El hombre se detuvo un momento para descansar un poco. Alz los ojos y vio
ante s un pequeo abeto que se alzaba al cielo. Miles de estrellitas parecan
estar posadas en sus ramas, como si estuviera cubierto de hilitos de plata. Ante
aquella escena inesperada, el leador qued maravillado.
Tras cortar el abeto, se lo llev a casa, donde lo esperaban su mujer y sus dos
hijitos. Como por milagro, las estrellitas se haban quedado sobre las ramas del
rbol.
Cuando lleg el invierno, todos los pjaros del bosque decidieron partir.
Solamente un pajarito decidi quedarse en su nido, que estaba hecho de acebo
y era muy acogedor. Quera, a toda costa, esperar el nacimiento de Jess para
pedirle una cosa. El invierno fue muy fro y nev muchsimo.
- Te traigo una buena noticia: esta noche el Seor Jess vendr a visitar tu
casa.
De repente son el timbre. Era una mujer mal vestida, de rostro sufrido, con el
vientre hinchado por un embarazo muy adelantado.
La seora, ocupada como estaba limpiando los vasos de cristal y los platos de
porcelana, se irrit mucho:
Mientras tanto alguien afuera bati las palmas. Ser que ahora llega Jess,
pens ella emocionada y con el corazn acelerado fue a abrir la puerta. Pero
no era Jess.
Era un nio harapiento de la calle.
- Un ngel puede mentir? Grit ella. Lo prepar todo con esmero, aguard
toda la noche y Jess no apareci. Por qu me hizo esta broma?
- No fui yo quien ment, fue usted la que no tuvo ojos para ver, dijo el ngel.