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gacin externa, al abrigo de los alborotos de Ia realidad. Asimismo la rechazan, porque ua Ambito estético plenamente liberado de la realidad convierte el arte en algo initil, puramente decorativo, desti- nado Gnicamente a una funcién tecteativa 2s esa ambigiiedad propia del siglo XIX? Ciertamente no. La historia de la creaci6n artistica y de la estética también es la historia de su heteronomfa, o mejor dicho, la de su lucha permanente por escapar a toda racionalidad, lo cual ocurria ya en la Grecia del siglo Vac. Esta cuestion serd el tema de la segunda parte de esta obra “La heteronomia del arte” Vv DEL CRITICISMO AL ROMANTICISMO LA AUTONOMIA DEL JUICIO DE GUSTO SEGUN KANT Salvo el indicio del desencadenamiento de la Revolucién fran- cesa —dicen que llevé a Kant a invertir el sentido de su paseo ma- tutino—, pocas son las cosas cuya naturaleza parece haber perturba- do la serenidad del ermita de K6nigsberg. Por lo menos en filosofia. 1a posteridad nos ha transmitido sobre todo la imagen de un pensa dor “ilustrado” por una raz6n inquebrantable, que afrontaba sin pes- tatear las contradicciones y las antonomias mas irreductibles ocultas en el coraz6n del espiritu humano. Sin embargo, la Kritik der Ur- ieilskraft,, en particular su_primera parte, "Critica de la facultad. de juzgar estética", esté construida en torno a una cosa filos6fica tan ‘extrafia que el propio Kant la declara “sorprendente": el juicio acer- ca de lo bello, propio de cada uno, subjetivo y particular, es, a la vez, un juicio universal y colectivo. Ese descubrimiento no se hizo de forma espontinea, Kant in- vestigé largamente, y rehus6 en un primer tiempo reconocer este hecho ahora ya tan evidente. No se lo esperaba: ;no cozrfa el riesgo de introducir una contradiccion en su sistema? No obstante, dos afios antes de la publicacién de la Critica del juicio (1790), escribi6 a un amigo: “(..J actualmente estoy trabajando en una Critica del gusto, y a raiz de ella se descubre una nueva especie de principio a Priori. En efecto, las facultades el alma son tres: la facultad de cono- cer, el sentimiento de placer y dle pena, y la facultad de desear." Un poco més adelante precisa que la filosofia se distingue en tres par- tes, que poseen cada una sus principios a priori, a saber, Ia filosofia teGrica, la teleologia y la filosofia practica El hecho de que la filosofia tedrica, ambico dél conocimiento y 3, Traducido en castellano con el ftulo de Critica del juicl, con el que ade Jante se menciona la hea (N. del seas seeeee OL vee Marc Jimenez de la raz6n pura, posee sus principios a priort lo habia demostrado claramente Kant en la Critica de la razén pura (1787). Si la ciencia ¢5 posible, si Newton pudo formular una écuacién en toro a la ley de la gravedad universal, es porque todo aquello que proviene de los sentidos, que produce una sensacin o una intuicién, encuentra su lugar en unas formas y en unas. categorias preestablecidas que permanecen, por si mismas, totalmente independientes de la expe- tiencia sensible: son a priori, Asi, el tiempo y el espacic'no son sensaciones ni conceptos, si- no formas puras @ priori de Id Sensibilidad: se imponen al espiritu sin que tengamos, sea como fuere, que someterlas a prueba alguna para demostrar su realidad. En cuanto a la causalidad)) la categor que informa acerca del vinculo entre la causa y el efecto, imprescin- dible para comprender los fendmenos fisicos, existe a priori en el es- piritu, y permite a éste estructurar la naturaleza de acuerdo con sus leyes. El entendimiento permite, por tanto, el conocimiento, puesto que pose principios @ priori. La sensibilidad nos da objetos, nos Proporciona intuiciones, pero sélo el entendimiento engendra los conceptos. La Gritica de la raz6n practica posee igualmente-sus principios bajo el control de la razén, puede ordenar al deseo que obedezca a la ley moral, De la misma manera que las leyes de la naturaleza son | necesarias y universales, la ley moral es necesaria, no dependiente de las circunstancias de la vida empirica, y aplicable a todos los hombres, es decir, universal. Kant no niega la diversidad de los usos y costumbres en el tiempo y en el espacio, No reside ahi el proble. ‘ma. Lo que es universal es el principio de obediencia a la ley moral Por si misma, Constituye el imperativo categorico. No se trata de obedecer a la ley moral esperando un beneficio cualquiera: satisfac- cién del deber cumplico, obtencién de una ‘buena conciencia", inte- és vinculado al reconocimiento del otro, : de esa ley, Pero equé ocurre con el sentimiento de placer y de pena, con él juicio que emitimos acerca de lo que coneierne prioritariamente 4 nuesttos sentidos? ¢Qué significa, por ejemplo, juzgar acerca del Busto y, sobre todo, acerca de Io bello? Donde esta, pues, el a prio- en ese caso, dado que, a diferencia del conocimiento y de la mo- ral, 1o primero que aleanza el espiritu proviene de la experiencia, por mediacién de los sentidos? Es, por otro lado, por lo que se le llama “estético” a este tipo de ju pero tinicamente respecto aaa Qué es la estética? Particularidad del juicto de gusto De hecho, la Critica del juicio se plantea interrogantes acerca de dos puntos esenciales que trata el uno con respecto del otro: el primero concieme a la naturaleza del juicio en general o, si se pre- fiere, al mecanismo de la facultad de juzgar, st. cémo, El segundo atafe a su por qué, o dicho de otra manera, a su finalidad. La critica de la facultad de juzgar estética se halla, por tanto, ligada a la critica de la facultad de juzgar teleol6gica, es decir, a una interrogacién so- bre el propésito, sobre el fin (telos, en griego), sobre la significacion Ailtima de nuestros juicios. ‘Ahora bien, los juicios son de tipos distintos: los hay que se li- mitan a describir lo que existe en la realidad empirica. Ejemplo: si enuncio que todos los cuerpos son alargados, mi aportacion al co- nocimiento es minima, ya que la noci6n de extensi6n ya esté inclui- da en la de cuerpo. Habria podido deducirla, por ef andlisis, del concepto mismo de cuerpo. Por contra, si enuncio que algunos cuerpos son pesados, el anilisis del concepto “cuerpo” no permite concluir en la idea de peso. Por tanto, tengo que vincular, sintetizar dos nociones, “cuerpo” y “peso”, y contribuyo de esa forma al co- nocimiento. Por supltesto, estos juicios proceden de la experiencia, son empiricos, @ posteriori. 7 Pero existen también juicios sintéticos @ priort, Son aquellos que, en matematicas y en fisica, permiten llegar a juicios necesarios y universales: el hecho de que 7 +5 = 12, 0 de que todo efecto tie- he una causa, no provienen, afortunadamente, de la experiencia. Naturalmente, puedo verificar empiricamente que eso sea cierto, pero esta verificacién no habra hecho més que confirmar Ia existen- cia de un principio a priori, universal y necesario, Esta primera dis- tincién enire juicios analiticos y juicios sintéticos a priort es esencial para comprender la naturaleza del juicio de gusto, Pero existe una segunda distincién. Volvamos a nuestro ejem- plo: cuando digo que 7 +5 = 12, 0 que todo efecto tiene una causa, sittio esos casos particulares bajo unas reglas universales. Son ejem- plificaciones de leyes y de principios, universalmente vAlidas en 16- gica matematica o en fisica (aqui, regla aritmética y principio de Causalidad). Estos juicios son, segiin Kant, juicios determinantes. ‘Determinar” significa subsumar, situar bajo una regla universal. Imaginemos ahora que yo quiera, a la inversa, transformar un juicio particular en una regla o en una norma universal, mediante una suerte de extrapolaci6n. Parto, pues, de un caso especifico para llegar a un concepto universal. Evidentemente, si digo: “Para mi ‘gusto, esta rosa es bella”, no lo conseguiré, puesto que pongo de Mare menez manifiesto el cardcter plenamente subjetivo de mi eleccién, No se trata de un juicio, sino de la confesion inmediata de una preferencia que s6lo me interesa a mi, No pretendo en absoluto que mi vecino comparta mi opini6n. Pero si declaro: "Veo esta rosa y juzgo que es bella’, el caso es otro. Implicitamente, planteo la hipétesis de que otros, incluso todo el mundo, pueden estar de acuerdo en recono- cet esa belleza. Tal juicio —sobre el cual volveremos— se llama re- Alejante, ya que concierne prioritariamente al funcionamiento del es. Pititu, del sujeto. Soy yo quien juzgo que la rosa es bella: la belleza Ro viene contenida en el objeto, soy yo quien se la atribuyo: “Esta rosa es bella”, 0 bien la califico: "Es una rosa bella.” El juicio teleol6gico, aquel que se emite acerca de la finalicad, es asimismo un juicio reflejante: en efecto, la finalidad no es una propiedad ni una’cualidad del objeto. Soy yo, en calidad de sujeto, quien intenta determinar el fin de todas las cosas, El Ambito del co! Aocimiento, regido por la causalidad y el determinismo, no plantea el problema de la finalidad. simplemente porque dentro de un en- cadenamiento causal —califiquémoslo de automatico 0 de mecini- co—, la finalidad no tiene lugar alguno. Puedo, desde luego, plante- arme interrogantes acerca de la finalidad del mecanismo en si —zpa- ra qué sirven la ciencia, la fisica, las matematicas?—, pero es este un problema metafisico que me sobrepasa y que mi entendimiento no puede resolver. A fin de cuentas, la causalidad es una categoria a Priori del entendimiento, pero no la finalidad. En el ambito moral, el problema de la finalidad queda resuelto; en efecto, la ley moral contiene en si misma su propia finalidad: la finalidad clel deber con- siste en obedecer a la ley moral, precisamente porque se trata de la ley moral. No ocurre lo mismo con la naturaleza, el arte’y la libertad, Vol- taire declaraba que cuanto més pensaba, menos podia pensar “que este reloj va girando y no tiene relojero”. Existe en Kant —iy, sin duda alguna, en cada uno de nosotros!— una preocupacién idénti- ca: de la misma manera que el cuerpo humano y la naturaleza exte- ior parecen obedecer a un principio de organizacién orientacla ha ia un fin, no puedo dejar de pensar que el conocimiento, la moral, el arte, la naturaleza poseen un sentido extremo, aunque este signi: ficado sea incognoscible. Podemos ya percibir los motivos de la “sorpresa" de Kant acer ca del juicio estético. Esquematicemos: ~ 0 bien el juicio es sintético, a priori, determinante y, en ese caso, es universal y necesario; - 0 bien es analitico, @ posteriori, reflejante, particular y contingente. y es entonces Qué es la esttica? En buena logica, un juicio reflejante no puede ser ni a priori ni universal. ‘ ‘Ahora bien, ahi es donde reside la paradoja: el juicio de gusto es precisamente un jucio a la vez reflejantey universal Por supues- to, no se trata del simple gusto vinculado a los sentidos, en el qu cada uno es libre de tepresentarse si lo que siente le proporciona placer o pena, si le es agradable o no. Ese juicio sigue siendo: = ony tivo, Kant habla del gusto vinculado a la reflexién, aquel que deter- mina, por ejemplo, el juicio de lo bello. Este juicio es subjetivo, sin concepto —si hubiese un concepto de lo bello, se aplicaria inme- diatamente a todo el mundo—, y, sin embargo, es universal ra juagan y aprecian los objetos Gnicamente por conceptos, se pierde toda representacion de la belleza. No puede por tanto hal ale alguna mediante la cual alguien pueda verse obligado a recor a como bella.”? 7 7 8 Season Kant “Ahora bien, hay aqu algo bien extano mientris que, por un lado, en cuanto al gusto de los sentidos, no sélo la experiencia muesta que el uicio que emite (1 no ene var lor universal y que, al contrario, cada uno es ya de por si Jo bastan- te modesto como para no pane en boca ena a rere de la a sropios juicios (.., por otro lado, relle Mani} puede ho obstane, halla la posiligad (el de represent se los jucios susceptibles de exigit dicho asentimiento universal"? ‘Tomemos nota de su prudencia: el gusto “puede hallar la es bilidad” de formar juicios “suscepribles" de,..., ete. Al principio dea argumentacién, todavia no han sido establecicas todas Jas con cicio- nes de posibilidades del juicio de gusto. Kant se limita a postular universalidad de las voces respecto de la satisfaccién, sin que sa preciso ningin concepto. “Uno” puede postular tambien 4s ost: dad de que un juicio estético pueda ser “valido para todos". Este asentimiento universal es, por tanto, una simple Idea de la cual n¢ $e inquiere de inmediato un fundamento. 7 Ef apariencia, las cosas serian ie sencil apa existiera un “vinculado a una regla o a una ley universales eee cor s ono nue compara fl seniniento, me axis ' con demostrarle racionalmente, por ejemplo, que este oem 0 que * este edifcio son bellos. En cuyo caso, por otra parte, ni el uno nl el oiro tendriamos ya necesidad de juzgar; bastaria con someterse unas razones objetivas, Pero precisamente no existe ninguna proc! ‘a priori capaz de imponer el juicio de gusto a persona alguna: 1. Chtado en Immanuel Kant, Critica det juico, Espasa-Calpe, Madd, 1990 2. Bod. 95 treseeas Mare fimenex “Cuando alguien me lee un poema compuesto por él o me lleva a lun espectéculo que finalmente no satisface mi gusto, por mucho que cite a Batteux o a Lessing, 0 que invoque otros criticos del gus- to atin mas célebres y antiguos |..), me taparé los ofdos, no querré avenirme a razones nia rizonamientos, y preferiré creer que son falsas todas las reglas de los criticos [..] antes que consentir que mi juicio quede determinado por unos argumentos convincentes a prio- 17, puesto que se tratard de un juicio de gusto y no del entendimien. to 0 de la raz6n."! De hecho, si existiera un concepto de lo bello, estarfamos dentro del ambito de la l6gica, y no de la estética. Sin un concepto de lo bello, es imposible establecer una ciencia de lo be- lo, pero en contrapartida, podemos elaborar una estética del juicio del gusto. Admitamos, pues, que lo bello no tiene un concepto y que es, Por tanto, no universal, que sea subjetivo —yo soy quien encuentro bellos estos tulipanes—. ;Qué me autoriza entonces a pensar que Pueda, al mismo tiempo, y a pesar de todo, aspirar a la universali- dad? Es cierto que, aparentemente, estos juicios no aportan nada al Conocimiento, pero aspiran a la adhesion de todos, al igual que los {juicios sintéticos. El juicio de gusto no se basa, aparentemente, en Una prion resultante de la experiencia ajena o de razones demos rativasy; sig embargo, dicho juicio presupone la posibilidad de un acuerdo chivisal, como si esd tnivesaisee desempenara el papel deun aprior, En suima, ese juicio subjetivo y particular tiene todas las apa- riencias de un juicio sintético a priori Para que realmente sea uno de ¢s0s juicios, me basta con definir un a priori. Ahora bien, dicho 4 priori existe: reside precisamente en la hipotesis segin la cual todos los hombres poseen un “sentido comin" estético. :Puedo demostrarlo? Ciertamente no, pero tampoco nada me permite pen. sar que los demas hombres no lo tengan. Ese sentido comin, “simple normal ideal”, explica Kant, “no dice que cada uno admi. lira nuestro juicio, sino que cada uno debe admititlo”. Esta necesi- dad —to bello es un deber— es tedrica, por supuesto. No tiene el valor del imperativo categérico en moral. Pero todo lieva a supo- er que existe en cada unw un sentido comun estético. Lo que ha. 0 €8 crear una oportunidad de poder transmitir a los demas la re~ Presentacién que me hago del sentimiento de placer resultante de lo bello, Compréndase bien: no estoy comunicando mi gusto —mis sentidos me pertenecen en propiedad. Eso es cierto para lo que es 1 Bid, Qué esla esética? agradable; puedo juzgar que es bueno el vino de las Canarias (jel Glemplo es de Kant) y en cambio mi vecino decidir que co imbebt ble. ¥ es valido también para lo bello: no estoy comunicando a los demas mi gusto por unos tulipanes juzgados como bellos. Tampoco estoy transmitiendo el concepio de lo bello, puesto que no existe ningGn concepto de Jo bello que pueda dar lugar a una demostra- cién de la’belleza. Cuando digo: “Este poema, este edificio son be- los”, me dirijo simplemente al sentido comtin, sin dejar de suponer que todo el mundo tiene la misma aptitud para representarse lo que yo siento: “Es precisamente Ia raz6n por la cual el que juzga con gusto [..] esta autorizado a esperar de los demas que sientan la fina- lidad subjetiva, es decir, la misma satisfacci6n respecto del objeto, y a considerar que su sentimiento es universalmente comunicable, y es0 sin mediaci6n de ningiin concepto.”! Y Kant llega a la definicion explicita del tan buscado a priori, es decir, al fundamento del asentimiento universal que no habia querido desvelar al principio: “El gusto es, por tanto, Ia facultad de juzgar a priori acerca de la comunicabilidad de los sentimientos vin- culados a una representacion dada (sin mediacion de un concep- to)."* Asi, pues, contrariamente a las apariencias, el juicio de gusto, juicio reflejante, subjetivo, particular e individual, también es un jui- cio estético, sintético y @ priori. Es sintético por cuanto no puedo, a partir del concepto de rosa, deducir su belleza: és mi juicio de gusto el que opera la sintesis entre el sujeto (Ia rosa) y el predicado (be- lla). Es a priori porque se basa en Ia hipétesis de un sentido comt no demostrable empiricamente. Belleza antistica y belleza natural Hemos considerado imprescindible situar el juicio de gusto respecto de los demas tipos de juicios. Con demasiada frecuencia surgen las definiciones kantianas acerca de lo bello, como si fueran dei ex machina, y se imponen con una tranquila evidencia como términos lapidarios: lo bello es un “universal sin concepto’, una "sa tisfaccion desinteresada”, una “finalidad sin proposito". Ahora bien, cas definiciones son engafosas: no siempre distinguen enue lo que atane a lo bello y Io que se aplica al juicio de gusto en general. OF vidan la génesis de los razonamientos de Kant. También corren el riesgo de’ ocultar las implicaciones de la critica de la facultad de juz~ 1. Bd, 2 Bd. Marc Jimenex eT gar estética, no sélo respecto de Ia obra en si misma, sino también respecto del conjunto del sistema kantiano. El juicio de gusto es un juicio sintético a priory lo bello es una universalidad no conceptual: una vez comprendidas estas propos iones, los demas temas principales de la estética kantiana —finali- dad sin propésito, satisfaccién desinteresada— se esclarecen con bastante facilidad. Lo bello procura una satisfaccion, ;Cual es su finalidad? ;Pro- vocar el placer, el gozo, alimentar un interés cualquiera? Eso seria vincular lo belio a unos fines subjetivos, y no seria, por tanto, es- pecifico de la belleza.

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