Por
De aquí yo no me muevo.
Que a esta bendita tierra
La quiero y la protejo.
De aquí, yo no me muevo.
Que hagan una fiesta
Que sea la envidia del mundo entero.
Que vengan caballistas, juglares y toreros.
Que sea punto de encuentro,
se diviertan y disfruten
Los lugareños y forasteros.
Pero también que me recen.
Que todo lo que me pidan
De buena gana lo concedo.
Yo de aquí no me muevo.
Quiero que me veneren
Las personas de este pueblo.
De los afligidos
Ser guía, pie y sustento.
Todos los que me busquen,
Aquí me encontrarán sonriendo.
Quiero reír en sus alegrías,
Quiero jugar con sus juegos.
Además de madre ser amiga
De todos los manzanilleros.
¡Que no! Que yo de aquí no me muevo.
Venid, venid todos a verme
Y dadme esta alegría
Que todos los que a mí vengan
Su recompensa tendrán un día.
En coche, a caballo o andando
Pero visitadme,
Que aquí, en esta casa,
Os estoy esperando.
¡que gozo! ¡que felicidad!
¡que ganas de vivir se siente aquí!
De aquí no me muevo.
Ya terminé mi peregrinaje.
Ya estoy aquí y soy tu Madre;
¡Soy yo! La Virgen del Valle”.
Señor Cura Párroco y Director Espiritual de la Hermandad.
Excelentísimo Señor Alcalde y autoridades civiles de Manzanilla.
Señor Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad de Nuestro
Padre Jesús Nazareno.
Señores Hermanos Mayores de las distintas hermandades asistentes.
Señoras y señores aquí reunidos.
Amigos todos.
Gracias Paco por las palabras tan amables que has dicho de mí y por la
presentación que has hecho. Se que no te ha sido fácil, pero lo que has
escrito, lo has hecho de corazón y eso se nota. Como todo lo que tú haces.
Son tan emocionantes tus palabras que se me ha hecho un nudo en la
garganta y estoy muy emocionado. No sé si seguir en este atril o pedirte
que el pregón lo sigas dando tú.
Gracias de nuevo.
De negocios millonarios
Que se cobran vidas humanas
Los truhanes y bandoleros
Que trafican marihuana.
En ti encuentro refugio.
Y en ti tengo mi vida.
Eres tú, pueblo mío
Un pueblo blanco, ¡MANZANILLA!
Los Preparativos
Ya esta hermandad empieza a sacar brillo a la plata, preparar los enseres,
las jarras, los faldones. Se cuida con esmero la ropa que vestirán las
imágenes. La cera se ha encargado y se han escogido las flores que, con su
colorido y fragancia, vestirán los altares y los pasos.
-¡Oye, hay que preparar los cultos con el cura!
-Sí, pero de eso se encarga Josemi.
-¿se ha encargado la cera?
-la ropa, ¿estará preparada no?
-¡que guapa vamos a poner este año a la Virgen!
-no me cabe la menor duda.
-a los costaleros que no les falte de ná. Hay que comprar bastante comida.
Que se lo merecen.
-las bandas de música, estarán avisadas ¿verdad?
-Andrés David, ¿Cómo estamos de dinero este año?
-hay que llevarle al tallista la canastilla, el respiradero, lo que sea.
Que trajín. Cuantos detalles hay que tener en cuenta para sacarte a la calle,
Dios mío.
Pero que a gusto nos quedamos cuando, al salir por la puerta de la iglesia,
la gente te hace palmas y lloran de alegría por verte de nuevo recorrer
nuestras calles, tus calles.
Eres tú, señor, quien nos das las fuerzas para trabajarte todo el año. Con
que ilusión venimos a trabajarte, a dar lo que de nosotros puede salir y a
veces, que tristes nos vamos cuando por los motivos que sean, nos
enfadamos unos con otros. Pero no te preocupes señor, son riñas de un día.
Al día siguiente, todos estamos donde tenemos que estar y con más ilusión
que antes. Somos parte de un engranaje en el que cada pieza es
indispensable y no puede funcionar si alguna falla.
Escribió Antonio Burgos, en su columna del periódico, que el cofrade
llega a la Semana Santa cansado. Yo, la verdad sea dicha, no lo entiendo
pero lo comprendo y me explico. Cansado llega uno a todos los sitios
después de trabajar o de realizar alguna actividad fuera de lo normal, pero
cuando se llega a casa y se encuentra uno con la familia, parece como si
desaparecieran las dolencias y nos ponemos a disfrutar de los niños,
hermanos, amigos. Igual nos pasa a nosotros, estamos trabajando casi
diariamente para la hermandad y sí, es cierto, que con el paso de los días y
de los problemas, uno se va quemando, pero cuando se ven salir los pasos
por las puertas, después de tantos y tantos problemas, se quitan todos los
pesares y viendo como disfrutan las personas de nuestras imágenes, vemos
que nuestro trabajo ha merecido la pena y ya estamos pensando en lo que
vamos a hacer para el año que viene; que vamos a cambiar; que vamos a
mejorar; que nueva idea se nos ocurre para recaudar fondos, etc. Creo que
sí, que el cofrade llega a la Semana Santa cansado, pero es de ganas por ver
a nuestros titulares rodeados de la multitud por las calles de este pueblo. De
ver, que buena acogida recibes de tus gentes. De lo bella que vas vestida
este año Virgen de la Soledad. Que cada año que pasa eres más guapa.
Sí, llegamos cansados sí, pero cansados de la espera. Cansados de no verte
sentir el aire en tu rostro. Cansados de pedirte que no tarde en llegar otra
vez la tarde del Miércoles, pues queremos con nuestras lágrimas, limpiarte
las tuyas, señor.
Cansados de esperar tu visita.
Cansados de mirar hacia arriba. Cansados de …, de nada señor. No nos
cansamos porque trabajamos para ti. Trabajamos con todas nuestras fuerzas
para preparar tu camino. ¿Cómo puede un hijo cansarse de trabajar para
que su padre no tenga necesidad? Así nos sentimos señor, como el
agricultor que trabaja desde la salida del sol para que los frutos que cuida
alimenten a sus hijos.
Sí, ya se acerca la hora. Tú serás de nuevo ajusticiado y nosotros
volveremos a sentir, cuando salgas a la plaza, ese suspiro de campanas que
nos entristece el corazón, volveremos a tener el hormigueo por todo el
cuerpo hasta que no entres de nuevo en tu casa. Pero mientras, hasta que no
entres, estarás dándonos tu mensaje por las calles y esquinas. Recibiremos
tu palabra y enjugaremos las lágrimas de tu madre, de nuestra madre. Serán
testigos los rayos de sol, los pajarillos y luceros del cielo. Se levantarán las
actas con la música y el notario lo escribirá en el incienso. Serán las gotas
de cera derramadas, pobre consuelo para tus doloridos pies, pero es con lo
que te podemos aliviar. ¡O no!. Podemos y debemos mejorar nuestro
comportamiento para así, con cada nueva buena acción, quitarte una espina
de tu corona hasta convertirla en la que siempre debió ser, de oro y piedras
preciosas.
Para con cada buena acción, sanarte una llaga de tu cuerpo.
Para con cada buena acción, quitarte un clavo de tus pies o manos.
Para con cada buena acción, quitar una palabra en tu contra.
Para con cada buena acción…….en definitiva, parecernos un poco a lo que
nos enseñaste y un poco más a ti.
Lux aeterna
Los hombres estamos llamados a la libertad y a la solidaridad para superar
las necesidades de este mundo y para evitar que el impulso de la vida se
pierda en la muerte y la nada.
Decía Hans Jonas: “Dios limita su poder porque respeta nuestra libertad”
Joseph Moingt añade: “Dios no sólo se limita, sino que se niega a
intervenir en la historia de los hombres mediante actos de poder, milagros u
otras cosas de ese tipo. El hombre debe hacerse libre por sí mismo y
aprender a vencer a la muerte, liberándose de los apegos terrenales,
asumiendo todos los aspectos de su existencia, creciendo en vida espiritual.
Todo esto se realiza con el hombre llamado Jesús, que se hace a un tiempo
servidor de Dios y servidor de los hombres: su Espíritu, “difundido en toda
carne”, como dice la Biblia, fermenta la pasta humana y hace germinar
hijos de Dios, llamados como El a la libertad.
Dios no quiso humillar al hombre, sino mostrar respeto por su libertad,
asociarlo a su propia salvación. El hijo de Dios se hizo hombre para que el
hombre se salvara por sí mismo. Dios nos creó y nos invita a trabajar para
liberarnos nosotros mismos de los lazos de la muerte.
Todo hombre que avanza en el sentido del amor, avanza en la dirección de
la vida. Los que viven en el amor se convierten en miembros vivificadores
de la comunidad del Dios vivo, que no cesa de crear Vida, que es la vida.”
A esto añado yo:
Señor, Tú tienes que ser sacrificado. Tienes que cumplir con las escrituras
y con los deseos de tu Padre. Vas gustoso a la muerte, porque de ello
depende la salvación del hombre.
El hombre es débil, porque nuestra carne es débil. ¿Acaso no somos hijos
de Eva? ¿Cuántas manzanas del árbol prohibido nos comemos al día?
No nos podemos comparar como hombres, a la figura de nuestro señor
Jesucristo. Él es el hijo de Dios y por la Santísima Trinidad, es Dios.
Dios todo lo puede y es creador. Creó el cielo y la tierra. Creó lo visible y
lo invisible. Creó la vida y la muerte. Por lo tanto es el único capaz de dar
la vida y vencer a la muerte. Tan sólo a través de Él, podemos albergar la
esperanza de algún día, vencer nosotros también a la muerte.
El peregrino
Por cada calle que pasas, por cada esquina, vas dejando un trozo de Ti.
Cada piedra respira tu gloria, pues es la Gloria quien ha venido a pasar por
aquí.
Es tu presencia, dulce ambrosia y el maná de la tierra prometida.
No estas predicando en el desierto. Son tus gentes, tierra fértil que el
labrador prepara para recibir tu agua de la vida.
Y caminando, quieres llegar a la casa de tu Madre. A esa casa que está en
la otra parte del pueblo. A la que cuando visitaste, fuiste tan bien recibido,
que allí te quisiste quedar. Pero todo el pueblo es egoísta y te quiere
contemplar y quiere que visites sus calles, que pasees por delante de sus
puertas e incluso te quedes a descansar.
Todos quieren darte consuelo y aplacar la agonía que te espera.
Ya no es un trozo de madera lo que vemos, sino al hombre que fue enviado
para salvarnos.
Ya no es madera lo que pisan sus pies desnudos, sino el amor de los
hombres hecho camino de flores.
Ya no es madera lo que corre por tus venas, son ríos de oraciones y
plegarias de esta Manzanilla eterna.
Ya no es madera tu figura derrotada, son lágrimas de belleza que un
pañuelo no seca.
Ya no es madera el paso que te porta, sino Ángeles venidos para difundir tu
palabra.
Ya no es madera donde entregarás tu vida, sino el trono donde nosotros te
debemos sentar.
Ya no es madera porque no ha sido la mano del hombre quien te ha tallado.
Eres Tú quien está reflejado en esta cofradía.
Ya no llora tu madre de dolor, sino de alegría al ver que tu pueblo te quiere
de verdad.
Es tu andar la carretera,
Y hermanos Machado en parte,
San Sebastián entera
Y después de Ventoso, tu calle.
El Nazareno
El nazareno comienza su Estación de Penitencia en la intimidad del antifaz,
que sólo revelará su anonimato para que su única palabra sea el Amén al
recibir el cuerpo de Cristo en la comunión que alimenta su alma y lo limpia
de pecados.
Después, en el cortejo procesional, le acompaña cual escolta para recibir,
sin miedos, la penitencia impuesta voluntariamente. Alumbrará el camino
con su cirio de cera, triste emulación de quienes en la tarde de aquel jueves,
fueron en la busca y captura del Redentor.
Otros, cargaran con su cruz y caminarán tras El en su promesa particular.
Voto de silencio, descalzos o sin alimentos.
Y los más pequeños, pero no por ello menos importantes, le irán abriendo
camino con sus báculos de metal con la insignia de la cofradía.
Nunca, en ninguna otra época del año o tipo de cofradía, se ven a tantos
hombres y mujeres vestirse de silencio, enclaustrarse con esparto y castigar
sus cuerpos de esa forma tan altruista.
Sacrificios voluntarios para pedirte el perdón por las ofensas no confesadas.
Los hay quienes no pueden apenas andar, quien no sabe rezarte de otra
manera que con su sufrimiento. Te van acompañando en tu sacrificio que
ya no es sólo tuyo; cada paso que das, es un paso que da el penitente. Tú
cargas con nuestra cruz y el penitente carga con su conciencia.
También, quienes empiezan vistiendo la túnica por acompañar a un amigo
o amiga y termina dándose cuenta de la magnitud de tu gloria.
Quienes empezaron a salir para hacerle a esta Hermandad casi un favor,
para que ese año hubiera un nazareno más, y continúan haciéndolo año tras
año, pero ahora con otros motivos de mayor calado y que no se pueden
explicar con palabras a quienes no lo han sentido.
Y todo para que pongas bueno a ese familiar. Para que le ayudes en ese
problema de dinero. Para que esos exámenes que se avecinan no se les
atraganten. O para pedir un favor, el que sea, trabajo, amor,…da igual.
Pero también para acompañarte en tu dolor. Para sentir en carnes propias,
un trozo del sufrimiento que padeciste. Para terminar con una vida que no
les satisface y seguir con la nueva que comenzó en la Cuaresma y que sea
reflejo de Ti.
No pesa, no. Ese camino que hace el nazareno, es un camino tortuoso, pero
que al finalizarlo, se siente que hemos estado a tu lado y el dolor ya no es
tanto dolor, pues se ha compartido contigo y Tú les has aliviado.
¡Cuántas promesas te ofrecemos, Señor!
¡Cuánta penas oscurecen nuestras vidas!
Señor, ayúdales y compláceles en lo que te piden. Son gente humilde y de
buen corazón y Tú lo sabes. Quien si no Tú conoces nuestras
imperfecciones y sabes que en el fondo, todos nuestros problemas son
producidos por la debilidad del hombre.
Lumen Fidei
Mi Pasión
Dime porque lloras, madre mía, y tus lágrimas son de dolor.
¿Es por ver a tus hijos pelearse los unos con los otros,
Que la memoria la estamos perdiendo,
y no te confortamos con nuestro calor?
Ya vendrá el día.
Y con su manto cálido y suave
Pondrá luz a tus penas, ¡que son mías!
Dime porque lloras y tus lágrimas son rocío.
Que no sé maquillar mis palabras
Y por tu amor me encuentro perdío.
¡Costalero,
reza un poco ya
y está contento!.
¡Costalero,
se acerca la hora ya
del sufrimiento!.
¡Costalero,
cálzate el esparto ya
y coge aliento!.
¡Costalero,
cíñete la faja ya
y ve corriendo!.
¡Costalero,
Ponte en tu sitio ya
Que tu capataz te esta llamando!
¡Costalero,
aprieta fuerte tu costal
y empuja tu aliento!.
¡Costalero,
que encima tuya está
Jesús el Nazareno!.
¡Costalero,
el camino tuyo va
y nos lleva al cielo!.
¡Costalero,
costalero…!
Yo quiero ser costalero
¡y llevarte, Señora,
por el pueblo entero!.
Yo quiero ser costalero
¡para llevarte, señora,
tras Jesús Nazareno!.
Dolor sin dolor.
Cansancio sin espera.
Yo quiero escuchar
el crujir de la madera.
Bendita tu eres, Señora
y bendito tu dolor.
De penas te mueres
porque matan al Salvador.
¡Silencio!. Silencio todos,
¡que suena una saeta!.
Quejío que brota
de una garganta quebrada
en un balcón sombrío.
Yo quiero ser costalero
y llevarte en tu dolor,
sentirte arriba, Señora,
y mostrarte mi amor.
Yo quiero ser costalero
¡y acompañarte, Señora,
con olor a incienso,
alumbrados por velas!.
He dicho.