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Memoria Saciedad Vol 10 N* 2 Joo Hiciembre de 2006 Maria Cristina Navarrete* La representacion jesuitica de los etiopes del siglo XVII desde las Cartas Anas *~* Abstract One of the main established policies by the Jesuit Order to the provincials was to write annually the chronicles of the events of their respective jurisdictions, These reports are known as Annuas Letters and were directed to the Jesuit General in Rome, The seventeenth century letters from the New Reign and Quito, specifically those related to the Cartagena School tell facts about the Africans brought to the New World as slaves. Therefore, these letters elaborated representations about the Ethiopians, especially in relationship to their religiosity. They evidenced an imaginary from which the Jesuits created their own method of catechizing. Besides, they developed a vision about the Cartagena city and port from the geographi- cal and anthropological perspective. Resumen Una de las politicas establecidas por la Compania de Jestis fue ordenar a los provinciales que escribieran anualmente la erinica de los acontecimientos de sus respectivas jurisdicciones. Estos relatos se conocen con el nombre de Cartas Annuas ‘iban dirigidos al general de la compafita en Roma. Las Cartas Annuas del siglo XVH de la provincia del Nuevo Reino y (Quito, especificamente las que hacen referencia al colegio de Cartagena narran hechos relacionados con los africanos iraidos al Nuevo Mundo como exclavos. De alli, que las Cartas Annuas hubieran elaborado representaciones sobre los {ttiopes, especialmente en lo relacionado con su religiosidad. Evidencian todo un imaginario desde donde los jesuitas Crearon un método propio de catequizacion. Igualmente, desarrollaron una vision de la ciudad y puerto de Cartagena desde la perspectiva geografica y antropolégica Key words Annuas letters, Jesuit Company, Cathechesis, Provinces, Jesuit schools. Palabras clave Cartas Annuas, etfopes, Compania de Jestis, catequizacién, provincias y colegios jesuiticos L Ideas preliminares — terpretar ta representacién que los jesuitas del colegio de Cartagena tenian sobre los etfopes del siglo XVIL El presente articulo esta basado en una investiga- cigh breve organizada a partir del estudio de un texto Para tal intento han sido de gran valor las ideas de particular, las Cartas Annuas, cuyaescrituraestéinvestida Roger CI sr en su ensayo El mundo como repre- de una especial significacién. Estas cartas permiten in- sentacidn cuando afirma que los historiadores al tra- * Profesora Titular de In Universidad det Valle. Correo electenico; manavarr @emeali.net.co ‘¢ Este articulo es resultado de la investigaci6n “Las Cartas Annuas de la Compaiia de Jestis en el sigho XVII" ca de los etiopes del siglo XVII desde las Cortos Annuas, Marta Cristina Navarrete, Piginas 85 - 106 i 4 i & r 4 Memoria 6 Suciedd Vo 0 N* 21 Join iciembre de 2 tar de pensar los funcionamientos sociales exentos de una particién jerarquizada de las practicas, han intentado descifrar de distinta manera las sociedades procediendo de la consideracién de que no hay préc- tica ni estructura que no sea producida por las repre- sentaciones, por las cuales individuos y colectividades dan sentido a su propio mundo! De particular importancia ha sido el concepto de re- presentaciGn desarrollado por Chartier quien al refe~ rirse a los historiadores del antiguo régimen, lo expli de la manera siguiente: “Construir la nocién de representacién como el instrumento esencial del anilisis cultural es otor- gar una pertinencia operatoria a uno de los con- Ceptos centrales manejados en estas sociedades. La operacién de conocimiento esta asf ligada al utillaje nocional que los contemporaneos utiliza- ban para volver menos opaca a su entendimiento su propia identidad™. Los etfopes o gente del rostro quemado, como Iama- ba el padre Sandoval a los pobladores del Africa ne- gra, sufrieron las consecuencias del desastre demogréfico de la poblacién indigena del Nuevo Mundo’. En la segunda mitad del siglo XVI y duran- te los siglos coloniales fueron traidos forzosamente a los territorios de la América espafola. Dos puertos, Cartagena y Veracruz, fueron habilitados para recibir los barcos atiborrados de africanos sometidos a cau- tiverio, procedentes de dreas geogrificas diversas con culturas, lenguas y religiones diferentes. La condicién de sometimiento expuso a los recién Mlegados a Ia pérdida de sus legados culturales los, cuales Se vieron enfrentados a un proceso de transculturacién‘, Era necesario, que entre otras co- sas, adoptaran la religi6n del grupo dominante. Sin embargo, la educacién religiosa de los esclavos no fue una preocupacién de la corona espaiiola. Las primeras ordenanzas relacionadas con este hecho te- njan que ver con la prohibicién de introducir escla- vos que habjan estado en contacto con judios y musulmanes, Durante el siglo XVI no existi6 una le- gislacidn explicita que promoviera la cristianizacion de los esclavos negros del Nuevo Mundo y fue hasta el siglo XVII que la preocupacién por la evangeliza- cin de los etfopes se hizo evidente, quedando en manos de frailes y sacerdotes doctrineros la cuesti6n religiosa de los esclavos. Ninguna institucién en for- ma oficial se responsabiliz6 por la suerte espiritual de los cautivos negros’ El funcionamiento de las doctrinas para los esclavos negros tuvo innumerables dificultades que presenta- ron los obispos, los propietarios de esclavos y los mismos parrocos sefialados para esta labor. Por esto la Compania de Jestis decidi6 asumir la responsabili- dad de la instruccién religiosa de los etfopes. En las ciudades donde la compaiifa tenia colegios de debia asignar a un padre y a un hermano para que recorrieran los campos y catequizaran a los esclavos que en ellos trabajaran y a otro padre para que los, atendiera en la ciudad. Este debfa poco a poco con- formar una parroquia de negros, conseguir una igle- sia para celebrar misa y predicar a los esclavos los dias de fiesta y por la tarde ensefiar el catecismo. Con Jos més aprovechados fundar una congregat Acordes con estos. principios, los jesuitas, especificamente en Cartagena, fueron quienes em- 1 Chartier, Roger. El mundo como representacin, Barcelona, Gedisa. 1992. pag. 49. 2. Chartier. R. El mupido como representacisn, como lo expresa Alvaro Acevedo Taravona: “Ora funcion de [Brandes ideas. sino corho la ente comin enti ef mundo. 57. El concepto de representacign tambin es: ivexpresa Alvaro Accu toa Sf intone fast cetera como epensact dec cm alla ie sa. sind como la gente comun enteric el mundo.” “os Rtomas dela historiografta, La historia politica y del ndido en este artfeulo de la manera ho séloua la manera de una representacion de tas 'yposteriores. Iiento™. Historia y Espacio, nv 25. Universidad del Valle. Cali. 2008. pa. 128 3. Etiope, hombre de rostro quemado, es el tmino utitizado por et padre Alonso de Sandoval, en su obra De Mnstauranda Aethiopum Sale que el misino tragce como Trad de coma se ha de restatrar la salvacion de los negro, par denotar& low alrcaies neeos Grow attores de los siglos XVI'y XVI tambien tsan este termino para referise 4 fox negros. Lur Agmans Nia SBrajerta» peconstraccion le ideas enor aficanon sus dencenghentes la Nu Grenada. glo XVI 3 tie al hijo de Vuleano que rena en Etvopis, Bogond ibe fitnaturaers de ts etopes que comunmene Ham ye en Pingo gue Hama n sit Sandval, en el capita, jue hace dl nombre “eto elemento dl fees, Siclaviiud, Madrid road iniza Baitorily (98 Pa Ua eventualizac Rico. El ‘Alirespecto dice que Etiopia tue Takada iin tomo la denbminacion de etiope, det hijo de Vuleano oiror afin que evope vena del verbo creo. gue es foun decir ctiopes ae Hombres de tr ieee Sie aa ova (OST pag Ueto ey ea se ts er de “canta raza “etnteidad’ en Colombla™ expuestaen fa reumion esenteanicul utliza el ermino etiope parm relerise& le pueblos negros de Alfie iceen fies So cara mos nestor expiiea ka istero de Dor algunos doctores Ethert, estera, echo, 0 ilo. Alonso de Sandoval. Un ratade sobre fa sados del termin etfope en Alonso ‘aeridades dela “dlapgrs affcana’ hacia ASA amar, 2000 ch San Juande Pert “fistoriidad de 4 Por wansculturacin se entienden los fenémenos resultantes cuando grupos de individuos con culturas diferentes entran en contacto, on los consiguientes eambios ent fs patrones de Sus obras, téxico, Fondo de Cul 5 Lavi, Javier. “Iglesia y esclavitud ra Bconsmicn, 1952, pag culroxginal de uno de Tos grupos ode amos. Herskovits, Melle hombre Doctrina para negros, Barcelona, Sendai, 1989, pigs. 45 y 47, 6 Pacheco, Juan Manvel, S.J. Los jesutas en Colombia, tI, Bogoti, Editorial San Juan Eudes, 1959, pig. 246, prendieron una labor catequizadora impregnada de humanitarismo que estuvo en manos del padre Alonso de Sandoval quien desempeiié el “ministerio de los negros” desde 1605, cuando se instalé la casa de la compafiia en Cartagena, hasta 1652, afo de su muer- te’. Lo acompaiié en esta empresa el padre Pedro Claver a partir de 1616*. Después de la muerte de los dos jesuitas, los miembros de la orden continuaron atendiendo las necesidades espirituales y fisicas de los bozales y ladinos’ de la gobernacién, Sandoval escribis el primer tratado de cémo realizar cristianizacién de los esclavos recién llegados de Africa. Obtuvo informacién sobre el transporte, |: condiciones de traida de los esclavos y sus formas de vida en Africa, a través de lecturas eruditas, por 6 rrespondencia con jesuitas que vivian en Africa, en conversaciones con viajeros, mercaderes de esclavos, pilotos y capitanes de navios y a través de la propia experiencia en el contacto con las diversas castas"” de africanos arribados a Cartagena. La labor de los jesuitas ha podido conocerse y tras- cender hist6ricamente gracias a que 1a orden tenia entre sus responsabilidades dar cuenta de su trabajo misional a través de las Cartas annuas, que, para el historiador contemporineo, se constituyen en fuente mite descifrar, entre otras cosas, las que la narrativa de las cartas expre- san sobre los etiopes, El presente articulo parte de varios interrogantes sus- citados por el contenido de las Cartas Annuas. Su “objetivo es darles respuesta a través de la lectura interpretativa juiciosa de las cartas de la provincia |jesuitica del Nuevo Reino y Quito, correspondientes al colegio de Cartagena, durante el siglo XVI. La lectura de las cartas Hev6 al planteamiento de cuatro preguntas fundamentales. La primera de ellas, busca explicar lo que eran las Cartas Annuas y st signifi cado para la Compania de Jestis. La segunda, apro- vecha la informacién que las cartas ofrecen sobre el contexto en el que se instalaban las casas, los cole- gios o se desarrollaba la labor misional para descri- bir la vida social y la casa jesuitica de Cartagena, La Nemoria§ Sociedad Vo. X21 Jli-Diiembre de 2006 tercera, esta relacionada con el propésito central del articulo y tiene que ver con las representaciones Jjesuiticas que manifiestan las cartas sobre Ia pobla- cién etfope. La cuarta, da cuenta de un hecho inusita- do en el devenir hist6rico de la ciudad y fue la presencia de un embajador del reino africano de Arda en 1657. La quinta, intenta resolver las inquietudes ‘que condujeron a un debate sobre la legalidad de los bautismos de los bozales celebrados por los jesuitas en Cartagena. Il. é0ué entendemos por Cartas Ammas? De manera breve y sencilla se puede afirmar que las Cartas Annuas eran documentos que se escribian anualmente y que eran enviados al general de la or- den en Roma, en los que se relataban los principales hechos acontecidos en una provincia jesuitica duran- te ese periodo. Se nutrian de los escritos que anual- mente remitian las casas y colegios regionales a su respectivo provincial. Estas crénicas o relaciones sir- vieron para preservar la historia de la orden; eran Historia Domus, es decir, historia de la casa, escrita por cada una de las comunidades. No eran literal- ‘mente cartas puesto que no pertenecfan al orden epis- tolar, mas bien, eran crOnicas de cardcter hist6rico. El jesuita Juan Manuel Pacheco dice que entre los miembros de la Compaiifa de Jestis se llamaban Car- tas Annuas a las extensas relaciones en las que se consignaban los principales sucesos de cada una de las casas de la provincia" Las Cartas Annuas hacen parte de la tradici6n narra- tiva milenaria de Ia que habla Lawrence Stone. Aun- que no pertenecen a una “historia cienti ala manera de Ranke, si constituyen una “historia domus”, especie de cr6nicas con una composici6n narrativa de gran validez hist6rica. Fue un modelo ideado por los jesuitas que se convirtié en elemento de cohesién de la orden. Actualmente, cuando cierto ntimero de “nuevos historiadores”, al decir de Stone, 7. Datos sobre la vida y obra de Alonso de Sandoval en Pacheco. Los jesuitas en Colombia, 1 pigs, 247-268. Tambign en Pacheco, Juan Mamacl "El macsto de Clave’ provincial le pombre al pace elite Claver apostol y bienhechor de tos negros 1575, page 88, Epuren’ an A. 8) Tica 35.30, Bopotd, 1975, pe. 76, padre Alonso de Sandoval’ Revise Javeriancy n? 43. Boge 1984. pags. 140-155. 8 El padre Sandoval recurrié al general de la compatiasolicitindole el nombramicns i Efaver. Pedro Claver recibio su ordcnacion Elpadse Sandoval en laevangelizacin de Tos esclayos. A ello se dedico ha "Rovio de fs Academe Colombiana de Historia Ketesiésticg, nv 29-30, Bogod, iowa fenie la asa exclavizada™ Revista dela Academta Colombiana de Historia Ectestd ‘de un colaborador en su labor eatequizadora: el Slot en Cartagena en Loloy se le destino 4 acon Seu muerte en 1654, Pacheco, Juan Manuel, SJ.'San © Por bozal seentendlia al esclavo afrieano recign llegado que todavia no conoeta los rudimentos de la Fe, de la lengua castellana y dela ‘Cultura, Ladino era el que ya tenia concei 10 Por casta se entendia la “nacion {so para signifiear el resullante del cruce de espanol 11 Pacheco, “San Pedeo Claver..” pig. 89, tos sobre lt cultura espaitol es decirel grupo afrieano cultural lingisticn vo politico de donde procedi jgena 0 ace y teloe ss mestizos ceselavo, También se La representacin jesuitica de los etiopes del siglo XVII desde las Cartas Annuas, Mara Cristina Navarrete, PAginas 5 ~ 106 Nemaria & Sociedad -Vol. 0 X21 Juli iciembre de 2005 std regresando a lo narrativo, las Cartas Annuas ad- quieren una nueva dimensién”, A pesar de la oposicin de algunos historiadores a una forma tradicional de narracién historica que deja de lado la historia estructural, Io que si es cierto es que el relato nunca ha podido ser totalmente abando- nado. Su valor se reafirma actualmente cuando los historiadores han emprendido una biisqueda de nue- vas formas narrativas!” Las Cartas Annuas son documentos valiosos para el historiador del mundo colonial hispanoamericano. Se, constituyen en fuentes primarias de importancia por- que consignan datos bastante fidedignos sobre el acontecer social de las poblaciones donde las casas y colegios de jesuitas estaban inscritos. De alli su uti- lidad para ta historia urbana. Este sentido se amplia al conocimiento regional y adquiere cardcter antropoldgico cuando se trataba de misiones en terri- torios de indigenas'* Sobre el origen e importancia de las Cartas Annuas podria decirse mucho mas. Su origen se enlaza con la fundaci6n de la Companfa de Jestis cuando san Ignacio elev6 la correspondencia al nivel de érgano ordinario de gobierno". Este hecho tendrfa innega- ble valor para la conservacién de los documentos y a existencia de un archivo para preservarlos. ‘A pesar de que en los primeros tiempos los compafieros. de san Ignacio eran pocos, el santo instituy6 un medio para prevenir los obsticulos de la dispersion y movili- dad, Por érdenes del Papa o por invitacion de los prin- cipes europeos, los jesuitas eran enviados a regiones tan diversas como Polonia, Portugal, India, Brasil y Ja- On, Era vital para el fundador y cabeza de los jesuitas, cconservar un control suficiente de sus miembros para ‘quienes no era menos importante sentirse parte de una ‘orden dotada de caracteres especificos acentuados en la formacién de un espiritu de cuerpo, Un medio eficaz era ta correspondencia asidua entre Jos inferiores con su superior: una circulacién de noti- cis que mantuviera al Corriente a los unos del trabajo de los otros. Los superiores, general y provincial tenfan ta responsabilidad de crear esta atmésfera, 12 Signe, Lawrence. “EI renacer de la narrativa:reflexiones sobre una nueva vieja historia” As 13 Burke, Peter. sidad, 1990, 4 Como dice el antropsiono colombiang Eduardo Restrepo, Fepresentaciones sobre InStitactonalidad en las 15 Lamalle, Edmond, §1 ‘Ant XXIV, 1981-1983, pag. 93, En la Constitucién de la orden se estableci6 la fre- cuencia de las cartas. Originalmente, quien estaba en misiones fuera de su sede debia escribir cada semana a su provincial; los provinciales seguirfan la misma norma con el general si vivian en el mismo pais, si no, escribirian mensualmente. Los superiores de las casas y colegios escribirfan a Roma mensualmente y el general se esforzarfa por responder a los provi les, al menos, una vez al mes'®. Con los peligros que representaba el transporte de los, ‘mares se tomaron dos medidas preventivas que se con- virtieron de uso comiin como férmula de escritura de las cartas. La primera de ellas era mencionar en el en- cabezado de la carta la fecha de la tiltima recibida de Roma y la fecha del gitimo correo escrito. Era impor- tante cl enlace entre las crOnicas, entre la anterior y la {que se escriba, para que no quedaran vacios de infor- maci6n. La segunda medida preventiva consistia en enviar las cartas, al menos, por duplicado por dos vias y rutas diferentes, En ocasiones se escribieron tres copias, dejando una para el archivo provincial. Aun asf, ocasionalmente, se perdieron algunas. LLos inicios de tas cartas propiamente dichas, como relaciones de los hechos de las casas y colegios, fueron modestos. Se establecieron las cartas cuatrimestrales, redactadas casa por casa, a menudo por uno de los miembros més jévenes de la comuni- dad, comisionado por el padre rector. Con el creci- miento de la orden, y después de una breve fase de transici6n de cartas Semestrales, se dio origen a las Cartas Annuas. Elesquema clisico de su escritura era organizar la relacién casa por casa. Con el crecimien- tode las provincias se opt6, hacia finales del siglo XVII, por una redaccién mas unitaria distribuida en capftu- Jos segiin las actividades principales tanto espirituales como apostélicas. Cuando el mismo superior asumia Ja responsabilidad de la redaccién, introducfa, ademis del relato hist6rico, una descripcién geogrifica y etnogrfica de la provincia correspondiente. Los asuntos tratados en las Cartas Annuas eran vas- tos: descripci6n de la vida de la casa y de la comuni- dad, sus conflictos, los festejos del colegio, noticias sobre incendios, epidemias, espectéculos teatrales y las nuevas construcciones emprendidas durante el Eco, n° 239, Bogotd, 1981, pigs. 449, 4S1y las Cartas Annuas son documentos de gran valor para entender no slo las ios eslavizados sing tamibich porgue arrojan Taces sobre Tos diferentes aspectos de Ta coun 91a ‘Comunicidn personal, agosto: 2000, archivio di un grande ordine religioso.L' archivio generale della Compagnia di Gest” Archivia Ecclesia, 16 Lamalle, E.“L’archivio di un grande ordine rligioso. ’ archivio generale della Compagnia di Gest”, pi 94. afio. Toda casa 0 colegio hacfa su crénica anual. En sta inclufan: las muertes de sus miembros acaecidas durante el afio, Ios nuevos huéspedes recibidos y las razones de su llegada, asf como acontecimientos so- bresalientes como guerras, terremotos © pestes. Po- dria decirse que la orden hubiera establecido una especie de gui6n que debian seguir todas las comuni- dades para dar homogeneidad a los diversos relatos. Generalmente las escribia un cronista pero el supe- rior era el responsable, aunque no siempre aparecie- rasu firma, Las Cartas Annuas se hacfan circularentre las principales casas de la provincia y se lefan publi- camente, en el refectorio, durante las comidas. En el Archivo de la Compaiiia de Jestis (ARSD)” de Roma, se encuentran las Cartas Annuas del siglo XVI, de la provincia jesuitica del Nuevo Reino y Quito, Son, documentos de gran valor para el estudio hist6rico y antropolégico de los africanos, lamados etfopes en ese entonces, recién Hlegados a Cartagena, puerto de en- trada al continente suramericano. De allf la importan- cia de la correspondencia de esta provincia, que inclufa la casa y posterior colegio de Cartagena, con la casa general de la compafifa en Roma. La primera casa de la compania que se fund6 en lo que seria el territorio colombiano, fue lade Cartagena. En 1604, por el mes de julio, legaron en los galeones, cuatro sacerdotes y dos hermanos para la fundacién de ésta. La ciudad los recibid con muestras de afecto Para 1605 ya estaba fundacda la casa. Ese mismo afo lleg6 a sta sede, procedente de Lima, el padre Alonso de Sandoval Aunque Sandoval haba nacido en Sevilla, Espafia, desde nifio se trasladé con su familia a Lima donde su padre ocupaba un importante puesto al servicio de la burocracia colonial. Desde su ingreso a la casa de la compatifa de Cartagena, hasta su muerte a media- 17 La sigla equivale a Archivium Romanum 8.1. Para la provincia del Nuevo Reino y Quito, espect Nemoria& Saciedad- Vo, 10 N* 21 Jali icimbre de 2006, dos del siglo XVII, dedicaria su vida a la atenci6n de los africanos recién venidos de su tierra y a la prepa- racién de su obra Naturaleza, policia sagrada i pro- fana, costumbres i ritos, disciplina i catecismo ‘evangélico de todos los etiopes, publicada en Sevi- Ia, en 1627. Los aiios siguientes continué trabajan- doen su obra y en 1647, se edit6 una versién corregida y aumentada del primer tomo de su libro mejor cono- ‘ido con el titulo De Instauranda Aethiopum Salute. Historia de Aetiopia, naturaleza, policia sagrada y profana, costumbres, ritos y catecismo evangélico, de todos los aetiopes con que se restaura la salud de sus almas, publicado en Madrid”. Particips en algu- nas misiones en las zonas de influencia de la provin- cia de Cartagena como Urabé, Santa Marta y la zona minera antioquefia de Caceres, Remedios y Zarago- za, Estuvo en Lima recogiendo informacién para su libro de 1617 a 1619. Fue nombrado procurador ge- neral de la provincia en 1620 y rector del colegio de Cartagena en 1623. Durante ei ejercicio de su activi- dad sacerdotal tuvo problemas con la inquisici6n por no expresarles “el debido respeto”, especificamente cuando era rector del colegio y con el obispo, porque éste argumentaba que los jesuitas se excedian en su competencia de bautizar a los esclavos, lo que debe- ria ser efectuado por los curas parrocos”. En 1610, los superiores del padre Sandoval lo des- in.como un sacerdote de treinta y dos afios, do- tado de buenas fuerzas, quien desde junio de 1595 pertenecfa a la compaiifa; en cuanto al tiempo y los estudios realizados se decia que tenia dos afios de artes, dos de teologia y dos de moral. No era gradua- do en letras y en la compaiifa habja recibido los vo- tos de escolar. Entre los ministerios en que se habia ejercitado en el desempefo de sus funciones sacerdotales estaban la lectura de latin, el de ministro procurador de la provincia y el de “obrero” de espa- fioles y negros”™. icamente para el siglo XVI, existen ‘arias carts angie su seenencia no cube tolos Ios sfios de esa centri, Es probable que em alguns aos ho se hulbierah escito, que ara otros se hubievan perdido gue cuba un per iNomo 1 recoge las eartas de 1408, 1606, 1608-9, 1 18 E122 compa ano de los eiates murs en el viaje 19 Es importante destacar la obra de Alonso de Sa lone ins cultura de procedena is eng ine treat de antropoioy loval enel side los at de varios anos, 53,1615, 1643-53, El tomo 13, las de 1658-1693, 16941698, 1693-1730. En eltomo 14 hay cartas de 1587 4 1673 y et'el tomo 15 de 1673 1735. junio de 1605, el arzabispo del Nuevo Reino escribié carta al rey en la que informa la legada, de doce religiosos de Ia ‘ios onde festantes fueron repariidos ttre Cartagena y Sé ef envio de por io menos dos docenas de religiosos puesto que se necestlaban ed Shcristanes, porteros otros mds para ir las misiones: Archivo General de Indias, Santa Fe, n° 2 npo de los e canoe traidos como exclavo al Ni iLgs Gartas del siglo XV. se encuentran en los tomos 12a 1. et os orgie pcalawes So ios aficanistas. Gracias a ésta es posible in iueve Mundo, Sus aportes son val 1 sobre sh, historia y soctologia. Para el conocimiento de Las distintay versiones de Ta obra de Sandoval es preciso ‘Sonsutar los tabayos de Eduardo Restrepo quien extuda Las caraeterfeticas de las dos ediciones que Se pubicaron en vida de Sandoval ‘De nstaurana terhsopum Sale: sob ie exicrones carat 2003¢"Historicida dela altrsdades* Pas oes nah Satvation in Colonial Cartagena de fndias, Gainsv ite, Uni Maya: Brujerta y reconstruecion de identidades side la obra de Sandoval veaye et libro de Olsen, Margar ily Press of Forda, 2004 Tambien, 1a sewunda parte del libro Je Luz Adriana Maya titulada “Los idolatry fos cimarrones fremte a fa evangelizacion en Ia Nueva Granada, igI0. (eas de faba de Alonso de Sandenal™. Tabula Rasa, n° 3 Bogue et M Slvert and Vit" pags. 213-498, 20 Gonzalez, Fernin E., S.J: Los jesuitasen la historia colombiana: la compan en tos tempos eoloniates, pigs. 5-6. 21 Actualmente en la compania de Jests se utiliza el término operatio. 22 Archivun Romanum Societatis lesu. En adelante: ARSI. Catalogo general de los colegios, residencias y misiones . : : i g : 3 z & 3 i 2 5 Memoria Sociedad Vol. 10 X21 Join -iciembre de 2006 La accién de Sandoval fue definitiva en la escritura de las Cartas Annuas. Especificamente, las mera mitad del siglo XVII reflejan su Aungue no mencionan su nombre, la narrativa de las, cartas manifiesta sus ideas, ademds de ser protago- nista importante de los hechos de este perfodo rela- cionados con la esclavitud”. Los tiltimos afios de su vida, Sandoval padecié una grave enfermedad infecciosa, adquirida por contagio, que cubrié su cuerpo de lagas y tumores, De murié en Cartagena en 1652. IIL 6Cémo describen las Cartas Amuas \a ciudad y el colegio de Cartagena? Una de las més importantes caracteristicas de las Cartas Annuas fue la descripei6n del medio donde estaba inscrita la casa, el colegio 0 ta misidn de los jesuitas. Se convertian en un verdadero estudio geo- grifico y antropolégico que permite reconstruir las condiciones del medio ambiente y de sus habitantes, A ello se agregaban los acontecimientos significati- vos que habian marcado el periodo descrito en as- pectos naturales, sociales o politicos. De esta forma, €s posible discemnir el comportamiento de las epide- mias, los efectos de las guerras o invasiones extran- Jeras y las luchas entre los representantes del poder. En la primera mitad del siglo XVI, las Cartas Annuas de la provincia jesuitica del Nuevo Reino y Quito inician su relato presentando un estado general de la provincia, posteriormente, se dedican a dar cuenta de los sucesos de cada una de las casas y colegios. En lo que respecta a la casa de Cartagena resefian las, caracterfsticas de la ciudad y la importancia de su puerto. Segtin las cartas de la primera década del siglo, la ciudad de Cartagena estaba entre las principales y su. puerto era el mas famoso de las Indias; tendria mas, de trescientos vecinos para un total de unos dos 0 tres mil espaifoles que tenfan a su servicio de tres a 23 Las Cartas Annuas de aquellos aftos mencionan sin ex Salvacion de estos pobres (esclavos)" haciendo asi cuatro mil esclavos negros. Habfa en ella hospital, cércel y un presidio de soldados con doscientos hom- bres, tres fuertes poblados de gente y dos galeras. A su puerto arribaban navios extraordinarios venidos, de Espaita, México y de las islas Canarias, Terceras, Barlovento y naos de contrataci6n procedentes de Portugal, Cabo Verde y de los rios y puertos africa- nos desde donde embarcaban gran cantidad de escla- ‘vos, muchos de ellos para trasladar al Pert. El puerto, de Cartagena era parada obligada de los galeones del rey que cada afio arribaban por la plata del Pert y por el oro del Nuevo Reino, asf como de las flotas que cada dos aftos despachaban de Espafia con gruesas cantidades de mereadurfas y en las que se moviliza- ban entre dos mil y cuatro mil personas. Cuando lle- zgaban las flotas y galeones se congregaba en laciudad gran cantidad de gente y ésta adquirfa un ambiente festivo y violento. En la comarca vecina a la ciudad habfa poblaciones y otras més en las cercanfas del rio Grande de la Magdalena. Tanto éstas como las, gobernaciones de Santa Marta y Caracas demanda- ban la presencia de los jesuitas™. Dentro de la ciudad y fuera de ella, en las estancias y pueblos comarcanos habia, ademas de indios, unos, ‘ocho mil esclavos negros de servicio, en 1609. El pueblo de Tol, el obispado de Santa Marta, el Rio de la Hacha, Mompox, Tenerife y los lanos del rio Grande de la Magdalena concentraban gran cantidad de indios. Para acudir a tanta gente estaban los cua- tro padres y dos hermanaos jesuitas que habian lle- gado asignados de Castilla, 1os cuales trabajaban, como obreros espirituales infatigables”. La Carta Annua de 1609, calculaba que cada aio, entraban a Cartagena dos 0 tres mil esclavos africa nos ya que en esta ciudad se encontraba el derecho de descarga y el contrato de esclavos. Aqui los com- praban para trastadarlos a Pert, México, islas de Bar- lovento y Tierra Firme. Cada armaz6n trafa de trescientos a cuatrocientos bozales”. Para ese afio, los religiosos jesuitas eran conscientes de Ia severa disminucidn de la poblacién indigena. Daban cuenta en sus cartas de cémo los indios natura- les de la tierra se estaban acabando. Los pueblos se iban reduciendo y en ellos se encontraba poca gente”. cars es do padres eros ¥en cary elo ea alos padres Sandoval y Clave m 2 8) wer Pacheco Pedro'Clavers” pak 24 ARSI Cartas Annuay, Nuevo Reino y Quit. Cata de 1608 9 de 1606,t 1, pare In 12M 14-189 2 25 Segtn a carta de 1605 habja.en la ciudad de tres a cuatro mil esclavos negros: en lade 1606 se dice que habia dentro de la ciudad y fuera ‘de ella en estancias y pi os de seis asiete mil negros y en la de 1008 ‘hnumero ascendi¢ 2 ocho mil 26 RSI, Garza Annas. Nuew Reing » Quito. Cade 1606, 1.1 pare I" 12. 20, Os dats soe a idl fundac de a ‘casa de Ta Compania en Cartagena pe fen consultarse en Pacheco. Los jesus en Colombia, 1 1 pags. 999. 27 ARSL. Cartas Annugs. Nyevo Reino y Quito. Carta de 1608-1609, t. 1, parte I, n° 12. 1.58, Por armazén se entendia el barco 0 navio ‘ispucsto para tsfico de esclavos enel glo NVI 28 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1608-1608, 1, parte I n® 12, f1. 55. En 1612 estaban Hegando anualmente a la ciudad y puerto de Cartagena de doce a catorce navios de es- clavos procedentes de los rios de Guinea, del puerto de Loanda, de Santo Tomé y de Cabo Verde, en los que vendria un total de cuatro a cinco mil almas. El porcentaje de los que arribaban a Cartagena no era tanto en comparacién con los que salfan de sus Iuga- res de origen, asi, por ejemplo de Loanda, de donde sacaban angolas y congos, eran embarcados por aiio, doce mil esclavos para diferentes destino: El colegio de jesuitas en Cartagena ya estaba consti- tuido para 1611. Residfan en é1 seis padres y cinco hermanos coadjutores. Uno de los padres “lefa” dos, clases de latinidad, otros dos eran “obreros de ne- gros”, uno de los cuales atendia los ladinos y, el otro, alos medio bozales y a los que lo eran totalmente™. Los otros tres padres se ocupaban del ministerio de los espaiioles sin olvidarse de los morenos, como tam- poco lo hacfan los obreros de los morenos de los es~ pafioles. Igualmente, los padres de la casa se ocupaban de los sermones. El sermén donde mas fruto se reco- gia era el de los domingos en la iglesia catedral, e: pecialmente, por la gente necesitada que acudia y por Ja ensefianza de los ministerios que se hacfa para los morenos, imposibilitados de aprenderlos por otra via. Los jesuitas habfan organizado en Cartagena una congregaciGn de seculares a la que pertenecia lo mis granado de la sociedad. Fuera de ésta habia otra en el colegio para los estudiantes y otra més para los morenos. Estos tiltimos no tenfan otro maestro nia quien recurrir en sus miserias que al padre de su congregacién” En 1615, el puerto de Cartagena segufa ganando en importancia, De éste decfan los jesuitas era la lave de Tierra Firme, Peri y Nuevo Reino de Granada, desde donde pasaban los esclavos africanos. Ese aio, el jubileo de las cuarenta horas fue suntuoso, para tal evento la iglesia fue adornada con Iujo y las confe- siones se lograron en gran ntimero. Por esas fechas el colegio de la compafiia tenfa quince sacerdotes y sie- te hermanos que les colaboraban™. ‘Aunque el verdadero cambio en estructura de las Cartas Annuas se realiz6 a finales del siglo XVII, por un sentido mas unitario, en vez de describir casa 20 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito, Carta de 1611-161: 30 Aungue la carta ana no menciona ex Sin dda, uno de tos que hace retere nepros-en 1616. Memoria Scie Yo. 2 Jui Diciemie de 206 por casa, en la Carta Annua que recoge el perfodo entre 1642 y 1652, se nota una nueva organizacién por capitulos. El capitulo quinto esta dedicado al co- legio de Cartagena, El padre Francisco Picco, que es quien firma la carta, al referirse a la ciudad dice que era una de las princi- pales de América, con el puerto mas famoso a donde arribaban las flotas y galeones y concurrfan con fre- cuencia navios de comercio de Barlovento, Cuba, Santo Domingo, Jamaica, Nueva Espafia; ademés del comercio con el Nuevo Reino que se realizaba por tierra y por el rfo Magdalena. Por ser el puerto princi- pal de las Indias era el mas codiciado por los enemi- ‘gos de la corona espafiola, por esto, su majestad habia establecido allf un gobernador entrenado en asuntos de guerra con sargento mayor y capitanes de milicia, ‘con presidio” permanente. La ciudad estaba amura- ada, sus castillos permanecfan con centinelas y gran, niimero de artillerfa, La ciudad era cabeza de obispado y sede del Tribu- nal de Ia Inquisici6n que tenia una dilatada jurisdic cién que comprendia: el Nuevo Reino, las islas de Cuba, Espafiola, Margarita y las gobernaciones de Venezuela y Tierra Firme. También gozaba de mu- cchos conventos de religiosos y maravillosos edificios. El colegio de la compaiia habia tenido desde su fun- dacién glorioso nombre, por los religiosos que ha- bian trabajado por el bien de la ciudad y por el “ministerio de los negros” que con fruto habfan aten- dido. Al respecto se habia escrito mucho en libros y en Cartas Annuas antiguas, en el momento actual (1652), habia cesado el trifico de esclavos, en gran parte, aunque los pocos esclavos que llegaban al puer- {o eran atendidos con celo por los jesuitas. EI colegio s6lo tenia siete sacerdotes, incluyendo el rector y cinco hermanos coadjutores, siendo en su ‘mayoria ancianos que debian atender variados mi- nisterios: asistencia a la inquisicién, el presidio y gran némero de esclavos, puesto que en la ciudad ya no habia casi indios de servicio™ Como habja quedado establecido desde el origen de las Cartas Annuas, éstas debian relatar los aconteci- mientos sobresalientes de cualquier indole. De alli {Leparte Ln? 12,1. 90v samente los nombres de los jesuitas que atengn las necesidades espiituales de los exclavos, fates el padte Alonso de Sandoval: EL is [padre Pedro Claver se incorpora al ministerio de 10s 31 ARSI Cartas Annuas, Nuevo Reino y Quito, Carta de 1611-1612.t. 1, parte I n° 12, (1. 90¥. 32 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1615, I, parte Il, n° 12,1. 1679-168. 33 Presidio en ese entonces era una guamicién de soldados. 34 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1642-1652, . 1, parte Il, n° 12, fs 201-202, Memoria 6 Social Vol WN* 21 Julio icenbre de 2006 La representacion jesuitica de los etopes del siglo HVIL desde las Cartas Annuas, Marfa Cristina Navarrete, Paginas 85 - 106 que el padre Picco hiciera una crénica de Io que él consideraba un extrafio prodigio de la naturaleza. La bahia de la ciudad de Cartagena tenfa dos entradas diferentes, una llamada Bocagrande y otra, Bocachica; la diferencia de los nombres correspondia al servicio que cada una prestaba. Por Bocagrande entraban y salfan las armadas y los barcos de comercio més grandes. “Este caito de mar... poco a poco fue cegindose de arenas y... ha venido finalmente a cerrarse de modo que por donde antes entraban los navios de alto borde, con muchas brasas de aguas... andan hoy los coches, las mulas y los hombres a pie en- juto. Y los mismos sitios donde azotaban los olea- jes se ven poblados de incultas armazones, siendo caminos ya en tierra firme los que antes eran tra- siego de galeones; con que todas las entradas a la bahia se han reducido a Bocachica’ En otras palabras, el hecho que relata ta carta es la sedimentacién de la entrada al puerto por Bocagrande y la sustitucién de ésta por la apertura de Bocachica, {que en adelante se convirtié en la tinica via de lega- daa la bahia. En este mismo sentido, la carta dedica un apartado a relatar los acontecimientos relacionados con la peste que sufrié la provincia de Cartagena, en 1651. Seguin el padre Picco, en ese afio ta ciudad experiments, por razones desconocidas que podrfan estar relacionadas con la infestacién de las costas de las Indias, alguna pestilencia o prendas de vestir contagiadas, una gravisima peste que caus6 la muerte a muchos de sus habitantes. Los médicos no hallaron en los libros de estudio ni en los afios de experiencia un “ejemplar de achaque tan nocivo”. La enfermedad no cedié a su rigor con las medicinas. “Andaba la muerte que no slo igualaba al grande con el pequefo, al poderoso con el pobre, al que ‘ocupaba el gran puesto con el mas miserable. Muchos que vinieron de Espafia y libraron de nau- fragio en el océano, en el mismo puerto encalla- ron con sus vidas, otros naufragaron antes del riesgo de los mares”™. Esta carta de mediados de siglo merece especial con- sideracién puesto que demuestra la grave crisis eco némica y social que estaba sufriendo la ciudad y la provincia de Cartagena. El trafico de esclavos se ha- bia detenido como consecuencia de la secesién por- tuguesa de la corona espafiola, Los contratos con los asentistas Iusitanos habfan dejado de existir y los fac~ tores y mercaderes de esa nacién que habitaban la ciudad habjan sufrido la persecucién del Tribunal de la Inquisici6n. Los que se salvaron de los tormentos propinados por el santo oficio a raiz. de sus acusacio- nes por profesar la herejfa judaizante, tuvieron que ‘abandonar la ciudad y perdieron sus haciendas. Esto afect6 el comercio general de la ciudad pues los por- tugueses eran los principales mercaderes. La falta de esclavos, debida a la suspensién del tréfico y a la epidemia que atacé la poblacién en general, afects el trabajo agricola de las estancias, Io que trajo como corolario la escasez de productos para abastecer la ciudad y la provincia. La ciudad decayé y con ella sus principales institu- ciones. Hasta el colegio de los jesuitas se vio afecta- do porque no volvié a nutrirse con nuevos sacerdotes que remplazaran a los fallecidos a causa de la epide- mia y los que habia eran ancianos. Esta situacién fue otra causal de la ruina de la provincia, Como relata el, padre Picco, gran parte de los habitantes perdieron la vida. De ella no escaparon los espafioles y mucho menos la diezmada poblacién indigena indefensa ante la presencia de un nuevo flagelo. La ciudad se qued6 sin indios de servicio. Los esclavos negros también la padecieron, Desde 1660 y hasta 1694”, no hay registro de Cartas, Annuas en él archivo de la compaiiia de Roma. Las razones para este déficit no son claras. Podria ser que no se escribieran ante la decadencia de la ciudad 0 que sus originales se hubieran perdido. La correspon- dencia vuelve a reanudarse en 1694 cuando se envia ala casa general de Roma una que abarca desde 1694 hasta 1698. Esta carta contiene generalidades sobre Ja provincia, persecuciones sufridas, milagros de san Ignacio y san Francisco Javier, descripci6n del cole- gio de la compaiifa de Santa Fe y de los colegios y sedes provinciales, relato de las misiones, expedicio- nes y eventos singulares. Al tratar sobre el colegio de Cartagena, el cronista dice que podria servir de ejemplo de un colegio po- bre de la provincia. De muy rico que habja sido en otros tiempos se encontraba decaido, especialmente en cuestiones econdmicas. Una de las causas era que 35 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1642-1652, tI, parte Il n° 12, 1201. 36 ARSL Cartas Annuas. Nuc Reino y Quito. Carta de 1642-1652, 1 pare In 12,1 202. forge Conde dive qu cl contagious Sana erate tambien se conocta con el nome de vanto negro, a due ata fa ciudad en 1651" Espacio, sociedad imer nombre que lov espanioles dieron la fiche amaria us el de-"modlora pestlencial "s confiteo, esis Ge maesteia, Universidad [37 Con excepeisn del tomo In® 14 que recoge documentos sobre varios aspectos y hace relacin de sucesos ocurridos entre 1587 y 1678 los jesuitas habfan sido obligados, por la goberna- ‘cin de la provincia, a construir a su costa una mura- lay dos baluartes debido a que el colegio habia sido fundado sobre la muralla, gracias una licencia que les habia sido otorgada. No obstante, con el tiempo, un gobernador adverso a la compania remitié infor- mes de este hecho al Consejo de Indias, el cual orde- 1n6 demoler la casa de Ia compaifa. Los jesuitas para no derruir la casa donde habian vivido varones insig- nes, entre ellos el venerable Pedro Claver, tomaron la decisién de: “Ievantar nueva y mejor muralla delante del mis- mo colegio por la parte que mira al puerto de A pesar de las borrascas que amenazaron la ruina del colegio, éste empez6 su recuperacién. Pas6 a dirigir- lo su antiguo procurador quien habia mantenido sus haciendas en ascenso. Empez6 a constnuirse una nue- va iglesia, labor que fue interrumpida por la invasion, de la armada francesa que sacudié la ciudad, A mediados de 1690, la ciudad fue asediada por una escuadra francesa compuesta por veinticinco navi la mayorfa de ellos pequefios y pertenecientes a pira- tas convocados por el gobemnador de [Pitiguan] quien a su ver participaba en la armada. A su arribo, des embarcaron de tres a cuatro mil hombres, batieron los muros de Ia ciudad con artillerfa gruesa y se to- maron, con poca resistencia, el castillo de Bocachica y el barrio de Getsemani. Derribaron muchas casas, luna de las cuales al caer derribé el retablo del altar mayor de la iglesia de los religiosos de San Juan de Dios. La ciudad estaba tan horrorizada que el pueblo pedia a voces capitular con el enemigo. Fue asf como se pacté con algunas condiciones, por ejemplo, que los franceses no tocaran los templos ni las casas de religiosos y que no se agraviara a los eclesidsticos en su persona, hacienda y alhajas. Ajustadas las condiciones, salié el gobernador de la plaza con la gente de guerra y armas y gran multitud de mujeres, hombres y nifios. Evacuada la gente de Ja plaza, entraron los franceses a recoger la plata y el oro de los vecinos y forasteros y sin guardar st pala- bra entraron a las casas de las érdenes religiosas y las despojaron de todo lo que habia en elas de valor; hicieron lo mismo con las iglesias, donde no dejaron ni las campanas”. Esta erdnica es un vivido relato de los sucesos acae~ cidos en Cartagena por la invasi6n de los franceses. Memoria & Suciedad Yo. 10 N° 21 Julio -iciembre de 2006 Sin duda se traté de un hecho que afect6 a la pobla- cién entera y que la mantuvo en vilo, mientras sufria Ia presencia de quienes, por ese entonces, eran ene- migos de la corona espafiola. No deja de lamar la atencién que unos afios més tarde, al comenzar un nuevo siglo, las coronas espafiola y francesa unieran sus destinos. Por esta época el tréfico de esclavos se habfa resta- blecido sistematicamente y los asientos firmados con nacionales extranjeros voivian a introducir africanos al puerto cartagenero. Los ingleses y holandeses ha- bian recibido autorizacién para sacar esclavos de la sla de Jamaica. Segtin los jesuitas, venfan entre los cautivos muchos herejes y no pocos judfos porque habjan aprendido la religién de sus primeros propie- tarios. De ello fue informado el Consejo de Indias y el Tribunal del Santo Oficio. IV. 80ué representacién hacen las Larlas Animas \\e.\os etiopes? Ante todo es preciso decir que las Cartas Annuas re- lacionan la entrada masiva de los etiopes, porel puerto de Cartagena, a territorios de la Audiencia del Nuevo Reino, con la disminucién de la poblacién indfgena, La carta de 1609 no duda en afirmar que después de que entraron los espaitoles al Nuevo Mundo, los na- turales de la tierra se fueron acabando, habfa pocos, pueblos y en ellos Ia gente escaseaba. En su lugar se acudi6 al servicio de los negros procedentes de Angola y de los rfos de Guinea, En el mismo documento se calculaba su poblacién en unos ocho mil a la que, en ‘asuntos religiosos consideraba tan necesitada y des- amparada como los indios “antes mas capaz y décil para recibir la fe por no tener adoracién ninguna y mas dispuesta para vi vir conforme a razén™", Vivia tan ocupada en el servicio de sus amos que no les quedaba tiempo para des6rdenes y vicios, ade- mds, gozaba de la asistencia de dos “obreros” de- dicados especialmente a ellos, que trabajaban incansablemente, Las representaciones de las Cartas annuas en cuanto alos etfopes tienen que ver con su religiosidad. A la vez que los consideraban urgidos de ensefianza rel giosa, les parecfan seres aptos para recibir la fe cris- 38 ARSI, Cartas Annuas, Nuevo Reino y Quito, Carta de 1694-1698, tn? 13. 1.384, 39 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1642-1652, 1, parte Il,n° 12, f. 389. 40 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1608-1608, tI, parte T-n° ‘5s. La representacion jesuitica de ls etfs dl siglo XVII desde las Cortas Annuas, Maria Cristina Navarete, Péginas 85 - 106 Nemuria 6 Suieda- Vo, N21 Jui iciembre de 2005 tiana y vivir conforme a ella puesto que carecian de religidn y, por tanto, habia mas posibilidad de que asimilaran el cristianismo. Seguin esta visiGn, el ex- cesivo trabajo y la actividad evangelizadora de los, jesuitas servian de control para no caer en malas cos- tumbres. Estas ideas, quiz propias del pensamiento de la época, estan lejos de lo que actualmente impli- ca la profundidad del sentido religioso de un grupo humano. No es posible concebir una cultura sin un, proyecto religioso. Si bien el mundo religioso de los, esclavos recién Hegados se qued6 sin fundamentes, sociales y culturales en el extrafiamiento de sus espa ios propios, ello no los hacia capaces y déciles fren- te a nuevas creencias. El trabajo de apropiacién y sineretismo debié ser complejo. lento e incompleto dadas las condiciones de un nuevo aprendizaje lin- giistico y de incorporacién a un medio extraio en situacién de sometimiento. Los esclavos crearon su propia versi6n del cristianismo a la luz de la con- fluencia de sus preexistentes creencias y de la com- prensién particular que efectuaban de principios del cristianismo, en medio de las condiciones espe cas del esclavismo. Para las Cartas Annuas de la primera mitad del siglo XVII, vale decir para los miembros de la provincia Jesuiftica del Nuevo Reino, os esclavos que proce- dian, particularmente de Guinea y, en ocasiones, tam- bién de Angola, se encontraban en extremo necesitados de asistencia religiosa. En su tierra eran bautizados a la ribera del mar, trescientos o cuatro- cientos juntos, después de hacerles una platica que no comprendfan. Después de ese bautismo colectivo se los embarcaba aherrojados, en carabelas debajo de cubierta, Por el temor de la tripulacién a ser asesinada y al Jevantamiento que pudiera presentarse en el navio, ‘como muchas veces habia sucedido, los etiopes eran trafdos con cadenas y grillos, poca alimentacién y gran incomodidad. Crefan que los embarcaban “para pesar en carnicerfas”, Venfan en tan malas condicio- nes que muchos morfan durante la travesfa. Segtin la Carta Annua de 1612, este nimero fluctuaba entre cuarenta y cincuenta, llegando en ocasiones hasta noventa, por cada navio". Muchos Ilegaban enfermos y apestados a Cartagena, donde fallecian otros tantos. Desembarcaban sin quien los asistiera a su arribo, Sus amos los tenan por inca- paces, porque no sabfan la lengua en que se les pu- diera ensefiar los misterios de la fe ni quien los atendia sabia hacerlo en la suya. Segtin las Cartas Annuas se habfa esparcido la idea de que los bozales eran bes- tias que no podfan recibir el bautismo, al no entender ni una palabra de la lengua espaiiola. En opinién de los jesuitas, la causa de ello eran las tantas y variadas Ienguas que hablaban* .as imagenes que los jesuitas se iban formando de Jos esclavos bozales, especificamente de quienes eran, forzados a abandonar su tierra de origen, fluctuaban entre sentimientos de conmiseracién por las condi- ciones infrahumanas en que eran transportados y de reconocimiento de sus capacidades humanas. Para ellos, el hecho de no hablar la lengua del dominador no los hacia incompetentes, lo que debfan de hacer quienes los acudfan espiritualmente era enseftarles la fe cristiana en sus propias lenguas. Se trataba mas, bien de un problema de comunicacién y no preci mente de falta de raz6n, por el contrario se oponfan a la opinién general de considerar bestias a los bozales. Uno de Jos padres de la compaiiia, decfa la Carta Annua de 1609, refiriéndose al padre Alonso de Sandoval, se habfa aplicado con gran celo y amor a esta gente desamparada; con intérpretes de sus mis- ‘mas lenguas, que eran muchas y variadas, catequiza- ba y si era menester la bautizaba. A los ya bautizados los confesaba® Dice Eduardo Restrepo que, “desde 1607, hasta su muerte en 1652, Alonso de Sandoval dedie6 gran parte de su labor como reli- ‘gioso en catequizar, bautizar y administrar otros, sacramentos a miles de esclavos que eran desem- bareados en el puerto de Cartagena”, Para este autor, el padre Sandoval serfa el creador de una yerdadera ‘tecnologia misional’, resultado de lar- _g0s altos de experiencia, cuyo propésito estaba enfo- ado en la salvacién espiritual de los etfopes", Cuando Hegaba una armazén'®, el padre Sandoval visitaba el navfo para informarse de qué naciones, Ienguas 0 puertos venian los bozales, cuantos llega- ban enfermos y con qué riesgos. De acuerdo con el 41 ARSL Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1611-1612, 1, parte I, n° 12, 1.936. 42 ARSI Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito, Carta de 1642-1652, 1.1, parte I, n° 12, 41.94, 43 ARSI Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1608-1609, 44 Restrepo. “De Instauranda Aethiopum...". pig. 15. pate I, n° 12,9. $6. 45 Se decia dela cantidad necesaria de borales para armar el barco 0 navio en el tréfico de esclavos. tiempo disponible y la necesidad consegufa “lenguas’ es decir intérpretes ladinos* por cuyo medio los exa- minaba. Encontraba que pocos venfan bien bautiza- dos, otros, que era la mayorfa, no entendieron para qué les habfan echado agua en la cabeza porque no fueron instruidos previamente en el cristianismo. Tam- poco les habfan pedido consentimiento para hacerlos cristianos y ello quitaba validez. al bautismo. Eran variadas las representaciones que los mismos, etfopes se hacian del sacramento del bautismo que recibfan en tierras africanas 0 en los mismos navios de armaz6n. Crefan que se trataba de un lavatorio de cabeza y no supieron que por el bautismo profesaban tuna nueva fe. Algunos decfan que habfan recibido el agua del bautismo de muy mala gana temiendo que fuera un invento de los “blancos”, como asf Hama- ban a los europeos, para matarlos. Otros afirmaban {que entendieron que el echarles el agua era algo se- mejante al hierro con que los marcaban en el cuerpo, porque muchas veces los herraban y bautizaban al mismo tiempo. Habfa entre ellos quienes decfan que les echaron el agua para que estando bien remojado el cabello pudieran quitérselo facilmente; otros con- sideraban que se la habian echado por el calor que hacfa”. Segtin las Cartas Annuas, muchos se formaron un concepto equivocado del propésito de la ceremonia del agua, como si los hubieran bautizado dormidos. Esto se fundaba en la falta de explicaciGn previa a la ceremonia y en la ignorancia de los ministros que los, bautizaban sin reconocer la diferencia entre bautizar nifios y adultos. Como no entendian la lengua c que era como bautizar nifios" Es interesante anotar que tanto los jesuitas como los, etfopes construyeron sus propias representaciones del, significado del bautismo. Para unos jesuitas, el des- conocimiento de las lenguas europeas, espaiiol y por- tugués, convertia a los etfopes en infantes y con esa idea les aplicaban el bautismo; para otros, bastaba la instruccién previa en las lenguas nativas para que comprendieran el sentido de la ceremonia. Por su parte, los etiopes elaboraron imagenes diversas de lo gue era el bautismo. Los africanos fueron al mismo tiempo intérpretes y productores de significado, in- Memoria Sociedad Vol. 10 N*2U fundieron a los actos y a los objetos su propia signifi- cacién que, desde la perspectiva de los jesuitas, se trataba de ideas equivocadas. El padre Sandoval referia c6mo por esos afios arribo tun niimero extraordinario, superaba los dos mil, de bozales enfermos en ocho navios provenientes de Angola y de los rfos de Guinea. La mayorfa venfa apestada del mal de Loanda’® y otros hinchados por a ponzofa de una fruta silvestre, a modo de manza- ra, que comieron en las montafias, cuando el navio se vard y los bajé a tierra. Muchos de ellos murieron por envenenamiento. En esta ocasién, el padre Sandoval estuvo entre ellos atendiendo sus necesi- dades y remediando sus almas, con tanto gusto y con- suelo que ni se acordaba de comer o beber y no reparaba en sudor, mal olor ni otras incomodidades, al decir de la carta”, En la primera mitad del siglo XVII, el padre Sandoval, inicialmente, y a partir de 1616, en compaitia del pa- dre Pedro Claver eran quienes atendian a los bozales recién llegados en las armazones". Instrufan a los que venian bien bautizados para confesarlos y a los sin bautizar los catequizaban reuniéndolos de cien en cien, con el apoyo de diferentes intérpretes, confor- me a sus varias Ienguas, unos dfas a unos, otros dias, ‘a otros. Cuando ya estaban bien dispuestos realiza- ban el bautismo de treinta 0 cuarenta. A cada uno de los bautizados 0 confesados se les entregaba una medalla de estafio con un cordén que estimaban mu- cho y se ponfan al cuello; servia de sefal para que los padres o sus amos supieran quiénes habian recibido el bautismo e instruccién en la fe y quiénes no. De esta manera cuando una armaz6n viajaba de Cartagena a Portobelo y de allf a Panama y todos los bozales levaban la medalla, los vecinos de Portobelo sabjan que eran cristianos. Si alguno no la tenfa en- tendian que era menester catequizarlo, Desde la representacién de los jesuitas, los morenos apreciaban esta insignia de tal manera que si alguna vez la perdian acudian al padre que los habia bauti- zado para pedirle otra, Asimismo, le manifestaban ‘gran amor cuando le encontraban por la calle, besén- dole las manos, una y muchas veces en agradecimien- to. Estas actitudes se entienden si se Hega a 46 Bajo a tutela del colegio de la compania de Cartagena se fue conformando un equipo de intérpretes negros; algunos de ellos hablaban ha 47 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. sels Ocho lenguasafricanas. Euren. “Sandoval frente. 48 ARSI, Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito, Cart de 1611-161 49 El mal de Loanda era probablemente escorbuto, una enfermedad producida por falta de ‘encrpta muscular, hemorragias y uleeracione’ de las ena 50 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Cart de 1608-1608, 1, parte I n° cua allo se bautizaban més de tres mil bozales a lox g S51 Sogin la Carta Annua de 161 ARSE Cartas Annuas. Nuevo ino y Quito. Carta de 1613, ‘a. 7 tartas de 1587-1673, n° If. 100. 1 parte n° 12, 1.92, ninas y caracterizada por la debilidad de la 1.56, primero en diversas lengua, mate Hy 13, 116 106 La representacion jesuitica de ls etfopes dl siglo IT desde las Cortas Annuas, Maria Cristina Navarrete, Piginas. 85 Memoria 6 Societal -VoL 10°21 J are de 2065 comprender que, a pesar de que los jesuitas actuaban interesados en la propagacién de la fe cristiana, fue- ron las tnicas personas que al acudir a los navios procuraban satisfacer las necesidades minimas que trafan los bozales. Los jesuitas, especificamente los, padres Sandoval y Claver los suplian de agua, ali- mento y abrigo, atendian sus enfermedades y les acompafiaban en el tiltimo aliento. Por esto, los bo- zales recién Iegados guardaban por ellos tantas ex- presiones de gratitud. Margaret M. Olsen en su libro Slavery and Salvation dice que los atricanos dieron su propio significado a estos objetos de metal. Podrian conservar la medalla como un simbolo del momento de recuperaci6n de una enfermedad severa; ser entendida como un obje- to sincrético con otro significado religioso o cultural ©, sencillamente, representar un acto de bondad en un momento de necesidad. Mientras los jesuitas con- sideraban estas medallas como simbolos de incorpo- racién a la fe cristiana no siempre tenian el mismo significado para los africanos”. De todo Io anterior se deduce que el padre Alonso de Sandoval, digno representante de la Compaiia de Jestis, se dio cuenta de las injusticias que se come- ‘fan con los cautivos que eran traidos de Africa, de- dicé su vida y su obra a rescatarlos de sus penurias fisicas y espirituales, pero no se atrevié a condenar explicitamente Ia institucién de la esclavitud. Como dice Enriqueta Vila Vilar, la figura y obra de Sandoval deben entenderse bajo los parémetros de la mentali: dad de su época, la disciplina de la orden jesuitica y las circunstancias en que le tocé vivir. Las solucio- nes que offecfa eran las tinicas que se podian desa~ rrollar en la época: formas de proceder para mejorar Ta situacién de los esclavos y métodos para conse~ guir su salvacién eterna. No Se decide a condenar la esclavitud formalmente, aunque expresa su desacuer- do con los métodos utilizados en la trata y toma posi cién en contra de ellos. La esclavitud como institucién era, en esta época, un hecho generalmente acepta- do®, Las ideas de Sandoval y sus representaciones sobre los etfopes eran compartidas por los jesuitas del colegio de Cartagena. Asimismo, la obra de Sandoval siguié en general los lineamientos de los is condenando los métodos de la trata pero acep- tando la esclavitud. 52 Olsen. Slavery and Salvation. pags. 144-145, Segtin Margaret M. Olsen, parecerfa incongruente que Sandoval en su texto De Instauranda fomentara y defendiera los esclavos como miembros de Ia Iglesia catélica y al mismo tiempo perteneciera a una orga~ nizaci6n religiosa que posefa miles de esclavos afri- ‘anos. En verdad, la coexistencia entre los jesuitas como propietarios de esclavos afficanos y agentes de misiones para su cristianizaci6n, fue una realidad que se dio tanto en Africa como en el Nuevo Mundo. Olsen califica a Sandoval como un jesuita progres vo que criticaba fuertemente la brutalidad de la es- clavitud y cuestionaba la moral de la trata esclavista™, Segiin las Cartas Annuas, los negros més belicosos y Gificultosos para recibir el bautismo eran los jolofos y berbesies porque estaban relacionados con los mo- tos, Profesaban el islamismo y era dificil desarraigar esa religién. Por eso, con ellos y con los mandingas y mitombos era con quienes se tenfa mas cuidado en el bautismo por ser todos de “nacién de moros”. Se les buscaban intérpretes muy entendidos que los pudie- ran persuadir®. Sin duda, estos esclavos que profe- saban la fe musulmana eran considerados los de fe més arraigada, La atin reciente expulsion de los mo- +05 del territorio espaiiol y las guerras de reconquis- ta, convertfan a quienes profesaban esta religion en enemigos del cristianismo. Siete siglos de permanen- cia iskimica en la peninsula demostraban la firmeza de los creyentes en esta religién. El contacto de este grupo de esclavos con otros de naciones diferentes, ponia en peligro su religiosidad recién adquirida, Los jesuitas construyeron representaciones especifi- ccas respecto a determinadas castas 0 naciones africa- nas. Asf como decfan que los jolofos y mandingas eran dificiles de convertir, de los carabalies decfan que eran “tan bérbaros y feroces que comen los unos a los otros”. En el siglo XVI, este grupo no fue traf do de manera permanente, tal como se narra en la Carta Annua de 1660 donde se asegura que hacia unos treinta afios que no Ilegaban esclavos de esta naci6n, raz6n por la cual escaseaban los intérpretes para su catequizacién, como sucedié cuando a fina- les de la década de 1650 arrib6 al puerto de Cartagena tun navio con mil cautivos de nacién carabali®. Esta opinién sobre los carabalfes lleva a pensar que si bien, los jesuitas reconocfan la diversidad étnica y cultural, de ios africanos, habfa entre ellos unos grupos que se 53 Vila Vila, Enriqueta, “En tomo al padre Sandoval, autor de un tratado sobre la esclavitud”, tise et politique en Amerique Hispanique (XVEAVitesicles) Bordeaun: Pressey Univeratizes, 1984. pigs65 9 73 nexium a ibwo de Alonso de Sandel, Lares Sobre ha esclavitud, Madrid. Aianza Edtona 1987 pags. 21°38 54 Olsen. Slavery and Salvation... pigs. 1-17 y 21, 55 ARSL Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 161 1612, 56 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1655-1660, parte In? Le BA.8g £1. 04 adaptaban mejor a las costumbres europeas y otros de costumbres extrafias y primitivas para quienes crea- ron estereotipos. De la misma forma, los mereaderes de esclavos tenian distinciones entre los africanos. ‘Asf, por ejemplo, habia algunos considerados “ne- ‘210s de ley”, que provenian de los rfos de Guinea y a quienes se consideraba mejor dispuestos para el tra- bajo y, por ello, més costosos”. La catequizacién de los morenos no se reducfa a los recién llegados, habja que preservar Ia fe de quienes ya la posefan y para ello, los jesuitas establecieron otras estrategias de evangelizaci6n continuada, En la iglesia mayor de Cartagena, todos los domingos por la mafiana, antes del amanecer, acudfa uno de los miembros de la compaiiia a predicar a més de dos mil o tres mil mujeres y hombres negros que se re- unfan para la misa. La mayoria era gente del servicio de los vecinos de la ciudad. El sermén era especial- mente preparado para la explicacién de algtin miste- rio de la fe en el que quisiera hacerse énfas acomodado a las limitaciones de cristianos ne Se procuraba que se confesaran y comulgaran, por 10 menos, cuatro veces al aio. En tiempos de cuaresma se predicaba un sermén en la casa de la compaiifa y se salfa con ellos en procesién®. ‘demas de la congregacién de la gente mas prestan- te de Cartagena, los jesuitas habian organizado la cofradia de los morenos ladinos que se reunfa, los, domingos por la tarde, en la casa de los jesuitas. Ese en la capilla tenfan una prédica sobre la doctrina cristiana o se les hacfa lectura de pasajes de un libro, apropiados a sus necesidades. Desde que pertenecian a la congregacién no habian faltado a la castidad y comulgaban més de una vez al afio. Para prepararlos, para la comunién, el padre encargado de la cofradia, los reunia para una charla en la que les explicaba el acramento que iban a recibir, luego ofan la misa en la que comulgaban manifestando su emocién con abundancia de lagrimas. Por su parte, los amos afir- ‘maban que ahora tenfan personas en quien confiar su casa y hacienda” Los morenos ladinos no tenfan otro maestro ni a quien recurrir en sus miserias que el sacerdote de su con- gregaci6n, quien hasta 1615 era Alonso de Sandoval. AL afio siguiente se le unié el padre Pedro Claver. ‘Aquél les atendfa en sus confesiones el domingo por 57 Navarrete, Maria Cristina, Génesis y desarrollo dela esclavitud en Colombia siglos XVI y XVI, el Valle, 2008. pigs. 92, 95:96. 58 ARSI. Cartas Annuas, Nuevo Reino y Quito. Carta de 1608-1608, tI, parte In* 12, fl. 56, Carta de 16) parte I.n° 1 59 ARS. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito, Carta de 1605, Memoria & Sociedad Yo, 10 N21 Joli Diciembre de 2006 Ja mahana y se dedicaba a la ensefianza de 1a doctri- na, por la tarde. De esta manera iba creciendo la con- gregacién no s6lo en ndéimero sino en la frecuencia de los sacramentos”. Advertia la Carta Annua de 1609, que ya se habia concedido a la nacién de los negros la posibilidad de comulgar, la cual les habia sido negada aun en arti- culo de muerte, Las confesiones de esta nacién eran muchas, especialmente la de los enfermos para las que siempre se Ilamaba a los jesuitas por “ser pocos los que se acomodan a gente tan corta y bérbara™". ‘Como puede observarse, la representacin que mues- tra ésta y otras cartas annuas sobre los etfopes es la de considerarlos seres humanos, poseedores de un alma que debia recibir alimento espiritual a través de Jos sacramentos; sin embargo, se les consideraba gen- te de raz6n limitada y de costumbres extrafias a la {que s6lo Ios jesuitas comprendfan y tenfan la volun- tad de asistir. Los domingos por la tarde, cuatro de los jesuitas salian por las calles y plazas a congregar morenos para llevarlos en procesién a la iglesia de la compa- fa, Tal acontecimiento se realizaba después de la charla que recibian los miembros de la congrega- ci6n quienes acompaiiados del padre a cargo de ésta, salian cantando la doctrina para reunirse con los bozales que se encontraban en sus bailes. Una vez reunidos con los bozales, se les ensefiaban las ora- ciones y el catecismo y todos juntos se venfan en tuna gran procesién cantando la doctrina hasta la igle- sia de los jesuitas. Una vez terminada la procesin volvian a sus casas porque ya no era hora de juntar- se para los bales", Con ello, segiin la visién de la Carta Annua de 1605, se atendian dos asuntos. El primero era evitar las bo- rracheras y rifias a las que esta gente estaba inclinada, y, el segundo, atender a su ensefianza, especialmente la de los bozales, que la precisaban por ser tantos, Este cjercicio habja resultado provechoso tanto que la ma- yoria ya sabia las oraciones y el catecismo. La actividad de los jesuitas en Cartagena con los bo- zales y ladinos negros se prolongé durante todo el siglo XVII y a comienzos del siglo XVIIL. Dice la Carta Annua que recoge el perfolo de 1695 a 1720, que la asistencia a los negros la realizaba un padre Programa Editorial Universidad parte In 12,11 189%. a5, 6 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1611-1612, tI, parte In? 12,1, 91 61 ARSI. Cartas Anmuas. Nuevo Reino y Quito. Cara de 1608-1608. t I. parte I n° 12,1. 56, 62. ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Cara de 1608, tI, parte I. n° | A. 15, Carta de 1606.4, parte I, n? 12,1. 32 La representacionjesuitia de los etioes del siglo XVII desde las Cartas Annuas, Maria Cristina Navarrete. Piginas 85 - 106 Memoria 6 Sociedad Vo 10 N* 2 doin - Diciembre de 2 ‘que siempre estaba asignado para este fin. Era quien los catequizaba, bautizaba y consolaba en sus doler as y trabajos. Todos los domingos les ensefiaba la doetrina cristiana cantindola por las calles lo cual remataba con una prédica sencilla y apropiada en una playa. A ella asistfa también mucha gente blanca y de servicio. El cuidado espiritual de los negros estaba s6lo a cargo del colegio de los jesuitas. Era raro el negro o negra bozal © ladino que no se confesara con ellos y que no los Hlamara para morir cristianamente. Esto produefa gran satisfaccién a los jesuitas por ser tan grande el ntimero de mujeres y hombres negros, ‘que habja. Para ellos todavia existfa una congrega- ‘cin separada de 1a de los blancos, atendida por los Jesuitas, que se habfa constituido a principios de si- glo, recién Hegada la compaiia a la ciudad”, La acci6n de los jesuitas de Cartagena sobre la po- blaci6n negra tuvo varias caracteristicas relaciona- das estrechamente con las representaciones que de ellos iban configurando, por una parte, el ejercicio de catequizaci6n de los recién llegados y la evangeli- zaci6n continuada de quienes ya pertenecian al cris tianismo. Por otra parte, el control que ejercieron sobre las costumbres de tales esclavos. Les era im- posible eliminar sus reuniones de jolgorio el dia de descanso™, por el contrario, las aprovecharon para levarles él mensaje divino. Era una oportunidad magnifica para encontrarlos juntos, efectuar alli la actividad catequizadora y conducirlos en procesién a la iglesia. En tiltimas, se trataba de controlar sus di- versiones impidiendo los excesos en sus “bailes y bo- rracheras”. Las mujeres y hombres negros eran dignos de recibir la fe cristiana y era deber de los jesuitas sacarlos de su gentilidad, pero a la vez, eran perso- nas que facilmente podian caer en vicios y excesos, de alli la necesidad de controlar sus acciones para volverlos al camino recto. Ademis de lo anterior, es importante resaltar la obra de transculturaci6n Hevada a cabo por los miembros de la Compania de Jestis y el intento de incorpora- cién de los esclavos en los fundamentos de la cultura europea por medio de la catequizacién. Ello implica- ba el aprendizaje de la lengua de Castilla, la profe- sin de la religidn cristiana, la adaptaci6n al medio y ‘a las condiciones de la esclavitud y la aceptacién de tuna nueva vida en situacién de sometimiento. Sin duda la obra de los jesuitas esta impregnada de intereses creados para poder ejercer la labor (63 ARSI. Cartas Annuas, Nuevo Reino y Quito. Cara de 1695-1721 catequizadora. Acudfan con presteza a los navios de ‘armaz6n para atender a los recién llegados impedir {que los enfermos murieran sin pertenecer al reino de Cristo, Les Hevaban intérpretes para hablarles y re- galos para socorrerios y ganarles la voluntad. Pero como dicen las Cartas Annuas, no s6lo se preocupa- ban por sus almas sino también por sus cuerpos pro- curandoles comida y vestide porque sobre ellos no trafan ni un hilo de ropa En una oportunidad Ileg6 al puerto de Cartagena una gran embarcacién de cautivos. Al visitarlos el padre rector del colegio jesutico constaté que casi todos es- taban bautizados pero muy enfermos. Avis6, enton- ces, al cura de la ciudad para que trajera el dteo santo ‘ala casa de los jesuitas donde le esperaba con intér- pretes, para que no murieran sin la extremaunci6n. Lleg6 el cura junto con otro clérigo, cuando se acerca- ron a la puerta del aposento donde se encontraban los padres de la compafifa con los moribundos, se taparon las narices y dando arcadas les dijeron que alli estaba el 6leo, qué ungieran ellos a los enfermos porque te- njan revuelto el estémago y no era posible asistrlos. Fue asf como el padre rector oficié de cura, El que habfa venido se qued6 con su compafiero en el corre- dor admirindose que hubiera hombres que toleraran hedor tan pestilente. En verdad el olor era insufrible pues habja muchos enfermos de postemas asquerosas, y tres cuerpos de difuntos tendidos en el suelo". Con base en las representaciones que los jesuitas tenfan de los cautivos africanos crearon para ellos, un verdadero método de catequizacién ideado bajo las ensefianzas del padre Alonso de Sandoval. Se trataba de acudir a los barcos apenas arribados para auxiliar a los mas necesitados. Se ganaba asi sti vo- Tuntad porque eran las tinicas personas que les ma- nifestaban ayuda y proteccién. Para los enfermos ¥ para el resto de los recién Hegados era preciso reco- nocer sus lugares de procedencia para conseguir los intérpretes adecuados. Con su ayuda se emprendia cel proceso de catequizacién y bautizo. Con el bene- plicito de unos pocos se lograba la aceptacién del resto de cautivos de una embarcacién. Era el mode- Jo del ejemplo aprovechado por los jesuitas para atraerlos a la fe cristiana, En términos generales, la actitud de los jesuitas ante la licitud 0 ilicitud de la esclavitud, como dice Enriqueta Vila Vilar, fue mas paternalista que justi- ciera. Los jesuitas Luis de Molina, quien vivié en 3° 13,1 630. {64 Fs probable que fos jesuitas seconocieran Ia importancia de tales reuniones para Ta poblacign negra. Eliminatlas de raiz era cast imposible, femalhan hacerlo se expo (65 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Cana de 1655-1660, tu rekcciones vioientas en su contel ya pouibles Tevantarnientos 1, 11s 8-9 66 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1655-1660... n° 13. M1. 9 re Portugal y realiz6 estudios sobre ello, y Alonso de Sandoval, lo que cuestionaban era si los etfopes se cautivaban con justicia o sin ella; si se cometian abu- sos 0 no. La existencia de la institucién como tal nunca se puso en duda””. \. 26mo entender la presencia del embajador de Arda, Africa, en Cartagena? La Carta Annua que abarca el periodo comprendido entre 1655 y 1660, firmada por el provincial, padre Hernando Cabero, relata la legada a Cartagena de tun embajador del reino de Arda, Dice la carta que habfan pasado muchos afios sin que legaran a Cartagena armazones de esclavos africa- nos debido a la secesién de Portugal de la corona espafiola hasta que en 1657 arribaron tres 0 cuatro navios con cautivos. En uno de éstos venfa un repre- sentante del reino de Arda con embajada para el rey cat6lico. Lleg6 en el mismo navio que trafa gran can- tidad de hombres y mujeres para vender en los reinos de Indias. Los jesuitas salieron al encuentro del navio con la noticia de que venfan muchos enfermos. Dieron la bienvenida al embajador por medio de un intérprete que fue buscado para este propésito y le presentaron algunos regalos de Jo que daba la tierra para ganar su voluntad, Desembarcé en compaiifa de los jesuitas después de haberse negado a hacerlo con los oficia- les reales. Al desembarcar fue saludado con salvas reales de artilleria; el estruendo en la ciudad fue tal que la gente se alborot6 y casi toda concurrié a su recibimiento. En medio de los jesuitas y seguido de una muchedumbre se dirigié al colegio de la compa- iifa donde fue hospedado. Alli acudieron a darle la bienvenida el gobemnador y las personas principales. Jean-Pierre Tardieu hace referencia a la presencia de este embajador africano en Cartagena y dice que el reino de Arda, situado en la regiGn costera del golfo, de Benin, era conocido por las potencias europeas involucradas en el trafico negrero. Los portugueses establecieron relaciones con el reino en la segunda mitad del siglo XVI y su capital aparecié en los ma- 67 Vila Vilar. “En torno al padre Sandoval." pig. 67. (68 Este hecho histrico se produjo en 1640. emoria Sociedad Yo. I0 Xl Jlio-icembre de 2006 pas en 1570. Después de 1630, los holandeses susti- tuyeron a los lusitanos en el comercio de esclavos en la regiOn. En este marco temporal se inserta la emba- jada que envi6 el rey de Arda al soberano espaol, en 1657 que estuvo dirigida por un gentithombre llama- do Bans o Bani” Es probable que la preferencia del embajador a acep- tar, en primera instancia, el acompaitamiento de Ios, jesuitas en vez de los oficiales reales tuviera que ver con el conocimiento que éste tenfa de la presen- cia de religiosos capuchinos espafioles en el vecino reino de Benin con el que Arda mantenfa contactos diplomaticos. Varios dias gastaron los jesuitas en catequizar y bau- tizar a la muchedumbre que venfa en los navios y a los criados que acompafiaban al embajador. Su de- seo era bautizar al embajador que apenas se reponfa del mareo y las incomodidades de la navegacién. Le preguntaron cuando queria ser instruido en la fe ¥ para convencerlo catequizaron en st presencia a uno dee sus criados. Un dfa vio a su criado con una ima- gen del Salvador que le habjan dado los padres y se conmovié tanto que arrodillado en el suelo, la bes6 amorosamente y dijo que queria ser hijo de aquel se- fior, creer en su santa fe y recibir el sagrado bautis- mo. Mostréronle después una figura de un alma condenada, cercada de demonios y pareciéndole ho- rroroso el especticulo, le escupi6, aseverando que no queria ir donde aquella miserable habia ido”. Al terminar la catequizacién e instruceién el criado fue bautizado en presencia del embajador. En vista de tal acto, el embajador pidi6 ser bautizado. Fue le- vado a la iglesia de la compafifa “a donde concurrié mucho niimero de gente de lo noble y de lo plebeyo a verle...””), Aprendié los misterios de la fe y algunas La noticia de su bautismo Hlegé hasta don Pedro Za- pata, gobernador y capitn general de Cartagena quien ofrecié ser su padrino. Llegado el dia seftalado para el bautizo, los jesuitas llevaron al embajador desde el colegio de la Compania hasta la iglesia catedral, “donde no cabia la gente de todos los estados, que habia conducido el deseo de ver bautizar un emba- jador que de tan distantes partes habfa venido a conseguir tan saludable dicha, Estaban a la puerta 69 Tare, Jean Pere. "L-acmbajila de Anda en Cartagena de nds (1657) yl isin de los capuchin (1658-1661). Del qu pro quo Al facade", America Negra, 10, 1995, pags-121 ARS Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1655-1660, n° 13, M1. 5v 71 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1655-1660, tL, n° 13, 11.6 Memoria Saciedad Vo 10 N* 2 La representacin jesuitica de los etiopes del silo XVII desde las Cartas Annuas, Mara Cristina Navarrete, Paginas 85 - 106, hilo -iiembre de 206 de la iglesia, en sus hileras, las compaiias del pre- sidio armadas y aprestadas para hacerle salva al entrar y salir de la iglesia. Entr6 en ella bien acom- paiiado de lo mas lucido de la ciudad y estuvo su- ‘mamente atento a las ceremonias eclesidsticas..."”. El bautismo le fue administrado por el padre Diego Ramfrez Farinas, predicador de su majestad y rector del colegio de la compafia de Cartagena Algunas personas de la ciudad quisieron preguntarle al embajador el motivo que “le habia obligado a na- vegar tantos mares”. Respondié que desde hacia mucho tiempo todos los reyes de su tierra morian ‘mozos y esto los tenfa apesadumbrados porque te- man sé les acabara la sucesiGn real. Sobresaltados con estos temores, su rey tuvo noticias de que mu- cchos reyes cristianos morfan de edad anciana y que consegufan esta dicha recibiendo la fe de Cristo. Por ello, habjan decidido enviar una embajada al rey de Espaita, diéndole su amistad y que en seffal de ella I enviase sacerdotes que les predicasen y ensefia- sen la ley santa que él guardaba...” Habfa tenido la suerte de venir a estas tierras de cris- tianos y conocer a los padres de Ia compaiia a quie~ nes habia pedido varias veces acompafarlo para que la ensefiaran a su rey como lo habfan hecho con él. Los jesuitas le respondieron que necesitaban licencia de su superior para hacerlo a lo que replicé que él pediria esa gracia al rey de Espafia. También se co- ment6 de su préximo viaje a La Habana donde el gobernador, con el conocimiento de su empresa, le hizo muchas honras y favores”. Varias apreciaciones pueden realizarse en el andlisis de este acontecimiento. Ante todo lama la la presencia de un embajador de un reino al territorios de las Indias espafiolas. Su destino final era Espaiia. Como los navios de esclavos segufan la ruta de América vino a parar a estas tierras. El emba- Jador como representante de un reino asumi tal dig- nidad y de la misma manera fue tratado a su arribo. Esto lleva a pensar que los principes africanos, espe- cialmente de reinos de reconocida importancia para los europeos, manejaban relaciones diplomaticas con los principes europeos en igualdad de condiciones. El embajador fue recibido con salvas de artilleria y los representantes del gobierno y las personas de pres tancia le ofrecieron saludos de bienvenida, EL acto de acogida preparado por los jesuitas permite ver sus representaciones frente a Ta esclavitud. Por una parte, el hecho de reconocer que no todos los afticanos eran esclavos, habfa entre ellos dignatarios, con su gen- te proxima, que gozaban de la libertad. La esclavitud era una condicién coyuntural en la que por desgracia cafan algunos, de Io que puede deducirse que la escla- vitud no era, para los jesuitas de ese tiempo, necesaria- mente relacionada con la raza. Por otra, la esclavitud, cra, para ellos, una institucién socialmente reconocida y aceptada. Lo que estaba en tela de juicio era la validez de los bautismos que se celebraban en los puertos afti- canos y las condiciones en que eran trasladados los afri- canos para ser sometidos a la esclavitud. Como era de esperarse, el principal interés de los je- suitas era la conversién al cristianismo tanto de la gente que venia en los navios, para que no fueran a morir como gentiles, y a del embajador, lo que lo- graron finalmente después de usar varias estrategias entre ellas la de presenciar la catequizacién de su cria- do, Como dice Jean-Pierre Tardieu, “se valieron entonces los jesuitas del poder su- gestivo de los exempla corrientemente utilizados para la conversién de los esclavos’ Esta pedagogfa logré convencer al embajador. El bautismo del embajador se convirtié en un acon- tecimiento extraordinario para la vida social de Cartagena. Asisti6 a la catedral lo mis selecto de la ciudad haciendo de este hecho una ceremonia reli- zgiosa y politica de relevancia, El embajador se com- ports a la altura de los acontecimientos mostrando siempre su dignidad No deja de inquietar el hecho de que un barco donde venia un representante de un reino africano con ca- ‘eter de dignatario fuera a la vez un navfo de arma- 76n para el tréfico de esclavos. Esto permite pensar en la aceptaci6n de la esclavitud por parte de los prin- cipes africanos quienes Hegaron a considerar @ sus congéneres como mercanefa para este tipo de inter cambio econémico. La clase dirigente africana ast- ‘mi un papel significativo en el trafico de esclavos y a menudo monopoliz6 este comercio con los euro- eos impidiendo que otros lo hicieran en sus propios, estados. La hipstesis que puede plantearse es Ia de que la esclavitud fue un negocio entre iguales en la que ambas partes, europeos y afticanos, aceptaron las reglas de juego en un negocio que los beneficiaba conjuntamente, en el aspecto econdmico™ 72 ARSI. Cartas Annuas, Nuevo Reino y Quito. Carta de 1655-1660, tI n° 13,1169. 73 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino » Quito. Carta de 1655-1660, 74 Tardieu, “La embajada de Arda en Cartagena.” pg. 15. 75 Navarrete. Génesis y desarrollo de la esclavitud... pigs. 89 y 92 ° 13. fs. 6v-7. Desde antes de la legada de los europeos al Africa, los principes y mercaderes africanos habian estable- cido una red de comercio muy fuerte que unia los mereados de Africa negra con los del Magreb y Arabia y surtfa estas tierras de esclavos negros. Este flujo ‘comercial que ya existia en el siglo XV se orient6, hacia Europa mediterrénea y por extensién a Améri- a, a comienzos del siglo XVI". La Iegada del embajador no sélo fue un aconteci- miento ins6lito en la vida de la ciudad sino también el mensaje que portaba. El embajador Bani coment6 a los jesuitas la preocupacién de su rey por los pro- blemas de la sucesién dindstica. Dice Jean-Pierre Tardieu que, “la esperanza de vida de sus antecesores no les brindaba el tiempo necesario para asentar s6lida- mente su poder, dadas las continuas rivalidades y desavenencias que desembocaban en luchas per- judiciales para todo el reino. Su conversi6n al cris janismo, a su juicio, le permitiria disfrutar de la longevidad de los soberanos europeos””. En otras palabras, la motivacién de la tarea diplomé- tica se basaba en una idea religiosa, pero a diferencia de lo que pensaban los jesuitas, su fin dltimo no era, la salvacidn eterna sino la salvaci6n del reino terreno, al garantizar la estabilidad, larga permanencia y la sucesién del gobernante. El embajador Bani, llamado Felipe Zapata por vo- luntad de su padrino el gobernador, se dirigié a Cuba donde se le facilité el viaje a la peninsula, Desembar- 6 en San Liicar de Barrameda en abril de 1658 y entreg6 su peticién al rey espaiiol. El monarca asig- 16 a don Antonio de Ledn Pinelo, oidor de la Casa de Contratacién y encargado de la recopilacién de las, leyes de Indias, informarse sobre el reino de Arda cuyo resultado envi6 a la corona, ese mismo aio, En, 1659, zarpé de Cadiz una misién de frailes capuchi- ‘nos con destino al reino africano”. VL éPor qué un dehate sobre el bautismo de los eliopes? La mayor preocupacién de los jesuitas de Cartagena, en relaci6n con los etfopes recién llegados en los na~ 76 Andeés-Gallego Joss y Garcia Afoveros, Jess Maria G anLGE Novant 2008p Tas ener Jos ME 17 Tai. "Laembajacda de Ara n Cartage.” pigs 1314 78 Tardieu. “La embajada de Ards en Cartagena.” pags. IS TS 79 Pacheco, Los jesuitas en Colombia. tL pi. 252 80 Via Vilar rraduccion. pi. 21 emia Sociedad Yo, N21 Joi iciembre de 2006 8 de armaz6n, era concederles Ia gracia del sacra- ‘mento de bautismo y su afin primordial, procurar la salvaci6n de sus almas. El principal vocero de esta urgencia y quien més se aplicé a practicarlo y a estu- diar los argumentos para que los bautizos que se ‘efectuaban en Cartagena tuvieran validez eclesidsti- ca, fue el padre Alonso de Sandoval. Su interés era ante todo espiritual y tenfa como fin encontrar un método para catequizar y una forma de bautizar an- tes de que los ne6fitos murieran o fueran conducidos, a otras tierras, Desde que Sandoval inici6 su obra eatequizadora con los etfopes una gran incertidumbre comenz6 a inquietarlo. Se decia que los bozales que venfan en las armazones habfan sido bautizados antes de partir de las costas africanas. Sandoval se preguntaba si se trataba de un verdadero bautismo. Sus pesquisas le convencieron de que ese bautismo no habia sido sino, un simulacro y una patrafia”. Dice Enriqueta Vila Vilar que, “una obsesién acompaiia siempre a Sandoval que, en definitiva, parece ser el mévil principal que le impuls6 a escribir su libro: zestaban realmente bautizados los esclavos que desembarcaban en Indias?” Respecto a estos bautizos planted sus métodos de catequizacién. La inuietud de Sandoval era constatar si el bautis- mo que recibfan Ios esclavos en Africa estaba de acuerdo con las normas de la Iglesia y si los esclavos Jo eran legitimamente o habfan sido cautivos enga- Fosamente, lo cual los hacfa libres. En otras pala- bras, se preguntaba por la legitimidad de las capturas de esclavos en Africa, por tanto, por la legitimidad de la esclavitud. Ademis, cuestionaba la validez de los bautizos que recibfan en Africa antes de empren- der el viaje a América. Sandoval dirigi6 sus consul- tas al Consejo de Indias pero no obtuvo respuesta en Jos asuntos fundamentales, Respecto al bautismo de los bozales, Ia preocupa- i6n de Sandoval se hizo manifiesta cuando algunos eclesidsticos pusieron en duda su labor con los escla- vos desembareados en Cartagena, a quienes bautiza- ba después de su adoctrinamiento. Se le denuncis el via La iglesia y la esclavinud de los negros, Pamplona, Ediciones Universi- = 106 4 5 2 5 3 2 g 2 a fe 3 3 i 5 enor 6 Suciea-VoL 0 N* 2 Julio Hiiembre de 2006 hecho de volver a bautizar a quienes ya lo habfan sido en Africa, por lo que se consideré que su labor era herética. La Compafiia de Jess acompaiié a Sandoval en su posicién’ No faltaron las criticas a su método y se le acus6 de volver a bautizar sacrilegamente. Su dedicacién al ministerio con los etiopes dio lugar a un problema doctrinal con el prelado de la didcesis de Cartagena quien crefa que los jesuitas se excedian en las labo- res que les competian al bautizar © como el obispo consideraba, a rebautizar, a los esclavos bozales. Esto gener6 una polémica que Sandoval trat6 de dirimir explicando sus razones, identificando argumento: consultando personas doctas y certificando las de- claraciones de testigos. Estas circunstancias lo motivaron a escribir, en 1611, una pequefia obra titulada: Pregiintase si es licito bautizar los morenos en Cartagena como los padres de la compafta los bautizan™. Se trata de un alegato surgido del litigio entablado en Cartagena sobre la licitud de los bautizos que realizaban los jesuitas a los esclavos bozales. Es una defensa del modo como, se administraba el bautismo en Cartagena y respon- de las objeciones que otros religiosos le hacfan a su método. Para exponer el asunto, Sandoval inicia el opiisculo escribiendo el modo como los padres de la compa- bautizaban a los morenos. Dice que una vez. Ile- gado el navio de armazén, Io visitaban los padres jesuitas y se informaban de cusntos eran, de qué na- ciones, lenguas y puertos procedian. Conforme a la necesidad buscaban “lenguas” ladinas y se les pre~ guntaba sobre su bautismo, para saber si venian vali damente bautizados. Constataban que pocos lo venian conforme a la Sagrada Escritura, los concilios y los doctores escoldsticos y éstos eran precisamente los ladinos encargados dé atender a los bozales. Otros habfan recibido el agua bautismal de manos del cura del puerto de donde venian o de otra persona que lo suplia. En esa ocasiGn ni antes se les habia dicho 0 ensefiado lo que era el bautismo ni para qué se les eché el agua; tampoco les pidieron consentimiento ni ellos lo dieron por no saber lo que era aquello. Otros morenos no trafan bautismo porque sus pro- pictarios no legaron al momento en que se celebraba el bautismo o no los habjan Hevado para no tener que pagar los cinco reales que recibja el cura por echarle el agua a cada uno. 81 Lavina, “Iglesia y esclavitud”. pigs. 45-46 Hecha esta diligencia, se apartaban los que estaban sanos y validamente bautizados. Se atendia a los en- fermos a quienes, por medio del intérprete, se les enseflaban las cosas necesarias para la salvacion, se los confesaba y disponfa para recibir la extremaun- ci6n, si hubiere menester. Luego se socorrfa a los enfermos que no estaban bau- tizados; se les instrufa por medio del intérprete en lo necesario para ser bautizados fructuosamente lavan- doles primero la cabeza para darle mayor relevancia al agua bautismal y para que ésta pasara por los bellos a tocar el cuero cabelludo. Se encendia una vela de cera y si la enfermedad lo permitia, el more- no se hineaba de rodillas y se le ponfa al cuello un rosario con una imagen pendiente, para dar mayor reverencia al bautismo. El padre de la compaitia se ponfa una estola, les hacfa preguntas y exhortaciones para despertarles el deseo de recibir el sacramento y tuvieran fe, esperanza y caridad 0 al menos atricién de sus pecados. Con las palabras bautismales, se le echaba a cada uno en la cabeza y cuerpo el agua que cafa en una porcelana que tenia a sus pies. Unas ve- ces se echaba con un jarro de plata y otras con el mejor que hubiera de barro para mostrar mayor re- verencia a los ne6fitos. Hecho esto se le pontfa una ima- gen al cuello para que supiera que estaba bautizado. Se Tes recomendaba la guarda de Ia ley de Jesucristo™. Una vez concluida la ceremonia con los enfermos, se asistia a los sanos que no estaban bautizados. Se ha- cia con ellos la ensefianza y se les administraba el sacramento a cada una de las castas y lenguas, en el lugar més cémodo y decente en su casa. Después se les ensefaba lo principal de la ley de Dios, conforme a su capacidad; los fundamentos més universales para que los cumplieran y guardaran. Agrega el pa- dre Sandoval, que una vez terminado el bautismo, Jos morenos salfan y se buscaban unos a otros y s abrazaban con gran alegria; algunos solfan Hlorar de contento. Como puede observarse en este relato el bautismo de los enfermos estaba lleno de simbolos que ayudaban a que los cautivos fueran elaborando representacio- nes del significado de este sacramento. Se trataba de simbolos concretos que los mismos padres recono- ccfan eran utilizados para darle mayor reverencia al acto bautismal. Ante todo, el cura se acicalaba con una estola para disponerse al acto sagrado. Lavarles primero la cabeza para que entendieran la diferencia 82. ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino » Quito, Carta de 1587-1673, 1. Ln* 14, fs, 94-1070. Seguin Enriqueta Vila Vilar este opiseulo Poul ser el antecedente de su obra De Insturanda Aethioptan Salute. Em la introduccion a: Ut tratado sobre Ya esclavitud, Pag. 31 83 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito, Carta de 1587-1673, t.I.n° 14, fl, 94-107%. con el agua del bautismo era darle mayor relevancia ‘esta diltima, Encender una vela de cera y colocarles al cuello un rosario con una imagen era manifestar acatamiento de la nueva fe y ser reconocidos en ella. Echarles el agua en jarro de plata o en el mejor de barro era demostrar ia dignidad de la ceremonia grada, cualquier jarro no era vilido. Estos simbolos, intervenfan otorgando significado a la celebraci6n y manteniendo vivo el sentido de pertenencia de los cautivos en el cristianismo, Después del relato sobre el bautismo, la obra de Sandoval menciona las razones més frecuentes que argumentaban algunas personas juzgando que tal modo de bautizar no era Iicito. Afirmaban que los bozales sanos deberian dejarse sin bautizar hasta que ellos mismos pudieran ir a la iglesia y en ella fueran bautizados con solemnidad. Las razones que se argumentaban para afirmar que los bautismos celebrados en Africa eran villidos y por consiguiente los de Cartagena eran sacrilegos eran las siguientes: se podrfa admitit que el vicario del puerto africano bautiz6 a los cautivos validamente. no serfa necesario examinarlos ni bautizarlos en Cartagena. Estos morenos bozales debfan ser consi- derados como infantes. No se los habfa bautizado con las ceremonias exigidas candnicamente debido a la urgencia. Era factible que siendo tan chontales™ hu- bieran olvidado el catecismo. Era necesario corregir Ia falta de reverencia de este bautismo. ‘A estas razones el padre Sandoval respondfa con sus argumentos. Afirmaba que por experiencia sabia que To que se aplicaba en los puertos africanos no eran realmente bautismos. Si algunos habian recibido el agua bautismal lo hicieron ignorando lo que era, por tanto no eran cristianos. La Compania de Jestis tenia evidencias de capitanes, y seftores de armazén de la manera como se practica ba el bautismo en el puerto de Cacheo, en otras par- tes de los rios de Guinea y en las islas de Cabo Verde. Esta consistia en que el cura 0 el vicario dispuesto con sobrepelliz.y estola', en la cubierta del barco, a donde eran traidos los cautivos sin quitarles los gri- los y prisiones, seleccionaba dos nifios, uno varén y otro mujer y los bautizaba solemnemente con todos Ios ritos y ceremonias acostumbradas para el sacr: mento del bautismo. Después de echarle el agua a los Nemaria§ Socieda Yo. 10 21 Jlin-icembre de 2006 nifios Hamaba a todos los adultos, hombres y muje- res y les iba derramando el agua uno por uno, Esto se realizaba sin haber precedido ninguna ensefianza ni haberles pedido su consentimiento. De allf que no hubieran tenido ocasién de entender lo que era el bautismo. Tal como iban recibiendo el agua volvian en orden debajo de cubierta Asimismo, Sandoval argumentaba que aunque estos morenos eran chontales para responder preguntas en la lengua de Castilla, no lo eran en cuanto a su capa- cidad. En todas sus acciones humanas tenfan volun- tad y albedrio, de esta forma, decidfan en sus guerras, hacfan las paces, se casaban y comerciaban como los blancos. En ocasiones, en que no habian querido ser bautizados era por “malicia suya por no servir tan- to”. Pero en gran medida era por no entender los tér- minos y vocablos de nuestra lengua, “de la misma manera que Io estarfan nuestros blancos cuando los cautivan los moros o ingleses"™* Estas representaciones del padre Sandoval sobre los etfopes ameritan ser destacadas. Es cierto que ‘en sus manifestaciones respecto a la esclavitud mostrara cautela para emitir juicios contra ésta ¥ que no pudo despojarse de la mentalidad de su épo- ca para definitivamente oponerse a la esclavitud. Sin embargo, reconocfa, que en gran medida, la incompetencia de los etfopes se debia al descono- cimiento de las lenguas europeas. Validaba sus ca- pacidades como seres humanos al igual que los blancos, tomaban decisiones, definfan sus guerras, constitufan familias e intercambiaban como ellos. Incluso, se servian de estrategias para evadir el tra- bajo en servidumbre, [Asf prosigue Sandoval exponiendo sus argumentos ¥ concluyendo que lo que se hacfa en Cartagena era cosa de gran servicio a Nuestro Seffor y al bien de esas miserables almas destituidas de remedio. Este documento fue firmado en Cartagena el 7 de junio de 1611 y avalado con sus firmas por el rector del cole- gio de la ciudad y por sus companeros de orden. In- Cluye igualmente la firma y certificacién de un miembro de la compaiiia del virreinato del Pert, pa- dre Francisco Daza quien se dirigia a Espafia y apo- yéel documento. Dijo que estaba doctamente resuelto, Y se podia practicar por el “bien espiritual de esos pobres morenos tan desamparados y olvidados de todos” 84 Chontal era To mismo que bozal sea que desconoeia los fundamentos de la cultura espanol 85 Sobrepelizes la vestidura blanca que se ponen los sacerdotes sobre la sotan estola es un ommamento sagrado en forma de banda 86 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito, Carta de 1587-1673, 1. l,n° 14, fs. 94-1070. 87 ARSL Cartas Annas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1587-1673... 1. n° 14. 100v 108 2 2 i a 3 q z 3 a z 8 s 3 Z i 5 Memoria Sociedad Vo, 10 N* 2 Joi -Bicimbre de 2005 A continuacién, el texto incluye las opiniones de dis tintos prelados quienes se adhirieron a la causa de los jesuitas, fray Vicente Mallo, agustino, fray Cris tobal Rodriguez, arzobispo de Arequipa, Diego Ruiz, Diego Granada, Mateo [Rodriguez] y Gabriel de Hertigosa, maestros en teologia del colegio de la com- pafifa de Madrid y Sevilla, Alonso de Antequera y Tomas de Ytuxen, padres tedlogos de Toledo. Finai- mente, los frailes Sebastisn de Yrastorza y Mateo de Villarroel, lectores en teologia de la orden de Nues- tra Sefiora de la Merced no slo estaban conformes con la accién de los jesuitas de Cartagena sino que se les debfan dar las gracias por el gran servicio y el remedio que daban a tantas almas"*, Por lo que puede colegirse por el contenido de las, Cartas Annuas, las murmuraciones y acusaciones, de rebautizaciones sacrilegas continuaban hacia 1613. También se criticaba la poca reverencia con que se administraban los bautismos ya que éstos, debian celebrarse en la iglesia y con Ia debida so- lemnidad, ademds, por sacerdotes a quienes realmen- te competia®, Persistiendo en su lucha por defender la falsedad det bautismo que se aplicaba a los afticanos cautivos y la validez de Ios que la compafiia celebraba en Cartagena, el padre Sandoval convoeé varios testi- 205, durante los afios de 1613 y 1614 para que testifi- caran cémo habjan visto practicar el bautismo en Africa. Se trataba de capitanes, maestres y pilotos de barco de las armazones que navegaban los rios de Guinea y otras personas involucradas en el trfico de esclavos, Estas personas declararon ante el alcalde ordinario de Cartagena y certificaron su testimonio bajo juramento ante los escribanos piblicos y de ca- bildo de ta ciudad, ef 27 de mayo de 1614”. VIL. A manera de conclusin Este articulo quiso demostrar la importancia de las Cartas Annuas como documentos de innegable vali- dez hist6rica, antropol6gica, sociolégica y geografi- ca para la reconstruccién de la vida colonial en sus dimensiones temporal y espacial de aquellos lugares donde la Compaifa de Jestis establecis sus casas, colegios y misiones, Parti6 de la hipétesis de que las Cartas Annuas, a través de su narrativa y expresando las voces de los miembros de la compaiiia, elaboraron representacio- nes de los africanos negros trafdos forzosamente como cautivos a suelo americano, Estas representaciones estaban relacionadas fundamentalmente con el ima- ginario religioso, El padre Alonso de Sandoval, sujeto hist6rico impor- tante de la primera mitad del siglo XVI, en Cartagena y actor indirecto de las Cartas Annuas, llamé a los. africanos, etfopes, en su obra De Instauranda Aethipum Salute: por su parte, las Cartas Annuas se refieren a ellos como negros 0 morenos y éstos a su vez llamaban blancos a los europeos. Todas estas denominaciones tienen que ver con el color como se apreciaban unos a otros. Aunque es prematura la idea, de raza para la época estudiada (siglo XVII) consti- tuyen los inicios de los principios raciales que se de- sarrollarén posteriormente en el siglo XIX. Las representaciones que los jesuitas construyeron, de los africanos y sus descendientes, identificadas a través del relato de las Cartas Annuas, tienen estre- ccha relaci6n con la religiosidad de estos grupos. Para los jesuitas muchos de los africanos carecian de reli- 2i6n, por ello, no era tan complicado convertitlos a la fe de Cristo. Consistfa ante todo en un problema de comunicaci6n que podia solucionarse catequizéin- dolos en sus propias lenguas, de allf que fuera tan necesario reconocer sus naciones de procedencia. Habia otros pueblos influenciados por los musulma- nes cuya catequizacién exigia mayor esfuerzo. Alonso de Sandoval y por su influjo los jesuitas de Cartagena crearon un verdadero método de ccatequizacién. Consistia en acudir a los barcos car- gados de esclavos para auxiliarlos fisica y espiritual- ‘mente; a los mas necesitados primordialmente y luego a los saludables, los instrufan en sus lenguas por me- dio de intérpretes y a través del bautismo de unos, pocos conseguia Ia aceptacién del resto. No era otra cosa que el modelo del ejemplo. Las Cartas annuas fueron voceras de las inquictudes de los jesuitas, mas especificamente de las del padre Sandoval. Este argumentaba que los bautizos aplica~ dos a los bozales en las costas africanas carecfan de validez, por tanto, era indispensable volverlos a bau- tizar legitimamente a su llegada a Cartagena. Esto le valié criticas a su método y para defenderlo se involucré en un debate en el que participaron te6lo- _g0s jesuitas y sacerdotes de otras Srdenes en su apo- 88 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito, Carta de 1587-1673,t.I,n® 14, ls, 103-107¥. 89 Pacheco. Los jesuitas en Colombia, tI. pig. 256. 90 ARSI. Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito mente en fa forma como se aplicaba’e ta de 1587-16731. n° 14 fl. 89-93. Todos los capitanes coincidieron fundamental- tutismo en los puertos afficanos, Esta es la isma deserita en el aticulo previamente yo. También acudié a los testimonios de mercaderes ¥ capitanes de los navfos para que certificaran lo que acontecfa en Africa. Los jesuitas se aplicaron con celo a la labor misional de los etiopes y dieron muestras de humanitarismo, sin embargo, como representantes de la mentalidad de su época no escaparon al reconocimiento de la ‘esclavitud como una institucién admisible. Ellos mis- mos fueron propietarios de esclavos. Alonso de Sandoval fue quien mais se acercé a su rechazo y en la préctica actué refutando las condiciones de la es- clavitud pero no Heg6 a explicitar su oposicién al sis- tema. Memoria § Sociedad Vo. 10 X21 Joi Dicienbre de 2006 8 g 3 E 3 i 3 : 7 5 a 3 2 & 3 3 2 8 2 3 Nesworia 6 Sociedal Vol. N* 21 Julia Milembre de 206 Acevedo Tarzon, Alvar, “Los ears de histori Lahisri Wotlray acomsniewe Poses Expace. 2 Univer TaN Ea oe Andrés-Gallego, José y Garefa ARovers, leis Maria, La Iglesia la fesclavitud de los negros. Pampiona, Ediciones Universidad de ‘Navan, 2000, Burke, Peter, “Historia de los acontecimientos y renacimjento de la Mnagacion”, Formas de hacer historia, Mauri, Atanza Universi, 196 Conde, Jorge Conde. Espacio, sociedad y confit, tesis de maesta atin: Univetadad Neston, 155A CChanier,Rogr. Et mundo como epresemacién, Barcelona, Geis, 1992. [Eguten, Jan A. S.J, “Sandoval fen a I raza esclavizada, Revista de Tavhcademlr Coiombtana de Historia Eclesiantca * 29-30, Bogo\s 1998 Herskovits, Melville. Et hombre y sus obra, Mésico, Fondo de Cultura Econdanca, 1982, Lamalle, Edmond, $., “Lagchivio dun grande ontinereligioso. L? 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