Creca y creca a cien, mil, dos mil, cuatro mil, seis mil
metros de altura, hasta convertirse en una inmensa mole
blanca que celosa protega todo aquel rincn paradisiaco
que la acogiera con cario.
Mientras tanto, el ngel del Seor ech de menos a la
plumita de su ala derecha. Vol por Marte, Jpiter,
Plutn, las estrellas y cometas y no pudo hallarla. Ya
fatigado, un da de mayo en la Tierra pas por los cielos
del CALLEJON DE HUA YLAS y contempl maravillado
un paisaje semejante al del Paraso: un bellsimo monte
blanco rodeado de lagunas azules, verdor y colorido por
doquier, contrastando graciosamente con majestuosas
montaas grises.