Palmas
verdes de cocotero imprimieron unaalegre estilizacin selvtica a la avenida y
trajeron su frufr de seda hasta la puertamisma de la capilla.En La Playa,
desde le vspera, estaba la comisin de los notables estirando la manocordial a
los recin llegados. Sobre la onda rizada balancebase la
Linda
, y desde su panetaazul se tenda una escala de risas hasta la orilla de barro
oleaginoso. Contraste agudo decasacas negras y fajas amarillas entre el verde
impaciente de la decoracin.Baj primero el cura, gordo, zambo, risueo, y
las caas del cimbrado malecngimieron bajo sus botines. Detrs, el maestro
de canto y los msicos de la orquesta. Porltimo, los capitalinos locuaces, una
concurrencia grrula y acicalada con nfulasconquistadoras.
Venga, padre, por aqu. Ya como que olvid el camino? Qu cabimero este!
La socarrona familiaridad pona chiquiticos los ojos de las pueblerinos al
abrazar a lagente ciudadana. Se les sala el alarde vanidoso de ofrecerles su
hospitalidad.
A ver: contme, cmo est ese Maracaibo? Y las muchachas como que no
vienena la fiesta?
Trajeron gallos, ah? Por aqu hay una cuerdita, y de Lagunillas y La Rita
vienen losgalleros. Habr unas cuantas peleas buenas.
tron el levita
Todo se andar
ofreca
Ojal, porque ya este pueblo tiene cierta importancia. Vos sabis que con
nosotrospodis contar. De eso hemos hablado muchas veces en casa del
compadre Trinidad; y sabislo que me ha dicho? Pues, o: Esas tres vacas de
vientre que tengo apartadas en La Puntaestn destinadas exclusivamente para
el padre que nos manden, que no debe tardar mucho. Ysi es la comadre
Celesta, tiene no s cunto para la casa cural. De m no se diga: lo poco
queposeo es de la iglesia.Gravemente aprobaba el sacerdote. Y repeta:
Viva!
coreaba el grupo.
Vivaaa!
Bien
Usted no me conoce, porque nunca haba venido a la fiesta. Para qu? Punta
Gordaest muy lejos y yo soy hombre de trabajo. Pero ayer el seor jefe civil
mand a arrear a unoobligado para venir a saludarlo a usted; y aqu me tiene.
Ya est complacido el jefe.La aludida autoridad cambiaba de colores. Le mir
el cura estupefacto, pero, recobradoel aplomo, se puso a rer.
No digis Qu te parece, Casiano?
El jefe miraba con odio al hombre. Hizo seas al asistente que le cuidaba el
asno y lehabl en voz baja. El cmitre empu su peinilla y abord al intruso:
Quedis arrestado. Segu
La comitiva miraba en suspenso. El cura entr en la iglesia vivamente y
Casiano en possuyo.