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septa igen nospiniasds ik desde el principio— y de defensa contra una situacién ‘que él vea caracterizada por la anarquia, el desorden ppiblico, las agresiones al honor del Bjército, el desgarra- miento territorial, el desprestigio de la ley y las insticu- ciones, la infileracién comunista, conceptos que incluyé cn la alocucién que dirigié al pueblo espafiol desde Las Palmas a primera hora de la mafiana del dia 18 de julio, pero que habia escrito en Tenerife dos dias antes, Se teataba inicialmente de liquidar la Repbli- ACh a tinea ieee proyecto definido respecto al tipo de Estado y al sistema politico que establecerian de triunfar en su propésito, ‘Ante las diferencias que habia entre ellos, Franco pidié i ec ea _miento simplemente «espafiol Probable ‘mente todos éllos pensaban en un tégimen militar més 0 menos largo inspirado en la dictadura de Primo de Rive- ta, A Franco le preocupaba que se repitiese el fracaso de la sublevacién de Sanjurjo de 1932; sabia que, al suble- varse, se jugaban la carrera y la vida; remia que estallase Eee ge eee oe nae claro cual seria su papel en la estructura de poder milicar «que saldria del alzamiento, En principio, era el general Sanjurjo, exiliado en Portugal, quien, al menos nomi- nalmente, iba a recibir la jefarura del movimiento, aun- eee ea Franco, de momento, volvia a Africa el 19 de julio de 1936. El regreso venia a confirmar aquella frase ‘que José Ortega y Gasset habia escrito en Espaia invere- brada sobre la guerra de Marruecos, de la que dijo que habia hecho «del alma dispersa de nuestro Ejército un putio cerrado, moralmente dispuesto para el ataque». Ieee reese erga ncareetine ca enero de 1939: «Sin Africa, yo apenas puedo explicarme ami mismo». 56 2. CAUDILLO DE ESPANA EI 27 de abril de 1968, Franco le explicé 2 55 primo y colaborador desde los tiempos de Africa, teniente general Francisco Franco Salgado-Aratjo, que, en visperas del 18 de julio de 1936, su ceorfa era que «el militar que se subleva contra un Gobierno constituido no tiene derecho al perdén o indulto, y que por ello debe lucha hasea el tileimo extzemo>! so es lo que ocurris en su caso: Franco se suble- sen el verano de 1936 contra un Gobi loy Tuch6 contra él hasta el leimo exeremo, hasta conseguir la victoria final, lo que no lograria hasta el 1 de abril de 1939. Como habia cemido, el Alzamiento_sélo_habsa «riunfado en una parce de Espafa (en Canarias, Marruccos, Galicia, Castilla la Vieja y LeGa, Navarra, Alava, en las tres capitales aragonesas y buena parte de Aragén, cn la Andalucia occidental y en las provincias de Cérdoba y Granada, con sus capitales, Baleares —salvo Menorca—y en Gédiz y en alguna capital cislada, como Oviedo); pero Inaba fracasado en el resto (Asturias, Sancander, Vizcaya, Guiptizcoa, Catalufa, ef Pais Valenciano, Ia Andalucia oriental, Murcia, Albacete, Badajoz, Menorca y Castilla la Nueva). El Bjército y las fueraas de orden paiblico se ha- bian dividido casi al 50% de sus efectivos. Conocidos of- Ciales habfan sido fusilados en una y otra zona en los pr ‘eros momentos de la sublevacién (de los sublevados 7 fueron fusilados, entre otros, los generales Fanjul y Go- ded; de los genetales eas ala Repablica, Niiez de Pra- do, Batet, Campins —colaborador de Franco en la Acade- mia de Zaragoza— y Romerales): la guerra civil se hacfa inevitable e ieeversible, Por lo que se refiere a Franco, la “gua supondefa, entre otras coss, su proclamacién como jefec loy gencralfsimo —caudillo seria la expresién favorita y definitiva— de la vona sublevada, que pronto «se llamatia nacional. A parte de ese momento, 1 de oc Bre de 1936, Franco asumiria la direcci6n militar y polfti- ca de la Espana nacional, con un doble objetivo: ganar la guerra y conscruir un nuevo Estado, - Ea la guerra, CoFrespORAIS a Franco la direccién estratégica y la coordinacién de las operaciones del Ejér- cito nationalista, responsabilidad que fue mucho més allé del tipo de experiencia que Franco habia tenido en ‘Marruecos o en 1934 (cuando aplasté la revolucién astu- rtiana). Ya se iré viendo el juicio que puede merecer la ac- tuaciGn de Franco en la guerra, Pero conviene decir, des- de ahora, que Franco se iba a revelar como un estratega cauteloso y reflexivo, hostila toda improvisaciéa, admi- rador del Bjército francés y de sus mécodos, preocupado, porello, por la logistica y el control territorial, contrario “ElSuablecimiento de tineas de Frente feat _ pli ipre de agrupar sus tropas en put ‘stratégicos.y de asegurat las retaguardias de sus tropes, aco proclive, por tanto, al tipo de guerra mecanizada y répida que, al hilo de las nucvas armas y tecnologias, ocinaban los jévenes oficiales europeos de los afios ‘feinta y que pondrian en pricticaalemanese italianos en | 1a TT Guerra Mundial, En principio, la estrategia de los generales suble- vvados se centraba en la convergencia sobre Madrid de los Ejércitos del Norte, mandados por el general Mola, y de ‘Marruecos y sur de Espafia, mandados por Franco, segtin la divisi6n hecha el 25 de julio por la Junta de Defensa 58. Nacional, formada en Burgos el cla anterior por los pei cipalesproragonistas del Alzamiento (pero no Franco, que sélo se incorpor6a la Junta el dia 30 de julio) ‘A Franco, asentado en Marruecos, que tenia bajo su mando el mejor cuerpo del ejército de ambas zonas, como era el Ejército de Africa, con sus 47.127 hombres, aquellaestrategia le exigta resolver de inme- diato el paso del Bscrecho. Sin aviones ni barcos para transporta sus tropas —la Repiiblica recuvo en torno al {60%-6596 de los fectivos de aviacién y una abrumadora mayoria de los efectivos navales—, Franco tomé una decisién crucial: gestionar la adquisicin de avi ~fstspons en Alemaniny tr de czar y bombard alia; en otras palabras, apelar al apoyo de los regimenes toxalitarios europeos. La respuesta fue postiva: el 29 de julio legaron a Macruecos los peimeros Junkers alema~ nes y, al dia siguiente, lo hicieron los primeros cazasita- lianos. Franco pudo transportar a Andalucia, slo entre julio y agosto, unos 10.500 hombres: el 7 de agosto de 1936 estableefa su cuartel general en Sevilla. Franco hhabia apelado a quienes é —y Mola, que inicis gescio- nes parecidas pero sin &xito— pensaba que le ayudarian nds fécilmente. Probablemente nolo hizo pot afnidad leol6gica con Hitler y Mussolini, afinidad que segure- ‘iefte no existia 0, que de exist, serla matizada: Pero” no por ello aquella opcidn-dejaba de significa 30 ignoraba a: Franco fo ignor Hearias Como ta-Alemsanta'nazi y la Talia fascist —y el Portugal corporativista de Salazar— apo) tun levantamienco militar conera un régimen democri ‘©o como era la TT Replica Espafiola. Tomé la decision consciente dé lo que hacia'y sia ignonir que ello condi- oraria de multiples maneras —ideoldgicas, politicas, steas-diplomitieas— ef fucuro del régimen que cendria que construiral hilo de la guerra y después de la 59. ‘Una ver en la Peninsula, el Ejécito de Marrue- cos y sur de Espaiia curpli6 los objetivos que se le habian asignado —marchar sobre Madeid—, con una celeridad yy una eficacia especraculares e inesperadas (en contraste ‘con lo que ocurritia eon el Bjército del Norte, retenido en ‘Somasierra desde finales de julio). Pudo criticarse a Fran- co que optara ir sobre Madrid por Extremadura, en lugat de hacerlo por la linea mis directa, esto es, por Cérdoba, Ciudad Real y Toledo, Pero cuando el 3 de septiembre de 1936 las columnas de Franco, mandadas pot los coroneles Yagiie, Asensio Cabanillas, Castej6n, Bart6n y Tella se presentaron en Talavera de la Reina, tras haber avanzado 500 kilémerros en un mes y conquistado Llerena, Almen- dralejo, Zafra, Mérida y Badajoz, aquellas criticas queda- +on olvidadas y el prestigio de Franco, visiblemente refor- zado. El hecho de que, salvo en Badajoz, las fuerzas republicanas no supieran oponer una resistencia eficaz al avance de Franco, ni sacar ventaja de su superiotidad aérea, y que no hicieran otra cosa que retroceder corpe- “Tiente, no disminu‘a el Exo del general sublevado. EL 20 de septiembre, Franco estaba ya en Ma- ‘queda (Toledo) y allf volvié a tomar una decisién discuti- Die (al menos, para el general Kindeldn, jefe de sus Fuer- zas Aéreas, y para el coronel Yagi, jefe de las columnas desu Ejército, quien, por su discrepancia, serfa sustituido census funciones por el general José Enrique Varela); libe— rar Toledo —en cuyo Alegear permanecfan sitiados desde {julio eT coronel Moscardé y varios centenares de soldados, ‘guardias y civiles—, en lugar de avanzar decididamente sobre Madrid. Las tropas de Varela tomaron Toledo el 27 de septiembre y es probable que aquella desviacién hubi ra perjudicado las posibilidades de la marcha sobre la ca~ pital. Franco opt6 por Toledo por rezones en las que se combinabaa objetivos propagandisticos y psicolégicos, yy motivaciones sentimentales y simbélicas: pOrqUE Se Tm- taba de una ciudad de gran renombre internacional, por- 60 que los republicanos habjan puesto particular emy acabar con aquel foco de resistencia, porque el Aliza la sede de la Academia de Infanteria —en la que habe ‘escudiado la mayoria de los cuadros de ambos Ejércitos «entre ellos Franco— y por la significacién de Toledo en la historia de Espatia.Liberado el Aledzar de Toledo, cuya re= sistencia pronto convettira la propaganda en gesta legen= sobre a unificacin militar del mando y por sobre la naturaleza del poder politico GEG = Zona nacional. Era éste un problema que estaba sin resolver “desde el 18 de julio. Sanjurjo, cabeza nominal del Movi- miento, haba muerto el 20 de julio al estrellarse el avién _que desde Cascaes (Portugal) debia transporcale a Espati, EL 24 de julio se habia formado en Burgos una Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Miguel Caba- nellas y de la que, a fines de septiembre, formaban parte todos los generales importantes del bando sublevado. Pero Ja Junta habja nacido con una cierea vocacién de provisio- nalidad —o, por lo menos, sin que se pensase en ella como elembrién del nuevo Estado— y no habia resueleo el pro-\ blema que més preocupaba a sus primeros integrantes: el ‘mando tinico en la direccin dela guerra. Fue esto lo que se crat6 de resolver en septiembre de 1936 (y de lo que, probablemente, ya habfan hablado Franco y Mola, cabezas visibles del movimiento milicar, en las reuniones que habian celebrado.a mediados de agos- to en Sevilla y Burgos y, més tarde, en Caceres). Franco ra, verosimilmente, el candidaro mis cualificado y hasta obvio: por su prestigio desde los tiempos de Africa y de la Academia de Zaragoza; por su rango, superior, por ejem- ‘plo, al de Mola; por la coherencia de su trayectoria pibli- a, con la que no poclfa competi, por citar otro posible 61 candidaco, el general Queipo de Llano, alzado en Sevilla, prestigioso como militar pero politicamente etritico; por la calidad de sus victorias desde el 18 de julio (algo en lo que la liberacién de Toledo importaria, ya que compense- ba el éxito que para Mola habia supuesto la toma de San Sebastin el 13 de septiembre); y por la misma importan- cia del Bjército de Marruecos y del Suren las fuerzasmacio- nnales, Franco, ademés, habia asumido de hecho la direc- cin de Ia guerra y de las relaciones exteriores de su zona desde un principio, y como tal —como general en jefe— pparecian haberle tratado sus interlocutores extranjeros, algunos medios de comunicacién, algunos de sus compa- fieros de armas y las poblaciones de muchas de las ciuda- des y pueblos conquistados por sus cjércitos: hasta la Repiiblica le habia distinguido sobre sus compaiferos de ccién haciéndole blanco principal de sus ataques.— ‘ASI, no consticuyé sorpresa la decisiGm qUE to- ‘marfan los Iideres del Alzamiento en las reuniones que celebracon en un aeréclromo de Salamanca los dies 21 y 28 dle septiembre designando @ Franco «gencralisimo de las fuerzas nacionales de tietra, mar ¥aiter y «jefe del Gobierno del Estado espafiol», como decia el decreto pro- ‘mulgado por la Junta de Defensa Nacional, el 29 de sep- tiembre de 1936. Ni consticuyé sorpresa ni suscité discre- pancias ni resistencias graves, aunque alos asistentes a las euniones de Salamanca no gustara todo lo que alli se dijo Franco euvo su principal valedor en el general Kindelén, y su tinico oponente, en el presidente de la Jun- ta, el vererano general Cabanellas, que conocfa a Franco desde los tiempos de Africa y que por eso preferia una di- secci6n colegiada. Mola, cuya opinién podria haber sido dlecisiva, se limit6 a expresar su conformidad al nombra- miento de Franco, Lo que probablemente gusté poco fue que se or- ‘ganizara en Caceres —cuartel general de Franco desde el 26 de agosto— una manifestacién en exaltaci6n de Franco 62 el dia 27 de septiembre, con motivo de la liberacién de Toledo; y que los hombres de Franco (su hermano Nicolés y el coronel Yagiie) orquestaran en la propia Salamanca, on ocasién de la reunién —decisiva— del lunes 28 de septiembre, un apararoso ceremonial (con falangistas, requetés y soldados) en honor de su jefe. Ambas operacio- -nes buscaben presionar a Ja Junta para forair Ta desig ty go que Contedeca a iipreidn ons “Kindelan se habfa hecho del fururo caudillo, a quien en un.principio habia encontrado reacio a asursir el mando” iio, Is probable que fo hub Pero desde que se indeldn habfa querido que Franco asumiese Ia efatura del Estado s6lo miencras durase la guerra, pro- bablemente esperando que aquello fuera lo un parénte- sis tras el cual vend la restauraci6n de la Monarquia, En el texto final —redactado por personas afectas a Franco— no figuraba, sin embargo, expresin restrictiva alguna®, Asf, Franco asumié Ia jefaeura del Estado el 1 de octubre de 1936 en la Capitania General de Burgos, tras una breve ceremonia en la que el presidente de la Junta de Defensa, Cabanellas, le eransmitis los poderes. ‘Al corresponsal del periédico japonés Asahi le dirfa un atio después, el 25 de noviembre de 1937, que una vez ‘que concluyera su misién se ia: «Me retiraré al campo ‘para vivir tranquilamente la vida de familia». A la vista de lo que ocurrié, podria pensarse que se trataba de una iron‘a cinica del general, Pero Franco do decia que la politica Ernuchas votes, 7a Mega cee que [a jefcura del Estado era una responsabilidad y un deber que ci ier cas, jamés dio por tecminada su mini, muri como jefe de Estado el 20 de noviembre de 1975. 6 “auvi que pensaba hacer con él. Desde el 18 de julio habia ido haciendo pablicas un niimero consi- erable de proclamas,alocuciones y declaraciones; pero se trataba, bisicamence, de arengas de inspiracién militar y pattiica de valor politico no muy preciso, salvo por la significacién que pudiera tener la reteraciOn de Franco en definir la sublevacién militar como «movimiento nacio- nal» y como «cruzada» —en sentido a veces religioso— contra eT comuismo y por una Espafa grande. El 15 de ‘agosto habia izado en Sevilla Ia bandera bicolor, pero tam- ‘poco cabfa ver una intencionalidad politica explicitaen el _gesto: Franco la consideraba como la bandera nacional y no ‘como la bandera de la Monarquia. Se mostté algo més definido en sus primeras declaraciones a la Prensa. Al pe- riodisea poreugués Leopoldo Nunes, de 0 Sead, le dijo, también el 15 deagosto de 1936, que se implantaria «una corta dictaclura militar», tras la cual los militares llama- rfan a colaborar a otros elementos: «La Administracién, le dij, «sees confiada a téenicos, no politicos, pa conse- ‘gui dotara la nacidn de la estructura ongénica, caracteris- ticamente espafiola, que le ¢s imprescindible». A Luigi Bargina, del! Popol de sala, le habl6 en términos pareci- dos: le dijo que iba a «dar a Espatia un Gobierno fuerte, una dictadura organizadora y moderna»? 2 Franco, evidentemente,cenfa en mente el mode- lode la dictadura de Primo de Rivera 0, en todo caso, un sistema parecido al Estado Novo porrugués de Oliveira Salazar, muy afin, por muchos motivos, a la sensibilidad de Franco. Por eso, el 2 de octubre nombré una junca téc- nica de gobierno —no un gabinete de ministros— y lev6 fella a personas conocidas por su competencia profesio- nal, de escasasignificaci6n politica y-varios de ellos anei= {guos colaboradores de Primo de Rivers®. Pensaba, cam- biéa, a instancias de su hermano Nicolés, que ejercia 64 fanciones de secretario politico de Franco, en algén tipo de organismo politico en que incegrar a las distintas fuer- zas que habfan colaborado en el alzamiento del 18 de julio, esto es, Falange, catlismo, monérquicos y catdlices teole dita, ueTG de ocrubee de 1936, al conacero se mén en Lisboa, en una recepcién en Salamanca, en cuyo Palacio Episcopal habia instalado Franco su nueva resi- denciaa raz de su investidura como jefe de Estado. El discurso que Franco pronuncié en esa ocasién —4l I de octubre de 1936, en una alocucién radiada tras hhaber sido designado jefe de Estaclo— ruvo mayor signifi- cacién politica que todo lo que hasta entonces habia dicho. Por primera vez, Franco habls de cémo se ibaa organizar el nuevo Estado, Dijo que éste se constituiria «dentro de un amplio concepto totalitariow; anuncié «la implantacién de los mas severos principios de auroridad»; subrayé que la peculiaridad de la tegién se respetarfa, pero al servicio de «la més absoluta unidad nacional», y que el municipio se serge como entidad pbc prover pra desea car las vias de paticipacién democréticaseindioé que la vvoluntad nacional se expresaria através de «6qganos técni- pe cosporaciones> de ssigambe nacional techaz6 el sin- fcalizmo de clase, pero anticipé medidas sociales encami- sfadas a garantizar Tos salarios y Ta participacién de Tos cbreros en los Beneficios,asegurando que se respetarian las conqquistas logradas;afiadié algunas generalidades sobre el apoyo a los campesinos y a la convivencia econémica con otros pueblos —salvo con la Rusia soviética, con la que excluy6 todo tipo de contacto— y anticipé el deseo de lle- {gira un concordato con la Iglesia catéica, aunque dejando _asalvo la no confesionalidad del Estado’ Era, sin duda, una reveladora declaracién de principios,a la que su régimen se ajustarfa, en adelante y hasta 1975, en muchos aspectos. Pero todavia quedaben muchas cosas en el aire. Nada se decfa de la forma del Estado, ni del fancionamiento del Gobierno, ni del 6 ‘ordenamiento politico que se adopcarfa; no se aludia a fiaeuras instituciones, ni a las formas que revestirian los poderes legislativo y judicial, ni se mencionaba si habria ‘o1no partidos (0 partido tinico). Y es que, probablemen- te, Franca nada venta peneada ni, desde biega, decididin sobre rodo ello. Lo tinico que pareeia inequivoco desde el mismo 1 de octubre de 1936 era su determinacién a ast- ‘mir la plena responsabilidad personal en el ejercicio del poder que en esa fecha se le encreg6 y a revestirse desde €l primer momento de un estilo caudillsta de Gobierno =e evidente inspiracién toralieatia— que pronco de ‘atin hacia un desafoendo euleo a su peoseelited ur ontradecta, ademas, la austoridad y sencillez con que ‘Franco se desenvol¥ia esi vida privada).~ ~Fiaiico tenia, ademis, as disposicién una importante reserva ideol6gico-politica que le serfa parti- cularmente préximay Gil: la palabra y el pensamiento de la Iglesia catdlica. Enfrentada con el espiritu laicista de la ‘I Repiblica, victimizada por la legislaciGn de ésta, perse- sguida en la zona republicana —salvo en el Pais Vasco—, la Iglesia eché todo el peso de su fuerza en apoyo de Fran- co. Primero fue la pastoral de los obispos Olacchea (de Pamplona) y Magica (de Vieoria), del 6 de agosto de 1936, en la que se calificé el Alzamiento como movi- miento «cfvico-militar» en defensa de la religién. Y siguié, luego, la pastoral del obispo de Salamanca, Enri- que Play Deniel, de 30 de septiembre, vispera de la inves- tidura solemne de Franco como jefe de Estado: al definie Ja guerra como «cruzada por lareligi6n, por la patria y por lacivilizaciény, Pla y Deniel ponta en manos de Franco el ‘mejor argumento propagandistico de que hasta entonces habia dispuesto, y le proporcionaba, al tiempo,sin masco. de referencia esetiat sobre el cual fundamencat su polii- Sevan ota perrecracla ms ecbee re bean co todavia no los tenia, Y, probablemente, no los euvo has ta qué Su cumado Ramon Serrano Safer pudo Megar a 66 Salamanca, tras huir de Madrid, lo que no ocurrié hasca finales de febrero de 1937. Dias ances le habia dicho al recién legado embajador italiano, Roberto Cantalupo: ‘Bl Estado que yo quiero constituir es laantitesis del que «quieren consticuir los rojose®. Y, probablemente, eso em lo Ginico que tenia claro. En el aspecto militar, sus ideas cran, por el con tratio,clarisimas?; Madrid constieitia el objetivo central desu estrategia por lo menos hasta la ptimavera de 1937, lo que no queria decir ni que no hubiese otros objetivos secundarios, ni que no se luchase en otros frentes ni que Franco renunciase a Madrid después de aquella fecha. a ofensiva sobre Madrid —que ya habia suftido bombardeos esporidicos antes— comenz6 a principios del mes de actubre de 1936, se intensificé sensiblemente en noviembre y ces6el dia 23 de dicho mes, cuando Fran- co comprendié que el ataque frontal sobre la capital era imposible. La primera fase de la ofensiva —triple conver- sgencia desde el Tajo y Toledo sobre Pozuelo, Alcorcén y Getafe, poblaciones vecinas a Madrid— esruvo bien con- cebida y los nacionales cubrieron sus objetivos para el 6 de noviembre, a pesar de la fuerte resistencia encontrada, ‘muy superior ala que ls ¢ércitos eepublicanos opusieron at Fjercito~de Africa ens: marcha por Extremadura a Toledo. E1 6 de noviembre, ante Ia praximidad de las tro- pas de Franco —Varela estaba ya en Carabanchel-Villa- verde, pricticamente en la petiferia de Madrid—, el Gobierno republicano, que, descleel 4 de septiembre pre- sidia el socialista Largo Caballero, abandoné Madrid por Valencia y dejé la defense de la capieal en manos de una Junta, presidida por el general Miaja, con el teniente ‘oronel Vicente Rojo como jefe de Estado Mayor. La segunda parte de la ofensiva —asalto frontal sobre Madrid por la Casa de Campo y la Ciudad Univer- sitaria— fue un error: los nacionales atacaron la capical ‘por los puntos en que el terreno, lafosa del Manzanares, «9 Ja hacfa més defendible, Tras choques durisimos en todas las Iineas y puntos de combate, las eropes de Fran- co—a cuyo frente segufan sus oficiales favoritos: Varela, Barn, Asensio, Tlla, Delgado Serrno— quedaron detenidos en ¢l puente de los Franceses. Después de un eficaz contraataque de Miaja —el 19 de noviembre—, Franco, reunido con sus generals en Legenés,reonoci6 aque el asalto a Madeid habfa fracasado y comenzatia a razar nuevas operaciones para rendirla (dejando, sin aa pase ie rope es age cae AA ard ares, Ee qut oo se moveia haa el final de a goers). _Labatallade Madrid habia. ee cosas: yds Spar tpt lands epecidac de ei rem yaaa Spe que VICES Sse ell F Gxigiria una escalada armamentistica sustancial, que Tt ‘ier eapatola se estaba = ad -Grente pesca los esferaos franco-britinicos.en favor de erences io que abvita auevas dimensiones a “Gueris aleman e italiano a lo largo de los meses de agostoa noviembre (aviones,carros de combate y tanquetss) y los habia utilizado sobre Madrid. La Repdblica habia recibido teiones tances, pats de oerubre — los comuises tanfan dos canems en ol Gobleria Largo Caballero—, cies ake onesie lek as selene nnieron el dia 6 de noviembréén una gran batalla aérea tobe Macy lor cares de combat, en los intentos “ofensivos (Sesefia, Pinto) que se hicieron para romper el vance de ls columnas de Franco, A partir de ab, a part- cipacién extranjera se disy Alemania envi en hoviem- JS eee oy piloror alemanes—, que el 18 de noviembre intervino ya en el frente de Madrid; pondria, ademés, a dlsposcign de Franco unos 5.000 ascsres Io largo de la than. Las comuninne-—annque no abo elloe— promo- Vieron las Brigadas Internacionales, por las que pasarfan 68 660.000 combatientes, y cuyos primeros efecrivos entrarian ‘enaccién también en la batalla de Madrid. A principios de noviembre de 1936 actuaban yaen zona republicana unos 500 consejeros soviéticos —aviadores, militares, inseruc- “Fores, arilleros, eccéteri—, nimero que acubaria por superar la cifta de 2.000, La intervencién italiana en apoyo de Franco fue atin més cuantiosa. Aleanz6 la cifra de 70.000 hombres: unos 8.000 participaron ya en la ofensi- vasobre Malaga en la segunda mitad de enerode 1937 ‘Alemania e Tealia habjan reconocido oficial- mente a Franco el 18 de noviembre de 1936. Cuantos esfuerzos hicieron el Reino Unido y Francia, tanto en 1937 como en 1938, para lograr la no intervencién tetnacional en Espaiia, por /acalizar el conflicto espafiol —tmediante un control naval que impidiese el suminis- tro de material a cualquiera de los dos bandos—, y por buscar una solucién negociada a la guerra, fracasaron. Y no ppodifan dejar de hacerlo desde el momento en que la po- litica de apaciguamiento que las democracias occidencales ___propugnaban no hacfa sinoalencar las polfticas de trade Alemania e Italia. Eso se vio claramente en Espaia “en diversos episodios: nada se hizo ni cuando ls Armada alemana bombarded Almeria —en mayo de 1937— como respuesta a un ataque de la aviacién republicana a tuno de sus barcos, ni cuando la aviacién italiana bom- bardes Barcelona, desde su base ce Mallorca, ya en mar- zo de 1938 (por citar s6lo dos ejemplos). Franco percibid _ bien el clima internacional y sacé de ell6 el maximo pro- Yecho para sus intereses y los de su causa, ~~ Frafico no renuniciaba a Madrid. Deeenido el ataque frontal, disefié una nueva eserategia consistence en el envolvimiento de la capital por dos flancos: por el Noroeste, bloqueando la carretera La Corutia-Madrid por localidades inmediatas a ésta como Boadilla del Monte, Majadahonda, Las Rozas, Aravaca y Pozuelo; por cel Sureste, cruzando la linea del rfo Jarama y coreando la oo carretera Madtid-Valencia. La operacién sobre la carre- tera de La Corufia —que se aproxim6 al cipo de ataque ‘elémpago que ecomendaban los alemanes— empez6 a principios de diciembre de 1936, se hizo en condiciones limatolégicas (nicbla y fio) pésimas y concluyé a me- diados de enero de 1937 sin una decisién clara: las ttopas de Franco habian cortado la carretera de La Coruiia pero no habian conseguido el pleno envolvimiento de la capi- tal, La batalla del Jarama se libré ya en febrero de 1937, fue particularmence dura —y eso que la anterior tam- bien lo habia sido—, Franco obtuvo muy escasas venta- jas terricoriales, sus tropas eseuvieron en alguna ocasién a punto de ser desplazadas y Ia lucha cerminé en unas tablas que, en realidad, suponfan un fracaso para Franco: “habia querido tomar Madrid y no habia podido. Por es0 la satisfaccidn que, sin duda, le habia proporcionado —entre una y otra batallas— Ia toma de ‘Milaga el 8 de febrero de 1937 pot la accién del Bjército del Sus, mandado por el general Queipo de Llano, y de las tropas italianas recién llegadas @ Espafia, no pudo ser completa. Al embajador italiano, con el que se vio en Salamanca dias después del éxito de Malaga, le dijo que f _guerra seria larga y que habria que llevarla hasta el nal. Ai ‘una iiltima maniobra con Madrid ‘como objetivo siltimo: dio luz verde a una ambiciosa ofensiva italiana —unos 35.000 hombres, encuadrados en cuatro divisiones (mis otros 15.000 mandados por “Moscardé, que les cubrian uno de los flancos) y 70 avi nes, 2.000 camiones, 80 carros de combate, etcévera— ‘que, partiendo de Guadalajara, buscaba una penetracién ditecta sobre Madrid desde el Noreste. La ofeasiva, ini- ciada el 8 de marzo de 1937, tenia més sentido militar —en razén del eerreno— que los anteriores aaltos a la capital, pero, eras un espectacular avance inicial de los italianos —a quienes Franco dejé pricticamente solos, cuando debié haber reactivado el frente del Jarama—, 70 las eropas republicanas de Lister y El Can ron, tras combates durisimos, detener la ofeasina rechazat y hacer retroceder a fos hombresde ~— Appartirde ahf, Franco ya no dudé ya finales de mars —la derrota italiana se habia confirmado et dia 20— tomé la que fue probablemente su decisin esraré= sca més acertada: llevar la guerra al Norte, Franco opta- “ba as, por una escravegia gradualista —Ia confrontacia con el enemigo rexién por regién—, que s6lo modificaria porsu firme volunead de dar respuesta inmediaca a todas cada una de las conteaofensivas que le lanzara el Ejrcito republicano y que, como veremos en seguida, fueron va- ras y de indudable envergadura, La caida del Norte —Vie- caya, Santander, Astusias— le supuso a Frac Ta conguis- ta de las principales zonas siderometallirgicas y mineras , el 5 ««jAtriba Espafial» de la Falange, y el «jViva Espafial» de los milicares Franco habja dicho en Salamanca que su Estado ‘opondefa una «democracia efectiva» a la democracia del Estado liberal, que él calificé de «verbalista y formal»; habfa dicho también que su sistema organizarfa la parcici- pacién politica a través de | cipal y sindical. Segufa en {que tendefa el nuevo Estado, Franco aludi6 por vez prime- ra la Monarqu‘a en unas declaraciones a Abr de Sevilla de 17 de julio de 1937, pero puntualizé ya que, si Restauraci6n, la nueva monarquia tendria que diseinta de la que cay6 el 14 de abril de 1951. La cuestién “apenas tenia duda: , cscribié Franco en un arciculo para La Reve Belge, el 15 de agosto de 1937, «en sistemas democriticos que decidida- ‘mente no convienen a nuestro pueblo». «No creemos nosotros», dirfa en Zaragoza el 19 de abril del afio siguiente, ven el régimen democrético liberal»!°, Nadie Jo ponia en duda. El régimen de Franco ibaa ser —como 4 mismo dijera en distintas ocasiones en 1937 y 1938— tun régimen toralitario; no serfa una mimesis de los mode- [10s alemén, italiano o portugués, sin wna formula propia, cuya ofiginalidad se basarfa en la apelacién continua al “pasado espariol —a la Espafa de los Reyes SyaieLentioagos nan catolica (algo que irvitaria sobremanera, por [primer embajador aleman, Von Faupel) Habra, por tanto, un doble proceso —paralelo y simuledneo— de fascistizacién_progtesiva del aparato del Estado (y del estilo politico de la Espafia nacional) y.de restauracin de la vida religiosa. A ello se irfa cada vvez Con mds nitidez, a medida que los éxitos militares consolidaban el movimiento iniciado el 18 de julio de 1936. ¥, asf, si Franco aparecfa por primera vez con la camisa azul de Falange —incorporada al nuevo informe 76 “Tintes nsereucisr de FET y de las JONS—en Burgos, el 12 de occubse de 1937, poco después, en noviembre, declaraba que revoluciGn se inspiraba en las ensefianzas de Ia Iglesia catdlica, que su Estado seria catélico y que «Espafa ha sido, es y ser cat6lica» (rectificando la conocida frase de ‘Azatia, el idee republicano, cuando dijo, en 1931, que «Espafia habta dejado de ser cat6lica»)!! En octubre de 1937 Franco habia designado el primer Consejo Nacional de FET y de las JONS. En enc- rode 1938, al tiempo que una ley dela Jefarura del Esta~ do dejaba en sus manos toda la capacidad legislativa, dio un paso més: formé su primer Gobierno, en sustitucién de aquella Junta Técnica que creara en octubre de 1936. Era, ademis, un paso decisivo, porque el Consejo de Mi: anistros seria, a todo lo largo a Guismo, el verde dgano de poder del ségimen y la eel aaa etre ‘mente todo To dems, el Consejo Nacional del Movi- fran- “miento, las Cortes —creadas en 1942—, la Organiza~ cin Sindical, creada a partis de 1940, los Consejos del Estado y del Reino, serfa en la prictica mera corengrafia, como dirfa, mucho después, el propio Serrano Stier. Serrano habia tenidlo parte decisiva en la forma~ cién de aquel primer Gobierno: él, como ministro del Interior y secretario del Consejo de Ministros, era el verda- dero hombre fuerte de la Espafa nacional —sobre codo porque tenfa en sus manos todos los servicios de Prensa y ropaganda— y sugerirfa a Franco los nombres de varios de los ministros. Pese a todo, el Gobierno anticipaba ya, en ‘su composicin, lo que serfan eodos los Gobiemos fran~ ‘quistas: era un Gabinete de concentracién, en que se halla- ban repeeseitactas cts 1a Reraas det 18 ae julio’ Falah ~ ge, tradicionaliscas, militares, mondrquicos)!. = EY Gobierno proclamé Ta organizaciGn «nacio~ nal-sindicalistay del Estado y pronto preparoun impor- rante paquete de leyes y decretos. Lo més significativo n fue el Fuero del Trabajo, de 9 de marzo de 1938, verda- dera definicién de“to-que se queria que fuest aquel scacional-sndicaismor. Como tal, respondia na doble inspiracién fascista y catélica: anunciaba los sindi- aos wericae5F [eS, proclamaba el papel protector y asisten- ial del Estado, reconocia la propiedad privada y hacia del imal a clua clave dele sociedad Luego hubo mucho més: se dictaron normas. para el restablecimiento del crucifijo en las escuelas y en Jas Audiencias; se derogé la ley republicana del matri- rmonio civil (y del divareio),y el Estacueo de Autonoma de Caraluiaatin anes de scr conguistadasel Evealo asumié el pleno control de la Prensa y establecié una ef sida censura (por la ley de Prensa de 22 de abril de 1938, ‘en vigor hasta los afios sesenta); fue restablecida la Com- pala de Jess; se prokibis lacoeducacénen la excoclan se crearon Jas Magistraturas de trabajo y el Instituto So- cial de la Marina; se establecié un sistema de subsidios familiares; fue reintroducida —en julio de 1938— la pena de muerte; se aprob, en septiembre de ese afio, un taro len densa nwa oben ule de Educacién, Sainz Rodriguez) que enfatizaba la ensefianza religiosa y de humanidades cldsicas; se empez6 a perfilar la organizacién del sindical tical_y se tomaron ‘numerdsas medidas en torne aS apremiantes ‘como las obras péblicas, vivienda, sanidad, instituciones bancarias, extensién cultural, en torno, en suma, a todo lo que atafifa yaa un Es i6n (que Franco Wavi6 a definir el 18 de julio de 1958 como cmisionals etbeainnon) la guern yesh ganda, baba dicho Franco ¢12de noviembre de'1937. Nol craba. Ee m,n capa: Cilad como illic walera Gualar« pee pco ce pués, en diciembre de 1937, cuando, tras tres meses lar- 80s de relativa inactividad, otra maniobra del Ejército Tepublicano volva a sorpcaderle, ex vez en Teruel, 78 “ae mientras A y sus generales peeparaban en Medinacels nueva operacién sobre Madrid através de Guadalajara. El Bjército republicano come Teruel el 7 de eae 10 de 1938: era la primera vez que la Repiiblica recom quistaba una capital de provincia. Franco opté, como ex Brunete, por responder al ataque enemigo, en razén de aqueliz Obsesi6n por el terreno que guilaba su cstrareeia milicar Bero esta vez no tuvo los teflejos que habia. mos- trado meses antes. Su contmaofeasiva tuvo macho de pre= ipitaciGn, Escoyid mal objtivos y operaciones, y pucie~ ron apreciare evidentesdeficiencias tdcticas en su iFoll6. SOlo a Finales de enero rectificd sus errores y, centonees si, monté una brillante operacién envolvente muy al norte de Teruel, en la sierra de Alfambra, con efi- cacisimas maniobras ticticas de la arcillerfa, aviacién, infanteria y hasta caballerfa, protagonizadas otta vez pot ‘Yagiie y por uno de los militares que mas habia destacado en el Norte, Garcia Valifio, y el 22 de febrero pudo recu- perar Teruel, Pero que su respuesta inicial no habia sido acertada quedé de manifiesto en los informes del nuevo ‘embajador alemén Von Stohrer, en los comentarios que el ‘ministro italiano de Exteriores, Ciano, harfa en su diatio y aun en Jos andlisis de alguno de los oficiales de Franco, como los de Carlos Martinez de Campos. Poco después, el 7 de marzo de 1938, Franco Janz su ofensiva hacia el Medirerrinco desplegando sus ‘ropas —mandadas por Varela, Yagiie, Aranda, Moscar- 6, italiano Berti, Solchaga, otro de los hombres de las brigadas navarras, Garcfa Valifio y Escimez— por el valle del Ebro: el 19 de abril, la columna mandada por su amigo y compaiiero desde los tiempos de la Academia de Toledo —y futuro colaborador en tareas de gobier- no— el comandante Alonso Vega Ilegaba al mar en Vinaroz y cortaba la zona republicana en dos. "ART Wolvi6-a tomar Franco ott decisi6n polémi- ca: marchar sobre Valencia, hasta poco antes capital de la 79 spi republican y sede desu Gobierno, y senunciar a la ofensiva sobre Catalufia, como parecfan aconsejarle casi todos sus colaboradores. Franco debié teme yruna ee eeges cee eee ea eeanven acne eacchaccee ee “tris en marcos Ta posibilidad de que Ta sieuacién interna- Hed skpirt se ulin inipecibias tasters mel eons a ean ol Reino Unido, Francia, Alemania e Telia que de alguna forma impusies una mnedicion a Espa, ecuvo presente a ado lo lngo de 1938, Por eso Fatendsiié no ata Gata Pera a ee lees: vate oben ale (ee hs separa res aaron in tipper oo avanzaron lentisimamente por un terreno favorable a la resistencia. El avance qued6, finalmente, detenido en la sierra de Espadén, al norte de la capital valenciana. La equivocacién de Franco quedé en evidencia cuando, el 25 de julio, Rojo le sorprendié por tercera y tiltima vez: ese dia, el Ejército republicano del Ebro, taandado paral tenicace corel Bodeat, cruel Hg en varios puntos —a lo largo de un frente de 75 kiléme- ee enine hese is es tomo ala loalidad de Gundesa y amenas6 con penetat hacia Alcafiz y romper las tropas de Franco. La obsesién territorial del caudillo volvié a activarse, con més obsti- nacign que nunc: Se empe8 en una eten defensin y ofensiva frontal aultnza costa las posiciones ener. ss het decaojr de ells l jecenfepubican, Para irritacién de sus consejetos —Mussolini lle- Saree ce contemplar ni siquiera la posibilidad de maniobras ten- -dentes a envolver a un Ejército que estaba en una bolsa de 35 kilémetros con el rio a sus espaldas. Instalado en Alca- fiz, Franco tratarfa de probar a sus colaboradores la efica- Gindestrctorm desu tec: una y ova ver enteel 11 de agosto y el 16 de noviembre, lanzarfa sus soldados contra 80 las cotas enemigas, en una agotadora guerra de desgaste llevada, principalmente, por la artilleia: varios nombres (da Venta de Camposines, Gandesa, la sierra de Cavalls) se perpetuarian en la memoria de la guerra por la particular dureza de los encuentros que en corno a ellos elibraron. Franco mismo consider6 la batalla del Ebro como la mas éspera y la més «fea» —son sus palabras— de la guerra: hubo de 50.000 a 60.000 bajas entre ambos bands, los muertos se aproximarfan a los 20,000. En los ‘meses en que se desarroll6 la baralla del Ebro, Franco pasé —segrin declar6 a Abcel 1 de abril de 1964— uno de ss proses moments. Y¥ no por la guerra —o no slo por la guerra—, sino Imente por la situacién_ jetties ilo cae Pike cence ‘Checoslovaquia —cuestiGn que gravieaba desde abs aAmenaz6 de nuevo la paz europea, pues Francia, donde el Frente Popular que ya gobernara en 1936 habia vueltoal poder, y el Reino Unido habjan rechazado las nuevas pretensiones alemanes Ante el temor de una guerra europea, Franco confié al Reino Unido y Francia que. Espafa permat neutral. Esto irrit6a Alemania e Italia: por eso Fran- 20 temi6 que, en la reunién que en Miinich celebraron el 29 de septiembre de 1938 Hitler, Mussolini y los prime- 108 ministros del Reino Unido, Chamberlain, y Francia, Daladies, sus aliados le sacrificaran a un pacto internacio- ral. No fue asf. Durante 1938 habia estado claro que Chamberlain, obsesionado por lograr un acuerdo que sgucantizarala paz, no se attiesgarfaa una guetta por Espa- fia, La actitud de Francia parecié diferente: incluso, entre ‘matzo y junio de aquel aflo, el Gobierno del Frente Popu- lar, muy sensibilizado por la crisis checoslovacs, haba. oweltoa ayadara Ta Repiblica espati ‘una nueva capitulacién de las dem “ante Flitler, como se veria cuan ‘mania ocupase Checoslovaguis, 81 Y atin més; hasta la URSS antepondefa sus inte- seses alos de la guerra espafiola. Temerosa de que, después del acuerdo de Mainich, Alemania pudiera volverse en st contea, la URSS empexé a setirar precipitadamente st ayuda a la Replica en el otofio de 1938, tratando de. allza® vijos tratados G8 no ageesion con la Alema- “aaai. Todo favorecta a Franco, La Sociedad de Nacio- nes habia aceprado la propuesta del Gobierno Negrin sobee retirada de voluntatios exeranjeros: las Brigadas Incernacionales empezaron a abandonar Espaiia el 22 de ovierbre de 1956; Ls alae aestan aber Recaro ‘mismo el T6 de noviembre, al entrar en vigor un acuerdo anterior anglo-taliano: fueron cepatriados unos 10,000 soldados, pero otros 12.000, al mando del general Bert, seguirfan luchando en Espata hasta el final de la guerra; lo mismo hizo la Legién Condor. ‘Alla Repiiblica le quedaba codavia —después de Ja batalla del Ebro— Catalutia, Madrid, gran parte de La ‘Mancha, Valencia y el sureste espaol. El jefe del Gobiee- no, Negrin, y los comunistascrefan que ello permitria la resistencia, Era un errr. La batalla del Elro—en eso acer- +6 Franco— habia destrozado la moral y la capacidad ope- sativa de su todavia fimeroso Ejército: el general Rojo no do ya orqjuesear a Ultima eseraragema que su indudable inteligencia habia disefiado, una ofensiva en Extremadura yenel centro, yun desembasco en Mottil Franco, en cambio, cenfa ya lisea para el 10 de diciembre la ofensiva sobre Cataluvia (aunque parece que €lhhubiera preferido avanzar sobre Valencia). Haba, ade és, recobrado el pulso de sus mejores dias: por su con- cepcién global, por la seleccién de los objetivos, por la diseribucién de sus efectivos, por la oportunidad de los movimientos asignados a los distintos cuerpos de ejéci- to, por la coordinacién entre las distineas armas, por la sincronizacién de odo el esfuerzo, 1z-ofensiva sobre Cataluia fue, junto a las de Santander y Alfambra, la 82 ‘as brillance de las operaciones que Franco ordené en vost guerra. Sélo hubo lucha realmente en los primeros dies de la ofensiva. Franco, ademis, rechaz6 con facilidad el contraataque que la Repsiblica monté —el 5 de enero— en Extremadura. Luego, se asistié a lo que en realidad fue el hundimienco fulminante de Cataluiia: Barcelona cay6 el 26 de enero de 1939; las eropas de Franco llegaron a la frontera por donde salieron medio millén de personas hacia el exilio—entee elas el propio presidente republica- ‘no Azafia— el 10 de febrero. Irlanda, Uruguay, Polonia, Peri, Bolivia y, finalmente, el Reino Unido y Francia, que lohhicieron el dia 27 de febrero, reconocicron a Franco. ‘Ances de caer Catalufa, agentes de Franco habian empezado a sondear secretamente.en_cl-mismo nb habia, ciertamente, otra alternativa, por més que la Reptblica afin cuviese en el centro de Expafia un ejércivo de 800.000 hombres. El eenienee coronel Casado, cabeza visible del sector abandonista republicano, recogi6 esa inicigtiva y se sublev6 contra Negrin —lo hizo el 4 de marzo dé T959, y entre el 6 y el 12, Madrid presencié fuertes enfrentamientos entre las tropas casadistas y las negrinistas— y formé un Consejo Nacional de Defensa (del que formaban parte conocidas personalidades de la Tl Reptiblica, como el socialista Julién Besteiro y el ‘general Miaja) para que negociara la paz con Franco. Se pee a eae | citeradamente_y_en_términos inequivocos foposicién de solucién negociada, accud de acuer- | 1S arde Ta guerra y de acuerdo con la 1 indudable superio- merit la rendicion.covalaY la.imposo, EL 2c “marzo de 1938, las eropas de Franco, al mando del gene 83 fal Espinosa de los Monteros, entraban en Madrid; el 1 de abril, Franco —que permanecta en Burgos con alta fiebre a causa de una gripe— firmaba el Gleimo parce de guerra, el parte que rubricaba la victoria «Los militares», le recordasia Franco su primo 1 5 de julio de 1965, «nos sublevamos para salvar a la patria del caos e impedir que. la sombra de eal estado de cosas se implantase la Repiblica comunistan, Habia mucho de inexacto y de injusco en tal afiemaci6n (aparece del hecho de que ni losmnilitares eran = "auerfan salvar Espafia en 1936 ni la sublevacién era la paar forma de hacerlo). re lo que Sop © que “Franco To-creyo @ pie jantillas, en 1936 y a lo largo de Sones oclee wivteats etiam ae ‘muertos (unos 140,000 en el frente; el resco, en las reta- ‘guardias de ambas zonas), 250,000 casas, 183 niicleos turbanos estas dos tiltimas cifras se refieren, ademas, slo 4 Lo que quedé destruido o inhabitable: es incalculable Jo que qued6 parcialmente dafiado), el 50% del material ferroviatio, la tercera parte de la ganaderia, un tercio de Ja Marina Mercante, Unos 30.000 millones en pesetas de 1935 (2,6 billones en peseeas de 1982). 3. EL TERCER HOMBRE «Nunca me movi6 la ambici6n de mando», dijo Franco ance las cimaras de Televisién Espaiiola el 12 de diciembre de 1966, cuando pidlié el voto de los espafoles a favor de la ley Ongénica del Estado, entonces plebiscitada, «El servicio de la patria», afiadi6,

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