Jefe al obispo de Roma ha contribuido sin duda a la fama de Este papa, que haba
coadyuvado prodigiosamente a la conversin del emperador (a quien se le atribuyen
ms de trescientas leyes de inspiracin cristiana), con las enormes consecuencias que
de ello se siguieron para la historia de la Iglesia. La liturgia, recordndonos
brevemente su intercesin, pretende, al fin de un alto civil, hacernos reflexionar
sobre estas misteriosas aunque reales y providenciales conexiones, pese ha los limites
y condicionamientos, entre la historia civil y la histoda de la Iglesia, en la unidad de
un solo designio de salvacin, al que somos encaminados para llegar a la gloria de la
vida que no acaba.
La actualidad de este mensaje nos la ofrece el oficio de lectura en la pgina triunfal
de Eusebio de Cesarea. En su Historia de la Iglesia describe as este despertar a la luz
de la Iglesia de la oscuridad de los cementerios catacumbales: "Veamos los templos
levantarse de sus ruinas hasta una altura infinita y resplandecer con un culto y
esplendor mucho mayor que el de aquellos que habian sido destruidos... Los obispos
celebraban ceremonias y los sacerdotes ofrecan los puros sacrificios, conforme a los
augustos ritos de la Iglesia; se cantaban los salmos, se escuchaban (as palabras que
Dios nos ha transmitido, se ejecutaban los divinos y arcanos misterios y se
comunicaban los msticos smbolos de la pasin salvadora". Independientemente del
lenguaje triunfalista y oriental, se puede vislumbrar la lecc16n de la historia, que la
antfona de laudes, en el Benedictus, ha querido personalizar: "No serdis vosotros los
que habldis, el Espritu de vuestro Padre hablarh por vosotros".
La Iglesia necesita libertad para promover el progreso humano
y la civilizacibn del evangelio; pero el testimonio mhs autdntico
nace del poder del Espiritu, que actfia por medio de los mismos
acontecimientos hist6ricos y de la fidelidad de los mensajeros
de la buena nueva.