Casa, me digo, no ha existido nunca. Quiz all se encuentre alguna escritura celeste,
alguna huella, un hilo de oro que nos indique el camino para entrar y salir de la Casa,
que nos permita el amor verdaderamente, aqul fruto de la plena pertenencia de s, la
partida del fuero materno, el nacimiento de lo ertico, porque no ha habido aqu ms
amor que la ignorancia del incesto: sin pecado y sin pudor, todo perfectamente desnudo
y natural, dispuesto, resuelto en su lugar comn, propio. Entonces comienza el
sacrificio, el intento desesperado por matar al padre, a la madre, tambin a los hermanos
y al hijo, la Familia. Slo el blanqueamiento de todo pasado restituir la libertad
necesaria para poder amar as como nicamente se puede amar, con el cuerpo, es decir,
en el Pecado. Mas, el exterminio nunca es posibilidad, porque la marca siempre queda,
y reaparece en la figura del amante. Y, por tanto, por ms que se intente olvidarlo todo,
no habr nada parecido. El camino es el regreso y la partida: saldar cuentas con la
Infancia no ser renunciar a ella, la Familia tambin tuvo su origen en el Pecado, y
saberlo le devolver a los familiares su cuerpo. Edad de Oro muy terrible, deca, sus
fantasmas han hecho de todo esto un Laberinto, por eso la figura del amante nos ensea
la entrada y la salida: la conjuncin con el otro ser participarle a los que vienen el
derecho a una Infancia, la fundacin de otra Familia.
Juan Carlos Vergara