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UNA M EGALOMANÍA

L OS DICCIONARIOS NO registran
un uso muy extraño de la palabra
“universitario”; el que se refiere ex-
clusivamente a la UNAM, como un
G ABRIEL Z AID
gentilicio equivalente a “unameño”.
Los unameños se resisten a despren-
der el adjetivo de su referente inicial.
Aunque la realidad caminó (la UNAM
dejó de ser la única universidad), hablan de la Universi- ral al Partido Comunista Mexicano y apoyó la caída de
dad y los universitarios para referirse sí mismos. Pero Somoza, la Revolución parecía inminente para muchos
esta fijación lingüística refleja una fijación mitológica: unameños, que pronosticaban una votación del 40%
la Ciudad Universitaria como una especie de ciudad- a favor del PCM. Quizá la obtuvo entre los unameños,
estado dentro de la ciudad-estado que domina al país; pero el territorio liberado de la hermana República del
la Universidad Nacional Autónoma de México como Pedregal no es toda la república.
la República en el orden del saber. La UNAM nunca ha Habría que distinguir entre el mito universitario (el
aceptado ser una universidad: es la Universidad. mito de que la tribu del saber tiene derecho al poder),
Así como los Estados Unidos no se creen un país de que se remonta a Platón; y el mito unameño, que se
América sino “America“ (por lo cual, naturalmente, remonta a Justo Sierra: la UNAM como “el cerebro na-
América debe ser para los “americanos”), los uname- cional”, dependiente pero independiente del Estado,
ños se arrogan el ser universitarios como algo especial- corona de la democracia como “aristocracia abierta“,
mente suyo. Sienten que la tribu del Instituto Politéc- último de los “escalones por los cuales se puede as-
nico Nacional es inferior y bárbara, no universitaria (y cender a la cúspide” del saber.
que debe ser puesta en su lugar en los campos depor- Este mito fundador (o pecado original) de la UNAM
tivos, que es hasta donde llega su capacidad de medir- acabó con la UNAM. Si la historia de México tiene que
se con los verdaderos universitarios). Sienten que las pasar por la UNAM, la cargada de aspirantes a subir al
tribus de El Colegio de México, la Universidad Autó- protagonismo histórico, al poder, al presupuesto, pi-
noma Metropolitana, la Universidad Pedagógica, ya no soteará la UNAM. Mientras la vida contemplativa (la
se diga las universidades privadas o de provincia, no investigación, el diálogo, la creación) no es el lugar de
existe más que la Universidad, ese Tepeyac del Esta- paso obligado para la vida activa (no da derecho al que-
do, donde habla el Espíritu. so), en el claustro no se paran las moscas, ni los rato-
Quizá es inevitable que las familias y las comunida- nes, ni los búfalos. Si no hay dinero, puestos, ni cre-
des se crean el centro del universo, que tengan una mi- denciales para llegar a más, ¿quién se va a quemar las
tología trágica o triunfalista de “nosotros los Gonzá- pestañas? Unicamente los que tienen vocación y talen-
lez”, y que la vivan con intensidad en sus arrumacos to excepcionales, más amor al arte que al queso. Si la
y en sus pleitos, como si los González fueran los pro- ruta del queso no pasa por ahí, los que buscan el que-
tagonistas de la historia. Pero qué embarazoso es es- so no pasarán por ahí. Pero si el claustro quiere tener
cucharlos cantar goyas a coro, como si fueran el himno las llaves le serán arrebatadas, por fuerzas más pode-
nacional; animarse con jaculatorias (“los González uni- rosas que las suyas.
dos jamás serán vencidos”); o acusarse de falta de “es- Parece inocuo y sin mayores consecuencias asumirse
píritu González”, insuficiente “amor a la camiseta” y como la Universidad, y hasta como la República en el
tantas cuarsilerías del patriotismo de clan, que sirven, orden del saber: que tiene territorio, policía, congre-
naturalmente, para disputarse la dominación del clan. sos, legislación, presupuesto, prensa, radio; que debe-
Todos los contendientes en el conflicto de la UNAM ría tener televisión y, en general, derecho a apoderarse
comparten ese narcisismo. Funcionarios, investigado- del micrófono y de la atención nacional, si no dere-
res, estudiantes y empleados disputan sobre esto y so- cho a apoderarse del Estado. Parece natural que la re-
bre aquello, pero no sobre el supuesto implícito, en pública del saber tenga rivalidades con el brazo educati-
el cual están de acuerdo: Qué importantes son los Gon- vo de la otra. La Secretaría de Educación Pública fue
zález. En sus contiendas, se define el destino del país. creada desde la UNAM, pero fue su rector, no la UNAM,
La fuerza de esta ilusión anima a los protagonistas quien tomó el poder de la SEP. La UNAM, por el con-
y al respetable público unameño, pero no tiene el mis- trario, tuvo que defender celosamente sus prerrogati-
mo efecto sobre el resto del país. Se ha visto en las vas, como una especie de secretaría alterna, que tiene
huelgas. Suspender prolongadamente el servicio tele- derecho a incorporar, que maneja las profesiones y el
fónico o las exportaciones petroleras, pondría al país registro de los títulos, que le deja a la SEP las prima-
de rodillas. Pero si los empleados, profesores o estu- rias y las secundarias (aunque un tiempo le disputó las
diantes de la UNAM se fueran a una huelga prolonga- secundarias, creadas por la SEP contra la UNAM) y que
da (de varios meses, de varios años), ¿en qué notaría ve con desprecio la educación superior prohijada por
el país la diferencia? Y, sin embargo, ha habido huel- la SEP, los gobernadores o los particulares.
gas que se prolongan, como creyendo que paralizar Este platonismo (la ambición del filósofo rector que
la UNAM paraliza el país. promueve la SEP y pasa a regirla, para buscar después
Estos delirios megalómanos no son sólo sindicales. la rectoría del país, como filósolo soberano de la Re-
En 1979, cuando López Portillo le dio entrada electo- volución) no murió con el fracaso de Vasconcelos. Si-
10 Vuelta 124 / Marzo de 1987
gue vivo entre los funcionarios, in-
vestigadores, profesores, estudian-
tes, líderes y otros ulises criollos que
tratan de salvar la Revolución o la República. Y no se fueran dignas del mito. Pero quizá ya es hora de aban-
limita a los que sueñan con llegar a la presidencia des- donar el mito.
de la Facultad de Derecho. Nadie va a sacar de la UNAM a los estudiantes que
Las contradicciones insolubles del mito fundador (la no estudian, los profesores que no enseñan, los barren-
dependencia independiente, la aristocracia democrá- deros que no barren, los funcionarios que no funcio-
tica, el monopolio del cerebro nacional) estuvieron nan, los investigadores que no investigan. El re-
ocultas mientras la polis fue de escala platónica. To- parto del queso como sistema de control político es
davía en 1929, los estudiantes, profesores, emplea- una realidad aplastante que la UNAM no puede reba-
dos y funcionarios sumaban unos 10,000. Pero el mito sar. Hay que cargar con ellos, y nadie va a lograr que
pedía otra cosa, que también parecía inocua, natural se vuelvan productivos, ya no digamos excelentes. De-
y hasta positiva: el crecimiento. Y fue esa cosa ino- dicar ganas y capacidad a los que no tiene ganas o ca-
cua, que parecía tan buena, la que llevó las contra- pacidad es un desperdicio y hasta un fraude. Sirve para
dicciones a la quiebra. engañarlos, haciéndoles creer que realmente son es-
¿Alguien ha demostrado que una comunidad uni- tudiantes, profesores, barrenderos, funcionarios, in-
versitaria de 400,000 personas es mejor que 40 co- vestigadores. Sirve para legitimarlos, engañando a la
munidades de lO,OOO? ¿Mejora la calidad de las ac- sociedad.
tividades? ¿Se vuelve más humano el trato entre las Lo verdaderamente viable es que los fósibles, los
personas? ¿Hay economías de escala? ¿Se reducen aviadores, los grillos, los barcos, los demagogos,
los costos unitarios? ¿Se descongestiona la ciudad? los que no tienen ganas o capacidad, se queden con
Nadie lo ha demostrado, ni hace falta. Que la UNAM la UNAM. En vez de luchar por impedirlo, hay que
fuera una de cuarenta universidades era, y es, incon- aceptarlo, tratar de rescatar lo rescatable y llevár-
cebible. Los González no tienen por qué favorecer el selo a otra parte. Pero no en un paquete que inclu-
desarrollo de los Pérez, de los Martínez, de los Gutié- yera, por ejemplo, los institutos de investigación.
rrez, de la odiosa y despreciable competencia. La Sería repetir el error autodestructivo: armar paque-
UNAM es “la” Universidad. Hasta la fecha, los con- tes excesivos con actividades que no tienen por qué
tendientes de la UNAM razonan como si el crecimiento estar juntas; cuya integración no tiene ventajas acadé-
de la UNAM fuera una exigencia natural del crecimien- micas ni económicas, de escala o de combinación, la
to del país, no el desenlace natural de una concep- burocracia, los sindicatos, el congestionamiento. Es
ción monopólica. Y, por supuesto, nadie piensa en ha- mejor sacar instituto por instituto con un destino apar-
cer cuarenta partes autónomas de la UNAM: repartir te, de preferencia a la provincia y como organismos
ese latifundio. autónomos, con más de una fuente de ingresos: secre-
Como sucede en los imperios decadentes, las posi- tarías, gobernaturas, universidades del interior, patro-
bilidades de la UNAM están bloqueadas por su mito- natos privados, contratos internacionales.
logía. Muchas salidas razonables se vuelven impo- Habrá quien piense que abandonar la UNAM es de-
sibles de realizar, imposibles de decir públicamente y rrotista, o pero aún: traición a la patria. Pero ahí está el
hasta imposibles de pensar, frente a la tradición, la error del mito megalómano. La UNAM no es la patria:
nostalgia, las ideas hechas, la inercia, los intereses es una de tantas cosas que tuvieron sentido, crecieron
creados. Resulta admirable que el rector haya inten- y se arruinaron.
tado sacudir todo eso, para hacer que las realidades

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