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Para una mujer que fue niña, y que en ese paso abrió la verdad

de su belleza buena.
Mi niña eterna, Alondra Marcela , que ya no quiere que le diga María.

Fragmento del libro: Antonomasia antropológica o la comunicación.


Autor Marcelino Núñez Trejo
Archivo de ASOMEH

CyBER O LA AGONÍA DE LA COMUNICACIÓN.

La realidad: fractal de lenguaje.

El sistema de internet y las redes sociales han llegado al límite de la


degeneración, se destruyen a sí mismos, involucionan, es decir, vacían a la
comunicación del misterio humano de esperar una respuesta, de confiar en el
tiempo-del-lenguaje para que haga su tarea en el otro, provocar la dosis necesaria
de ansiedad y de esperanza para que el otro conteste a una llamada y deje
mostrar su presencia (que no otra cosa es la magia del lenguaje: aparecer al
semejante).

La presencia del otro ya no es respuesta cara a cara, ya no gesticula, ya no


enfatiza con sus ojos y sus manos, ya no se acalora, no se apasiona modulando el
sonido y la fuerza de locución en su respuesta; sus ojos ya no “lanzan llamas” que
alimenten sus palabras; el otro es sólo un signo, un sonido, o si acaso una
imagen, una frase detenidas en el tiempo que pueden ser repetida mil veces sin
inmutarse ante algún miedo o duda en la vida que impone la presencia del otro.

La comunicación masiva convierte a todos en un solo signo, en una sola


petición, en una sola respuesta; la identidad, la persona, la singularidad se
difumina en lo colectivo unidimensionado, en el surgimiento de la masa como
rostro mismo de la persona. Esto significa para la política una desintermediación
de la información y la intervención de nuevos interlocutores que están
desdibujando cada vez más las relaciones de poder como afirma Manuel Castells,

…la forma esencial de poder está en la capacidad para modelar la


mente […], si la batalla primordial para la definición de las normas
de la sociedad y la aplicación de dichas normas a la vida diaria gira
en torno al modelado de la mente, la comunicación es fundamental
en esta lucha, ya que es mediante la comunicación como la mente
humana interactúa con su entorno social y natural. 1

Al mismo tiempo se abre paso una nueva forma de construir la realidad. La


realidad no es (se dice que es virtual), se la hace de acuerdo con el discurso que
se teje subliminalmente y como narrativa amañada en la mente del hombre a nivel
masivo, lo que puede ser logrado a partir de una persona-despersonalizada y
atrincherada en su recámara, regularmente débil y timorato (pregona la psicología)
–para no recibir el embate humano de la presencia real del otro--; arrojando al
exterior visiones, fantasmas, aberraciones, o en el mejor de los casos imaginerías,
de realidades que a la postre encuentran tierra fértil en seres resguardados tras
las puertas de sus cuartos cediendo su voluntad para emprender "acciones" cuya
característica es minimizar el riesgo –cualquier héroe de nuestra historia real
escupiría sobre estas realidades y pediría si no el destierro sí la cicuta.

La comunicación atrapa al audiente masivo porque en ella se oferta la


obtención de la compartida identidad-masiva que aleja al individuo social de ser un
don-nadie, se trastoca el diálogo en mono-diálogo o en el mejor de los casos en
soliloquio-publicitario. El hombre se habla a sí no desde otro diferente, sino desde
un “otro” que es un-igual, igual a él, que ya conoce desde siempre ¿Qué acarrea
esto en torno a la voluntad? Decía Aristóteles que la voluntad es el apetito de la
razón, refiriéndose a esa razón como la capacidad de ver cosas, ver valores,

1
Castells, Manuel, “Comunicación y poder”, Alianza, Madrid, 2009, p. 24.
sentido, ver lo-otro que no-es-yo; de ver aquello que se distingue, que brilla y se
apetece por ser único y que de alguna manera su brillo confirma que no se tiene
en uno, y por eso acicatea la razón, la lleva a ejercitarse en su propia naturaleza
de poder distinguir. Cuando el mundo es el mismo se pierde esta capacidad de
ver, se pierde la racionalidad de la que habla Amartya Sen, esa capacidad que
lleva a tomar elecciones y que se exigiría fuera posesión de todo ciudadano
comprometido en sus actos. No hay hoy algo que ver en estricto sentido, no se
puede ver lo que todo es igual, incluso la persona misma.

Recordemos que la realidad es una elección de la razón, la realidad


aparece a una conciencia a la que se le ha insuflado una intencionalidad, por lo
que su despliegue se traduce en capacidad de elección, a la sana razón que lleva
a idóneas elecciones –no hablemos de correctas elecciones--.El ejercicio de la
razón se fortalece mediante la pluralidad de ideas, de matices, de cosas, de
hechos y situaciones a las que tiene que enfrentar y ordenar, a las que tiene que
jerarquizar y apuntarles a una dirección que augure conclusiones, y que a su vez
apoyen decisiones personales, alimenten la capacidad de elección. Donde no hay
pluralidad no hay discriminación y juicio racional, éste se adormece y la persona
tiende a reflejar comportamientos masivos “racionalmente” análogos.

El espacio de los flujos es la organización material de las prácticas


sociales en tiempo compartido que funcionan a través de los flujos.
Por flujo entiendo las secuencias de intercambio e interacción
determinados, repetitivos y programables entre las posiciones
físicamente inconexas que mantienen los actores sociales en las
estructuras económicas, políticas y simbólicas de la sociedad. 2

Esta es la manipulación lograda, que todo fluya de la misma manera, uniformar los
deseos de ser, de tener, de poseer: todos deseamos lo mismo, tragedia emanada
de la funcionalidad masiva de la comunicación que se traduce en perder
singularidad en la persona y luego en sus propuestas, en sus decisiones

2
Castells, Manuel, “La sociedad red. Una visión global”, Alianza, Madrid, 2006, p. 445.
racionales mismas que no presentan nuevos horizontes, matices, perspectivas; se
presentan como el perogrullo, el engaño de pensar que se ve y que se dice. La
comunicación no existe porque no se dice nada al otro como acción misma, como
propuesta o promoción, sólo se induce al modelamiento, a realizar una tarea
repetitiva en todas las áreas y ámbitos sociales. Las diferencias se pierden y todo
se amalgama en una masa global donde la razón se asfixia, pues su esencia
reside en una dialéctica, en día-logo, en ejercicio de capacidades de
discernimiento, lo cual sólo sucede en la comunicación entre diferentes, en
contrapartida ahora todos mueren de los mismo y todos aman igual; la mente sufre
la aberración de la náusea, el sinsentido, la ausencia de contenidos, las
capacidades no encuentra realidad a la cual abocarse y ceden ante el constructo
unidimensional de una realidad que no es ya dialógica sino autoritaria vía
contenidos reducidos a órdenes de acción.

La gente puede responder al razonamiento no sólo en su


comportamiento cotidiano, sino también en el pensamiento sobre
cuestiones más importantes, como la naturaleza de la justicia y las
características de una sociedad aceptable […] el ejercicio de la
elección racional se interpreta como la deliberada maximización de
lo que una persona tiene la mejor razón para promover… 3

Esto abre neoformas para la construcción de la realidad, o neorealidad. Las


personas ya no solo quieren participar, quieren co-construir la realidad. Si no estás
dispuesto a dejarte dirigir desde fuera y te aferras al timón de mando, mejor no
entres en este juego.

La naturaleza del ser humano apunta a la acción, es decir, el hombre hace


su vida actuando, la fase de la especulación o la teorización de la vida es una de
sus última fases en la evolución, sin embrago es ésta fase la que parece estar
contradiciendo a la propia naturaleza del hombre, a su origen, ese origen donde la
3
Sen, Amartya, “La idea de la justicia”, Taurus, Madrid, 2012, pp.112 ss.
fundamental tarea era hacer-se de un hábitat, de un espacio, de un oikos –como
ya se mencionó en el Capítulo I.--, de una casa que obedeciera o respondiera a su
naturaleza. El mundo es esa casa, es la razón por la cual los hombres primitivos
se comunicaron. Para común-fincar su casa, el mundo. Si alguna razón hubo para
que el ser humano “hablara” a su semejante fue la de convitarle, encomiarle a
hacer algo; comunicar era, en esa época primitiva y siempre, decirle al otro, mi
semejante, una idea y emoción para hacer algo, la acción prevista por la mente del
hombre le lleva a decirle a su prójimo algo. Escribe Luhmann, que un sistema
social no está constituido por personas sino por acciones, y en este campo,
entendemos que atrás de toda comunicación está la expectativa de la acción,

De ese modo, la intención previa a cualquier emisión de un


enunciado o gesto (consciente) dependería de dos incentivos
básico: (1) la propia actitud hacia la acción comunicativa, que es un
incentivo endógeno o cognitivo y (2) la presión social, basada en
las normas y prescripciones imperantes en el entorno del sujeto, de
origen externo al individuo. La actitud hacia la acción comunicativa,
por su parte, dependería, de las creencias o expectativas sobre las
consecuencias probables de la emisión del mensaje y de la
evaluación, positiva o negativa, de tales consecuencias; y las
normas subjetivas serían una función de las creencias en lo que el
receptor piensa acerca del contenido del mensaje y de la
motivación para someterse a la voluntad de ese receptor. 4

Detrás de todo acto comunicativo hay una invitación al acto, por encima del acto
mismo de comunicar, está el acto de cambiar, de construir cosas, hechos,
personas. El diálogo como la fundamental comunicación humana es el dos-logos
que se encuentran tratando de acordar cómo cambiar algo. Podemos asegurar
que la comunicación parte de la inconformidad que la persona tiene y siente para
con su entorno; expresa su desapego a la conformación del mundo. El diálogo, de
4
De Miguel Pascual, Roberto, “Fundamentos de la comunicación humana”, ECU, Alicante, 2006, p.
159. Para mayor profundidad Cfr., Luhmann, Niklas, “Sistemas sociales. Lineamientos para una
teoría general”, Anthropos, México, 1998, pp. 140 ss.
alguna manera, es el intento del hombre por saber del otro, de su semejante en
torno esta conformación al mundo; saber si está en paz o está inquieto, si desea o
no hacer algo. “Decir algo” en pleno sentido humano, es dejar ver al otro, dentro
de un marco de creencias, de valores,, de narrativas de poder a racionalizar, la
propia perspectiva de una acción para cambiar las cosas; no otra contenido puede
tener la comunicación. Y es que debemos recordar de acuerdo con lo planteado
en capítulos anteriores, que si el hombre desea hacer algo, de alguna manera lo
expresa para asegurar y afianzar el acto mítico, sagrado, de llegarlo a realizar, de
lograrlo hacer para de esta manera en realidad poseerlo, tenerlo, tener poder
sobre de él. Lo que se comunica, entonces, es el bocetó de la acción que augure
la verdadera posesión y luego el verdadero poder de tener,

De ahí que la “metáfora del poseer, tener, dar y recibir [información]


no sirve para comprender la comunicación”… El cato de comunicar
no es trasmisión de información, sino “una propuesta de selección,
una sugerencia” que alter hace a ego. La comunicación se genera
“cuando se retoma esta sugerencia, cuando se procesa el
estímulo”…5

El hombre comunica con lenguaje, con logos, logoi, que en su raíces última no es
otra cosa que hilar actos, actuar desde un orden develado. El mito, el rito, es ese
orden que recogió y guarda el lenguaje, orden, cosmos, mundo, opuesto al caos y
que se reafirma cada vez que el hombre habla, cada vez que el hombre comunica
algo: comunicar es ahuyentar la oscuridad del caos e introducirse en el cosmos,
en logoi, en el acto que lleva el sentido del orden develado. La comunicación, es
pues, acción misma, es la acción poiética, la acción que esconde toda palabra;
decir amor es invita a vivir el amor; decir, justicia es invitar a vivir la justicia; decir
democracia es invitar a vivir la democracia; y vivir significa actuar conforme a ello.
La propia palabra emana su orden de acción.

5
Miranda Rebeco, Patricio, “La precomprensión de lo humano en la sociología de Luhmann:
Raíces antropológicas del antihumanismo teórico luhmanniano”, UAH, Santiago Chile, 2012, p.
234.
En este contexto, en este capítulo tenemos la finalidad de recoger
conceptualmente lo expuesto en los dos anteriores bajo la idea, pues, de que la
comunicación tiene como esencia humana y social el que el hombre desee hacer
algo con alguien más, con el otro, ese otro, que como menciona Levinas, es
alguien que está en espera de algo, aquello que pueda aliviar su menesterosidad,
sus expectativas de la vida. El hombre se comunica, o mejor dicho, comunica lo
que desea con el otro, de alguna manera realiza una complicidad, un acuerdo
tácito entre el que expresa y el que escucha; sin embargo no podemos desatender
el hecho de que ambos, decidor y escuchador, están inmersos en un mundo y una
cultura, mundo construido con el lenguaje y la cultura que guarda la complicidad
de la acción para dar realidad a dicho mundo.

De esta manera, la naturaleza del cambio al que asistimos como


ciudadanos del planeta y habitantes de la historia contemporánea, contiene la
paradoja con frecuencia insoportable que estando inmersos en los procesos de
transformación no alcanzamos a dimensionar ni comprender la totalidad de las
dimensiones del cambio, de su adherencia al tiempo y a la cotidianeidad y de su
proyección en dirección a otros futuros.

Donde quiera que la diferencia se considere un valor por el que


merece la pena luchar y que es preciso mantener a cualquier
precio, pronto surge una resonante convocatoria a enrolarse, un
movimiento popular que cierra filas con miembros que marchan en
formación compacta. Sin embargo, para que esto ocurra, primero
es necesario encontrar “la diferencia que hace la diferencia” y
desenmarañarla de la masa de diferencias entre los seres
humanos…6

Sin lugar a dudas existen grandes impactos sociales provocados por los cambios
tecnológicos y comunicacionales en curso de una vida contemporánea, sucede
con especial énfasis en las brechas generacionales yen los diversos saltos y
6
Baumann, Zygmund, “La cultura en el consumo de la modernidad líquida”, FCE española, Madrid,
2013, p. 127.
fracturas que se manifiestan en el plano de las relaciones sociales y del ejercicio
de la comunicación.

Así, planteado, qué puede aceptarse hoy como realidad, como esa realidad
que impele a la acción y la responsabilidad al ciudadano y sobre todo a la
persona. Es un constructo, es decir, emana de acuerdos, que en estricto sentido,
más que acuerdos con acomodos a un discurso difundido cuyo mayor valor es la
indeferencialidad. El hombre, entonces, cae en la sensación de tener sin-tener, no
satisface su maná, su poder de poseer, porque todos tiene una misma realidad, la
realidad es un conjunto de señales unidimensionadas.

Las venas de las redes sociales.

El proceso comunicativo no puede perder su origen humano, se debe entender


desde un inicio, que detrás de cada twit, post o mensaje de Facebook --de quien
lo emite y lo recibe- hay un ser humano (no un votante, ni un elector, ni siquiera un
candidato) que se relaciona, que tiene familia, amigos, grupos etc. y responde a
estímulos emocionales de forma impredecible. Si nos empeñamos en trabajar con
constructos utilitarios y perdemos el componente amigable y emocional de la red,
no pintamos nada en ella. Las redes están hechas de seres humanos no de
“votantes” ni “consumidores”. Ya nos la había dicho en su momento Herbert
Marcuse con su hombre unidimensional.

Por lo que se refiere a la manipulación y control sistemático de la


psique en la sociedad industrial avanzada hay que preguntarse:
manipulación y control ¿para qué y por quién? Además de todas
las manifestaciones particulares en interés de ciertos grupos de
negocios, medidas políticas o camarillas, el objetivo general es
reconciliar al individuo con el tipo de existencia que su sociedad le
impone. […] En otras palabras las necesidades sociales
[institucionales] deben convertirse en necesidades individuales, en
necesidades instintivas. Y estas necesidades deben ser
estandarizadas, coordinadas y generalizadas en la medida en que
la productividad de esa sociedad exige una producción y un
consumo masivos.7

En este sentido, las relaciones sociales e interpersonales son y pueden


entenderse como una compleja e interminable construcción de forma y “contenido”
comunicacional, como un constructo social en “diálogos” de red que se mueve en
el tiempo y se modifica en el espacio sin considerar al ser humano más que aquél
que ejecutará una orden, en los distintos planos y tiempos en los que suceden,
generando una malla, un plexo interdependiente de intersecciones, sentidos,
lenguajes, significados y lógicas de acción que le dan más que sentido
artificialidad a la vida humana que paulatinamente disipa con ello identidades,
pierde las diferencias y las elecciones y decisiones son cosa del azar, en el mejor
de los casos, o simplemente se traducen como obediencia ciega rindiendo culto “a
lo igual”, a aquello que no provoca preocupación al resguardarse tras el populos,
tras la aciaga idea de que lo que todos hacen está bien hacer.

De esta manera, estamos llegando a un punto de inflexión en que la


comunicación humana, devenida forma tecnológica de intercambio de señales y
bits entre dispositivos electrónico-tecnológicos, supera la comunicación humana
despojándola de la necesaria dimensión de las cosas del hombre, de mundo. La
comunicación trasmite un sentido de las cosas cuando este sentido emerge de la
mano con la emoción, el sentimiento y la pasión con que se emiten y con que se
reciben8.

Muerte que se viste de apoteosis: el planeta envuelto por redes a


través de las cuales el flujo de información no cesa y en las que
languidece la comunicación, el estar en común, el comulgar.
7
Marcuse, H., “La agresividad en la sociedad industrial avanzada”, Alianza, Madrid, 1981, p. 106.
8
Rodrigo Alcina, Miguel, “Teorías de la comunicación”, Universidad de Barcelona, Barcelona, 2001,
pp. 63 ss.
Reemplazo de la voluntad y el deseo –características insustituibles
de lo humano—por la potencia del hardware y las virtudes del
software. Eficacia productiva que desplaza el goce del convivio [y el
reto].9

En el mundo semiabierto y semicerrado de las multitudes inteligentes 10,


agraciadamente y como acicate a la conciencia intencional que por naturaleza
tiende al bien, sigue habiendo espacio para el individuo y su libertad, para el sujeto
individual atravesado, entonces, por el drama de su propia búsqueda y por la
aventura de su propia identidad cuestionada, perdida en el ruido de las redes
experimentando el peligro de perder la capacidad de elección y la libertad, porque
ésta tiene como condición de posibilidad el reconocimiento del otro y de los límites
de la acción. Cuando la red, la comunicación pierde al otro, el mal de la acción, la
culpa, se disipa en el anonimato.

Dentro de complejas mallas comunicacionales que le dan, más que sentido


un pretexto de existencia al individuo (más que a la persona), parece que sigue
habiendo lugar para esta tensión entre lo individual y lo relacional, entre el sujeto y
su contexto, al punto que la historia continúa moviéndose en una interminable
oscilación pendular entre lo social y lo individual, entre las múltiples coacciones
sociales necesarias y las escasas libertades individuales restantes y posibles,
haciendo de la línea que los separa una línea dada vez menos perceptible.

Según Jaspers, el hombre posee una apretura, una capacidad para


relacionarse con otro ser humano como espíritus, que es condición
misma de su ser. En efecto, nadie puede ser una persona sin la

9
Schmucler, Héctor, “Memoria de la comunicación”, Biblos, Buenos Aires, 1997, p. 283.
10
La multitud inteligente emerge cuando las tecnologías de la comunicación amplían los talentos
humanos de cooperación. Pero los impactos de la tecnología que define la multitud inteligente ya
han mostrado que pueden ser al mismo tiempo beneficiosos y destructivos. Algunos la emplean
para apoyar la democracia y otros para coordinar ataques terroristas. En todo caso pensamos,
como se estado sustentando en la tesis, es cuestión de capacidad racional-crítica, de esa
capacidad que debe acompañar a todo progreso tecnológico, y no porque descuba el bien o el mal
del uso de nuevas tecnologías de comunicación, sino porque con esa capacidad se ve el bien y el
mal del ser humano. Vid., Rheingold, Howard, “Multitudes inteligentes: la próxima revolución
social”, Gedisa, Barcelona, 2004,
comunicación con otro. La auténtica comunicación existencial n se
hace sin en la trascendencia, en la comunicación de existentes, de
personas, de soledades con valor absoluto. Este acto de
comunicación es un hacerse manifiesto al otro, realizándose, al
mismo tiempo, como persona, y logrando que el otro, se abra;
dicho proceso es un acto de amor, la antítesis del egoísmo. 11

Siguiendo la metáfora de Marx, el ser humano inserto y desintegrado en el mundo


comunicacional de hoy, sigue anclado casi sin escape en el reino de la necesidad
y lejos todavía de alcanzar el reino de la libertad, meollo del problema
comunicacional. Esa libertad que entra en riesgo cuando la comunicación se
vuelve un plexo funcional de comportamiento homogéneo del hombre: en estricto
sentido el otro no dice nada. La libertad es elección entre lo diferente, es deseo
tener, como posesión que adjudica el grado de ser, de ser alguien, de asumir
compromiso ante el miedo de que la vida corre riesgo de perderse y que los
relatos del mundo lo anuncian –o debieran anunciar, que es nuestra tesis-- como
la existencia misma; cuando se dice algo, cunado es comunica algo, se está
asumiendo el riesgo, de vida o muerte.

El contexto de esta situación de declive se dibuja por la proliferación de


redes de comunicación, de interlocución y de intercambio de significados,
“sentidos”, contenidos e imágenes al interior del espacio virtual que expresan en el
plano macrosocial la diversidad de formas de comunicación, pero no así la
diversidad de la vida, lo que caracterizan al individuo moderno en una sociedad
que cambia para lo mismo, expande y multiplica sus modos y plataformas de
comunicación, no así de diá-logo plurisemántico y de vida con sentido.

Marcuse describe una sociedad tecnificada en donde la


comunicación y los productos de ocio lo invaden todo [juguetes de
11
Martínez, Herrera, Horacio, “Amor y libertad. El espíritu de la responsabilidad social”, Univ.
Pontificia Javeriana, Bogotá, 2007, p. 37.
red], produciendo la alienación ciudadana y un modelo de
“pensamiento único”, o no pensamiento, el de la uniforme
“sociedad unidimensional” en la cual, por supuesto, la existencia de
una opinión pública con autonomía respecto al poder es una
entelequia. Nuevamente nos encontramos en un callejón sin salida;
describe una situación en la que el público no existe, únicamente la
masa informe y alienada.12

Encontramos pues, que se agregan nuevas brechas adicionales a los abismos


sociales ya existentes: la brecha entre nativos digitales y emigrantes digitales, la
brecha entre los que producen el conocimiento y los que lo consumen, la brecha
entre ricos digitales y pobres computacionales, pero fundamentalmente, la brecha
entre los que diseñan a nivel empresa psico-marketing la imagen del mundo y el
hombre, y los que consumen este discurso pensando que viven, pensando que
asumen compromiso alguno, pensando en el miedo de fallar por lo que “eligen” y
lo que hacen.

Me mientes o me engañas.

Sustentamos la hipótesis de que la actual tendencia de la incorporación


tecnológica a los procesos comunicacionales da cuenta de una crisis de la
racionalidad comunicativa moderna, ya que altera la esencia misma de la
comunicación humana; introduce modelos, lenguajes y significados que destruyen,
relativizan y deterioran los modos creativos del saber (del logos) y de los
intercambios comunicativos.

Asistimos a una crisis de la comunicación, entendida como un salto


cualitativo, material y cuantitativo en el uso expansión e incidencia de las
12
López García, Guillermo, “Comunicación electoral y formación de la opinión pública: Las
elecciones generales del 2000 en la prensa española”, Univ. de Valencia, Valencia, 2004, p. 51.
plataformas tecnológicas sobre los procesos comunicativos.

El nuevo paradigma establece el predominio hegemónico de “la razón


instrumental” tecnológica como enemiga propia del hombre, como criterio de
selección contra la elección libertaria, de organización, de gestión y de
funcionamiento de la economía y del orden social contra el sentido de la vida que
valora los rumbos de la misma. Lo amigable de las redes se trasmutan en
enemigos voraces, sin misericordia alguna, porque en su naturaleza no está el
respeto al hombre. Ya Foucault dejaba ver ese poder inmanente a todo tipo de
discurso, y que aumenta su intensidad conforme se extiende masivamente y que
como narrativa que asume la verdad seduce al hombre y lo conduce al acto,

Por todo ello, esta violencia (provocadora) de élite, en contra del


carácter determinativo que tiene en el modelo anterior, el de la
violencia (reactiva) de los excluidos lejos de buscar la
exterminación completa y absoluta del enemigo, se autorepresenta
como lucha siempre inacabada, como aproximación asintótica a la
resolución de conflictos en los que se desenvuelve. Y, en ese
sentido, asocia la mera aniquilación al Poder en estado puro al
presuponer un margen de acción, un cierto grado de libertad
decisoria en los sujetos sobre los que se aplica. 13

¿Estamos entrando en una sociedad dialógica (pseudo diá-logo, donde no se


enfrenta el uno al otro, cara-a-cara, sólo se simulan bajo el velo del discurso de
poder emanada por los bits), ingresando a una época caracterizada por una
cultura efectivamente del conocimiento y la información a la vez que asistimos a
un cambio de paradigma que nos conduce hacia una gigantesca malla cibernética
societaria de individuos solitarios, “solitarizados” por propia opción o solidarizados
por la propia presión social del medio?

Ya en los años sesenta Marcuse (ese intelectual que hoy es incómodo a los

13
Foucault en Vidal Jiménez, Rafael, “Capitalismo (disciplinario) de redes y cultura (global) del
miedo”, Del Signo, Buenos Aires, 2005, p.132,
poderes sobre todo mediáticos, del que nadie quiere volver a hablar), había
advertido que estábamos entrando en la era del hombre unidimensional, y su
crítica a la racionalidad tecnológica y a la lógica de dominación del capitalismo
moderno alcanzaba las raíces de la dimensión comunicativa humana:

… en la realidad social, a pesar de todos los cambios, la


dominación del hombre por el hombre es todavía la continuidad
histórica que vincula la razón pre-tecnológica con la tecnológica.
Sin embargo, la sociedad que proyecta y realiza la transformación
tecnológica de la naturaleza, altera la base de la dominación,
reemplazando gradualmente la dependencia personal…por la
dependencia al orden objetivo de las cosas… 14

Ya no dependemos solo de otros seres humanos, de otros poderes, ahora


dependemos aún más de las máquinas y de los aparatos, convertidos en
mediadores imprescindibles y casi ineludibles de la relación interpersonal y de la
comunicación mediática, cuyo poder es tejer autónomamente un discurso
precisamente sin rostro de responsabilidad, en todo caso, el “rostro” de una
persona masiva, representante fidedigna de la modernidad líquida, acomodaticia,
ad hoc, sólo dispuesta a cumplir por instantes, no con largo aliento. Y es que el
diálogo no es entre amigos, con aquél que cuida de mí y yo de él, sino hora le
hablamos a los aparatos y la comunicación ocurre entre máquinas.

Al modo de producción capitalista basado en la producción industrial de


masas, se sucede en modo de producción inmaterial, un capitalismo globalizado y
post-industrial basado en el uso intensivo de nuevos medios de producción de
bienes especulativos y de símbolos, en el uso también intensivo de mano de obra
deslocalizada y alienada, sin identidad, free lance, y en la construcción masiva y
mercantilizada de redes de intercambio. Invade entonces e peligro del sin-
compromiso, de fácil escabullimiento.

En este contexto, el diálogo entre las personas, entre personas racionales –


14
Marcuse, Herbert. “El hombre unidimensional”, Seix-Barral, Barcelona, 1970, p. 171.
esa dimensión constitutiva de la modernidad- está siendo gradualmente sustituido
por el dialogo entre aparatos, entre dispositivos tecnológicos operando como
mediadores comunicacionales de una comunicación que se despersonaliza. El
diálogo dejó de ser diá-logos (dos logos, dos racionalidades compartiendo mundo,
pathos en el anhelo de ser) para convertirse en una sinapsis virtual tecnologizada
(un mundo de paquete, sin discurso, sólo vivido por escenas cortables a capricho),
en un clic virtual de instantaneidad ubicua, en una apropiación no-propietaria
(luego, subordinada a otros “creadores”, intereses, “conocedores”) de medios
virtuales de relación, de estructuras argumentales y de significados que se
imponen sobre los lenguajes pasados que explicaban las cosas a la comprensión
y al criterio de los hombres. El enemigo se tiene en casa, entonces.,
despersonaliza y se apropia de las urgencias vitales, el otro inspecciona el mundo
y me dice, al momento, la escena en la que en ese instante hay que
“comprometerse”, el después no tiene caso ni sentido porque no existe discurso
que hile el sentido.

… los yos morales pueden disolverse en el abarcador “nosotros”; el


“yo” moral es sólo el singular del “nosotros” ético. Y dentro de este
“nosotros” ético, “yo” es intercambiable por “él/ella”; si una cosa es
moral cuando se afirma en primera persona, sigue siendo moral en
segunda y tercera personas. De hecho, se considera que
únicamente las reglas que pasan esta despersonalización
satisfacen las condiciones de las normas éticas. Que la moralidad
sólo puede ser colectiva de una u otra manera –como resultado de
la legislación autoritaria o de una “situación” comunal a priori
supuestamente no deliberada….15

La comunicación ha dejado de ser tal y se reduce a la interconexión de los


individuos, ya que la comunicación implica el amigo al que se habla, queriendo
significar con ello que el otro al que se comunica de laguna manera se le conoce
en su existencia en el mundo, su padecer y su retos, sus ideas, sus compromiso y

15
Bauman, Zygmunt, “Ética posmoderna”, Siglo XXI, México, 2005, p. 57.
aventuras y, con ello, se comunica al amigo, aquél con el que entonces se puede
entablar un acuerdo, un acto solidario o una renuncia.

Así, al poder mágico de la mercancía convertida en fetiche, que acusaba


Marx en “El Capital” para el siglo XIX ([4]), se sucede el “fetichismo del ordenador”,
la “alienación de la pantalla”, la tentación de lo instantáneo, la pasión por lo
efímero, y la seducción por lo superficial, ahí donde no hay apuesta por la vida,
donde nadie puede reclamar la palabra “depositada”. Al lento sedentarismo de los
individuos hablantes, se sucede ahora el veloz nomadismo de los aparatos
portátiles e interconectados, de ahí que el otro, el aparato haya sustituido al amigo
de carne y hueso y se convierta en el enemigo, el que se apropia, sin
consentimiento, de la vida propia, en específico de la voluntad.

En el presente, el sistema de “pensamiento único” --que es una de las


formas contemporáneas de la ideología neoliberal de la dominación-- y la “crisis de
la crítica” como forma de pensamiento, no hacen sino confirmar las anticipaciones
de Marcuse. En el mismo son, ahora Zygmunt Bauman, anticipa sobre los miedos
que laceran el ser social del presente 16, temores entre los cuales el miedo a la
incomunicación y el encierro mental al que nos aproximamos con más e intensa
frecuencia, no son más que manifestaciones de lo que podríamos llamar la
fractura de la comunicación en el mundo de modernidad líquida. No puede haber
amigo con quien no comparte caminar las calles y el mundo, porque entonces no
lo tiene, no lo posee, no cuenta con la seguridad del maná que da o quita la vida si
no ocurre el verdadero diálogo del trajín y la odisea, resguardando la seguridad a
una red ficticia.

Y no hay modo de saber si esas personas evitan salir de


casa por la sensación de peligro que les invade o si tienen miedo
de los peligros implícitos que acechan en la oscuridad de la calle,
en el exterior, porque, al faltarles la práctica, han perdido la
capacidad (generadora de confianza) de afrontar la presencia de
16
Vid., Bauman, Zygmunt, “Miedo Líquido. La sociedad contemporánea y sus temores”, Paidós,
Barcelona, 2007.
una amenaza, o porque, careciendo de experiencias personales
directas de amenaza, tienden a dejar volar su imaginación, ya de
por sí afectada por el miedo.17

Es probable que no percibamos que detrás de la avalancha de tecnología


comunicacional --de TIC´s que nos invaden y arrastran, de principio virtualmente,
pero a la postre en la vida de carne y hueso--, estamos asistiendo a una crisis
integral de la comunicación humana, demagogiamos, retorizamos estructuras
discursivas, campos semánticos, que para empeorar el hecho, se les agrega la
liquidez de su estancia en un mundo instantáneo de bits. La pregunta fundamental
es si lo que en apariencia se comunica vía red permanece como conciencia
intencional18, porque la permanencia se adhiere al tener, al poseer y al lenguaje
que verdaderamente desvela lo sagrado de la vida (narración mítica), que de la
mano emerge con el sentido de ésta cumpliendo con lo que son las expectativas
de la persona.

El mundo del hombre, su oikos, se vuelve contra él, su polis, su política,


cuya finalidad es la de mejorar la vida (de acuerdo con Aristóteles), la red la
empobrece, sobre todo, desde el ocultamiento del rostro, del prospon
(πρόσωπον), de la cara que, para los griegos, no era otra cosa que defender las
razones de los actos personales; el que da la cara es la persona, el que apoya con
la sangre de su rostro y lo profundo de sus ojos los actos cometidos.

La realidad dialógica-social del hombre social.

La red tiene el poder de despersonalizar, de estar en todos lados, de asumirse


como verdad, de ser instantánea, de ver todo, de filtrase en todo: omnisciente,
omnipotente, omnipresente; cualidades que sólo los dioses poseen; la red hace de

17
Ibid., p. 12.
18
Bech Josep María, “De Husserl a Heidegger. La transformación del pensamiento
fenomenológico”, Univ. de Barcelona, Barcelona, 2001, p. 169.
la comunicación una fractura a la naturaleza del hombre 19. Cuando el hombre
habla a otro hombre, emerge inmediatamente la historia de compromisos
humanos, de amor y guerra, se origina la semántica misma como develamiento
del ser del hombre, no otra cosa el hombre comunica, empero, sólo el que lucha
cuerpo a cuerpo puede entender al otro, no así el niño mimado 20, {este no puede
reconocer, vía sus emociones, sus sensaciones,,, lo que el otro pide cuando grita
¡Apoyo, apoyo¡ O cuando exclama solícitamente ¡No creamos¡

No se puede negar que la comunicación comunica la manera como el


hombre está en el mundo, su manera de ser; el hombre habla para dejar-se ver,
manifestar-se, no su pensamiento como cadavérico esqueleto que ha perdido la
carne del mundo, sino como cuerpo mundo mismo; manifiesta desde su
orientación cardinal hasta su sentido de la vida. De ahí que hoy surge
dramáticamente la pregunta ¿Quién es el que está atrás del Twiter, de la red?
Posibles respuestas son un cerebro, una inteligencia, una organización, un ser
humano, una estructura de significado globalizada, una especulación etérea o
gnousfera, la red, una nube, una esperanza de solución (un lenguaje mágico) a
problemas tanto singulares como masivos que auguran sólo oscuridad. La red es
una comunicación de esperanza venida de la aglomeración, de la suma
matemática, de la homogeneización indiscriminada de alientos,

La impotencia política y el anonimato social en que se consumen la


mayoría de los hombres reclaman, exigen ese suplemento-
complemento, es decir, una ración mayor de imaginario cotidiano
para poder vivir. He ahí según Morin la verdadera mediación, la
19
Puede ocurrir que la desconexión posible es la de la mano que controla el mouse y la
racionalidad; la desconexión del cerebro que controla la mano que controla el mouse, la
racionalidad comentada texto arriba, poniendo en riesgo la calidad de elecciones de la persona y
luego aventurando su calidad de vida, su vida arrojada al plexo de cibernautas que
inconscientemente modulan el pensamiento. Controla el mause, pero se ha desconectado de la
vida.
20
Expresión de Ortega y Gasset para referirse al hombre moderno que sólo usa lo que las
generaciones pasadas han creado, por lo que les adjudica falta de experiencia, de roce con la vida,
pathos, frónesis, por lo que llega a la conclusión de que no podrían valorar para sostener
argumentativamente sus elecciones, sus acciones. Vid. Ortega y Gasset, “El hombre y las masas”,
Espasa-Calpe, Madrid, 1960., y Cfr., Abellán, José Luis, et al, “Meditaciones sobre Ortega y
Gasset”, Tébar, Madrid, 2005, pp. 22 ss.
función del medio, que cumple día a día la cultura de masa: la
comunicación de lo real con lo imaginario.21

La convivencia se trastoca como esperanza y anhelo de escuchar. Es decir, la


convivencia se convierte en relaciones entre personas que van perdiendo la
capacidad de hablar y donan esta capacidad a otro, sin rostro, que hable lo que
ellos no pueden ya expresar, sus deseos y sus miedos son donados. En estricto
sentido y con base en los recientes exámenes aplicados a grupos poblacionales
educados, que han tenido acceso a la educación, se descubre que en México la
población escolarizada –ya no hablemos de la gran masa--, no comprende lo que
lee, lo que nos hace suponer que lo que escucha y expresa lo arriesga a un flujo
de sentido inmediato, que le sirve medianamente para la sobrevivencia. De ello se
desprende que la convivencia, que debe ser parte de lo que el hombre comunica
al otro, su manera de estar con los otros –cómo ama, cómo trabaja, cómo
acuerda--, se degenere y transmute sólo en esperanza de vivir en el mundo de la
mercancía, de recibir pequeñas dosis de aquello que le es programado oír y sentir
como el paquete de consumo necesario para sentir que vive, no se hable pues de
dignidad o calidad de la misma. La red está inmersa en este intercambio de la
esperanza misma como mercancía, los medios le han puesto precio a todo,

… alertar al mismo tiempo contra el pensamiento único que


legitima la idea de que la tecnología es hoy el “gran mediador”
entre los pueblos y el mundo, cuando lo que la tecnología media
hoy más intensa y aceleradamente es la transformación de la
sociedad en mercado, y de éste en principal agenciador de la
mundialización…22

La convivencia que necesariamente es contenido en toda comunicación, es


precisamente compartir la vida, sus verdades para agregar sentido a la vida
social, para no perder ese sentido, y ello corre peligro cuando la comunicación
enaltece sobremanera la especulación y la construcción más que racional
21
Martín-Barbero, Jesús, “De los medios a las mediaciones”, Andrés Bello, Bogotá, 2003, p. 75.
22
Ibid., p. xxi.
ideológica del mundo y en particular de cada sociedad. La red se convierte en el
medio que agrega rapidez y abarcamiento a esta astucia con que el hombre de
hoy piensa que se tiene que “actuar”; van de la mano y hacen una idónea pareja,
la rapidez y la astucia. La verdad de la sociedad se trastoca en lograr la
objetividad, es decir, que todos, al mismo tiempo, vean y piensen lo mismo. La
pregunta es si el hombre de pensamiento generalizado posee la pasión singular
que verdaderamente compromete la palabra, que le hace personalmente
responsable, o por astucia, esta responsabilidad se le adjudica a la masa.
Problema ético y jurídico, pues la persona, como se comentó arriba es ahora un
“nosotros”, pero un nosotros, para empeorarlo todo, que a su vez es impersonal,
que bien se escamotea en el anonimato, en la gran masa o en la colectividad
infinita donde todos dicen lo mismo embelesando el oído ingenuo de aquél que
necesita alimentar su débil identidad y frágil pertenencia.

… que duda cabe, la llegada de esa red de redes que es Internet


hizo posible la disolución momentánea de la carga identitaria de lo
que somos (o creemos ser) de esa responsabilidad para con uno
mismo que todos soportamos en el espacio “real”. El individuo tenía
por fin la oportunidad, a través de la conexión, de interactuar
socialmente sin exponerse ni arriesgase afectivamente. El sujeto
podías aquí revelarse sólo lingüísticamente en catos de habla,
como en los chats o en los espacios de encuentro desconocido, en
lo que el <<yo>> y el <<tú>> apenas serían los puntos de fuga de
una interacción comunicativa generadora de contactos carentes
casi siempre de todo compromiso o de cualquier pretensión de
verdad o autenticidad.23

Sin embargo, no puede negarse que entonces hay un precio, por todo se paga.
Por un lado bien puede ser la indiferencia con que se toma el “acto masivo” de la

23
Prada, Juan Martín,“Prácticas artísticas e internet en la época de las redes sociales”, Akal,
Madrid, 2012, p. 221. Cfr., Ortiz del Amo, Marian y Welp, Yanina, “Sociedad Red. Estado,
economía y sociedad en la era de la Información”, UOC, Barcelona, 1014, especialmente Cap. IV.
Individuo, esfera pública y movimientos sociales.
red, indiferencia que a su vez se escuda en pretextar en un clamor que cae en el
“pandillerismo”, acusar subrepticiamente a la masa de la arcaica conducta social
de que la unión hace la fuerza, lo que en una sociedad del conocimiento, de
colectividades de desarrollo ético y crítico, es permisible: el hombre no se hace de
más fuerza porque reúna más hombres o incluso pensamientos, la cantidad no
hace la calidad. Se puede rebatir defendiendo la posición religiosa, de que el
hombre se hace más fuerte porque sabe amar de mejor manera, sabe compartir,
sabe crear o sabe más interpretar su historia. El hecho es que la red suele
aglomerar cantidad --y por demás en exceso variada en posiciones y orígenes--,
en detrimento de calidad, no sólo de contenidos sino del virtuosismo o capacidad
de donar que guarda toda verdadera comunicación, de común-fincar, de cobijar
más que de contratar complicidades. Comunicar es cobijar, y si tal protección
deseada desde siempre por el hombre no se logra en su sentido singular, es
decir, sentimiento de seguridad no de todos sino de “yo”, bien pueden pasar todos
los intentos del lenguaje “proteccionista” desapercibidos. El internet nace con el
defecto, que para otros es su virtud, de la masividad. Su creador no lo creo a su
semejanza y por ello puede bien serle indiferente 24.

Así, aceptemos que son muchos y muy variados los que “habitan” la red,
pues, los actores que participan en una u otra medida en los diversos procesos de
comunicación tiene los más variados orígenes y pensamientos. Pero ¿cómo los
definimos y clasificamos? ¿Audiencias, usuarios, interlocutores? ¿Qué atributos
les conferimos y qué papel les reconocemos? Puesto que hace ya casi medio
siglo que los estudiosos de estos fenómenos convienen en atribuir a los usuarios
un papel activo en las comunicaciones, con crecientes, aunque no consistentes
competencias mediáticas tanto de carácter interpretativo cuanto expresivo 25, y en
24
En las sociedades actuales del conocimiento la persona preparada cada día más toma distancia
de “la verdad por internet”; más bien la clasifica y se compromete de acuerdo a ello, Vid,
25
En esto mes el recientemente creado INEE aplicó el examen Enlace a estudiantes de nivel medio
superior reflejando los resultados 35% de la población apta en matemáticas y 43% apta para
lectura de comprensión y capacidad comunicativa, dato que nos lleva a dudar de lo que serían
capacidades de interpretación y de expresión, ya que de manera insistente, quien usa la red no ha
tenido un acercamiento al principal punto de la interpretación de cualquier texto: comprender el
mundo de vida del otro; esto porque la lectura de red se hace regularmente y por su velocidad a
nivel “racional”, que como ya hemos tratado arriba, la misma razón exigen u orden vivido y
develado en la práctica misma del trajín del compromiso.
reconocer el importante lugar que otorgamos en nuestras vidas al trabajo cultural
(que nos lleva a emplear cierto tiempo, energía y, con frecuencia, dinero, en
buscar, seleccionar, a veces manipular o comentar y siempre usar con algunos
fines ciertos productos culturales --a los que se atan fragmentos de sentido--).
Pero si la mayoría de quienes se ocupan de estas cuestiones destaca el creciente
protagonismo de los usuarios en las comunicaciones, no todos las interpretan en
el mismo sentido --ni siquiera con los mismos propósitos--. Y esta multiplicidad y
variedad de opiniones y pareceres tampoco contribuye siempre a su mejor
comprensión.

Por otro lado, el que lee, que en todo caso es quien escribe en la red, no se
le puede indagar en su actitud y pasión cuando es quien otorga su creencia a lo
que, o más bien, al que escribió lo que lee, persona que en todo caso queda
ajena a lo que en realidad es conocer al otro.

La adecuación de la interpretación compete a un ejercicio del juicio


que puede en el límite, dotarse, al menos a los de los demás, de la
plausibilidad, aunque, a los ojos del agente, su propia convicción
linde con el tipo de evidencia de experiencia que, al final del libro VI
de la Ética a Nicómaco, hacía comparar la phronesis con la
aisthesis cuando a certeza de sr el autor de su propio discurso y de
sus propios actos se hace convicción de juzgar bien y de obrar
bien, en una aproximación momentánea y provisional del vivir-
bien.26

Este es el otro, y en todo caso el yo, que están en juego en la red, alguien que
tiene o no la posibilidad y la capacidad de juzgarse a sí en su acto mismo como lo
comenta Ricoeur en la cita anterior. El problema que a profundidad alcanzamos a
ver es el de la verdad misma con la que el hombre se comunica. Es esa verdad
multitudinaria que seduce a los sentidos, la vox populis, la idola populus. Sin
embargo habría que reconocer una personalidad atrás de la red, regularmente

26
Ricoeur, Paul, “Sí mismo como otro”, Siglo XXI, México, 2006, p. 186.
siempre asumiendo la última idea del tema, o el valor agregado e insoslayable. En
este momento se exigiría la capacidad crítica del cibernauta, esa especie de
capacidad para ubicar el sentido de los mensajes, esa exigida capacidad
hermenéutica que desvela el futuro de las acciones a partir del pasado de las
acciones, hecho que por lo menos pediría del cibernauta, si no bien pathos, sí
metodología de interpretación, estricta hermenéutica, bajo la premisa de que lo
que hoy se escucha y se ve no es ex nihilo, viene de un comportamiento humano
histórico y social lleno de sentido, sobre todo reflejante de una preocupación
humana que trasciende todo espacio y lugar.

… la hermenéutica se refiere a una “capacidad” que adquirimos en


la medida en que aprendemos a dominar un lenguaje natural: al
arte de entender el sentido lingüísticamente comunicable y de
tornarlo comprensible en el caso de comunicaciones perturbadas.
La comprensión del sentido se endereza a los contenidos
semánticos del habla, pero también a los significados fijados por
escrito o contenidos en sistemas de símbolos no lingüísticos, en la
medida en que en principio pueden ser traídos al medio del habla.
No es casualidad que hablemos de arte de entender y de tornar
comprensible, porque la capacidad de interpretación de que todo
hablante dispone, cuando se utiliza, puede convertirles en un
arte.27

Aceptemos que la comunicación tiene mucho de aquello que no pudo decir o no


quiso decir el hablante (máxime en un lenguaje o comunicación distorsionados
como los de hoy), lo que por otro lado exige del escuchante (receptor en general)
atinar en aquello que el otro “esconde” en su comunicación. El hermeneuta tratará
de devolver a la sociedad eso que el propio autor dijo sin querer decirlo, esto
porque la historia, su formación cultural, su entorno social, etc., no le permitió
darlo en su comunicación y que es fundamental para aceptarlo como parte del

27
Irigoyen Triconis, Martha Patricia (comp.),“Hermenéutica, analogía y discurso”, UNAM, México,
2004, pp. 104-105.
sentido social verdadero sobre el que se hace la vida y se cede en las elecciones;
porque no neguemos que la finalidad de comunicar es vivir.

Schleiermacher… en la hermenéutica se trata de comprender ante


todo un texto tan bien como lo comprendía su autor. Y, más
adelante, comprenderlo mucho mejor que su autor, mejor que el
autor mismo. Esto es un aspecto adivinatorio de la hermenéutica.
Hay un adagio scheleiermachiano: “Al principio, comprender el
texto tan bien como lo comprendía su autor y, más adelante,
comprenderlo mejor que el autor mismo. 28

El arte, como capacidad que para la crítica es exigible, ya que asegura esa
sensibilidad capaz de ver aquello que no ven los demás, consistiría en la
capacidad de “desnudez” tanto en juicios como en ideología, y en principio,
apertura perceptiva y de comprensión.

La contemplación de las obras de arte supone un proceso de


percepción enriquecido porque en él se superponen dos visiones:
la mirada der artista, que con su sensibilidad hace una primera
selección del objeto de su atención, y en segunda fase, su
elaboración plástica del tema, que procura una interpretación, un
sentido para el mismo. De este modo, los artistas, a quienes Paul
Eluard llama los <<hermanos videntes>>, hacen ver a los demás
aspectos de la realidad que podrían pasar desapercibidos. 29

Tanto la capacidad hermenéutica como artística serían en cantidad , ya no se


hable en calidad, poco adjudicadas a los twiterianos, que por demás se agrega su
edad que está alrededor de 15 a 25 años, edad que para la hermenéutica y el arte
se presentan incipientes, lo cual nos lleva a ubicar que atrás de aplicaciones,
28
Bouchot, Mauricio y Vattimo, Gianni,, “Hermenéutica analógica y hermenéutica débil”, UNAM,
México, 2006, p. 23.
29
Pérez-Bermúdez, Carlos, “Lo que enseña el arte: la percepción estética en Arnheim”, Univ. De
Valencia, Valencia, 2000, p. 14.
programas, sistemas de red se esconden personalidades de comunicación bien o
mal respaldadas para realizar, hacer con verdad, el fenómeno de la comunicación
social, hecho que en el capítulo siguiente aterrizaremos en el marco de un
fenómenos social real como el de Yosoy132, donde la comunicación “solipsista” y
la pretensión de la democracia nacen sin esa verdad de la vida --que hemos
estados comentando a lo largo de tres capítulos-- que toda comunicación debe
resguardar, por lo que sus pretensiones quedaron en alientos de poder de cambio
social y político en las elecciones de 2012.

Fragmento del libro "Antonomasia antropológica o la comunicación"


Mtro. Marcelino Núñez Trejo.
Archivo ASOMEH --Asociación Mexicana de Humanismo.
asomeh.hortz!gmail.com

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