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Este documento presenta las reflexiones de un juez sobre la ética en la psicología forense. En 3 oraciones: El autor señala que los psicólogos forenses enfrentan conflictos éticos únicos debido a su rol en los procesos legales. Sugieren que los psicólogos deben clarificar su mandato judicial y asegurarse de que sus conclusiones periciales estén bien fundamentadas y sujetas a revisión. También advierte que los psicólogos no deben obtener confesiones de los acusados sin las debidas garantías leg
Deskripsi Asli:
Fernando Ramírez
Juez del Tribunal Oral Penal
de la Justicia Nacional
Este documento presenta las reflexiones de un juez sobre la ética en la psicología forense. En 3 oraciones: El autor señala que los psicólogos forenses enfrentan conflictos éticos únicos debido a su rol en los procesos legales. Sugieren que los psicólogos deben clarificar su mandato judicial y asegurarse de que sus conclusiones periciales estén bien fundamentadas y sujetas a revisión. También advierte que los psicólogos no deben obtener confesiones de los acusados sin las debidas garantías leg
Este documento presenta las reflexiones de un juez sobre la ética en la psicología forense. En 3 oraciones: El autor señala que los psicólogos forenses enfrentan conflictos éticos únicos debido a su rol en los procesos legales. Sugieren que los psicólogos deben clarificar su mandato judicial y asegurarse de que sus conclusiones periciales estén bien fundamentadas y sujetas a revisión. También advierte que los psicólogos no deben obtener confesiones de los acusados sin las debidas garantías leg
Fernando Ramrez Juez del Tribunal Oral Penal de la Justicia Nacional
Hace cuatro aos, en oportunidad de celebrarse la Segunda Jornada
de Psicologa Forense y Primera de la A.P.F.R.A. fui invitado a participar del panel que se integr para tratar el tema de la tica en el desempeo del psiclogo forense. En esa ocasin formul una serie de reflexiones que bajo el ttulo Sobre la tica se publicaron en la revista Psicologa Forense de la APFRA, correspondiente al mes de septiembre de 1990. El objetivo de aquellas reflexiones no fue el de esbozar una gua de soluciones a los conflictos ticos que pudieran presentarse al psiclogo forense sino el de sealar diversas circunstancias particulares de la actividad forense que deben ser contempladas al resolver cada conflicto en particular. Del debate que se produjo en aquellas jornadas, luego de la exposicin de los panelistas y de comentarios que recib de distintos psiclogos forenses despus de la publicacin, cre que este objetivo haba quedado claro. Sin embargo, el artculo que Carlos Gutirrez, con la colaboracin de Juan Faria y Gabriela Salomone public en la revista Psicologa Forense de la APFRA, correspondiente al mes de marzo de 1994, me convencen de la necesidad de efectuar algunas precisiones. Me sorprendieron tanto la interpretacin como el alcance que se dio a mis palabras y, para ser sinceros, creo que la ensayada por Gutirrez, no es una interpretacin vlida ni desde la intencin del autor ni desde el texto, salvo que caigamos en un estril desconstruccionalismo interpretativo. Para facilitar, entonces, la interpretacin de mi aporte voy a procurar profundizar, en esta oportunidad, algunos conceptos expuestos en 1990 pero destacando dos circunstancias: 1 Mis sealamientos se efectan desde un lugar distinto al del psiclogo forense: no soy psiclogo, soy abogado y trabajo como juez. No estoy en condiciones de brindar mecanismos de solucin para los conflictos ticos que se les plantean a los psiclogos, pero s
puedo brindar un enfoque distinto del problema para que se lo tenga
en cuenta. 2 Intento abordar el problema desde la experiencia cotidiana que conozco por mi desempeo y por la relacin de amistad y funcional con muchos psiclogos forenses. Dicho esto, queda claro cul es el lmite de este aporte: ofrecera al profesional nuevos elementos a considerar cuando enfrente en su trabajo cotidiano un conflicto de orden tico. En 1990 dije que en trminos elementales el conflicto tico se manifiesta cuando frente a una situacin determinada, al psiclogo se le presentan dos obligaciones contradictorias con igual intensidad aparente no significa afirmar ni que esas obligaciones existan como tales ms all de la apreciacin del psiclogo, ni que posean la misma intensidad ms all de su apariencia. En consecuencia, decirle a quien est viviendo el conflicto como tal que slo existe una obligacin y que sta es la necesidad de respetar los principios ticos, es tan til como decirle sers lo que debas ser o si no, no sers nada. Aunque resulte elemental, no est de ms destacar que si las dos obligaciones equivalentes que aparecen contradictorias fueran realmente equivalentes y contradictorias el conflicto se resolvera de manera igualmente vlida cumpliendo una u otra obligacin. De lo que aqu se trata es de agotar los planteos posibles para dirimir el conflicto estableciendo en primer lugar si realmente existen ambas obligaciones, si son realmente contradictorias y, finalmente, si son efectivamente equivalentes. Desanudando el conflicto ste dejar de existir como tal. Los psiclogos forenses cumplen su labor profesional en el mbito de un proceso jurisdiccional, ello delimita una serie de actividades y un modo particular de intervencin que genera conflictos distintos de los que seguramente se generan en otros mbitos. Sostengo, y sostuve en 1990, que buena parte de los conflictos que se producen en el marco de la psicologa forense se deben a una suerte de indeterminacin inicial en el rol del psiclogo forense. Con esta expresin procuro describir una situacin en la cual es habitual que quienes intervienen en el proceso vivan una tremenda confusin respecto del rol que le adjudican al psiclogo que convocan y esta confusin suele extenderse al propio psiclogo convocado. Insto a destacar que la expresin indeterminacin inicial en el rol del psiclogo forense es una descripcin de la realidad que, como
tal, puede ser adecuada o no, pero que no es un criterio, como lo
quiso entender Gutirrez, por lo que cualquier derivacin que se procure obtener de la indeterminacin como criterio no se me puede adjudicar de buena fe. De lo que no caben dudas, es de que la intervencin del psiclogo forense est habilitada por el juez que dispone para qu convoca al psiclogo. La actividad jurisdiccional se encuentra claramente reglada por lo que el mandato judicial debe ser claro y el psiclogo podr o no aceptarlo, lo que no podr hacer es aceptar el mandato para hacer otra cosa. Este deber de acatamiento del mandato judicial aceptado por el profesional no se deriva de un criterio mercantil subyacente en la demanda de intervencin del juez, sino en conceptos de derecho pblico que determinan que las rdenes judiciales se cumplen de buena fe. Pero es importante destacar lo ya dicho respecto a que la actividad jurisdiccional se encuentra claramente reglada porque ello significa que el mandato judicial no puede exorbitar la competencia del juez y en ese punto se centra buena parte de los conflictos cotidianos. Bsicamente los psiclogos pueden intervenir en un proceso judicial de tres maneras distintas: En primer lugar, un juez puede reclamar del psiclogo una intervencin teraputica. Al respecto no puede omitirse considerar que tal intervencin no fue reclamada por el sujeto sino ordenada por el juez. Con ello lo que se pretende es destacar el matiz compulsivo de esta clase de intervencin teraputica para que el profesional extreme los recaudos que permitan preservar al sujeto ante el carcter imperativo de su propia intervencin. El juez que ha confiado a un profesional la labor teraputica podr reclamarle informacin sobre la evolucin de esa tarea pero no parece razonable que avance ms all. En segundo lugar, el psiclogo forense puede ser convocado como perito, en cuyo cado el juez deber establecer claramente, los denominados puntos de pericia. Esto es, las preguntas cuyas respuestas deben ser dadas desde el conocimiento particular del perito.
Los cdigos procesales habitualmente establecen cul debe ser el
contenido de los informes periciales, pero bsicamente debe comprenderse cul es su funcin para poder discernir cul es la informacin que debe necesariamente brindarse. Para ser ms claros, una pericia balstica puede concluir que la bala que produjo la muerte de Juan fue disparada por el revlver de Pedro. Es evidente que no se le puede negar a Pedro la posibilidad de revisar y cuestionar el mtodo cientfico empleado para efectuar tal afirmacin. El resultado de una pericia psicolgica puede significar que alguien vaya a la crcel o, ms cotidianamente, que un padre pierda la tenencia de su hijo o no pueda continuar un rgimen de visitas. Desde la prctica diaria, yo afirmo que no puede aceptarse de manera acrtica, sin posibilidad de revisin, la determinacin de este tipo de cuestiones por parte de un profesional cualquiera que sea su prestigio. La pericia debe contener toda la informacin necesaria y relevante para sostener las conclusiones a las que arriba, pretender ocupar un lugar de poder absoluto sostenido slo en un sabor presunto al que, por otra parte, tampoco se la somete a revisin. Es imperioso aqu hacer una ligera digresin sobre un aspecto que parece conmover particularmente cuando se examina este punto: qu actitud debe asumir el psiclogo forense ante el reconocimiento de un crimen por parte del entrevistado? Para encontrar una respuesta es necesario partir de considerar el marco de garantas con el cual el Cdigo Procesal Penal de la Nacin (CPPN) protege toda intervencin del imputado como sujeto en el proceso penal. En este sentido el legislador ha sido particularmente celoso vedando toda manifestacin del imputado respecto del hecho sin un adecuado y previo asesoramiento letrado. Quien es sealado como posible autor de un delito debe conocer perfectamente el hecho que se le reprocha, puede negarse a declarar sin que ello pueda ser tomado en su contra, jams puede ser coaccionado para decir la verdad, se prohbe expresamente hacerle preguntas capciosas o sugestivas y el juez debe suspender el acto si se advierte signos de fatiga o falta de serenidad en el declarante. Si el imputado va a reconocer su participacin en un hecho delictivo, tal reconocimiento debe ser producto de una decisin libremente
tomada con pleno conocimiento de las consecuencias que su
decisin puede acarrearle. Establecido por el legislador este frreo marco de proteccin resultara perverso que un juez procurara obtener informacin sobre el hecho instrumentando para ello a un psiclogo. Por lo dems, esta informacin as obtenida no podra vlidamente emplearse en el proceso, del mismo modo que sera inaceptable obtener declaraciones mediante el uso de drogas o de las llamadas mquinas de la verdad. El psiclogo no debe obtener del sujeto informacin sobre el hecho para informarle al juez, sino que debe informar sobre el sujeto, lo cual, eventualmente, podr arrojar luz sobre el hecho pero no necesariamente. Claro est que existe la posibilidad de que el sujeto brinde sin que se le reclame informacin sobre el hecho que se le imputa. En esos casos, si el psiclogo informa de esto al juez, ste no va a poder utilizar esta informacin por cuanto constituyen dichos del procesado vertidos sin garantas legales, en todo caso, si en base a ellos va a elaborar una conclusin pericial, deber presentarlos como sustento de su conclusin si as resultaran pertinentes, pero despojados del valor confesional que lo vincule al hecho que puntualmente se le incrimina. He sealado antes que la intervencin del psiclogo forense se encuentra caracterizada por ser impuesta al sujeto por decisin judicial. En consecuencia, ante la actitud de reconocimiento de un delito por parte del entrevistado, el profesional debe ser particularmente cuidadoso. Confrontar al sujeto con su acto, buscando reenviarlo as a sus coordenadas simblicas que lo hagan responsable, tal como lo postula Gutirrez, entraa el grave riesgo de provocar la asuncin de una responsabilidad penal desde un lugar de poder impuesto. En estos casos lo ms conveniente sera, tal vez, sugerir al entrevistado que procure una consulta profesional en otro mbito. La tercera intervencin de los psiclogos forenses es la que se presenta en los procesos vinculados a menores. La Ley 24.050 de organizacin y competencia de la Justicia Penal Nacional prev la intervencin en los Tribunales Orales de Menores de un equipo
interdisciplinario que asesore al tribunal y que estar integrado por
un mdico especializado en psiquiatra infanto-juvenil, un psiclogo y dos asistentes sociales, todos especializados en minoridad. Estos cuerpos interdisciplinarios an no han comenzado a funcionar por lo que hasta tanto no haya una prctica de funcionamiento es difcil predecir qu clase de conflictos puedan suscitarse. Sin embargo, el CPPN mantiene la referencia de los delegados judiciales que vienen cumpliendo funciones en la Capital Federal desde hace ya muchos aos. Es importante destacar que si bien algunos delegados son psiclogos, la mayora no lo es. El art. 412 CPPN seala que el tribunal podr designar un delegado para que ejerza la proteccin y vigilancia directa del menor y peridicamente le informe sobre la conducta y condiciones de vida de aqul. Tambin est prevista la intervencin de delegados judiciales en el procedimiento denominado de amparo de menores y suele recurrirse a ellos en los procesos civiles vinculados a la temtica familiar. En la prctica, la intervencin se produce en un mbito compartido con asistentes sociales y en funciones confusas a las que nunca termina de definirse. Pareciera que el psiclogo podra ser convocado en estos casos para brindar al juez, desde su saber, una reflexin sobre el conflicto que el magistrado debe resolver, sin embargo, la circunstancia de que los psiclogos se incorporar funcionalmente como delegados judiciales esto es, como intermediarios entre el juez y uno de los sujetos del conflicto, introduce un marco de confusin serio. En lo cotidiano, el juez debe resolver en concreto sobre la situacin de un menor. Para ello, reclama la intervencin de un delegado judicial que entrevistar al menor y a su familia informando luego al magistrado que deber resolver teniendo en cuenta, entre otras cosas, lo que all se informe. La pregunta que habitualmente se formula es debe el psiclogo transmitir la totalidad de la informacin recogida? debe seleccionar la informacin que brindar al juez? Creo que la dificultad para encontrar la respuesta a estas preguntas reside en haber soslayado el planteamiento de interrogantes previos.
En primer lugar debe preguntarse corresponde que un psiclogo
ponga su saber al servicio de esta funcin de intermediacin judicial? Si se contesta afirmativamente a esta pregunta debe seguir interrogndose respecto de cules son los lmites que va a autoimponerle a su particular modo de intervencin profesional. Estos interrogantes son previos a los anteriores y probablemente mucho ms difciles de responder. En ellos se centra, a mi juicio, el nudo de los conflictos ticos que generalmente se les presentan a los psiclogos forenses. La pregunta respecto a qu hacer con esta informacin? Suele ser el resultado de no haberse preguntado previamente cul es la informacin a la que se puede acceder desde el lugar particular en el que el psiclogo es colocado por un mandato judicial y cul es el lmite que no debe sobrepasar. En este sentido creo que la reflexin ms fructfera es la que procure definir los lmites de la intervencin profesional en cuanto se refieren al abordaje del sujeto al que tal intervencin se le impone.