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4 EL ORIGEN DE LOS JEROGLIFICOS EGIPCIOS HENRY GEORGE FISCHER En cl periodo arcaico de Egipto, que abarca has dos primeras dinastias (3050-2670 a.C.) asi como unos pocos reyes anteriores, se in- trodujo una serie de adelantos muy importan- tes en el arte, la arquitectura, la tecnologia y Ia administraci6n. El més importante de los avances tecnolégicos fue la ereacién de un sistem’ fonético de escritura cuya naturaleza cexacta escapé a historiadores, filésofos y estu- diosos hasta su desciframiento por el filblogo francés Champollion a comienzos del siglo xix (véase el capitulo 1). En este capitulo exa- minaremos los comicnzos de la escritura en Egipto, tanto cronolégicamente como en té minos de las influencias procedentes de Me- sopotamia, indicando lo que se sabe y lo que todavia se ignora o es incierto respecto a nuestra interpretacin de la evidencia tempr: nna, buena parte de Ia cual no es ni tan homo~ sgénea ni tan completa como la que existe del sumerio temprano, La primera evidencia de escritura fonética en Egipto coincide aparentemente con la uni- ficacién del pafs bajo un rey divino, identifi- cado con el dios Horus. De los varios reyes tempranos cuyos nombres se han conservado en evidencia contemporénea, en general se considera que fue Narmer (¢. 3000 2.C,) quien completé esa consolidacién, segiin se ruuestra en su célebre paleta cosmética de Hieracénpolis, en cuyo reverso aparece un ‘emblema semiantropomérfico de los pantanos septentrionales sobre el cual esta el halcon- Horus, con un brazo humano extendido para sostener una cuerda que esti amarrada a la nariz de su cautivo (figura 1 aj). El rey, que lleva la corona del Alto Egipto, sostiene una representacién mis naturalista de un cautivo cua Pata cermonial de Natmet a verso; b] an= vets, Seguin JE. Quibel, “Slate palete fom Hicr- aconpolis, en Zoiuchnft fr Agytice Sprache 36 (1898), tums. 12,13. con el rotulo WS g nombre de un jefe (W's) 0 un distrito —"La- go Arp * Sin embargo, esta evidencia esta lejos de ser concluyente, por- que cada uno de los reyes de Egipto iniciaba su reinado con una representacién simbélica de la unién del Alto y el Bajo Egipto. En inscripciones en jarras de un rey anterior identificado generalmente como Ka (Ggura 2), se mencionan productos de algiin tipo, deri- vados del Alto y el Bajo Egipto, y por lo tanto parece posible que también él haya do- minado los reinos del sur y del norte. Lo mismo parece aiin mas probable cn cl caso de Escorpién? y también seria vilido para el Horus Ro (o Iry) si es que ese nombre ha sido identificado correctamente.’ Es posible que este tiltimo deba lecrse simplemente ‘Hr(w)* (Horus), en cuyo caso la mayoria de representa ya sea el ® sus apariciones serian anilogas a una serie de casos en que se encuentra el serekh, una facha- da en paneles que normalmente enmarca el nombre del rey, coronado por un halcén- Horus pero visiblemente sin contener ningtn nombre Para aclarar las referencias cronologicas de las paginas siguientes, podemos dividir el pe- iodo arcaico en cuatro periodos del siguiente modo: + Los gobernantes mis antiguos (. 3050-3000 a.C.): Rollry @, Ka (0 Zekhen).* Escorpién. +1 Din. Temprana (¢ 3000-2850 aC.) 1] Narmer (0 Mery-Nat) 2] Aha, 3] Djer, 4] Djec. #1 Din, Tardia (¢ 2850-2750 2.C): 5] Den, 6] Anediib, 7] Semerkhet, 8] Qa-a ‘IL Din. ( 2750-2670 a.C)} termina con Pe ribsen y Khasekhem/Khasekhemwy. Obsérvese que la lectura de varios de estos nombres es mis problemitica de lo que indi~ can las alternativas entre paréntesis, que no son sino algunas de las que se han sugerido.* “Escorpién”, por supuesto, no es ninguna lectura sino que sencillamente describe un signo.? ‘La aparicién de la escritura en Egipto coin- cide también con un periodo de intensos con- tactos con Mesopotamia y muy definida in- fluencia de Sumer y Elam." Los egipt6logos ‘a menudo dan por descontado el impacto de sa influencia, pero no puede haber duda de ‘que fue profundo y catalitico."" El contacto ‘con Mesopotamia era directo, casi segura- mente por barco, rodeando la costa de la Pe ninsula de Arabia hasta el Mar Rojo y de abt probablemente por ticrra, a través del Wadi Hammamat. Se importaban no s6lo bienes sino también ideas; el ejemplo mis claro de ello es l préstamo del sello cilindrico (véase capitulo 2),!? que fue ampliamente explotado por las primeras dinastias y durante todo el siguiente periodo del Viejo Reino, aunque casi de in- mediato adquiri6 un carieter totalmente egip- cio, como vehiculo de los recién inventados jeroglifcos. En objetos decorados de este pe iodo aparccen varios motivos tipicamente mesopotémicos, como por ejemplo en la pale~ ta cosmética de Narmer, cuyo reverso mues- tra un par de serpo-felinos cuyos cucllos se centeclazan alrededor de la copa en que se pre~ pparaba la pintura de ojos (Ggura 1b). Tam= bin es dificil refutar la argumentacién de Henri Frankfort en favor del origen sumerio de un tipo de arquitectura de ladrillo en pa- nieles que aparece por primera vez en Egipto con los primeros feyes y que se encuentra en cl serekh que muestra sus nombres."* Toda EL ORIGEN DE 10S JEROGLIFICOS EGIPCIOS «3 esta influencia proviene de un periodo en que Jos sumerios habian desarrollado gradualmen- te un sistema de escritura hasta cl punto de ser capaces de registrar la redistribucién de Bienes y compilar listasléxicas. No se ha lo- grado demostrar en forma convincente nin- gin periodo de incubacién similar para la es~ critura fonética en Egipto. Escasa como cs, [a evidencia mis antigua, del reinado de Ka, muestra los dos ingredien- tes esenciales —signos monoconsoninticos y biconsoninticos, asf como un signo que re- presenta una palabra triconsondntica comple- ta, Inscritas con tinta sobre jarras de oftendas incbres (véase figura 2 2), se refieren a al- gin tipo de productos lamados “ip del Alto Epipto” y “hin del Bajo Egipto”, en que los nombres de estos dos reinos se len Smé(w) y Mju). Ignoramos el significado preciso de fp y hmn, pero conocemos rétulos muy simi- lares en jareas que levan el nombre de Aha, donde ip es sustituido por inw y hom por ivt (Gigura 2 b))."6 Estos ejemplos ilustran tam- bign la orientacién normal del sistema jerogli- fico, en donde los signos miran hacia ia dere~ cha y se leen hacia la iaquierda Si bien parece evidente que la idea de la cescritura fue tomada de las sumerios, que tan profundamente influyeron en los egipcios en otras formas,” es igualmente claro que el sis~ tema egipcio era profundamente distinto tanto acura 2, Imcrpciones en cerimica de a} Ka yb] Aba Fig. 23) segin W.MF. Pete, Abydos, vol 1, Londres, 1902, lis. 2 (16), 3 (27 Bg. 26) segin WB. Emery Tomb of Her Ale, El Cairo, 1939, lims, 14 (is) 2). 21 58). Th M f os {64 EL ORIGEN DE LOS JEROGLIFICOS EGIPCIOS en la forma como en el uso que se le dio. La cscritura sumeria, igual que la de Egipto, em pleaba originalmente pictogramas que no séle representaban la cosa pintada sino que se usa- ban también en forma puramente fonética, por el principio del rebus (representaci6n sild- bica), para indicar palabras que no podian ser representadas por una imagen concreta (véase capitulo 1), Pero los primeros pictogramas sumerios daban slo una impresi6n muy ru- ddimentaria del objeto representado, y las for- ‘mas iniciales pronto se volvieron menos reco- nocibles (véase capitulo 3). Los jeroglificos egipcios no sélo eran mucho més claramente representativos sino que adquirieron un grado ain mayor de naturalismo, que persistié por tres milenios largos, hasta su sustitucién por el alfabeto esencialmente griego impuesto por cl eristianismo. Ese grado de naturalismo es comprensible, porque las representaciones en gran escala y los jeroglificos de estilo idéntico se completaban mutuamente en una relacién de complementariedad. En Mesopotamia, por ‘otra parte, ls inseripciones no se combinaron con representaciones hasta el segundo periodo dindstico, correspondiente a la III Dinastia cegipca, y solo raramente se combinaron de ese modo hasta el periodo siguiente."* Ademés, ‘como muestra tna placa en relieve de Ur nanshe, a continuacién la escritura sumeria se colocaba directamente sobre figuras bidimen- sionales —prictica completamente distinta del tuso complementario de las inseripciones en los relieves egipcios."” Contribuye a destacar el cardcter represen- tativo de los jeroglificos el hecho, ya demos- trado, de que aparentemente desde que se usan los jeroglificos hay también un estilo ims cursivo de escritura, pintado con pincel y tinta. La evolucidn en interés de la eficiencia y la mayor velocidad se canalizé por esa pista paralela pero separada, dejando a los jeroglii~ Cos relativamente inmunes al cambio. A me- ddida que aumentaba la diferencia entre las ¢s- crituras jeroglifica y cursiva (esta dltima llamada “*hieritica” por los griegos) se agregs tun estilo semicursivo en el Viejo Reino, y otro mis en el Reino Medio; estos iltimos se SMloptaban en ocasiones especiales como el ncabezamiento de un documento hierstico 0 todo un texto religioso formal, o para ser uti- laados con ciertos materiales, como la madera o-el metal, que se prestaban para grabar ca- racteres® ‘tea diferencia muy importante con el sis- tema sumerio surge del uso mucho més apro- sximado del principio del rebus por los egip- ios, que requetia s6lo cl acuerdo de las onsonantes y 4 menudo dejaba de lado las consonantes débies."" Como la lengua egipcia pertenece ala familia (fro-asitica) hamito- a, John D. Ray ha sugerido que la su~ presion de las vocaes es resultado de una fendencia a escribir las palabras de una misma raiz con un mismo signo.** Esa tendencia cs bastante vilida, pero no se aplica alos signos monoconsonanticos, que son ampliamente Gbservables desde ei principio. Oueo r35g0 igualmente notable de dicho grupo hamito- semitico de lenguas es la varabilidad de las vocals y el desplazamiento del acento en dis- tintas formas gramaticalcs, incluyendo —en Alganos cisos- cl plural un ejemplo de esto es una palabra como | = ® 3h, “campo”, ten que el copto yéhefasas (pl. yah, pues ha perdido lat final) muestra el desplazamienco Tocilic. El hecho de que tales cambios hayan Sido evitados debe atribuirse probablemente a Ia predilecion por eh aspecto caracterstco petmanente de las cosas que estan evidente fn el arte egipcio, incuyendo las formas de Jos jeroglificos mismos. En particular ls sig- nos monoconsoninticos en ocasiones derivan de palabras que en gran medida han perdido las consonantes débiles: por ejemplo (j)s aque Jrgen Osing reconstruye como Judat2" Es evidente que hay wn esfuerzo concertado para hacer Jo més completo posi- ble el repertoro de signot monoconsondnt- cos: varios de ellos (f.0,— sees") ) typi t,t] aparecen en las pocas palabras defadas por Narmer y sus predecesores; los ddemis en su mayoria presents en las estclas de enterramientos subsiiarios alrededor de Ia tumba de Djer, a comienzos de la primera di- nastia, y sabemos que casi todos los veinti- cuatro 5e usaban al terminar la dinastia® Del mismo modo, los signs biconsoninticos y triconsoninticos son conocidos desde la pri- ‘mera dinastia ¢ incluso antes, asf como una Caracteristica repeticién de la consonante final (€1 “complemento fonéico"), que marca otra diferencia con la eseritira sumeria: por cjgm= plo, £8 (nk), |} (w3s), = (mn), S (mmr) °F (hip), 23 Ga, el tercero del reinado de Aha,” el quisto del reinado de Djer y los demés del de Den, Es muy probable que esa peculiari- dad sea un rasgo original del sistema ‘Desde el principio los signos monoconso- ninticos fueron indispensables para escribir palabras que no se podian expresar de otro ‘modo; pata el reinado de Djer se utlizaban para agregados gramaticales como sulijos Pronominales y por dltimo, al menos para fi hes de la I Dinastia se uilizaban para escribir preposiciones como cl dativo 1, 2, para {weanse figuras 6 y 7)2” La escttura egipeia continu6 utilizindolos abundantemente para esos fines; servian para escribir algunas de las palabras mis comunes de la lengua, que ade- ids de casi la mitad de las preposicio ples inclyfan — mm, “nombre"; “9.1 saber": J, amb, “estar sano”; 8, hy “cosa”: jd, “deci” —ninguno de los cuales requetia un determinativo (an elemento clasficador, véae capitulo 1) en el Viejo Rei~ ho, asi como tampoco lo requerian los dioses. 2], Ptah, y =, , Ra, en nombres personales teofdricos. Podriamos agregar muchos cem- pos que desde el Viejo Reino en adelante in- Corporan regularmente el determinative, como el verbo 19] sph, “laze”, 0 el nombre t% § « m3, “ibice”. Estos ejemplos. muestran la fancin del elemento ideogritico final, que puede ser genérico (la cuerda del primer ejemplo, ¢ ) 0 especifico (el fbice en el segundo caso,§4). En el Viejo Reino, y en menor grado después, 30s determinativos podian suprimise si una representacion adya~ Eente cumplis el mismo propésito. Por con- FL ORIGEN DELOS JEROGLIFICOS EGIPCIOS «8 siguiente no se debe subestimat la importan- cia de los sighos monoconsonaticos, aun cuando no son sino un elemento de wna orto- graffa bastante comple. ‘Las inscripciones jerogliicas de las dos pri- meas dinastias mauestran una cantidad de de~ terminativos mucho menor que la empleada en el Viejo Reino y después (de . 2670 a.C. fen adelante), pero tavieron un uso mucho mis extenso que en las inscripciones sumerias de los periodos correspondents (véase lo que dice Margaret W. Green sobre las glosas y Jos determinativos en la escrtura euneiforme, capitulo 3)2” Desde el comicnzo la presencia de figuras en gran escala con frecuencia cum- pia ese propésito. Lo mismo puede decirse de las estelas de personas no regias, en que fi- gguras menores que se encuentran generalmen- te al final del nombre pueden ser consideradas como determinativos jerogificos;® sin embar- 20, en otros contextos no apatecen esos de~ ferminativos al final de tales nombres. Bs més Tegitima ta aplicaci6n del téemino en el eas0 de los determinativos que enmarcan uno 0 iis signos para categorizarlos como un nom- be regio (cl sere), na fortaleza (ff, muro con contrafuertes), un asentamiento 6 un fiedo (0), espacio cercado) o un edificio ({]). El jeroglifico para “ciudad” (@) probable- mente se us6 también como determinative desde el reinado de Djer en adelante, En al- ggunos casos, como el uso de [], no es seguro gue ese clemento no se leyera como una pala- bra aparte, como ocurte también en el caso del signo “tierra” (} que aparece después de los nombres de Libia, Asia y Nubia..? La misma cuestin se plantea con los nombres de cembarcaciones, como la mencionada en la Pa Jeta de Narmer (figura 1b). De nuevo, un cjemplo mis seguro se encuentra en el par de Piernas que se agrega a signos que quedan asi Categotizados como verbos de movimiento, en especial J (mi, “raer") y (i, “wenir”) documentados ambos en ia T Dinastia, y {Gm “ie"), que conocemos de la TI Dinasta Por otra parte, los dos compuestos similares “{'y H son probablemente una amalgama de ricura 3. Rétulo de madera de Aba. segin Pete, RT 2, tam. 11, Jt%, y+ SF, “producto del Alto/Bajo Egipto™ ‘Los compuestos significativos de este tipo son caracteristicos del uso temprano de los je~ roglificos. Son poco conocidos en sumerio, donde sin embargo puede aparecer una fusion simple como 3eai> (lu + gal, “rey”, literal- mente “hombre grande”). A la izquierda la fi- gura 3 muestra un ejemplo egipcio complejo de la I Dinastia. Como acabamos de indicar, el nombre regio esta encerrado en el sere, el cual esti coronado por un haleén que designa a Horus. El rey es “el Horus Aha", y las ga- ras del ave sujetan la maza y el escudo que cexpresan la palabra 34°, “luchador”. Esa idea se repite agregando al srekk otro par de bra- 20s, uno de los cuales blande una maza para dar el golpe de gracia a un cautivo arrodilla- do, sujeto por la otra mano. El cautivo lleva el rétulo “Nubia”. Los signos compuestos siguieron utilizindose durante todo cl Viejo Reino y después, pero los jeroglificos se pre- sentan con frecuencia en una secuencia disere- 12 de elementos fonéticos e ideogrificos, Jo que a su ver facilitaba la relacién complemen- ‘aria de representaciones e inseripciones que sélo se realizé plenamente después del perio de arcaico. Incluso cuando se combinan dos signos, los componentes y su relacién son claramente reconocibles. Por eso se evitaron los mecanismos como el mencionado ante- riormente si no hubiera sido as, la escri~ tura podria haber proliferado como ocurrié com Ia escritura china. Tal como ocurrieron las cosas, en lugar de los millares de caracte- res necesaios para escribir el chino, los egip~ cios, hasta final del periodo faraénico en 342 a.C., se ls arreglron con poco mis de cuatrocientos, y el significado de muchos de ellos era evidente. Con cl paso del tiempo, el aprendizae del hicritico fue requiiendo un esfuerzo crecente, a medida que los signos se volvian cada ver mis abstracts y las ligadu- ras cada ver mis frecuentes, pose a que siguis siendo un equivalente crsivo bastante exacto de Ia escrturajeroglfica Es notable ia escasa semejanza del reperto- ro de signos egipcio con los primitivos pic- togramas sumerios. Algunos de los signos podrian derivar de emblemas o herramientas indigenas anteriores a a esritura, como | (el w3s-ceto)inciso en wna vasija de tapa negra de Nagada, 0 la ya mencionada vasija mon- tada sobre pics himanos, ain mis antigua, que tiene una extra semejanza con el signo |e" La impresionante variedad de marcas de ‘asias predinisticas ha convencido a algunos de que deben ser consideradas como una for~ rma de escritura, pero con la evidencia dispo- nile es preciso forzar un poco la ereduli= dad. Ademis, como ha sefalado Alexander Scharff, hay toda otra serie de objetos con je~ roglificos pintados que evidentemente perte- necen al final del periodo predinistico."? En- tre ellos hay implementos como { (la maza piriforme), | (daga), = (cuchillo de peder- nal), 6, , © (vasjas), asi como el serekh, que representa una pared de ladrillos en panel Con base en todo lo dicho hasta ahora po- demos ir un paso mis alli. El sistema jerogl fico no parece haber pasado por un prolonga- do periodo de incubacion, y es perfectamente posible que haya sido inventado por un solo individuo. Recordamos a inventores mis re- cientes de escrituras bastante diferentes de las que las inspiraron, entre ellos Sequoya, que invent6 un silabario para la lengua cherokee, y el rey Njoya, que invent6 un sistema de al- rededor de mil jeroglifcos estlizados, en par- te ideograticos y en parte sildbicos, para el bbamiin; este dlkimo caso es particularmente interesante porque rapidamente fue refinado, entre 1900 y 1918, convirtiéndose en un sis- tema casi totalmente fonético de sélo setenta signos. Pero a diferencia de Sequoya y del rey Njoya, el hipotético inventor de la escritura egipcia era evidentemente un talentoso dibu- Jante; al diseftar el sistema jeroglfico ere6 si- rmultineamente un nuevo estilo artistico, un EL ORIGEN DE LOS JEROGLIFICOS EGIPCIOS 6 estilo que trataba de presentar las formas con Ja maxima claridad, a menudo combinando para ese fin una multiplicidad de puntos de vista, Ya se ha observado que en lugar de convertirse en abstracciones iereconocibles, ‘como en el caso del sumerio, esas formas fue ron haciéndose cada vez mis naturalists y precisas; un buen ejemplo de ello es el halcén encorvado que corona el sere de los prime- ros reyes, cuyo lomo empers a enderezarse en el roinado de Aha y que asumi6 una apa- riencia mucho mis clegante y convincente durante los reinados de sus sucesores. Ota prucba de la relacién entre la escritura y el arte es que en el Antiguo Reino se utilizaba el mismo verbo, 243, para “escribir” y “pintar”, aunque habia un término especial, 233qdw, “escriba de contornos", que generalmente distinguia al dibyjante:” Las limitaciones del espacio impiden exponer con més detalle este aspecto del tema, pero podemos decir que en ninguna otra civlizaci6n estuvieron tan amal~ gamados el arte y la escritura La evidencia sobreviviente del primer uso FICURA 4, Mara-abeaa ceremonial de Narmer (lta el ex teemo derecho). Segin JE. Quibell, Hiraknpas, vol 1 Londres, 1900, lim. 28, oura 5 Rétulo de madera de Den. Segin Pere, RT I im, 15 (16) de la escritura en Egipto puede resumirse asi, con referencia a las figuras precedentes 0 si- guientes: 1. Objetos ceremoniales, como la paleta cos mética de Narmer (Bgura 1) y las caberas- maza de Narmer (figura 4) y Escorpién. 2. Estelas que marcan las tumbas de reyes, tuna sola reina, personajes menores y perros mascotas. 3. Rétulos unidos a bienes colocados en cum= bas regias, algunos fechados por aconteci- ‘mientos de un aio especifico del reinado (figuras 3, 8) 4, Sellos de reyes, reinas y dignatarios (figuras 6.7). 5. Inscripciones en vasias de cerimica 0 de piedra, que generalmente identifican al pro~ pietario ylo el contenido (figura 2) La primera clase de inscripcionesincluye el mejor conocido de todos los monumentos del petiodo arcaico, la Paleta de Narmer, cuyo reverso es un buen ejemplo del uso comple- mentario de jeroglificos y figuras mayores. Si bien es relativamente comprensible, es de nuevo un buen ejemplo de cuintos detalles de Ja lectura y la interpretacién siguen siendo in- a >> yo - 2b a Ss a A a ~ 98 Db | ELORIGEN DE LOS JEROGLIFICOS EGIPCIOS 71 tillero” Io de oo! Para la primera narracion de cierta exten- sién debemos esperar hasta cl final de I I Dinastia, la inscripcin biogrifica de Metjen ( 2600 2.C); esti formada por frases muy sencillas, pero muestra un uso més abundante de determinativos, que ahora adoptan regu- larmente a forma de signos separados, colo- cados al final de las palabras.*! Entre la evi- dencia mis abundante de las dinastias posteriores del Antiguo Reino (IV a Vill), gue incluye biografias mis extensas, copias Jjeroglificas de decretos, contratos fimebres y testamentos, asi como cartas y cuentas del templo en hieritico, hay una sola copia jero- glifiea de un contrato de compra de una pro- piedad —una tumba.® Aunque es muy poca Ia evidencia de tales transacciones en hicritico que ha salido a luz, este documento prueba sin duda posible que los egipcios registraban twansacciones econémicas igual que lo hactan los sumerios, y de nuevo destaca la importan- cia que debemos atribuir a los perecederos papiros que se han perdido, en comparacién con la abundancia de tablillas de arcilla, pric~ ticamente indestructibles. Un examen del desarrollo de los antiguos sistemas de escritura de Egipto después del periodo arcaico superaria con mucho los limi- tes de este capitulo, Baste con indicar que tanto el sistema jeroglifico como el cursivo continuaron floreciendo y suftiendo modific ciones ortogrificas y representativas aun més alli del periodo de estancamiento cultural, acelerado por las conquistas asiria y persa en los siglos vu y vi aC. El destino final de la cescritura jeroghfica lleg6 con el progreso del cristianismo, que lev6 a Egipto un alfabeto derivado principalmente del griego, utilizado ppara escribir la iltima fase de la lengua egip- ‘ia, llamada gencralmente copto. Después del advenimiento del cristianismo todavia subsis- ticron en el Imperio Romano algunas areas, dispersas en que continué existiendo cl interés cultual por los jeroglificos, pero para la ma- yor parte del mundo y de su historia este sis- 1 segundo para “el sellado de todo 72 EL ORIGEN DE LOS JEROGLIFICOS EGIFCIOS tema de escritura ‘nico qued6 como un mis- terio aislado con muchos enigmas sin resolver —misterio que por cierto llamé la atencién del mundo clisico y la Europa renacentista, Ievando a la ereacién de muchas inscripcio~ nes seudojeroglificas. Pero la escritura en sentido estricto no Hegé a ser una de las ex- portaciones culturales importantes de Egipto. Aparte de la influencia de los jeroglificos y el principio acrofénico en el alfabeto pictogs co del antigo canaanita, que Frank Moore Cross analiza en el capitulo siguiente, y la de- rivaci6n egipcia de unas pocas letras del alfa- beto copto, el sistema jeroglifico de escritura desempeiié s6lo un papel muy pequefio en la ‘evolucién posterior de las escrituras del mundo. BIBLIOGRAFIA ADICIONAL André-Leickman, Béatrice y Christiane Ziegler (comps.), Naissance de Vertue: Cunéformes et hi reglyphes. Catélogo de una exposicién en el Grand Palais, Paris, 7 de mayo-9 de agosto de 1982. Profusamenteilustrado, con extensos co- mentarios y trabajos de muchos estudiosos Edgerton, William F., “Egyptian phonetic writing, from its invention to the close of the Nine- teenth Dynasty", Journal ofthe American Oriental Society 60 (1940), pp. 473-506. : Fischer, Henry George, L'éaiture et art de Egypte “anceme, Essaiset Conferences, College de France, Paris, Presses Universitaires de France, 1986. 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Gardiner, en “Egyptian hieroglyphic writ- Ing” Jornal of eyption Archaligy 2 (193). p. 74, pien= sigue purde ser una grafis totalmente fontia de un nombre de persona, igual que Werner Kaiser en "Einige Bemerkungen zur igyptischen Fethecit™, Zeischrift far Aayptiche Sprache und Alterinshunde 91 (1964), p. 89, Los ‘enmigas vencidor en la pare inferior de Is paleta tam= bien estinrotulados; cl sgno de Is drecha, que repre~ ‘senta un papitoy un tllo paraido (Lodsig Keimer, "Alt Sgyptische Naturgeschichte", Kiwi 2 [1929], p. 100), no pede representar "2000" (Roth Amira, "Note on one Sign in the Narr Pale, Journal ofthe Ameran Re- {each Contr in Egypt 7 [1968], p. 127), peo 0 signiea~ {do sigue sind ddos, al igual que s relaion con el, tecinto-fortlera dela taguierda. Sia embargo algunos than conjeturad que los dos signos pueden eeferse 2 Suis y Menfis (vease HLW. Maller, "Gedanken zur Entt- chung. Interpretation und Rekonstruktion altester 2gyp- ‘cher Monumentalarhieckeur™ en Agypien: Deter wad Wandel, Deutsches Archiologisches Iastct, Abreu Kaito, Sonderacrift 18 [Mais Philipp von Zabern, 1985), p Ih. 30, PAL]. Atkll "Was King Scorpion Menes?, en Ar riguty 37 (1963), pp. 31-35: 6 feagmentarias mazas- beta de este sc) lo mestan haciendo la corona tanto {Et Alto como del Bajo Egipto. SW, Kaiser y Gunter Dreyer, "Umm el hay se ee de deca a aguierda, 2 pesar de queen fst verdes para adapts a nora otc de icc 2 Jagen Oning, Die Ninn des Aeptice, Mains, Pip vom Zabern, 1976, pp 168 69 7582758. "3 RT 2, ims. 26-27 JL, de Cenival, en Beatie AndcésLeican y Chitiane Ziegler (eds), Nese de "entre: Cane lps, Pa’, Eins del Réunion dex Manes Nana, 1982 RT 2, im. 13 3} an empl iguamente tmprs~ no debe verse tal ver ene Is pltaprovodnssten Que aparece en Scots, Hip, lm. 3 (5 ©. eto odds reprscnar pr, sera", acs que Wr Teck, “Gedanken om Urseung” lterpreta eb ecaa- ajo come ua ra Ee mie probable que To sel s0= pesto "Horn Ro” (QS) par ele vase In 3 spe también gemplo sar gue Sehote athe, 119) 4 Facher (The evolution of compost heoalyph" eroption Masco Jornal 12 (1977. p. 7) ee wr ve ten puede representa ls misma palabra Sates pronominal: RT 2, bin 26 (63): el nom= bre femenine Hip 2STLG. Fischer, Ein sd, vo. 2, Nucwa York, Mesroplitan Muscum ot Ar, 1977, pp. 3-4 in embargo, en apts Jos pimeres teats his tsrcos de Sumer sian los detconinatives mucho me- nor de lo que siren ls tas lei °° El predominio de na Rigs femenina terminal cuando no fay ningin “dcteminativo™ presente en m= Shes ous casos se exp uid pore so del Angee Reino sbvee cual verse Fchen Redurne determic tative inthe OL Kingdon", Mepton Mur Jura 81973). pp. 7-28. ST EY emp mis claro conesponde a Anedib: PL cau y J-P. Laver, Pyromie3 Des vl 4 El Caio, Instat Frage Archtologie Oneal, 1989, im. 7: pura aparcones anteriores dl signa Die y Die), wése RT-2, lim. 16 {148} RT 1, li. 18 (sgn Kaplony (AR, p. 765) ete in debe lee nib (Kab) 5! Reepados como determinatves por Scot, Hie siren ot p 1. ara tdo eto wéase Fischer, “Evolution of com- poste hieroglyphs, cts p.7. Ceretament interpreta por Schott Hieber cit, ps 299 im. ? [fig 1) ls aernativ proposes por Ey. Brovarski em “Hor-aba and he Nubians” (Sap ¢ (1977-1973) es insosenble 53 che, "The evolution of compost hieroglyphs". itp 7-8 3 Durante period eeco-romano prlfearon a> cho los craters en a onto cipogr es venta por lr sero STWLMF Psi, Nod, Landes, 1996, li. 52 (2). b 3 Fischer, Litre t Pat de Egypte ancome, Pats, Preses Universiites de France, 1986, p. 44.9.6. 3° Wiliam S. Atmest, The prdynatic erin of Egyptian irgyps, Washington, D.C., University Press af Amer Tes, 1982; bien evaluado por Ray, "Emergence of wrie ting itp 308 "0 Alexander Schatf,“Archiologiehe Beitage zur Frage der Enetehung der Hierogyphenschnif”, en Sit _sumpsbevchte der Bayrichon Ake der Wises, Phithis, Ab, 1942, Het 3, Munich; W. Westendor, “Die Anfiage der Altggypeichen Hieoalyphen". Fie ‘Schnfizengnise der Monet, Govtingen,Joachin| Jungs Gosellechae der Wisenschaften Hamburg, 1969 #5, hace mis hincapié en el origen anterior de algunos 1c los signcs y cre, aI contaio de lo que yo sostengo tnis adelante, en una evoluon gradual del esritara en Epgipto. que tendria sus recs on It iconograia relgiosa 1S avid Ding, The alpha, Londres, Hutchinson, 1968, pp. 107-109 amin), 128-130 (cherokee); Hans Jensen. Sin, sel and wit Londres, George Allen & ‘Unwin, 1970, pp. 218-221 bam), 241-243 (cherokes). “Para a tramlteracon de 233 ease Gardiner, “Egyp ian hieroglyphic writing", p. 65 2. ‘0 Veae Fischer, "The ancient Egyptian aivudes towards the Monat, en Anne E. Farkas, Prudence (©. Harper y Evelyn B, Harrison (ds), Moses and de- mons the ancient and mesial wo: Paps preset a for of Edith Parada, Maine, Philipp von Zabern, 1987, p18 yn.20 4 Schott, Hiealyphin, it, p. 23: ef Schenk, LA, vol, 5, cal. 723 “SH Kees en Zest fr Anypioke Sprahe und Al tertumskunde 82 (1957), pp. 38-62; LES. Edwards, Cam- rede ancient history, wok, p37 % schot, Hinehyphon, cit, p- 25: ef Schenkel, LA, vol, 5, col. 723 'F eotgang Hele, Uniesachngn 24 de Beamtetic, Ghickstad. J}. Augustin, 1954, p94 (en ls dscasiones mencionadas en Inn. 9 pra, Helk piensa que el signo 5 indescifable), La lectra wdpur se asa en la forma y la tvientacon de ete sgno en la maza-cabeza de Escorpion; ‘tts fo han interpretado como hm, "sacerdote “ Kaplony, JAF, p- 994, siguiendo a otros, pienss que ts roseea podrlarepreventar la planta nt, "Fey"? wise ta desde arba, Para oto empl temiprano de este signo fn un contexte similar, vane Bruce Willams, "The lost pharaohs of Nubia", Arcatogy 33/85, octubre de 1980, pr. 16-18 55, Cura lega a cs concusin en sus “Annotazion! su geroglifiaareaii”, Zea fr Ape Space wnd ies CE ee roseta similar e+ un motive comin y temprano en Meso~ potamia (ps W. Onhmann, of, Do Ale Oven: Prop Tien Kinsigoshich, vo. 14, Berlin, Popylaen Verlag. 1975, lim 10) Pero no hay evidenca de qu los sume thos socaran ese signa con el wsado pata "dios EL ORIGEN DE LOS JEROGLIFICOS FGIFCIOS 75 % sehoxt, Hioeglphen, cit, pp. 23, 123. 5 Fischer, Egan Stale 2, p. 1s. Vane G, Godron, “Deux notes dépigrphic thin te", Rene dEgypsogie 8 (1951, p. 99, que prefers leer 1 822 000 cabezas de ganado mayor mer” Para el signo ie invertido en “albasto” wésse JAE, 28, 5 Hay oto eemplos de ete tipo, fechados con me~ ros seguridad, en P-Lacau y J-P. Laver, Pyramide 2 De 6, vol 5, £1 Caito, Init Franais d'Archéologie ‘Oriental, 1965, pp. 22-24; wease también as medidas en pp 2431 5 Hemaka, 41, El jecogifico que muestra los instru~ rmentos del excribs se conoce aparentemente desde el i= fio de Semerkhet (RT I, lis. 34 [43]. 36 143). EL je~ oglifico que representa un rollo de papitosellado se Conoce desde el reinado de Sekherib en la dinasta six tgoiente (RT 2, i 21 [164). Para referencias ala Pied de Palermo y otros fhagmentos véase Heck en LA, vol. 4, cols 682-684 7 Raymond Faulkner, Plral and doa ino Eyton, ‘Brusela, Editon de la Fondation Egyptologique Reine isabeth, 1929, p. 21. En un segundo caso (RT 1. p. 21 {28)) tos teazos del paral podsan representar el nimero 5, puesto quel lecture dele sgnos precedents es 1o= ‘diva inci ‘De Cenval describe wna tablill similar en Nason de Feet. p66. SH, Junker sugire, com traduccin akermativa, "de Ja que se reatan toda le conas buenas que ba hecho” (Die Grabungen der Universitit Kaio auf dem Pyrami- Senfekd von Gira", en Mitedngen des Dawschen Arka shen Insti, Abang Kao 3 [1932], pp. 138-139), pero Esta mo se adapta tan bien 2 a version anterior, ue Smite el advo "buena “© La palabra cuesionable, dij se toma habitual- mente como wna graflainvertida de jd para el resto véa~ se Kaplony, JAF, 1143, y Edwards, Cambridge Ancient Hiaory wo) p31 Par tefeencias véase B. Porter y RLB. Moss Topographic biography of ace Egyptian texts, vO 23, Memphis, 2a ed tev. por. Milek, Oxford, Oxford University Pres, 1974-1981, pp. 493-494, ‘Para referencias véase si, p. 25; aul se denomina ‘compra dena eats para In interpreacién de "casa" ome “tuba” véase Fischer, "Notes on the Malla in- Seriptions an some contemporaneous texts", Wiener “Zetlif f ie Runde der Mongntnder 57 (1961, pp. 0263, Pars algunos restos sobre papiro comparables (aunque menos completo), véase Paule Posener-Keege. Le pri des offer en Festschrift Elmar El, ed. por Manfred Garg y Edgae Poach, Bamberg, Mantied Gore, 1979, pp. 318-321 ‘ot Yease Erk Iversen, The myth of Ep ond its hier _thphs, Cope, Ge Gad Publishers, 1961

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