Tras todo lo dicho vamos entendiendo ya qué es, qué pretende y qué supone la
Pedagogía Crítica. Se parte de que ser crítico es vivir un proyecto lleno de esperanza y
de aquello que Giroux llama un “lenguaje de posibilidad”. Ser crítico significa rehusar
toda visión del mundo puramente contemplativa, realizando una unidad de pensamiento
y acción. Ser crítico equivale a entender nuestra relación de compromiso con el mundo
y reconocer nuestra participación activa en la producción de conocimiento en su
dimensión moral, política y cultural. Ser educador crítico es hacer reproches al mundo,
acusándolo de ser un reflejo imperfecto de aquello en lo cual podrá convertirse. Dice D.
Turner que la postura crítica constituye un reto al capitalismo para una realización de la
moralidad y de la verdad, y que tal postura no se invalida por el hecho de repudiar todos
los derechos morales de la democracia capitalista, sino que trata de rescatar esa
moralidad al ver cómo el capitalismo pervierte gradualmente el propio lenguaje de la
moral que genera.
Dice P. Mc Laren (1993:223) que la Pedagogía crítica surgió en Estados Unidos
hacia 1983, como respuesta de oposición a los enfoques tradicional y empirista de la
teoría del currículo, y “su tarea principal era y sigue siendo la de revelar las
contradicciones y confusiones de las ideologías liberales y conservadoras dentro de
aquellos enfoques, precisamente porque han servido para la reproducción de relaciones
y de prácticas sociales y económicas desiguales y explotadoras (...). A diferencia de
tales enfoques, la Pedagogía Crítica es una filosofía de la praxis comprometida en un
diálogo abierto con concepciones en competencia relativas a cómo puede vivirse
significativamente en un mundo confrontado por el dolor, el sufrimiento y la injusticia.
Existe la necesidad de la lucha porque existe el sufrimiento y la dominación”.
De un modo general –sigue apuntando dicho autor-, “la Pedagogía Crítica es
esencialmente una política de vida en que profesores y estudiantes se hallan
comprometidos en el trabajo de la historia; como tal, es ésta una Pedagogía que trata
con las relaciones concretas entre los individuos y las formas culturales e institucionales
en que se desarrolla ese tipo de compromiso social. En resumen, la Pedagogía Crítica
trata de la problematización del lenguaje, la experiencia, el poder del conocimiento y de
la cultura, viendo cómo son constitutivos recíprocos de la subjetividad y cómo su
combinación genera una forma particular de praxis que actúa sobre el mundo. Es decir,
la Pedagogía Crítica se enfrenta con preguntas de cómo se produce la subjetividad
individual a través del lenguaje y por medio de las relaciones sociales, históricas y
económicas. Y, al hacerlo, la Pedagogía Crítica se compromete en la tarea de hacer de la
teoría una aliada de la enseñanza” (P. MacLaren 1993: 224).