El caballo asombroso
En las salas de El Cigarralejo se muestran 80 ajuares funerarios completos ordenados
cronológicamente, la responsable de este museo muleño, ubicado en una típica casona
del barroco murciano, no lo duda: El Caballito. Esta pieza, proveniente del santuario de
El Cigarralejo es un exvoto del siglo IV a.C. Se trata de una talla de piedra arenisca que
representa a un caballo ricamente enjaezado, donde se aprecian todos los detalles de la
montura (una doble manta) y de los atalajes, incluido el bocado de caballo. «Es
interesante tanto por su valor estético y antigüedad como por la información que nos
aporta (junto a los casi 200 exvotos restantes que aparecieron con éste) acerca de la
espiritualidad del hombre ibérico y sus creencias en determinados dioses, protectores de
los caballos y de la fertilidad, la naturaleza en general», explica Virginia Page.
La Cena es la estrella
El Salzillo es un clásico de los museos de la Región. «Un laberinto de emociones»,
según el arquitecto Yago Bonet Correa, encargado de su remodelación en 2002. Difícil
lo ha tenido su directora, María Teresa Marín Torres, para escoger una única pieza: 'La
Santa Cena', de 1761, que actualmente se encuentra en proceso de restauración. «Es una
de las composiciones más admiradas del barroco español por su excelente resolución y
por la expresividad de sus trece figuras. Representa el momento en el que Jesús anuncia
la traición, lo que provoca un movimiento ondulante entre los comensales por el estupor
causado, por lo que éstos levantan o extienden sus brazos y se dirigen unos a otros
significativas miradas buscando al traidor o la explicación de las enigmáticas palabras
del Maestro», detalla Marín Torres.
Iberos en Jumilla
En Jumilla, el Museo Jerónimo Molina destaca por una colección procedente del
poblado de Coimbra del Barranco Ancho, en este lugar se encontraron 150 sepulturas
iberas. Su pieza estrella es el Pilar-Estela de los jinetes ibéricos de Coimbra del
Barranco Ancho, de la primera mitad del siglo IV a. C. Para su director, Emiliano
Hernández, se trata una elemento «tallado en piedra calcarenítica, que está decorado en
sus cuatro caras en altorrelieve, en tres de ellas hay sendos jinetes, uno de ellos porta un
bastón de mando cogido de una forma ritual, solamente con los dedos índice y corazón.
La cuarta cara es una escena de imposición de mano. La divinidad, representada en
mayor tamaño, impone su mano sobre la cabeza de la difunta». «Todo ello tallado con
una exquisita delicadeza», añade.
Arquitectura almohade
En Cieza, el Museo Siyâsa cuenta con una espléndida muestra del patrimonio
arqueológico y etnográfico con varios motivos para el sombro y el mayor de ellos es
para su director, Joaquín Salmerón Juan, el arco original de la Casa con dos paños de
yeso con celosías formando rombos, decoración vegetal y escritura árabe. 4,20 metros
de altura. Es en más de un 80% original y el resto cuidadosamente restaurado (más de
400 fragmentos provenientes del despoblado hispano-musulmán enclavado sobre el
Cerro del Castillo.). «Singular porque este pórtico, en el actual estado de las
investigaciones, constituye la pieza de decoración arquitectónica más monumental de la
arquitectura almohade en Al Andalus tras la Giralda y los patios almohades de los
Reales Alcázares de Sevilla», argumenta Salmerón.
El pintor centenario
El Museo Ramón Gaya está en plena celebración del centenario del nacimiento del
pintor del Huerto del Conde, el año del pintor del 10.10.10, Ramón Gaya, nacido el 10
de octubre de hace ya un siglo ¿Cuál es la obra esencial de Gaya? «Me es difícil salvar
un solo cuadro del Museo. Después de darle vueltas elijo, 'El durmiente de Salzillo' de
1975», argumenta Manuel Fernández-Delgado. «No es propiamente un homenaje, pero
sí en este cuadro, Gaya homenaje a Salzillo, que para él es mucho más que un gran
artista: es casi una mañana, una mañana llena de rosas y de moscas, llena de polvo
vivo&hellip La copa, las flores y el tomate y San Juan dormido. El silencio del arte. La
fe en la creación, el alma apareciendo&hellip», recalca del director .
Música islámica
Un oasis real es el Museo de Santa Clara de Murcia. Lo que le hace único, además de su
arquitectura, es un fragmento de adaraja de una cúpula de mocárabes que fue decorada
con pinturas policromadas al temple. «Representa a un personaje femenino tocando el
mizmar, instrumento que debió ser utilizado por los músicos en los ambientes
cortesanos de época islámica», explica la directora de este centro. La pieza procede de
Dar as Sugra, palacio islámico del siglo XII, sede del Monasterio de clausura de Santa
Clara La Real, Murcia.
Hay museos arqueológicos, de arte sacro y de bellas artes, algunos con nombre propio
(Salzillo, Gaya, Emilio Pérez Piñero, Campillo, Gabarrón, Carmen Conde-Antonio
Oliver); pero también hay museos sardineros, taurinos, dedicados a la Semana Santa,
del ferrocarril, de artillería, de la Vera Cruz, de la conserva, de salazones, de la ciencia,
del esparto, de carruajes, del arroz, del vino, del carnaval, del fútbol aguileño, de
bordados, aeronáuticos, mineros, etnológicos, de la Guerra Civil e incluso un curioso
museo de grafología (dedicado a Augusto Vels) en Puerto Lumbreras.
Existen casi un centenar de museos en la Región. A esta nómina se han sumado las
colecciones permanentes de las fundaciones Molina Sánchez y Antonio Campillo, en la
Casa Díaz Cassou de Murcia, y el museo dedicado al artista José Carrilero en Caravaca.
El próximo será el Museo del Cante de las Minas, 200 metros cuadrados en los bajos de
la Casa del Piñón, que tiene previsto abrir sus puertas como un gran centro audiovisual -
«impactante y sensorial», según el alcalde unionense Francisco Bernabé-, a finales de
este mes. El coste total del proyecto, financiado por el Plan E, es de 200.000 euros.