresado que es el estilo profesional.
Hay doctores muy capaces y peritos, socialmente bien reconocidos pero que son incapaces
de negarse a sí mismos para internarse en los villorrios a curar a quienes no tendrían nada
para pagarles. Profesores que prefieren la comodidad y el estatus de una clase rutinaria en
una institución de renombre antes que la inseguridad o la ignominia de un aula precaria en
la provincia.
Pensemos un poco -forzando un poco las cosas quizás- en Jesucristo. Lo que mayormente
chocó a la gente de su tiempo que esperaba un Mesías fue precisamente su estilo de ser
Mesías. El no negó nunca su identidad de Hijo y de Mesías. Al contrario, se consagró a
cumplir ese llamado. Sus discípulos le reconocieron así y le confesaron así. En segundo
lugar, enseñó, liberó, sanó, consoló, con calidad y competencia indiscutible. Pero todo
ello podía haberlo hecho con otro estilo. Podía haberlo hecho en el estilo que Satanás le
tentó hacer: atrayendo para sí la gloria por la demostración del control sobre el poder de
Dios. Pero él prefirió el estilo del camino de descenso hasta la cruz y la esperanza activa
en las promesas del Padre.
El estilo de Satanás se podría llamar el estilo del atajo o como Jesús le llamó, del camino
ancho, del camino sin incomodidades, del camino según la lógica humana. El estilo de Dios
es el descenso hacia el encuentro de las situaciones caídas, de los dolores inconsolables,
de la opresión insoportable, confrontando los poderes de injusticia que generan y
mantienen todo aquello.
Esto es exactamente lo que hizo Jesucristo, por voluntad del Padre y por ello se encontró
con la cruz.
La cruz no sería la consecuencia inevitable del camino de descenso, a menos que el intento
por cumplir la voluntad de Dios lleve a enfrentarse con poderes humanos y espirituales que
buscan mantener las cosas como están en protección de sus intereses creados.
Comentando sobre este asunto, Vishal Mangalwadi dice que la compasión por los que sufren
y la gloria de Dios fueron los principales motivos del servicio de Jesús. Pero no la compasión
como la entendemos hoy, que le habría ganado no la cruz sino un premio Nobel. La
compasión de Jesús era profética. Desnudaba las causas mismas de la miseria humana y las
confrontaba, por eso la compasión y el servicio de Jesús le llevaron hasta la muerte.
(Mangalwadi:11)
“El gobierno de Satanás comienza en nuestras mentes, al elegir creer en sus engaños y
culmina con las instituciones políticas opresivas que edificamos. Esto significa que la
mentira es el fundamento de la esclavitud. La proclamación de la verdad, en
consecuencia, es la manera básica de liberar a la gente de su opresión y explotación
[…] Frecuentemente nos equivocamos al ver que las estructuras explotadoras y
opresivas sobreviven no gracias a la fortaleza de sus instituciones o debido a su fuerza
física, sino gracias a esparcir sus creencias. Cuando la gente cree en la falsedad,
entonces permiten que se les explote” (Mangalwadi:40)
Pareciera que no existe otra manera de formar este estilo que a partir de la obediencia al
mandato bíblico de “asociarse con los humildes”. Es decir, moverse, trasladarse
físicamente donde están los humildes, los necesitados y los perdidos, identificándose con
ellos. Esta es la actitud misiológica básica, denominada teológicamente como
encarnación.
Dios nos conceda ver este estilo profesional formándose en nuestros estudiantes. Dios nos
de profesores dispuestos a vivir este estilo delante de los ojos de sus estudiantes. Dios nos
de la capacidad de rearticular la ciencia, las producción de textos, el conocimiento de modo
que no sirvan más al capital ni a la racionalidad comunitaria, sino al conocimiento de la
gloria de Dios.
Conclusión.-
2.- Según la perspectiva de la missio Dei, la universidad es humilde al reconocer que Dios
ha estado obrando SUS PROPÓSITOS en la sociedad boliviana antes y paralelamente a los
esfuerzos institucionales propios o de la iglesia. Esto nos exige formar profesionales
capaces de discernir la obra de Dios en todas las esferas de nuestra realidad, con una
cosmovisión integral; que puedan reconocerle aún en acontecimientos en los que la
iglesia cristiana se asume ajena.
Este paradigma será fundamento, origen y criterio para construir una cosmovisión
bíblica y para un ejercicio profesional “en-misión”, caminando junto con Jesucristo al
encuentro de situaciones caídas, de discriminación, de opresión y de violencia.
4.- En consecuencia, nuestros perfiles profesionales, que definen tanto nuestras propuestas
curriculares, como nuestras agendas de investigación y de extensión, contienen 3
elementos claves: La identidad que es determinante para que el futuro profesional
asuma una actitud misionera frente a la sociedad, discerniendo a Dios en toda su
realidad. Las competencias que le capacitan para ir sujetando las realidades
coyunturales al señorío de Jesucristo. Finalmente, el estilo que le habilita para
recorrer el camino de descenso y el camino de ascenso.
Bibliografía.-
BERGER, Peter. El dosel sagrado. . Elementos para una teoría sociológica de la religión.
Barcelona: Editorial Kairós, 1999 3ª EDICIÓN
GARCÍA, Rolando, Jean Piaget. "Logic and genetic epistemology". En Toward a Logic of
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GONZÁLES, Justo L. Mapas para la historia futura de la iglesia. Buenos Aires, Kairos
ediciones: 2001.
HIEBERT, Paul G. Cultural Anthropology. 2nd ed. Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1983
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