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Fundado en 1921, el Council on Foreign Relations (CFR) es una organización independiente, de membresía
nacional y un centro no partidista para académicos dedicados a producir y diseminar ideas de forma que los
miembros individuales y corporativos, así como los trazadores de políticas, periodistas, estudiantes y ciudadanos
interesados en Estados Unidos y otros países puedan identificar mejor el mundo y las opciones de política
exterior que se plantean a Estados Unidos y otros gobiernos. El CFR realiza esta función convocando a reuniones,
llevando a cabo un programa de estudios de largo alcance, publicando Foreign Affairs, la revista más importante
en asuntos internacionales y en política exterior estadounidense, tutelando a un grupo diversificado de miembros,
patrocinando equipos de trabajo independientes y ofreciendo información actualizada sobre el mundo y la
política exterior estadounidense en el sitio web del CFR: www.cfr.org.
El Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) es, desde su fundación en 2001 la única
organización multidisciplinaria mexicana dedicada a promover el debate y análisis avanzados y ampliamente
incluyentes sobre la naturaleza de la participación de México en la arena internacional y la influencia relativa de
su orientación cada vez más global sobre las prioridades nacionales. El COMEXI es un foro independiente, no
lucrativo y plural, sin nexos gubernamentales o institucionales, financiado exclusivamente con cuotas de sus
miembros y el apoyo empresarial. Los principales objetivos del COMEXI son ofrecer información y análisis de
interés a nuestros asociados, así como crear un sólido marco institucional para el intercambio de ideas referentes
a temas mundiales acuciantes que afectan a nuestro país. Sus actividades, publicaciones y lista de asociados
pueden consultarse en www.consejomexicano.org.
Fundado en 1976, el Canadian Council of Chief Executives (Consejo Canadiense de Ejecutivos en Jefe)
(CCCE, por sus siglas en inglés) es la asociación empresarial más importante de Canadá, con un destacado
historial de logros en acoplar la iniciativa de las empresas con elecciones sólidas de política pública. Integrado
por consejeros de 150 empresas líderes canadienses, el CCCE fue líder del sector privado en el desarrollo y
promoción del Acuerdo de Libre Comercio Estados Unidos-Canadá durante la década de 1980 y el subsiguiente
acuerdo trilateral: Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
El consejo patrocinará a un comité de trabajo independiente cuando (1) surja un tema de importancia vital y
vigente para la política exterior estadounidense, y (2) parezca que un grupo diverso en antecedentes y
perspectivas pueda, sin embargo, llegar a un consenso significativo en cuestiones de política mediante
deliberaciones privadas y no partidistas. Normalmente, un comité de trabajo se reúne entre dos y cinco veces en
un periodo breve para garantizar la relevancia de su trabajo.
Al llegar a una conclusión, el comité de trabajo emite un informe, y el CFR publica el texto y lo presenta en su
sitio web. Los informes del comité de trabajo reflejan un consenso de política fuerte y significativo, y los
miembros del comité avalan el sentido político general y los juicios alcanzados por el grupo, aunque no
necesariamente todos los hallazgos y recomendaciones. Los miembros del comité que se adhirieron al consenso
pueden presentar opiniones adicionales o disidentes, las cuales se incluyen en el informe final. La “declaración
de un consejeros” es firmada sólo por los miembros del comité y, por lo general, van precedidas o seguidas por
informes completos del comité. Al llegar a una conclusión, el comité también puede solicitar a individuos ajenos
al comité que se solidaricen con el informe para reforzar su impacto. Todos los informes del comité “comparan”
sus hallazgos con la política gubernamental vigente para volver explícitas zonas de acuerdo y desacuerdo. El
comité de trabajo es el único responsable del informe. El CFR no adoptar ninguna postura institucional.
Para mayor información sobre el CFR o comité, favor de escribir a: The Council on Foreign Relations, 58 East
68th Street, New York, NY 10021, o llamar al director de Comunicaciones al 212-434-9400. Visite nuestro sitio
web en www.cfr.org.
Este informe no puede ser reproducido en todo o en parte, en cualquier forma más allá de la reproducción
permitida por las secciones 107 y 108 de la Ley del Copyright de Estados Unidos (17 U.S.C. Secciones 107 y
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108) y pasajes citados por reseñistas en la prensa pública, sin permiso escrito expreso del Council on Foreign
Relations. Si se requiere información, escribir a: Publications Office, Council on Foreign Relations, 58 East 68th
Street, New York, NY 10021.
Introducción
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de los tres vicepresidentes del grupo de trabajo (Task Force), el cual se integró de manera
trinacional para contar con la experiencia y sabiduría de un conjunto de personalidades de
nuestros tres países. El informe completo, que se dará a conocer esta primavera, tomará
en cuenta los resultados de la cumbre de Texas y contará con el consenso general de los
demás miembros, por lo que este texto no necesariamente representa los puntos de vista
de todos los participantes en el ejercicio. El Grupo de Trabajo Independiente sobre el
Futuro de América del Norte está patrocinado por el Consejo Mexicano de Asuntos
Internacionales, en asociación con el Council on Foreign Relations y el Canadian Council
of Chief Executives.
Hace once años el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)
liberalizó el comercio y la inversión en una mayoría de sectores de intercambios entre
nuestras tres naciones, brindó protección decisiva a la propiedad intelectual, creó
mecanismos sin precedente para la solución de controversias y estableció nuevos
procedimientos para aplicar normas laborales y ambientales. A partir de entonces el
TLCAN ha acelerado el intercambio comercial en América del Norte, ayudando a
maximizar el potencial económico de la región y demostrando que naciones con
diferentes niveles de desarrollo pueden negociar acuerdos comerciales mutuamente
benéficos.
Para construir sobre los progresos de la década pasada y trazar una agenda
para el futuro, proponemos la creación, antes del 2010, de una nueva comunidad que
aumente la seguridad, la prosperidad y las oportunidades para todos los ciudadanos
de América del Norte. Con ese fin, proponemos una comunidad con una zona
económica y arancel externo común, así como un perímetro externo de seguridad, que
permita a nuestra región enfrentar mejor los retos y las oportunidades continentales.
Dentro de esta zona, el movimiento de personas y productos sería legal, ordenado y
seguro. El objetivo global es garantizar una América del Norte libre, segura, justa y
próspera.
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Hoy nuestras naciones enfrentan tres desafíos comunes.
1. Amenazas a la seguridad. En la década pasada, la actividad terrorista y criminal
puso de relieve la vulnerabilidad de América del Norte. En el caso del 9/11, los
terroristas lograron entrar a Estados Unidos directamente desde fuera de América del
Norte, pero el arresto en 1999 de una persona que trataba de cruzar la frontera entre
Canadá y Estados Unidos como parte de un complot de detonar una bomba en el
aeropuerto de Los Ángeles muestra que estos criminales podrían también tener acceso
a Estados Unidos vía Canadá o México. Cientos de miles de personas cruzan
ilegalmente a los Estados Unidos cada año y tanto México como Canadá también
deben lidiar con flujos persistentes de migrantes indocumentados.
Si no aseguramos las fronteras externas de América del Norte se inhibirá en
nuestro detrimento colectivo el movimiento legítimo de personas y bienes entre
nuestros tres países. Después del 11 de septiembre, las demoras en las fronteras
ocasionaron una escasez imprevista de insumos para la industria manufacturera en los
tres países, la cual costó millones de dólares por hora. Estas consecuencias
demuestran que, aparte de cualquier otra consideración, las tres economías tienen un
interés comercial sobresaliente en incrementar la seguridad de la región. Además,
cualquier ataque terrorista en el futuro podría tener como objetivo blancos en
cualquiera de los tres países. Asimismo aunque hubiera un ataque dirigido
exclusivamente a una ciudad o instalación estadounidense, éste podría extender sus
efectos hacia México o Canadá. La realidad de la interdependencia en América del
Norte radica en que los tres países deben trabajar juntos para garantizar la seguridad
del continente.
Más allá del terrorismo, la actividad criminal internacional representa una
amenaza contínua a la seguridad pública en la región. Tal vez lo más notorio en este
aspecto sea la violencia relacionada con el narcotráfico y las bandas organizadas en la
frontera entre México y Estados Unidos. Como estas amenazas cruzan fronteras, un
solo gobierno no puede enfrentarlas aisladamente.
A final de cuentas, el no atender los temas de seguridad mermará las ganancias
que hemos logrado en otros frentes. En el contexto de América del Norte, la falta de
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una colaboración eficaz para atender asuntos de seguridad impacta directamente las
relaciones comerciales, así como nuestras libertades y calidad de vida.
Estos retos requieren atención urgente. Si bien América del Norte sigue siendo el motor
económico del mundo, a largo plazo la creciente competencia global podría minar su
prosperidad futura. Si bien Estados Unidos sigue siendo la superpotencia mundial, nuevas
amenazas de terroristas y criminales ponen en jaque la seguridad pública en las tres
naciones.
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Lo que podemos hacer
1. Crear las instituciones necesarias para sostener una comunidad de América del
Norte. Proponemos que las cumbres entre las tres naciones de América del Norte se
conviertan en anuales, con lo cual se demostrará la importancia estratégica de nuestra
comunidad. Proponemos además establecer un Consejo Asesor de América del Norte
que prepare las cumbres y asegure el seguimiento de sus decisiones a fin de ponerlas
en práctica.
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2. Crear de inmediato un Plan de Acción Único para las Fronteras de América del
Norte. Si bien la amenaza del terrorismo internacional se origina hasta ahora fuera de
América del Norte, nuestras fronteras externas constituyen una crítica línea de
defensa contra toda amenaza. Cualquier debilidad en vigilar desde el extranjero el
acceso a América del Norte reduce la seguridad del continente en su conjunto y
exacerba las presiones para intensificar controles sobre el movimiento y el tráfico
entre los tres países que la componen. Ello incrementa los costos de transacción
asociados al comercio y dificulta el viajar dentro de América del Norte.
Como objetivo de más largo plazo, los gobiernos de Canadá, México y Estados
Unidos deben crear un perímetro externo de seguridad para América del Norte. En
especial, los tres gobiernos deben poner su mejor esfuerzo en asegurar que un
terrorista que intente ingresar en nuestra región enfrente las mismas dificultades en
cualquiera de los tres países al que pretenda ingresar primero. Como sucedió hace
más de una década con el libre comercio, un perímetro común de seguridad para
América del Norte constituye un logro ambicioso pero asequible, que requerirá
cambios políticos, normativos y de procedimiento en las tres naciones. Entre ellos
hemos identificado los siguientes:
• Armonizar políticas de visa y asilo, y ponernos de acuerdo en la lista de
países cuyos nacionales no requieren visa para América del Norte.
• Armonizar los procedimientos de identificación y rastreo de personas,
bienes y vehículos, incluyendo el desarrollo de listas de individuos
identificados por nombre y características biométricas;
• Armonizar procedimientos de monitoreo de importaciones y
exportaciones;
• Compartir plenamente datos sobre salidas y entradas de ciudadanos
extranjeros;
• Inspección conjunta por los tres países de contenedores que ingresen por
puertos norteamericanos, ampliando la actual Iniciativa de Seguridad de
Contenedores que existe entre Estados Unidos y Canadá; y
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• Comprometerse a un enfoque común frente a negociaciones
internacionales relativas al movimiento global de personas, carga y
transporte marítimo.
Ampliar la cooperación en la aplicación de la ley. La cooperación entre los tres
países en temas de seguridad se debe extender también a la cooperación para la
aplicación de la ley y contra el terrorismo, y podría comprender el establecimiento de
un centro trinacional de inteligencia sobre amenazas, el desarrollo de un registro
trinacional de balística y explosivos, y el adiestramiento conjunto de fuerzas
policíacas de los tres países, entre otras. Adelantos significativos en la cooperación
trinacional para la aplicación de leyes serán posibles en tanto los respectivos
gobiernos protejan la integridad de sus instituciones públicas y erradiquen cualquier
corrupción sistémica que pueda existir.
Ampliar la cooperación en temas de defensa. Además de fortalecer la
cooperación entre agencias contraterroristas y fuerzas policíacas en los tres países,
hay que seguir construyendo sobre el sólido cimiento de los acuerdos militares
existentes en el continente. El paso más importante sería ampliar el Comando
Estadounidense de Defensa Aeroespacial (NORAD, por sus siglas en inglés) para crear
un comando bilateral Canadá-Estados Unidos de fuerzas conjuntas que tenga el
mandato de proteger todas las vías de acceso marítimas y aéreas a América del Norte.
Además, Canadá y Estados Unidos deberían invitar a México a compartir más
extensamente la información y la planeación entre organizaciones militares, como
medida para construir una confianza mutua y preparar el camino para una mayor
cooperación en el futuro.
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negociaciones en un esfuerzo por encontrar un enfoque común hacia prácticas
desleales de comercio y conductas anticompetitivas, incluido el dumping. Para
mejorar la consistencia, la previsibilidad y la eficiencia, sugerimos la creación de un
grupo permanente de árbitros para los paneles ad hoc para la solución de
controversias comerciales bajo el TLCAN.
Para facilitar el tránsito y el comercio dentro de América del Norte, los tres países
deben acelerar y ampliar la aplicación de los actuales acuerdos bilaterales de
fronteras inteligentes. Deben desarrollar un documento seguro para el cruce de
fronteras de América del Norte, con identificadores biométricos que permitirá a
sus titulares el paso expedito por aduanas, migración y seguridad aeroportuaria en
toda la región. A más largo plazo, debemos repensar los sistemas nacionales de
control de tránsito y comercio intracontinentales. Esto podrá ocurrir sobre todo si los
tres países hacen progresos genuinos hacia el establecimiento del perímetro común de
seguridad. Si bien América del Norte es diferente de Europa, vale la pena ver cómo
los miembros de la Unión Europea han logrado en gran medida eliminar sus controles
físicos fronterizos. Creemos que los gobiernos de Canadá, México y Estados
Unidos deben comprometerse con el objetivo de largo plazo de disminuir en
forma importante la necesidad de tantos controles físicos gubernamentales del
tráfico, los viajes y el comercio dentro de América del Norte.
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una inversión productiva de los tres países en la competitividad de la zona económica
de América del Norte.
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JOHN P. MANLEY es consejero senior de McCarthy Tétrault LLP. Ha ocupado varias
carteras de primer nivel en el gobierno canadiense durante 15 años de servicio público,
entre ellas la de Industria, la de Asuntos Exteriores y la de Finanzas, y además fue
viceprimer ministro. Después del 9 de septiembre de 2001, fue nombrado presidente del
Comité del Gabinete de Seguridad Pública y Antiterrorismo, y en esa calidad negoció el
Acuerdo de Frontera Inteligente con el secretario estadounidense del Departamento de
Seguridad Interior, Tom Ridge.
WILLIAM F. WELD es director en Leeds Weld & Co., empresa privada neoyorquina de
inversión en valores. En dos ocasiones anteriores fue electo gobernador de Massachussets
(1991–97), fue subprocurador general a cargo de la División Criminal del Departamento
de Justicia de Estados Unidos, en Washington, DC (1986–88), y procurador general de
Estados Unidos en Massachussets durante el gobierno de Ronald Reagan (1981–86).
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ROBERT A. PASTOR es el director del Centro para Estudios Norteamericanos,
vicepresidente de Asuntos Internacionales y profesor de la American University. Del
1977 al 1981, fue director de Asuntos Latinoamericanos del Consejo de Seguridad
Nacional. Tiene un doctorado en ciencias políticas por la Universidad Harvard y es autor
o compilador de 16 libros, entre ellos Toward a North American Community: Lessons
from the Old World for the New.
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