Era fina y constante, no me molestaba, de una u otra forma pintaba el da
como lo haba imaginado aquella maana. Como mil agujas que revientan antes de clavarse, se diverta estrellndose contra tu piel aquella tarde. El cielo gris se extenda sin fin y la gente buscaba refugio dentro de los gigantes. Poco a poco pareca que lograba vaciar la calle. Segu caminando sin mencionar una palabra, me bastaba verla resbalar por tu quijada, aferrarse al cristal de tus gafas y caer resignada, sabiendo que jams volvera a cruzar por tu mirada. Por lo menos ella tena el consuelo de morir buscando el cielo, buscando cambiar lo amargo por miel, arriesgndose a recorrer su ltimo camino sobre tu piel. Yo solo pude seguir caminando, deseando ser la misma lluvia que hoy abraza la imposibilidad de este sueo insensato, que encadena lo prohibido a lo deseado, que me recuerda que ya no quiero ms nada, que vivir clavado en esos ojos de nia sagrada.