de su belleza buena.
Mi niña eterna, Alondra Marcela , que ya no quiere que le diga María.
1
Castells, Manuel, “Comunicación y poder”, Alianza, Madrid, 2009, p. 24.
sentido, ver lo-otro que no-es-yo; de ver aquello que se distingue, que brilla y se
apetece por ser único y que de alguna manera su brillo confirma que no se tiene
en uno, y por eso acicatea la razón, la lleva a ejercitarse en su propia naturaleza
de poder distinguir. Cuando el mundo es el mismo se pierde esta capacidad de
ver, se pierde la racionalidad de la que habla Amartya Sen, esa capacidad que
lleva a tomar elecciones y que se exigiría fuera posesión de todo ciudadano
comprometido en sus actos. No hay hoy algo que ver en estricto sentido, no se
puede ver lo que todo es igual, incluso la persona misma.
Esta es la manipulación lograda, que todo fluya de la misma manera, uniformar los
deseos de ser, de tener, de poseer: todos deseamos lo mismo, tragedia emanada
de la funcionalidad masiva de la comunicación que se traduce en perder
singularidad en la persona y luego en sus propuestas, en sus decisiones
2
Castells, Manuel, “La sociedad red. Una visión global”, Alianza, Madrid, 2006, p. 445.
racionales mismas que no presentan nuevos horizontes, matices, perspectivas; se
presentan como el perogrullo, el engaño de pensar que se ve y que se dice. La
comunicación no existe porque no se dice nada al otro como acción misma, como
propuesta o promoción, sólo se induce al modelamiento, a realizar una tarea
repetitiva en todas las áreas y ámbitos sociales. Las diferencias se pierden y todo
se amalgama en una masa global donde la razón se asfixia, pues su esencia
reside en una dialéctica, en día-logo, en ejercicio de capacidades de
discernimiento, lo cual sólo sucede en la comunicación entre diferentes, en
contrapartida ahora todos mueren de los mismo y todos aman igual; la mente sufre
la aberración de la náusea, el sinsentido, la ausencia de contenidos, las
capacidades no encuentra realidad a la cual abocarse y ceden ante el constructo
unidimensional de una realidad que no es ya dialógica sino autoritaria vía
contenidos reducidos a órdenes de acción.
Detrás de todo acto comunicativo hay una invitación al acto, por encima del acto
mismo de comunicar, está el acto de cambiar, de construir cosas, hechos,
personas. El diálogo como la fundamental comunicación humana es el dos-logos
que se encuentran tratando de acordar cómo cambiar algo. Podemos asegurar
que la comunicación parte de la inconformidad que la persona tiene y siente para
con su entorno; expresa su desapego a la conformación del mundo. El diálogo, de
4
De Miguel Pascual, Roberto, “Fundamentos de la comunicación humana”, ECU, Alicante, 2006, p.
159. Para mayor profundidad Cfr., Luhmann, Niklas, “Sistemas sociales. Lineamientos para una
teoría general”, Anthropos, México, 1998, pp. 140 ss.
alguna manera, es el intento del hombre por saber del otro, de su semejante en
torno esta conformación al mundo; saber si está en paz o está inquieto, si desea o
no hacer algo. “Decir algo” en pleno sentido humano, es dejar ver al otro, dentro
de un marco de creencias, de valores,, de narrativas de poder a racionalizar, la
propia perspectiva de una acción para cambiar las cosas; no otra contenido puede
tener la comunicación. Y es que debemos recordar de acuerdo con lo planteado
en capítulos anteriores, que si el hombre desea hacer algo, de alguna manera lo
expresa para asegurar y afianzar el acto mítico, sagrado, de llegarlo a realizar, de
lograrlo hacer para de esta manera en realidad poseerlo, tenerlo, tener poder
sobre de él. Lo que se comunica, entonces, es el bocetó de la acción que augure
la verdadera posesión y luego el verdadero poder de tener,
El hombre comunica con lenguaje, con logos, logoi, que en su raíces última no es
otra cosa que hilar actos, actuar desde un orden develado. El mito, el rito, es ese
orden que recogió y guarda el lenguaje, orden, cosmos, mundo, opuesto al caos y
que se reafirma cada vez que el hombre habla, cada vez que el hombre comunica
algo: comunicar es ahuyentar la oscuridad del caos e introducirse en el cosmos,
en logoi, en el acto que lleva el sentido del orden develado. La comunicación, es
pues, acción misma, es la acción poiética, la acción que esconde toda palabra;
decir amor es invita a vivir el amor; decir, justicia es invitar a vivir la justicia; decir
democracia es invitar a vivir la democracia; y vivir significa actuar conforme a ello.
La propia palabra emana su orden de acción.
5
Miranda Rebeco, Patricio, “La precomprensión de lo humano en la sociología de Luhmann:
Raíces antropológicas del antihumanismo teórico luhmanniano”, UAH, Santiago Chile, 2012, p.
234.
En este contexto, en este capítulo tenemos la finalidad de recoger
conceptualmente lo expuesto en los dos anteriores bajo la idea, pues, de que la
comunicación tiene como esencia humana y social el que el hombre desee hacer
algo con alguien más, con el otro, ese otro, que como menciona Levinas, es
alguien que está en espera de algo, aquello que pueda aliviar su menesterosidad,
sus expectativas de la vida. El hombre se comunica, o mejor dicho, comunica lo
que desea con el otro, de alguna manera realiza una complicidad, un acuerdo
tácito entre el que expresa y el que escucha; sin embargo no podemos desatender
el hecho de que ambos, decidor y escuchador, están inmersos en un mundo y una
cultura, mundo construido con el lenguaje y la cultura que guarda la complicidad
de la acción para dar realidad a dicho mundo.
Sin lugar a dudas existen grandes impactos sociales provocados por los cambios
tecnológicos y comunicacionales en curso de una vida contemporánea, sucede
con especial énfasis en las brechas generacionales yen los diversos saltos y
6
Baumann, Zygmund, “La cultura en el consumo de la modernidad líquida”, FCE española, Madrid,
2013, p. 127.
fracturas que se manifiestan en el plano de las relaciones sociales y del ejercicio
de la comunicación.
Así, planteado, qué puede aceptarse hoy como realidad, como esa realidad
que impele a la acción y la responsabilidad al ciudadano y sobre todo a la
persona. Es un constructo, es decir, emana de acuerdos, que en estricto sentido,
más que acuerdos con acomodos a un discurso difundido cuyo mayor valor es la
indeferencialidad. El hombre, entonces, cae en la sensación de tener sin-tener, no
satisface su maná, su poder de poseer, porque todos tiene una misma realidad, la
realidad es un conjunto de señales unidimensionadas.
9
Schmucler, Héctor, “Memoria de la comunicación”, Biblos, Buenos Aires, 1997, p. 283.
10
La multitud inteligente emerge cuando las tecnologías de la comunicación amplían los talentos
humanos de cooperación. Pero los impactos de la tecnología que define la multitud inteligente ya
han mostrado que pueden ser al mismo tiempo beneficiosos y destructivos. Algunos la emplean
para apoyar la democracia y otros para coordinar ataques terroristas. En todo caso pensamos,
como se estado sustentando en la tesis, es cuestión de capacidad racional-crítica, de esa
capacidad que debe acompañar a todo progreso tecnológico, y no porque descuba el bien o el mal
del uso de nuevas tecnologías de comunicación, sino porque con esa capacidad se ve el bien y el
mal del ser humano. Vid., Rheingold, Howard, “Multitudes inteligentes: la próxima revolución
social”, Gedisa, Barcelona, 2004,
comunicación con otro. La auténtica comunicación existencial n se
hace sin en la trascendencia, en la comunicación de existentes, de
personas, de soledades con valor absoluto. Este acto de
comunicación es un hacerse manifiesto al otro, realizándose, al
mismo tiempo, como persona, y logrando que el otro, se abra;
dicho proceso es un acto de amor, la antítesis del egoísmo. 11
Me mientes o me engañas.
Ya en los años sesenta Marcuse (ese intelectual que hoy es incómodo a los
13
Foucault en Vidal Jiménez, Rafael, “Capitalismo (disciplinario) de redes y cultura (global) del
miedo”, Del Signo, Buenos Aires, 2005, p.132,
poderes sobre todo mediáticos, del que nadie quiere volver a hablar), había
advertido que estábamos entrando en la era del hombre unidimensional, y su
crítica a la racionalidad tecnológica y a la lógica de dominación del capitalismo
moderno alcanzaba las raíces de la dimensión comunicativa humana:
15
Bauman, Zygmunt, “Ética posmoderna”, Siglo XXI, México, 2005, p. 57.
aventuras y, con ello, se comunica al amigo, aquél con el que entonces se puede
entablar un acuerdo, un acto solidario o una renuncia.
17
Ibid., p. 12.
18
Bech Josep María, “De Husserl a Heidegger. La transformación del pensamiento
fenomenológico”, Univ. de Barcelona, Barcelona, 2001, p. 169.
la comunicación una fractura a la naturaleza del hombre 19. Cuando el hombre
habla a otro hombre, emerge inmediatamente la historia de compromisos
humanos, de amor y guerra, se origina la semántica misma como develamiento
del ser del hombre, no otra cosa el hombre comunica, empero, sólo el que lucha
cuerpo a cuerpo puede entender al otro, no así el niño mimado 20, {este no puede
reconocer, vía sus emociones, sus sensaciones,,, lo que el otro pide cuando grita
¡Apoyo, apoyo¡ O cuando exclama solícitamente ¡No creamos¡
Sin embargo, no puede negarse que entonces hay un precio, por todo se paga.
Por un lado bien puede ser la indiferencia con que se toma el “acto masivo” de la
23
Prada, Juan Martín,“Prácticas artísticas e internet en la época de las redes sociales”, Akal,
Madrid, 2012, p. 221. Cfr., Ortiz del Amo, Marian y Welp, Yanina, “Sociedad Red. Estado,
economía y sociedad en la era de la Información”, UOC, Barcelona, 1014, especialmente Cap. IV.
Individuo, esfera pública y movimientos sociales.
red, indiferencia que a su vez se escuda en pretextar en un clamor que cae en el
“pandillerismo”, acusar subrepticiamente a la masa de la arcaica conducta social
de que la unión hace la fuerza, lo que en una sociedad del conocimiento, de
colectividades de desarrollo ético y crítico, es permisible: el hombre no se hace de
más fuerza porque reúna más hombres o incluso pensamientos, la cantidad no
hace la calidad. Se puede rebatir defendiendo la posición religiosa, de que el
hombre se hace más fuerte porque sabe amar de mejor manera, sabe compartir,
sabe crear o sabe más interpretar su historia. El hecho es que la red suele
aglomerar cantidad --y por demás en exceso variada en posiciones y orígenes--,
en detrimento de calidad, no sólo de contenidos sino del virtuosismo o capacidad
de donar que guarda toda verdadera comunicación, de común-fincar, de cobijar
más que de contratar complicidades. Comunicar es cobijar, y si tal protección
deseada desde siempre por el hombre no se logra en su sentido singular, es
decir, sentimiento de seguridad no de todos sino de “yo”, bien pueden pasar todos
los intentos del lenguaje “proteccionista” desapercibidos. El internet nace con el
defecto, que para otros es su virtud, de la masividad. Su creador no lo creo a su
semejanza y por ello puede bien serle indiferente 24.
Así, aceptemos que son muchos y muy variados los que “habitan” la red,
pues, los actores que participan en una u otra medida en los diversos procesos de
comunicación tiene los más variados orígenes y pensamientos. Pero ¿cómo los
definimos y clasificamos? ¿Audiencias, usuarios, interlocutores? ¿Qué atributos
les conferimos y qué papel les reconocemos? Puesto que hace ya casi medio
siglo que los estudiosos de estos fenómenos convienen en atribuir a los usuarios
un papel activo en las comunicaciones, con crecientes, aunque no consistentes
competencias mediáticas tanto de carácter interpretativo cuanto expresivo 25, y en
24
En las sociedades actuales del conocimiento la persona preparada cada día más toma distancia
de “la verdad por internet”; más bien la clasifica y se compromete de acuerdo a ello, Vid,
25
En esto mes el recientemente creado INEE aplicó el examen Enlace a estudiantes de nivel medio
superior reflejando los resultados 35% de la población apta en matemáticas y 43% apta para
lectura de comprensión y capacidad comunicativa, dato que nos lleva a dudar de lo que serían
capacidades de interpretación y de expresión, ya que de manera insistente, quien usa la red no ha
tenido un acercamiento al principal punto de la interpretación de cualquier texto: comprender el
mundo de vida del otro; esto porque la lectura de red se hace regularmente y por su velocidad a
nivel “racional”, que como ya hemos tratado arriba, la misma razón exigen u orden vivido y
develado en la práctica misma del trajín del compromiso.
reconocer el importante lugar que otorgamos en nuestras vidas al trabajo cultural
(que nos lleva a emplear cierto tiempo, energía y, con frecuencia, dinero, en
buscar, seleccionar, a veces manipular o comentar y siempre usar con algunos
fines ciertos productos culturales --a los que se atan fragmentos de sentido--).
Pero si la mayoría de quienes se ocupan de estas cuestiones destaca el creciente
protagonismo de los usuarios en las comunicaciones, no todos las interpretan en
el mismo sentido --ni siquiera con los mismos propósitos--. Y esta multiplicidad y
variedad de opiniones y pareceres tampoco contribuye siempre a su mejor
comprensión.
Por otro lado, el que lee, que en todo caso es quien escribe en la red, no se
le puede indagar en su actitud y pasión cuando es quien otorga su creencia a lo
que, o más bien, al que escribió lo que lee, persona que en todo caso queda
ajena a lo que en realidad es conocer al otro.
Este es el otro, y en todo caso el yo, que están en juego en la red, alguien que
tiene o no la posibilidad y la capacidad de juzgarse a sí en su acto mismo como lo
comenta Ricoeur en la cita anterior. El problema que a profundidad alcanzamos a
ver es el de la verdad misma con la que el hombre se comunica. Es esa verdad
multitudinaria que seduce a los sentidos, la vox populis, la idola populus. Sin
embargo habría que reconocer una personalidad atrás de la red, regularmente
26
Ricoeur, Paul, “Sí mismo como otro”, Siglo XXI, México, 2006, p. 186.
siempre asumiendo la última idea del tema, o el valor agregado e insoslayable. En
este momento se exigiría la capacidad crítica del cibernauta, esa especie de
capacidad para ubicar el sentido de los mensajes, esa exigida capacidad
hermenéutica que desvela el futuro de las acciones a partir del pasado de las
acciones, hecho que por lo menos pediría del cibernauta, si no bien pathos, sí
metodología de interpretación, estricta hermenéutica, bajo la premisa de que lo
que hoy se escucha y se ve no es ex nihilo, viene de un comportamiento humano
histórico y social lleno de sentido, sobre todo reflejante de una preocupación
humana que trasciende todo espacio y lugar.
27
Irigoyen Triconis, Martha Patricia (comp.),“Hermenéutica, analogía y discurso”, UNAM, México,
2004, pp. 104-105.
sentido social verdadero sobre el que se hace la vida y se cede en las elecciones;
porque no neguemos que la finalidad de comunicar es vivir.
El arte, como capacidad que para la crítica es exigible, ya que asegura esa
sensibilidad capaz de ver aquello que no ven los demás, consistiría en la
capacidad de “desnudez” tanto en juicios como en ideología, y en principio,
apertura perceptiva y de comprensión.