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PAYCDea Ciet cme Wey Calidoscopio familiar No 24453) Clasif Fecha 18 SET. 1998 Proce Dante Precio 3180.90 Terapia Familiar Ultimos titulos publicados: 16. J. S. Be ~ Pescando barracudas, ftica de ba 4,8, Bergman - Pe Pragmds terapia 17. B.P Keeney - Estetica del cambio 18, de Shaver - Pautas de serapia familiar breve 20. P. Papp - peat ee 21, M. Selvini iy otros - Paradoja y contraparadoja 22) B.P Keeney y O. Silverstein - La voz ierapéutica de Olga Silverstein 23, M, Andolfi- Tiempo min a para fpie 25. W. H. O'Hanlon - Rites profi ;. Principios bdsicos de la terapia dela hipnosis de Milton Erickoon 4E-C. Fuchman - Tratamiento de adolercentes con problemas Un enfoque de terapia familiar 28. M. Selvini Palazzoli y otros ~ Los juegos psi 29. T. Goodrich y otras - Tupi farilsr foi L Onnis - Terapia familiar de los rastarnos psicosomndsicos "A Ackermnans 5 M- Andolfi~ La creacién del sistema teraplutico Sd Shazer- Claves para La solucién en trapia breve A.M, Sorrentino. Handicap y ehabilizacién ' L, Cancrini - La psicoterapia: gramdtica y sintaxis * SW. O'Hanlon y M. Weiner-Davis - En busca de soluciones ” CLA. Whitaker y W. M. Bumberry - Danzando con la familia ". ES. Pittman III - Momentos decisivos . S. Cirillo y P. Di Blasio - Nifios maltratados J Haley - Las tdticas de poder de Jesucristo . M. Bowen - De la familia al individuo SC. Whitaker - Meditaciones nocturnas de un terapeuta familiar MM. Berger - Bajo el doble vineufo = ». MM, Walters B. Carter, B Papp y'O. Sitvfistein - La red invisible Matteo Selvini - Crénica de una investigacion * C. Rausch Herscovici y L. Bay - Anorexia nerviosa y bulimia SS Rosen - Mi voz ird contigo A. Campanini y E Luppi - Seryfeio social y modelo sstémico . BP Keeney - La improvisactén en psicoterapia + B Call ~ Uso sds sve som ee ; J, Carpenter y A. Treacher - Terapia familiar y de pareja . M. Zappella - No veo, no oigo, ake J Navtro Gongora = Témy progemat en erp iin 55. C. Madanes - Sexo, bus te cia 36. NM. Whitey D. Epston - Medios narratives para fines tenapéuticos L Segal = Sonar la reali . lidad 59. $. Cirillo - El cambio en los contextas no terapéuticos 714531 Salvador Minuchin Calidoscopio familiar ImAgenes de violencia y curaci6n PAIDOS Barcelona-Buenos Aires-México ‘Traduccién de Rubén Masera Lt ediciém, 1985 2: reimpresin, 1994 Queda riguomment prohbiday, sin ead exe de log cals dl ea ‘Seip taro tire al pl eer per ern pore, iepopey dee deeb de _cjemplares de ella mediante alquiler © préstaruo u prtacarao publicos. © 1984 by the President and Fellows of Harvard College © de codas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, SA. ‘Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidés, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires ISBN: 84-7509-367-1 Depésiro legal: B-33.326/1994 Impreso en Hurope, S. L., Recaredo, 2 - 08005 Barcelona Impreso en Espafa - Printed in Spain INDICE AGRADECIMIENTOS INTRODUCCION Primera parte PAUTAS EN TRANSICION CALIDOSCOPIO Fragmentos TRIO Pautas de divorcio CUARTETO Pautas del nuevo matrimonio. . (Escrito en colaboracién con Virginia Goldner) LA LLAVE Fragmentacién de una comuna UNA FAMILIA ANOREXICA Repautacién por medio de la terapia Segunda parte PAUTAS DE VIOLENCIA DESMEMBRAMIENTO FAMILIAR Un dia en los tribunales _ 30 55 4 us “7% 8 CALIDOSCOPIO FAMILIAR MATANZA DE LOS HIJOS Maria Colwell MATANZA DE LOS PADRES Pierre Riviére ay UNA ALTERNATIVA Violencia y curacién Tercera parte PAUTAS EN CONTEXTO EL TRIUNFO DE ELLEN WEST ‘Una perspectiva ecolégica OBRAS MENCIONADAS 132 148 158 77 219 A mi madre y a mis tias Sofia y Esther, que también fueron madres para mi AGRADECIMIENTOS Este libro debe mucho a mucha gente de miltiples paises, pues varios de sus capitulos fueron escritos como parte de mi ensefianza peripatética durante los ultimos pocos afios. Permitaseme empezar agradeciendo a Fred Gottlieb, quien sugirié el titulo: los titulos siempre han sido un problema para mi. Donald Bloch y Edna Shapiro leyeron el manuscrito y me dieron varios valiosos consejos. «Trio» es una familia que formé parte de mi proyecto de investiga- cién sobre los hijos del divorcio que llevé a cabo en la Philadelphia Child Guidance Clinic, y deseo agradecer aqui a Marla Isaacs. Nan Lombaers me invité a’ ver la comuna de Holanda durante los ultimos afios de la década de 1960; comenté con ella «La lave» cuando empecé a escribirlo y le estoy agradecido por sus aportaciones. Mi londinense «Dfa en los tribunales» debe mucho a Alan Cooklin, director del Marlbo- rough Day Hospital, y al personal de dicho hospital. Gill Gorell-Barnes puso a mi disposicién abundante literatura sobre el abuso que se hace de los nifios en Inglaterra, y comentamos el caso de Maria Colwell y la posibilidad (que nunca hicimos efectiva) de Uevar a cabo un estudio complementario de los hermanos de Marfa. Irene Levin tradujo en Noruega la transcripcién de las sesiones de Andersson y me procuré no solo observaciones complementarias acerca del caso, sino que me hizo muchos comentarios ttiles. Quiero agradecer a Eleanor Bron, que me alenté a transformar mi experiencia clinica y convertirla en un juego. La lealtad y el trabajo sin pausa de Marge Arnold mientras se escri- bié este libro hizo posible el entero proyecto, Fran Hitchcock siguié ayudéndome a expresar mi pensamiento en un inglés legible. También me gustaria agradecer a Joyce Backman por sus correcciones y, por supuesto, a mi esposa Pat, con la que consulto todas mis ideas a medio formar con el fin de ganar el coraje necesario para seguir adelante con ellas. INTRODUCCION Son las ocho de Ja mafiana. En el televisor est sintonizada la cade- na local y en la pantalla aparece la cara de un beb¢ de dos semanas. Enfrente de la nifia sostienen una tarjeta con circulos concéntricos de brillantes colores, Al moverse ésta lentamente hacia ella, sus bracitos avanzan y echa la cabeza hacia atrés. El comentarista, un psicdlogo de la universidad vestido informalmente, le dice a la audiencia que hemos subestimado el repertorio de respuestas de la infancia humana. Emite un sonido fuerte para mostrar la respuesta de sobresalto de la nifia, que con toda claridad difiere de su intento de defenderse de los circulos que avanzan. El comentarista procede a explicar que en la tltima década la infor- macién acerca de la capacidad infantil se ha multiplicado. Muchos psi- célogos han presentado estimulos sencillos a los nifios pequefios y les fue posible registrar todo un complejo juego de respuestas. Lentamen- te, nuestra comprensién de un organismo extraordinario —el ser hu- mano corriente al nacer— ha aumentado y evolucionado, y ahora las peliculas y otras tecnologias semejantes estén convirtiendo el seco lenguaje de los clinicos en un conmovedor didlogo entre el nifio que explora en la pantalla y una arrebatada audiencia. Pero el ser humano corriente al nacer no vive en la organizada sim- plicidad de un laboratorio de psicologia. El bebé nace en el seno de una familia; cualquier técnico en salud mental convendré en la impor- tancia de ese hecho, Aqui la exploracién parece detenerse. Sabemos tanto del individuo... No deberiamos saber més todavia de la familia? Bien, por supuesto. Por otra parte, sin duda somos todos expertos. Crecemos como parte del organismo de una familia, y mu- chos de nosotros repetimos y mejoramos la experiencia familiar. Te- nemos hijos propios. Inmediatamente empiezan las dificultades. El hecho de ser nosotros mismos progenitores parece consistir en un avance por aproximacién de un error a otro. Tanteamos, experimenta- 14 CALIDOSCOPIO FAMILIAR mos esperanzas, nos comprometemos y desesperamos en diversa me- dida de acuerdo con nuestros diversos estilos. Nadie parece tener tantas dificultades: otros padres saben cémo actuar correctamente. Sus vidas tienen un orden; los problemas de sus hijos se manejan con inteligencia. ¢Qué es, pues, lo que en nosotros falla? He sido terapeuta de familias durante mds de treinta afios, y ni empezar puedo a calcular a cudntas he tratado, No conoc{ nunca a un progenitor que no creyera que otros son capaces de manejar los pro- blemas con mayor soltura, Todos saben que los problemas de las otras familias se manejan bien y se resuelven con ldgica. Mis propios padres lo sabian y también lo saben mis hijos. La «familia americana tipica» de bien aceitado funcionamiento sigue siendo materia prima del cine, las revistas y la televisién. En cierto nivel, todos saben que es un mito, pero el mito es destructivo porque, como nuestra propia experiencia de manera inevitable nos revela insuficientes, nuestros mejores esfuer- zos terminan en el fracaso. gPor qué la imagen que tenemos de la familia ideal se encuentra tan lejos de la comin realidad? Constituimos una cultura que ha en- tronizado al individuo. Poseemos una literatura extraordinariamente rica acerca de la psicologia individual, pero nuestra atencién se ha centrado en el ser del uno mismo interior. Esta es una extraordinaria hazafia de la imaginacién, porque los individuos «descontextualizados» no existen. La vida consiste en crecer, mezclarse, cooperar, compartir y competir con los demés. Sin duda la mayor parte de nosotros ha tenido sus experiencias mas significativas dentro de alguna de las for- mas de la compleja unidad social que llamamos familia. ;Por qué este crganismo social les es invisible a los expertos? ¢Por qué no esta re- presentado en las legislaturas? ¢Por qué no cuenta con asesoramiento legal en los tribunales? Las respuestas estén enclavadas en Ia historia, la politica y la econo- mia. Vale la pena explorarlas porque, al estudiar por qué la familia es invisible, empezamos a comprender por qué la psicologia y la etno- logia comprenden mejor la territorialidad y la agresién que el compartir y la cooperacién, aunque hay innumerables ejemplos de ambos. La exploracién del entronamiento del individuo explica por qué ia econo- mia con tanta frecuencia se centra en la méxima utilizacién de los recursos y no en su relacién reciproca. Y por qué aun nuestros tribunales «familiares» antes se centran en el enfrentamiento que en la reci- procidad. ‘Tenemos capacidad para una més exacta percepcién de la realidad humana: después de todo, cuando se nos muestra una boca y un par de ojos en un test de percepcién guestaltica, reconocemos una cara. La misma capacidad deberia habilitarnos para mirar a un individuo y reconocer una familia. Pero los paradigmas de nuestra cultura nos traicionan con un trompe Uoeil: la totalidad queda destruida por el énfasis que se le atribuye al detaile. Este libro constituye un intento de ayuda a una percepcién dife- INTRODUCCION 15 rente. No necesariamente mejor, pero sf diferente. Casi todos somos como el bourgeois gentithomme de Molitre, que habia estado siempre hablando en prosa sin saberlo. Vivimos nuestra vida como los frag- mentos de un calidoscopio, sicmpre parte de pautas que son mayores que nosotros y, de algun modo, mds que la suma de sus partes. Nues- tra epistemologia individual nos ciega casi siempre para la visién de este uno mismo calidoscépico, y eso resulta infortunado porque, cuan- do contemplamos a los seres humanos desde esta perspectiva, se nos abren nuevas y enormes posibilidades para la exploracién de la con- ducta y el alivio del dolor. De un modo u otro, he estado intentando definir el mensaje de este libro a lo largo de mi entera vida profesional. Pero creo que es perti- nente sefialar que esta particular afirmacién se origina en un periodo especifico de mi vida. Hace dos afios mi esposa y yo empezamos un nuevo capitulo: nos retiramos tempranamente. Los dos, aunque dis- frutébamos todavia el desaffo que es ensefiar a los demés, tenfamos a frustrante sensacién de que estébamos aprendiendo menos. Después de mucho debatirlo, decidimos tomarnos un afio para vivir en Londres. Una vez alli instalados, seguimos concentrados en un interés de toda la vida por las familias normales y continuamos el estudio de los pro- cesos del divorcio y el nuevo casamiento. Pat empez6 a tocar el oboe. Yo jugué con la idea de escribir piezas de teatro. Fue un perfodo en que experimentamos con Ia inexperiencia y en que seguimos cualquier camino intelectual que se nos ponia por delante. Por un tiempo me resultaba extrafio no tener que responder a las restricciones y exigencias que Ja universidad y la clinica imponian. Separado de la estructuracién a que obliga una planificacién diaria, padec{ muchos periodos de incertidumbre que hab{a evitado antes al sentirme eficaz como profesor y terapeuta de familias. Luego, de ma- nera bastante subita, me di cuenta de que estaba viendo las cosas de modo diferente. No teniendo ya que concentrarme en cémo ayudar a cambiar a la familia Smith, me era posible preguntarme cémo funcio- nan las familias Smith y cémo actian dentro del contexto social. Sin estar ya obligado a responder a la inmediatez de las tareas ejecutivas o administrativas, empecé a formular preguntas mds profundas y ge néricas, No cémo practicar la terapia, sino como hacer que las familias funcionen, No cuales son los mejores programas de entrenamiento sino ghan logrado los terapeutas de familias un cambio paradigmatico en la organizacién de las instituciones que se ocupan'de la gente? Du- rante largo tiempo miembro de los consejos de terapia familiar, empecé a sentirme como un anciano en ellos, Con esta nueva libertad, vinieron nuevas responsabilidades: la necesidad de considerar a la tribu como una totalidad, Sin tener conocimiento consciente de ello, empec¢ a reexaminar los problemas que me Ilevaron a ocuparme de la terapia de las familias desde hace treinta afios: el funcionamiento de las familias con hijos de- lincuentes. En ese otro pais (y, em tantos otros sentidos, en esa otra 16 CALIDOSCOPIO FAMILIAR, era) volvi a los tribunales de familia para reanudar la investigacién de las familias de los barrios bajos. Pero ahora, después de tantos afios de aceptar el modo en que las instituciones rotulan a las familias y con. siderar a éstas de acuerdo con los términos de aquéllas, queria inves. tigar lo que las instituciones hacen de las familias. De modo que este libro es, en cierto sentido, un informe interino surgido de una pausa en la vida de un mediador. Quizé realmente sea la historia de un viaje: he estado viajando por el pais de las familias; querria mostraros algunos de sus panoramas. O tal vez hay una sola area que despliega sus variadas texturas a medida que vamos rodedn- dola. Me parece que todo lo que pretendo es mostrar cémo la realidad de Ja naturaleza humana va més all4 del individuo como un sistema completo, Cuando hablo del divorcio, del nuevo matrimonio, la terapia familiar, el sistema judicial y el médico y la violencia en las familias, estoy siempre contando la misma historia. El itinerario propuesto es algo arbitrario, muy personal. El libro se divide en secciones que contienen un popurri de casos, didlogos, co- mentarios, fabulas y piezas de teatro. He mezclado realidad y ficcin sin intentar realmente separarlos como es habitual en la ciencia. Cada cual pretende retratar la realidad... como en la vida. Primera parte PAUTAS EN TRANSICION CALIDOSCOPIO Fragmentos Al mirar el interior de una familia, puede que uno quede stbita- mente atrapado por multiples tramas. Estas pueden ser caprichosas, desafiantes, absurdas o dramAticas, pero todas son perturbadoras, pues provocan la exasperante sensacién de ser completas. Es como si uno mirara al pasar el escaparate de una tienda y viera alli refulgir el universo. Pero lo cierto es que el terapeuta familiar est4 siempre en presencia de imagenes cambiantes. Con frecuencia se centra en una pieza bien definida: el miembro de la familia que ésta presenta como el paciente jdentificado. Pero hay centenares de otras piezas con bordes borrosos © claros que es preciso unir para ver la pauta y quiz cambiar el orden de las piezas. Lo que sigue son dos acertijos unidos para mostrar al lector cémo funciona el juego. La Magdalena Conocf a los Flaubert en Europa. Habfan solicitado terapia y acep- tado una sesién inicial conmigo y el psiquiatra que continuarta luego el tratamiento. Cuando los vi por primera vez en Ia oficina del terapeuta familiar, el padre, funcionario de una embajada extranjera, parecia escapado de entre las paginas de John le Carré: gafas oscuras, una boina que no se quit6, pantalones grises de franela, una chaqueta azul, una camisa azul de cuello alto y, en la mano, un libro en edicién de bolsillo sobre el estructuralismo. La madre, que también habfa pasado los cuarenta, era la imagen de la dignidad femenina, envuelta en Chanel N° 5 y con un jersey tejido inglés. Su hija, Cecily, claramente mostraba que perte- necia a otra familia, de un mundo de desinhibidos cuyos uniformes son coloridos, arrugados y raidos. 20 PAUTAS EN TRANSICION Un sofisticado maquillaje ocultaba su inocencia catorceafiera, aun- que muy probablemente sentiria desprecio por el mundo; durante los Ultimos seis meses habia estado Ilevandose un hombre a la cama casi cada noche. Siempre se las componfa para dejar indicios que sus padres notaran. Ellos lo habian sospechado y en un principio negaron los hechos, Luego, incapaces ya de mentirse a si mismos o mutuamente, la increparon. La respuesta de la hija habla sido ese genuino reto de los jévenes: «ZY qué?» La linea habia quedado trazada: a un lado los padres, Ienos de rabia impotente y culpa escondida; al otro, la mu- chacha, con el poder del desvalido. Cecily habia asistido a la sesién de terapia por insistencia de su madre, decidida a no decir nada: sus padres podian arrastrarla hasta el psiquiatra, pero no pod{an obligarla a beber. Al comenzar Ia sesién, como es habitual, hubo muchos movimientos inapropiados, como si los cuerpos tuvieran que encontrar el sitio exacto en los asientos 0 el rincén mas protegido. Siguié luego un intercambio de miradas, del padre a la madre, de la madre a la hija y al terapeuta, de la hija a sus manos, Todas fueron lo bastante veloces como para evitar ser descubiertas: nadie queria ser el delator de la familia. Yo empecé a hacer comentarios fuera de Iugar sobre el estado del tiempo, las condiciones del transito, el televisor en el rincén de la ha- bitacion. Este es el gambito social: peén blanco / rey nueve. El padre respondié del mismo modo, peén negro /rey tres. Yo pregunté como por casualidad: «¢Quién querria contarme por qué estin hoy aqui?» Un répido intercambio de mensajes entre los padres tuvo como con- secuencia que la madre fuera la portavoz de la familia. Reconoci la jugada esperada; por lo general es la madre. La pregunta de quién es el que ha de empezar forma parte de un juego de adivinanzas informal del que disfruto: ¢Le pedira el hombre a la mujer que hable o empe- zara ella a hacerlo directamente? Madre: Bien, vinimos porque Cecily se comporta de manera extrafia. No, no extrafia, pero desde luego no es caracteristica. Siempre ha sido una buena estudiante. Es muy inteligente y fue siempre muy aplicada, pero este semestre ha fracasado en casi todas las asig naturas. Cecily: {No es cierto! Madre: Me dijiste que suspendiste matemiticas ¢ historia. ,No es eso cierto? Cecily: {Olvidalol Madre: Si te cito erradamente, hazmelo saber. El silencio reiné nuevamente: de vuelta al punto de partida. El padre se recompuso las gafas oscuras. Tuve el extrafio impulso de qui- térselas para comprobar si habia allf un hombre. Reconoci el senti- miento, reprimi el impulso y miré expectante a la madre. FRAGMENTOS a Madre: Sabes que te queremos, Cecily, y vinimos aqui para ayudarte. Pero si no hablas nada podemos hacer. Cecily: {Dije que lo olvidaras! Minuchin: ¢Tienes inconveniente, Cecily, en que tu madre o tu padre me digan por qué estdis todos aqui? Ta puedes corregirlos si no lo hacen con exactitud. Cecily: No me importa. Minuchin: :Preferirias que lo hiciera tu padre o tu madre? Cecily: Me da igual. Yo pisaba despacio el terreno, tratando de dejar la puerta abierta, La madre habia dicho por teléfono que les preocupaba la promiscui- dad de Cecily y que sospechaban que hab{a estado evendiendo su cuer- po», Haber empezado a hablar de la escuela era una de las vias tortuo- sas por las que los padres asustados encaran los problemas. M: Sefior Flaubert gquerria usted decirme cémo ve el problema? Padre (deja el libro sobre una mesa cercana y se quita las gafas y la boina con un solo movimiento: un hombre después de todo, y preo- cupado, por afiadidura): Vamos a cortar, Lydia, Todos sabemos por qué estamos aqui. Cecily no ha dormido en su cama durante sema- nas enteras, Sale de casa antes de volver yo de la embajada y vuelve a las tres o cuatro de la mafiana. Duerme todo el dfa y tiene aban- donada la escuela desde hace un mes. (No mira a Cecily ni a mi mientras habla. Su esposa es el blanco y escupe las palabras con rabia contenida. Se agita en el asiento, se sube los pantalones antes de cruzarse de piernas y luego me mira a mi directamente). Me enteré hace tres dias... por la directora de la escuela. Me llamé a la embajada, Madre: No quise decirtelo por temor de lo que pudieras hacerle. Padre: Qué iba a hacerle? ¢Dispararle un tiro? Madre: Tuve miedo. M: Disculpe. Vicky: {No! Cuando tenemos una pelea eres tu la que dices «Creo que me iré a vivir con papa». ‘Adn en transicién, la pauta de la familia de los Janson est4 desa- rrollandose y cambiando. Ninguna de las estructuras de trénsito es inherentemente errada; todos estén haciendo experiencias de vida. Puede que Natalie decida ir a vivir con su padre después que éste vuelva a casarse. Entonces las formas cambiadas volveran a estar en crisis, la basqueda a través de la prueba, el error y la adaptacién, y la busqueda de alguna resolucién que sea viable y (con suerte) que aliente el desarrollo. Puede que Mike se una al trio. Tendré que encontrar un camino que lo conduzca al respeto y el afecto de Natalie mientras la madre encuentre la distancia apropiada para apoyarlos a ambos en este aprendizaje. Quiz Vicky resulte util en el proceso, pues ella ha emprendido ya la tarea de adherir a Mike al trfo. Tal vez. Todo lo que sabemos de cierto es que cada trama es un experimento con Ia vida. |Asi, por definicién, sera Mevado a cabo en un campo inestable, Ileno de trampas visibles y ocultas. La nica certidumbre es que habr4 errores y, por causa de ellos, conflictos, soluciones y desarrollo. Las respuestas nacen segin formulemos las preguntas. Cuando mi- ramos seriamente a la gente que interactta midiendo sus interacciones PAUTAS DE DIVORCIO SL y aplicando las normas generalizadas a la interpretacién de nuestros hallazgos, nuestros resultados pueden provocar preocupacién o risa. Considerando la vida, como sucede en mi caso, como un conjunto de promesas incumplidas, creo que en general vale més reir. La mayor parte de los estudios acerca del divorcio y los hijos del divorcio parecen inclinarse més hacia la preocupacién, Hubo muchos estudios semejantes publicados recientemente; en 1981, el afio en que entrevisté por primera vez a los Janson, el indice de divorcio en los Estados Unidos alcanzé un récord de 1.21 millones. Natalie y Vicky eran dos de los estimados 1.18 millones de nifios involucrados en los divorcios de ese afio. Con un indice de divorcios que Megaba casi a uno de casi dos ma- trimonios, la «muerte de la familia americana» ocupé los titulares. Y aunque estadisticamente el divorcio parecia estar convirtiéndose en norma, casi todos los comentarios insistian en considerarlo como un fracaso de la familia nuclear. Las descripciones estaban impregnadas del lenguaje de la perturbacién: confusién, ansiedad, miedo, depresién, enfado, culpa. De Growing Up Divorced, de Francke: Aun dos afios después, Sophie, de doce afios, no habia perdonado a su madre por haber dejado a su idolizado padre por otro hombre... «Quiero hacérselo pagar», dice la hermosa preadolescente. «Quiero que mi madre se sienta mal. Le guardo resentimiento. No importa lo que diga, yo digo lo contrario. Quiero que se sienta culpable. Quiero venganza...» Sophie est4 tan acostumbrada a su odio, que habla con vor enteramente normal. Wallerstein y Kelly, respetables investigadores clinicos, declaran en Surviving the Breakup: «Cualesquiera hayan sido las desventajas de la familia, el nifio las percibe en este momento como lo que procuré el apoyo y la proteccién de los que esté necesitado. El divorcio signi- fica el colapso de esta estructura y se siente solo y asustado.» Si hubiera formulado a los miembros del trio preguntas destinadas a producir confusién, ansiedad, miedo, depresién, enfado y culpa, los habria encontrado. Pero al entrevistar a los Janson no subrayé las emo- ciones negativas. Cuando las nifias dieron muestras de miedo al aban- dono, enfado con sus padres, conflictos ¢ intentos neurdticos en la resolucién de los problemas, vacilé, los reconoct como reales, sonrei y pedi una nueva visin, una perspectiva diferente. No es que no haya Visto lo que otros expertos ven. Sencillamente, prefiero otro marco. Mi experiencia en la psiquiatrfa familiar me ha dado, ademas de un profundo respeto por las familias y su capacidad de apoyo y nutri- cién, una aceptacién de sus diversas formas. Acepto que las familias se divorcien y que la familia divorciada es una organizacién familiar viable, una de las muchas que nuestra cultura ha institucionalizado. Una percepcién histérica y contextual del cambio de la familia con- tribuiria no poco a disminuir la histérica preocupacién por la actual salud de la familia americana. Por ejemplo, considérese la familia bri- 32 PAUTAS EN TRANSICION ténica de hace dos siglos atras. De acuerdo con el socidlogo Lawrence Stone, ésta no habria sido la unidad nuclear, sino la unidad de paren- tesco (el sistema de linaje abierto). Stone sefiala que, hasta bien avan- zado el siglo xvsr, el matrimonio era una disposicién adoptada para la Combinacién de propiedades y la continuacién de los linajes de las fa- milias, La crianza de los nifios nacidos de la unién y el mutuo apoyo entre los consortes —dos de las tareas que consideramos funciones primordiales de la unin familiar nuclear— eran en gran medida una Empresa del sistema de parentesco. A la unidad marital se le atribuia relativamente poca importancia. Si el marido y la mujer llegaban a amarse, por cierto nada de malo habfa en ello, pero si el afecto mutuo do se Gesarrollaba, nadie consideraba el matrimonio un fracaso por dil. Los nifios eran criados en general lejos de los padres por nodri- gas. Todos los individuos eran intercambiables. El {ndice de mortali- Gad, en particular para los nifios, era elevado. Las madres medievales daban con frecuencia a varios de sus hijos el mismo nombre con la esperanza de que cuando menos uno de ellos sobrevivirfa para levarlo Gurante la edad adulta. Hasta que el indice de mortalidad en la infancia y la nifiez empezé a declinar a principios de la edad moderna, senci- ilamente no era prudente amar a un nifio o a un individuo cualquiera. La familia no era permanente. Con la Revolucién Industrial mejoraron la higiene y Ja atencién médica; los matrimonios y los nifios podfan sobrevivir mas tiempo. La Sociedad inglesa empezé a cambiar, y también cambiaron las normas familiares. A mediados del siglo xvii la familia nuclear era el ideal aceptado de las clases medias. Entonces, por primera vez, la interde- pendencia de los consortes y la crianza de los nifios se convirtieron ee funciones fundamentales de la unidad nuclear. Stone estima que este cambio de las normas familiares exigid unos doscientos afios. En nuestra época el cambio familiar —como todo otro cambio— se estd produciendo més répido. Dentro de mi propia experiencia, puedo identificar varias normas diferentes. El mundo paternal de mi abuelo era sélidamente patriarcal. Mantenia en la sombra a mi abuela y suscitaba el temor y la lealtad de sus diez hijos. Por supuesto, exigia mas de sus hijos y nietos que de las mujeres de la familia. Como el mayor de los varones en mi famt- fia de origen, se me concedian mas responsabilidades, obligaciones_y respeto. Mis hermanas y yo siempre levaremos el sello de las funcio- nee elaramente diferenciadas de acuerdo con el género. Pero me casé en otra cultura, en otra época. Mi esposa es psicdloga. Ella y mi hija “elevaron mi conciencia» acerca de las mujeres. No es incidental que haya aprendido a cocinar y a fregar platos las noches que mi esposa dictaba clases. Mi hijo e hija se criaron de un modo més «andrégino» (ésta es la desafortunada palabra escogida por los psicdlogos para de- otar Ia alteracién de funciones otrora encerradas en uno solo de los géneros). En este momento de Ia historia, la mayor parte de los americanos PAUTAS DE DIVORCIO 53 Sjedavia' consideran 1a familia nuclear como la norma, lo cual automé- samente hace considerar todas las otras formas como «incorrectas»: jantener la « y Joan haberle dicho que «queria compensarlo por lo que no le habfa dado su madre»). Los nifios pueden experimentar semejante mensaje como una ne- gacién no sdlo de sus recuerdos y sus experiencias pasadas, sino de su actual realidad. Los nifios de las familias mezcladas con frecuencia 1 70 PAUTAS EN TRANSICION operan en un campo mucho mds complejo que sus padres. Pueden ser participantes activos de dos sistemas familiares, yendo y viniendo a Veces entre dos casas 0, cuando menos, manteniendo contacto con los restos del viejo sistema familiar y cualquier miembro adicional que se haya incorporado a ese grupo. Si los nuevos consortes apresuran a los nifios en la adaptacién a la nueva familia en lugar de permitirles desarrollar una compleja solucién para un complejo problema, es muy posible que éstos respondan con «una actitud congelada». Dicho de otro modo, en la medida en que los padres les pidan que nieguen el pasado, se rehusaran a aceptar el presente, En la familia Smith los dos nifios vefan el matrimonio de sus padres como una traicién. Es evidente que los dos experimentaban la presién ejercida para que se adaptaran a la nueva familia no como una colaboracién cuatripartita, sino como una negacién de la subcultura de su propia familia, como un triunfo de la cultura de la «otra faccién». Al final de la séptima sesién, sugerf que los padres compartieran algunas de sus experiencias de adolescencia con ambos nifios. Esto es algo que a los padres les gusta hacer con sus propios hijos y en las familias mezcladas puede ser un modo de construir caminos necesa- rios, pues la familia debe construir una historia comin en un tiempo condensado. Joan y Steven contaron los resultados en la octava sesién, Ja Ultima. La dspera tensién de las primeras sesiones habia dado lugar a un 4nimo més complacido. Steven: Hablamos de las experiencias que hab{a tenido en la escuela. Realmente muy de prisa, todo se reducia a que me habia saltado un aio en la escuela primaria. De modo que me sentia fuera de lugar, pues era un afio menor que los demds nifios. Querfa hacer amistad, y mi método de hacerme de amigos fue buscar a los tios que recibfan més atencién en la clase, Queria ser uno de ellos. Si alguno arrojaba un borrador... as{ fue como me integré en el grupo. Conversamos de eso, y Joan conversé acerca de algunas de sus ex. periencias. ‘Le estaba diciendo a Matt que mucho, mucho tiempo atrés, tam- bién usted era joven. Joan: Steven y yo estébamos conversando y Matt se interesd. M: cExan interesantes, Matt? Matt: As{ lo pensé, Son humanos. M: ¢Eso no lo sabias? ‘Matt: No es posible evitar que hayan sido jévenes antes de haber naci- do uno, gno es asi? M: Si, asi es como suele suceder. Matt: Uno se da cuenta de que son ms humanos cuando se sabe que han sido buenos nifiitos. M: ¢Eso sirve? Mati: Si. Me siento més cn mi casa y me es mas facil hablar. Anoche.. Steven: No me enfadé contigo anoche. PAUTAS DEL NUEVO MATRIMONIO n Matt: Lo sé, pero me estabas chillando, lo sabes: «Baja los cables de empalme. Steven: Estaba enfadado con Jim y Jim no estaba all{ para enterarse, y ti si, De modo que no estaba chillandote a ti, el tono de mi voz era... Matt: No me senti como antes. Me di cuenta de que era culpa de Jim. Sencillamente me quedé alli sereno. Steven: Si, lo reconoci y luego pensé en ello. Si te hubieras quejado habrias contribuido a empeorar el problema, Sin embargo me de- jaste en paz, permitiste que despotricara un rato y luego te mar- chaste. Matt: Traté de ser util. : jNo me necesitas! Est4s ahora capacitado para curar a tu padre. No me necesitas, La gente no aprende una nueva lengua en ocho horas. No obstante jos Smith estaban hablando una nueva lengua. Mi meta como instruc- tor de familias en transicién —no ensefiar nada nuevo, sino ofrecer una perspectiva diferente de su realidad— habia sido alcanzada. Las pautas se mudaban y viejas capacidades podian de pronto aplicarse de manera m4s amplia. Lector: Creo que entiendo por qué eligié estas familias en transicién. Pero, sabe usted, todavia me preocupa la familia tradicional. ¢Qué seré de...? Autor: La familia tradicional seguira siendo lo que es: una de muchas formas familiares posibles. Y no creo que todo lo que estamos vien- do sea tan nuevo. Yo vivo en una familia tradicional: mi esposa y yo tenemos dos hijos, varén el mayor, y hemos estado casados treinta y dos afios. Pero de hecho —como decimos en broma, pero es muy cierto— nos hemos divorciado y vuelto a casar treinta ve- ces, quiz4 mAs, Cada vez una nucva posibilidad. Lector: Eso es interesante. Cuando lei «Trio», tuve la certeza de que se habia divorciado y vuelto a casar. Parecia decidido a encubrir las dificultades y centrarse en las posibilidades. Autor: Tiene raz6n. Pero la razén es que las familias son organismos en un proceso de cambio continuo mientras intentan permanecer inalterados. Es posible lamentar la estructura perdida, pero tiene més sentido contemplar las posibilidades de la nueva. Recientemen- te perdi a mi madre. Tengo sesenta y dos afios y ella tenia ochenta y dos. Puse entonces el retrato que hizo ella de mis abuelos en la mesa del escritorio y me di cuenta con pena de que la tradicion que mi madre recordaba habia muerto con ella. Mis recuerdos han encogido, me he vuelto menos. Pero con la muerte de mi madre, mi esposa y yo nos convertimos en la generacién més vieja y de pronto experimento con placer la proteccién de mis hijos. Con cl tiempo nos recuperaremos y habra nuevas conexiones, en especial con mi rR PAUTAS EN TRANSICION hermano y mi hermana, Nos volveremos abuelos, y con-el tiempo y el cambio, se producirén crisis, transiciones, posibilidades. Leetor: Siento lo de su madre. Comprendo a qué se refiere. Usted cree en el desarrollo a través de la experimentacién. Alienta la esperanza. Autor: Es mejor que alentar las drogas. Lector: {Es usted adicto a la esperanza? Autor: Por cierto creo que estamos funcionando todos por debajo de las posibilidades, y ello de un modo tremendo. Lector: Permitame que le entienda. ¢Piensa que una perspectiva sis- temética le pondria remedio? ¢Que la aceptacién de formar parte de una totalidad mayor puede disminuir las rigideces individuales y, paradoxalmente, promover el desarrollo individual? ¢Que la com- prension del caracter complementario podria producir armonia? Autor: Y humildad, menos desgaste y desgarramiento, menos culpa y agresién... sf. Lector: Ahora habla usted mds como un predicador que como un cien- tifico social. Autor: Tengo rabinos entre mis antepasados. Pero no estoy hablando sobre una vida justa, s6lo sobre un cambio epistemolégico. Ya sabe usted, es posible reconocer en uno la pertenencia. Yo me he sentido siempre parte de pautas: parte de mi pueblo patrio en la Argentina, penetrado de su geografia rural, miembro del clan judio Minuchin, hijo y padre, amigo y competidor de mis compafieros de infancia, sobrino, primo, marido, padre. Siempre me he sentido conectado. {Usted no? Lector: En este marco de referencia, claro esté, sélo puedo responder con mis propias conjunciones: la gente importante de mi pasado que todavia persiste en mi. Pero diferimos, pues yo la experimento como restriccién, como responsabilidad, aun como control. Autor: Ese es un truco de puntuacién, Siempre estamos construyendo nuestro presente y reconstruyendo nuestro pasado, borrando comas, afiadiendo nuevos puntos de exclamacién. Nuestra cultura fomenta la individualidad, de manera que tendemos a volver borrosas las conexiones. Lector: A usted la realidad le es cémoda. Parece disponer de les hechos de modo que confirmen sus enunciaciones, como si todo estuviera en perspectiva. ‘Autor: La perspectiva es la realidad desde cierta posicién y viceversa. Ya've usted, algo le sucedié a mi pensamiento cuando empecé a ver a la gente en un contexto. Aprendf a cuestionar los limites de mi mismo, y aun a sentir cierto parentesco con las avispas y las abejas. Lector: Pero usted es el més importante. Autor: Sf, por supuesto. S¢ que no es verdad, pero no puedo evitar sentirlo. Lector: A todo el mundo le sucede lo mismo, ¢Puede realmente verse ‘como una parte? ¢Un fragmento? Autor: Me ha tendido usted una trampa. Me siento por cierto el centro PAUTAS DEL NUEVO MATRIMONIO 3 del universo, una isla cerrada en sf misma. Pero sé que esto es una locura y que en realidad sélo soy el fragmento de un caleidoscopio. Un pequefio giro y me convierto en el punto de otra pauta. Lector: Bueno, supongo que también yo sé eso, aunque no sea preci- samente un pensamiento tranquilizador. Volvamos a la familia mez- clada. ¢Es uno de los giros del caleidoscopio de la cultura de hoy? Autor: Eso creo. Parece estar desempeiiando algunas de las funciones de la familia extensa. La diferencia consiste en que en nuestra cul- tura el marco es horizontal. Permita que le muestre dos escenas de mi propia familia en la actualidad. Amy, la hija de nuestra sobrina Ellen, est4 muy entusiasmada pre- paréndose para el tercer matrimonio de su padre. Ella y su media hermana paterna serdn las que Ileven las flores en la fiesta de bodas. Amy tiene también una hermanastra, Jill, hija de su padrastro, con la que juega un fin de semana sf y otro no, cuando Jill va a visitar a su padre. De modo que Amy, aunque es hija tnica, se siente muy unida a sus dos

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