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Quintana Cabanas, José María.

Teoría de la educación. Concepción antinómica de la educación. Madrid, Dykinson,


1995.
Pág. 318 y ss.

Visión general de la Pedagogía Crítica

Tras todo lo dicho vamos entendiendo ya qué es, qué pretende y qué supone la
Pedagogía Crítica. Se parte de que ser crítico es vivir un proyecto lleno de esperanza y
de aquello que Giroux llama un “lenguaje de posibilidad”. Ser crítico significa rehusar
toda visión del mundo puramente contemplativa, realizando una unidad de pensamiento
y acción. Ser crítico equivale a entender nuestra relación de compromiso con el mundo
y reconocer nuestra participación activa en la producción de conocimiento en su
dimensión moral, política y cultural. Ser educador crítico es hacer reproches al mundo,
acusándolo de ser un reflejo imperfecto de aquello en lo cual podrá convertirse. Dice D.
Turner que la postura crítica constituye un reto al capitalismo para una realización de la
moralidad y de la verdad, y que tal postura no se invalida por el hecho de repudiar todos
los derechos morales de la democracia capitalista, sino que trata de rescatar esa
moralidad al ver cómo el capitalismo pervierte gradualmente el propio lenguaje de la
moral que genera.
Dice P. Mc Laren (1993:223) que la Pedagogía crítica surgió en Estados Unidos
hacia 1983, como respuesta de oposición a los enfoques tradicional y empirista de la
teoría del currículo, y “su tarea principal era y sigue siendo la de revelar las
contradicciones y confusiones de las ideologías liberales y conservadoras dentro de
aquellos enfoques, precisamente porque han servido para la reproducción de relaciones
y de prácticas sociales y económicas desiguales y explotadoras (...). A diferencia de
tales enfoques, la Pedagogía Crítica es una filosofía de la praxis comprometida en un
diálogo abierto con concepciones en competencia relativas a cómo puede vivirse
significativamente en un mundo confrontado por el dolor, el sufrimiento y la injusticia.
Existe la necesidad de la lucha porque existe el sufrimiento y la dominación”.
De un modo general –sigue apuntando dicho autor-, “la Pedagogía Crítica es
esencialmente una política de vida en que profesores y estudiantes se hallan
comprometidos en el trabajo de la historia; como tal, es ésta una Pedagogía que trata
con las relaciones concretas entre los individuos y las formas culturales e institucionales
en que se desarrolla ese tipo de compromiso social. En resumen, la Pedagogía Crítica
trata de la problematización del lenguaje, la experiencia, el poder del conocimiento y de
la cultura, viendo cómo son constitutivos recíprocos de la subjetividad y cómo su
combinación genera una forma particular de praxis que actúa sobre el mundo. Es decir,
la Pedagogía Crítica se enfrenta con preguntas de cómo se produce la subjetividad
individual a través del lenguaje y por medio de las relaciones sociales, históricas y
económicas. Y, al hacerlo, la Pedagogía Crítica se compromete en la tarea de hacer de la
teoría una aliada de la enseñanza” (P. MacLaren 1993: 224).

Sus puntos fundamentales

Se parte de la idea de que en toda práctica social concreta se inserta una


estructura de poder y de igualdad social, y de que la sociedad está dominada por una
cultura hegemónica que impide percibir determinadas situaciones de injusticia y
posibles caminos para una transformación social. Y de que el sistema educativo, como
pieza de esa sociedad, es un factor del darwinismo social, puesto que selecciona a los
“mejores” en detrimento de los menos favorecidos en cuanto a status social.
La educación actúa así de varios modos. A veces de un modo manifiesto,
estableciendo currículos competitivos, para los alumnos de clases sociales altas, y
currículos simplemente adaptativos, para los alumnos de clases sociales bajas. Y otras
veces de un modo larvado. Ha sido la llamada Nueva Sociología de la Educación
inglesa, con autores como M.W. Apple (también representante de la Pedagogía Crítica),
la que ha insistido en los efectos del “currículo oculto” de la escuela, proponiendo que
en ésta se supere el concepto clásico de saber a favor de un saber práctico, elaborado
por alumnos y maestros en el quehacer “cotidiano” de la vida y de la escuela (cf.
L.M.Quintana 1989: 150).
Interesan, más que los temas científicos, temas de Sociología del conocimiento y
de la cultura, con la idea de una construcción de alternativas culturales. Hay formas
diversas de llevarla a cabo, y, centrándose en la escuela, Apple y Giroux proponen la
implantación de currículos que inviertan la ideología dominante, dando voz a la
ideología alternativa y también a las culturas. Se pretende proveer a los estudiantes de
contradiscursos y de lenguajes de análisis que permitan identificar, en cada sujeto, su
propia posición en la red de poder social económico como víctima del mismo y, a la
vez, como servidor y agente suyo implícito. Dentro del marco de la Pedagogía Crítica se
trata de crear un programa de aprendizaje que se construya con las experiencias de los
menos favorecidos de la sociedad y de las culturas no hegemónicas, presentes en los
grupos formados en razón del sexo, la clase social, la raza, la edad, la religión o la
cultura.
Las prácticas escolares están insertas en las relaciones de poder, creando
desigualdades en la población. Reaccionando ante tal realidad, la Pedagogía Crítica
tiene interés en conocer las claves de la dominación y los mecanismos educacionales
donde se esconde el poder. Intenta establecer relaciones entre lo que ocurre en el aula y
la estructura macrosocial, analizando cómo los hechos educacionales son fruto de la
situación social global y se insertan en ella a modo de reforzadores de la misma.
Ante tal situación, “la Pedagogía Crítica ha de convertirse en un vehículo de
contra – hegemonía (...) en un medio para responder políticamente a las estructuras de
dominación dentro del consumo capitalista” (Mc. Laren 1993: 227). Según
R.W.Connell un currículo crítico es un currículo comprometido con el desarrollo de un
programa de aprendizaje público que se construye con las experiencias de los menos
favorecidos de nuestra sociedad. Por eso la Pedagogía Crítica se conexiona directamente
con los movimientos sociales: feminismo, ecologismo, pacifismo, multiculturalismo,
etc. Se pretende que todos, estudiantes y enseñantes, y miembros de los grupos sociales,
puedan analizar de un modo crítico el mundo que los rodea, y establecer unas prácticas
emancipatorias guiadas por el ideal de la utopía.
Y siendo así, se comprende, como dice P. Mc Laren (1993: 225), que “la
Pedagogía Crítica es esencialmente híbrida, es naturalmente anfibia. Está habituada a
unos medios intelectuales diferenciados, pero no se inscribe en ninguna disciplina”.
Tiene un fundamento ético, por cuanto llama a profesores, estudiantes, padres y
administradores a convertirse en ciudadanos críticos para transformar la mala
distribución de la riqueza y de los recursos y acabar con los tipos de marginación.

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