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284 Rogelio Roviea libro, basado en charlas radiofnicas emividas por el autor en 1942, se publicé otiginariamente en 1952). Manitatn, Jacques, dppraches de Dien, Pats, Alsatia, sa. ‘Mati, John Stuart, «Theism>, en FB, L. Priestley y]. M. Robson (eds), Co- Mcted Works of Joba Stuart Mill, Toronto/Londres, University of Toron to Press-Routledige and Kegan Paul, 1985, vol. X, pigs. 429-489, MutiAn-PuELtts, Antonio, La formacén de le penduddad bumeana, Maz rid, Rialp, 1963. — La estructura de la subjetivided, Madsid, Rialp, 1967. — Sobre.el hombre y la sociedad, Madtid, Rialp, 1976. — Lécico filesfico, Madeid, Rialp, 1984. — Lalibre afirmacién de nuestro ser. Una fiandamentaciin dela ética realista, ‘Madrid, Rialp, 1994. Newman, John Henry, dn Essay in did of a Grammar of Asent, ed. de LT. Ker, Oxford, Clarendon Press, 1985 (1.+ed., 1870), Paxacios, Juan Miguel, pensaamiento ex la actin. Estudios sobre Kant, Ma- did, Caparrés Edivores, 2003, PLatOn, Luthyphro, Stephanus 2a 1-16a 4. Rovira, Rogelio, «El principio metafisico fundamental ‘mostrativa de las cinco vias tomistas para probar la en Fspivitw, XXXIX (1990), pigs. 59-80. SeaweRr, Josef, Erkennems des Volllommencn. Wege der Vernunfi su Gort Bonn, Lepanto Verlag, 2010, El problema del realismo Cartos Lunds Universitat Ramon Llull, Barcelona Lo que sigue no es mds que un esbozo. La tesis me parece relativa- mente clara, airnque exigirfa mayores y mucho més detallados desarro- llos queahora no son posibles.Lo dejamos, pues, al como esté, Las citas directas de obras y autores son pocas. El lector puede encontrar las rfe- rencias en la bibliografia que consta al final El problema del realismo es el realismo como problema. La fiase no «s rtoogic y ampoco quiets djrse lear del gusto poo paraddji- co, Su sentido propio es: el verdadero problema del realismo, su proble ma mis grave, solo aparece concretamente como problems «{ilosofi- co» —y, por tanto, cn suefectiva universalidad— cuando el realismo se convierte histéricamente —y, por tanto, de modo particular— en pro- blema. Dada la condicién —en general— problemtica del hombre en este mundo, esto puede ocurrir y ocurre sin duda en eada época de la /humanidad y en cada instance de la vida humana individual. Siempre es posible (siempre 10s es posible) sobrevolat la realidad con nuestro dis. cursear, tanto en el existir de cada dia como en el pensamiento, enc briéndola c inficiondndola de nada, in olvidar tal extremo, asf como las muchas reflexiones que resulea- rian pertinentes al respecto, consticuirfa no obstante una neutralizacion inaceptable que pasiramos por alto las intensidades colectivas especifi- «as que tal experiencia reviste en circunstancias y momentos determina- clos, Deahi quehayamos dicho que el problema solo aparece en su plena conerecién cuando el realismo deviene problema histérico, Desde esta 286 Carlos Lins pperspectiva, cl realismo se nos ha hecho y se nos hace problema de for- ma singularmente manifiesa en esto y desde esto que llamamos «mo demnidad:>. Por su lado, la expresion mis clara dela singular problema. tizacién histérica del «realismo» ala que acabamos de refetirnos viene presiida por el motive dela «subjetividad. Si se me acepes que jue, ue un poco con el idioma, hablaré en relacion a la subjetivided ino. derma yo salazn coeno pioblenas ceimnde desis ey conexiones posiblesen una sola formula, dela «im-posicion [del se, de lo real] [porel yo}. Con elo destaco los siguientes aspectos: 4a) ; esto es cl «in», en primer lugar, como «dentro», como ponet «interiors La subjetiva del sera posicin del er en y dea aie rioridad, como posicién del yo que gira sobre s{ mismo en el acto de su autorreflexién: el ser como «intta-posicién» y como techazo, al menos implicto, de toda «exo-topia». Asilas cosas, cl ser como desplicgue de ta subjetividad en Jo exterior, esto es, como salida del sujeto desde mismo hacia lo otro, propiamente y tinicamente se ex-pondela como retorno, como viaje hacia el fuera que solo es en cuanto puesto en (den. tro de) la interiotidad que precede'y —jstamente asi cuestiona toda exterioridad en sentido absoluto. 4) s, ligado con lo anterior, en un segundo sentido ~elprivativo 0 negativo= del «inv; esto es: como «ho-posicions Puessilo interior vale como origen, el yo esl inico pre-suptestoy, por tanto, lo su ver no puesto y carente de suputstos Lasubjeaviteci eg ronces, poniendo el ser, no-se-pone asi misma, sino que se su-pone. Sin embargo, poniendo al ser desde st incrioridad, com su inthordad ¢ én su interiordad la subjetiidad que se no-pone asi msina tampoco pone al ser, puesel ser no «sale» fuera de ella; de hecho, no es otra cosa que la propia interioridad que lo pone: esto es, y como ya hemos dicho, la aim-posicién» niega que haya nada «excra-pueston, nose le «dane nada al yo desde «fuera» de si mismo. Por consiguiente.y en iltime instaneia, de la posicién de ser pensada con toda radicalidad desde la inmanencia del sjeto que todo lo media se colige sin dificulead que en si misma, como posicién, solo puede tratarse de la negacidn de todo < o posicién mas o menos enti para ls re flexién, seaa favor de un sujeto absoluro y su perspectiva dialéctica om. nilaceral (Hegel), sca a favor del perspectivismo deseneadenado del ea. jetofinico que, sabiendose pate del todo y no exterior + au gions £ Pese alas esonancias heideggerianas que s¢ puedan descubrir en las breves ex: plicaciones siguientes y que no nicgo en absoluto, advierto sin embargo de la mayor Importancia pars ells de a novibn de wexotopla> 0 «ext posicion tl como Mi jall M. jen Ia desarollé en diversos textos El problesra del realismo 287 «sencia, asume la provisionalidad ylabilidad radiales de cualquier posi- cién que se tome desde ese «dentro» (Nietzsche). Esto iiltimo, muy especialmente, significa que toda posieién solo poded configurarse,s he de cuentas, enel modo deuna (em su eercersacepeion) ¢) «Im-posicién>, como conclusién o clausura final sobre sf mis: ‘ma, en el sentido ms eorricnee para fa lengua habitual de la poscion de ser cuyo fundamento no es ni puede ser otro que el querer autoritativo ddeun acto puro de voluntad —un acto del yo como volantud—. Que 10 nos engafe la comprensibilidad inmediata de esta tecera y altima acepcién: que «cimposicién », en el habla cortiente,signifquc sin mis in herea que se wbrepone te fone niingdin caso implica que nos encontremos aqui con un mero corolario, con algo accesorio que ilustrariasimplemente algunas de las consecuencias pritica de lo ames < descrito, que seria lo esencial. La imposicion como acto de poder de un querer que fuerea a otras voluntades es aq, ciertamente, mis bien lo primero: aquello a partir de euyo arbitra brota al fin lo impositivo en los anteriores sentidas de lo intra-puestoy de lo ho-puesto, ‘Afirmo (sin prueba alguna de momento): todo esto, o bien tiene un sentido primigenio —por mas ambiguo que sea— mttco-teoldgico —en el limite de la desambiguacién: cristolégico-trinitario—-, o bien no tie. ne sentido alguno —constieuye in se la negacién del sentido. En mi opinidn, Nietzsche es el tinico autor que ha optado consecucntemence por el segundo término de la anterior alternativa, cosa que significa como minimo vivir en ef contraste con el primero. No hablaré aqui in recto de la posibilidad doblemente abismal (negativa y positiva) le eee existirextremo en la vers imagination caraceristicd del exp, gue trataré de aclarar un poco, por iltminaciones sucesivas super. puestas—, algunos de los implicitos tanto historicos como sistemaiueos contenidos en la tensa relacién existente entre ambos lados de ladisyun- cién. Desde ahi habria de ser posible aproximarse, aunque solo fuera indicativamente, alas preguntas propuestas: 1, ¢Puede darse de modo Goal Is ética sin una fundamentacién metafisica? 2. Sino la requiriese, ¢deberfa tener alggin otro tipo de fundamen- tacién? 3. Sila requiriese, zque tipo de metaflsica serfa el mds adecuado? Al decir hace un instante que la «im-posicién», en la triple a cién de la «intra-posicién>, de la «no-posicién» y de la «sobre-posi- cin (como acto puro de voluntad), solo podia tener sentido en lees 288 Carlos Hinds fra weoldgica, estibamos afimando que solo en ella podria ser sindnic mo de «realismo>, Salidos de exe eirculo, con la sustancia supraccleste palidece a la vez el posible alcance real de la im-posicién, O, dicho de otro modo: se transforma con mayor o menor rapidez y resolucion en acto absoluto de in-dependencia, de-obediencia y no-partieipacion de fino real. Solo en el supuesco de palabras divinas —y de ciertas pala. as divinas muy en particular— puede ocurrir a) que la intea-poscién na ea lo contradictorio dela extra-posicién, b) que la no-posicion no sea lo que excluye el eareter hiporético en sentida fuerte de lo finitoy ¢) ue la im-posicién como acto de voluntad no sea lo meramente ef le. 05» y lo que climina la liberead de voda posible respuesta. Dejamos Para mis tarde sopesar el lugar que de esta forma aurbuinee al lenguaje jimbélico del mito y nos centramos enlo siguiente: afirmand sin pres ba aquella disyunciva se estaba aceptando sin mds (como acabanbe de indicar) la ambivalencia —al menos potencial—de la im-posicidn: en definitiva, que no implica neceseriamente la negacién consumada del realismo, ¢Cuindo es de tal modo que si la comporta?, euindo no es asi2, qué es lo que, en el fondo, estamos significando con el termina «tealismo»? Para buscar una respuesta a estas preguntas persiguiendo a la vez el bilo que quiz nos han dejado las consideraciones precedentes, prove: deremos a continuacién a una breve exposicién del problema conerero puesto ala filosofia por un tedlogo griego de la actualidad. oannis D. Zizioulas, metropolita ticular de reconocido por todas las parces en los dilogos intercon fesionales nuestros dias, se enfrenta en sus obras recientemence traducidasal cates Iano ala earea de pergefar una ontologia de a aleridad y de a persona ue corresponda tanto a las esenciales exigencias dela fe cistiana como alasque plancean,normalmentcencloneie cdesusorigenes, algunos de {os tépicos mas socorridos de nuestro tiempo (dignidad y derechos I persona, libertad, etc). La primera dificultad con que tropicza esta labor la constiaye el marco oftecido por la ontologla griega, de rango Fundacional para Oce cidente. Leida en sus propios términos, la ontologta griega cisica no Pparece moverse, sein Zizioulas, de los margenes estableeidos por un ‘Todo impersonal de carictcr sustancialista y «naturoso» —conto dice alguien— en el que naufragaria cualquier intento de claborar la nocion de una alteridad personal rea Las categorias dominanes de ese pen, samiento ($poorc, obra, eldos, ogc) dibusjan el espacio de unaeani: dad teo-cosmolégica en la que dificilmente cabrian nociones como a Pérgamo y patslogo I problema del realsmo 289 de, por ejemplo, creacién o libertad (esta tiltima, al menos, cen un senti- do sufetencemente bordel En dfinisva os supuestos bisieos de a ontologia griega convierten finalmente todos sus motivos, por mis ricos Fnennieaesan lo so), en melodias de lo Mismo impersonal. Lo Bruce a imposed abla deesablecer cualquier lee edie {go tanto con el Bien platénico como con el divino vove aristotélico?. La ocién de «persona», en el mundo de la Antigiiedad clisica, no parece poder ser pensada mas allé del elemento de lo teatral que se encuentra cn su comienzo. Y es que, en una ontologia en la que solo el ‘Todo de la {pits y el xéo}i0s propiamente es la persona se ve condenada a no po- der ser sino mascara, Las tardias consecuencias extraidas por Nietzsche de este hecho, por mis equivocas que resulten dado el contexto de mo- deridad crepuscular del aucor del Zanatustra, no por ello dejan de sex, aun cierto nivel, de una contundencia irebatible, — Sin duda alguna, los limites en los que se mueve esa ontologia estin en conexidn con los que ya caraeterizaban al variado sustrato m hiclénico que le era antetior. Esa conexién, sin embargo, no solo no n 4g, sino que en realidad presupone un cierto grado de diferencia Muchos han sido los que han destacado el eardcter extrovertido —ver do hacia cl universo de las cosas exteriores— de la religiosidad griega, sobre todo de la mis arcaica y originaria, insistiendo en su pendant ob- gv yshieramentenarurlina —por opoiién a cualquier forma -) perches El problema del ealismo 291 dad a beneficio de la universalidad abstracta de la idea, que circula por el écer aimagen de las estrellas, de género en género y de especie en especie. Y la « fenomenoldgico como obertura a la alteridad, yyano como mera abertura al mundo, Tal opcién, sin embargo, conlleva inmediatamente una profunda smuracién del escacuto de la propia filsofla en cuanto pretenda ser pri- ‘mera. También Heidegger habia abandonado tiempo atris el mero «yo jorizonte de la “ Témense ls pigs siguiences a guisa de resurvenpragmice de Marion, 1988, igs 1117, 292 Carlos Llinis constitutivo de objetos» para retroceder a un estrato mis esencial del hombre: el que o postula como Dasein, como lugar del Ser abierso np €f ents cuyo ser consiste en comportarse con respecto al Set, nique sea al nivel de una «precomprensidn vaga y de término medion Fae den Plazamienco de la esencia del hombre hacia la Seingfage, ampliando ln Petspectiva husserliana, presuponia no obstante la esis de que el Ser mismo oftece el titimo fundamento y que, por tanto, la onvoloein ca fiadamental y no derivada en modo alguno ~-que la cuestion del Ser constituye el horizonee timo de sentido. Esto es lo que Levinas se ve conducido a discutir radicalmente a partir de la experiencia del rostro del otro: la ontologia, aun siendlo fare laments, podea sr injusta Elser del Dasein se presenta, para Heideg. get, como ser del yo, de un yo particular —en primera persona —,cont Propiedad de un yo que se apropia del ser cjerciendo slempre una clone Violencia “Ia que surge de su «derecho» a afirmarse y-a peryeverar em su ser en detrimtento de cualguicr ous para no caeren el Se (das Man) andnimo ¢ ineercambiable y, por tanto, impropio—, violencia que pac, delegar a tener que se llevads hastala meee clone Pero, epuede el certo imponerme una responsabilidad con respecto al que meleve i clusoarenunciar ami autoafirmacién en el Ser? Puede el otro suiponer para mi una exigencia superior, mis antigua mas fundamental, que la ued Ser me disige? El proceso asi incoado a la Seinsfiag exige para see posible un punto exterior a la ontologia, al Ser —un «mis alld del Ser». Tevinas descubre esa exterioridad bajo la figura cartesiana de la idea dle infinito: el rgito puede darse el sol y l cielo, pero no la idea de i Rio, Cuando veo al otro, mi intencionalidad no constcuye ningin nuevo objero,s desnuda, al rostro desnudo de ser investigada como intencionalidad irreductibles osurte via enn bargo, que quizd incluso debemos acabar viendo en ellala qutebna del imentiondlidad. Mirando al otro, la intencionalidad se invierte y soy constituido —como responsabilidad moral, antes que como liberied> Por su rostro, que hace de misu srehén>». El otro precede mi ser mi reponsailded moral pas con dann cg derechos ser. La exigen- Gta étca aparece asi como un horizonte mis esencial que la insevene epaliic, La diferencia oncoldgica (enteSe) es posterior ala respon, sabilidad moral Stel ours, precede y juzga al Ser, puesto que ese otto si- Bue siendo un ente, hay que concluir que el ente precede al Sere El ol, Vido del otro en provecho del Ser descalfica ala fenomenologia heideg- ctiana tanto como el olvido del Ser caracterizaba a la metafsica, Sif, Ge haber una diferencia, serrata de la diferencia entre yoy el otto, ane El problema del ealismo 293 e dela diferencia ontolégicam, dice Marion. En cierto modo se Sei ereeciguens’on case ble» aladitencicor- ca heldeggerianas{ diferencia ente-Ser deviene accesora; lo >ei- sponta aya exe momennocl okide dl Sera fvordlonte sa ontario el io del ent percona (al menos como posiblidad supre- ia) air del ee earntinpeal dela omega dominate Lo exencial de Levinas, por tanto, se encuentra en el primado ético del ente como o7v0 con tespecto al Ser. ase también, pat odo oye ‘matices suplementarios, el siguiente fragmento del prefacio ala segunda tdicion de Dela eubtencia a exstente (Levinas 2006: 13-14) pro Enver en existe ene humane, nfo gue Hei llamar «cardeter de ente del ente, no una oculeacion yuna {*Femuaeons dlr sins un raps hc ie hal ale Sin con Dis yen aed enone ta cosa quel ens eqtozand a fino sige ues iveran implement os minos de la famosa diferencia heideggcrsna privilegiando elente Se tece doe loco strc Menorereibonte dae > toma, en este lugar, una forma singular («hipostitica>), si ‘multéneamente «realista» (en relacién a laalteridad personal e inelaso a Ja conservacién de un cierto marco genéricamente «metafisicom), Pero reaca alas seducciones de tna naturaleza que disueve lo no-gene, fico en lo efimero puro. Con respecto a esa «imposicidn hipostética» semedirin todos os esfucrzos del pensamicnto posterior cn Occidenee, El problema del ralismo 297 i in deo real alo subje- hasta llegar al suprema paradoja de una reduecion de igs (oon einen stdin natalinad de la peo) que, por parte, vuelve a presenearse, otra vez, como Todo cerrado, aunque del scr ahoraen el modo del Todo del Flombre que gira sobre si mismo en Ia Historia, Nietzsche conssye la conmmacion de ee procs por nismo, su fractuta interna. Acabamos, pus, ilustrando algunos de Iocarmvicosd ku pins stern medeane ne amar algunos pasajes nietzscheanos, El nacimiento de la tragedia, § 1, encontramos la siguiente sen- cena ecruache leon domyslcen Regunge, in dren Steigering ds Subjective ma lig Selbuvergssenheihinschwrindern (Nieas- cche, 1999, v. 1: 29). Una posible traduccién serfa: «despiertan aquell inguietdes agacionsemocionspulsiones dionistacaseneuya in tesifacén ascns, increment, aumento] fo subjetivo desaparece vido de si mismo». ; ef corer en el gue Nceuche iroduce ext frase esl de pri- merisima explicacion de lo dionslaco como embriaguea fence 2 leapo- lneo como seo, No podemos detenemos ahora en os dele dee cuestién. Solo nos interesan de momenco algunas observaciones relati- vamente (y quizé solo aparentemente) marginales. Ne wifcl enclone my bilan y erica expoicones de esencia sidad griega arcaica —més arriba hemos «i Seen des eee eer did de ca favor de as mts diversas poderosas fuera del css stiuyera uno de los rasgos fundamentales de la experien ieénica, Ess foe pmbablemence, la forma especlia de realions ave corresponds aunque hubera dese unilateral alos dioseslimpicos desde ete punto de vit, en cualquier caso la perspcacia de Nitche en un entorno donde predominaba todavia la version mis solar eilus- dna de a Antigiedd gecolatina no puede dear de admiramos Pero no era estoa lo que tbamos, sino a vishumbrar una extrafa peculiar dela fase nleescheana: Ia ombinseén cn ines y media y paren mente problemi (evidente in mis) de ementosconsustanciales ideas grea muy angus (lsintagma «aqueiasinquerudes dons «23>) con oros que conesponenidenlogemat modemos en extreme (los que se cifran, ante todo, en los términos «subjetivo» y «olvido-de stroman —Saiergesenhet Sete juiere advertir de lo que eran en 4 a lo quescpin dln en todas las culeuras— los impulsosarlatcos nae rales de lo apolineo y lo dionisiaco, Y no hay que dudar de que lo haya 298 Carlos Llings fogrado en una u otra medida. Pero también ha conseguido otra cosa: hacernos saber algunas de las caracteristicas mss peculises dese propio tiempo —que vodaviaes lo gperamos noel nuestro—. Que caracte- iticas?, ze6mo podriamos definir, de acuerdo con la sententia nietzs- chieana, los rasgos esenciales de ese riempo? Nuestra épocas cuan la objetividad —esco es: el salir de si mismo y el poder abondener ng que $8 por un instante, lo meramente subjtivo— solo se puede aleantat te diance la embriaguec y como embriaguez —o sea: a través de ln cua, lacién del sujeto. En verdad, no nos expresariamos con fods la correccién posible si dijéxamos: Sandolo resol pueealeanzarcomo ee ez ¥ esto, precisamente, porque para la flosofia moderna lo eu, Peenee hocomparece en cuanto tal —aqui Heidegger resulta, segavamente dal todo irtefurable—, sino através desu, digamos, setizusefinconal lo objetivo. Pero aunque no nos expresemos eon toda correccion, aquello cralo queen este instante querlamos decir. Ellenguaje,comoaline ane mecifora que ha llegado a ser casi clésia, es un barco en el se purderde empre navegamos, por lo que las repataciones —ranto ex el centile (dobleasu vez) delos que se «transforma » es lo inmediatamente primes eidontien al realismo. Pero ya hemos visto que la pregunta mis pertinente es legac se dirige alo prévio ala metafisca, que.cs donde se encuentran las sits ™ayores gracias alas cuales es posle hacer una ces justicia a fo real, rcligindose con ello. Por tanto: no es que seamos cada vex y necestrie ‘mente menos realistas, sino quc lo real solo nos resulta a nosotros con. retamente perceptible en cuanto atendemos sin pausa al espacio de

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